“A mis
compañeros ilustradores siempre les he dicho: vamos a ponernos de acuerdo en
los precios para que no nos subpaguen. Este es un trabajo que lo subestiman
mucho, y tú tienes que plantarte si no te meten el dedo ya sabes dónde. Hay una
línea muy delgada entre hacer respetar tu trabajo y quedar como un soberbio,
que también pasa mucho.” Eduardo Rafael Sanabria González, al que todos
conocemos como EDO nació en Caracas el 4 de diciembre de 1970, fue presentado
en La Candelaria, y se crió en Los Jardines de El Valle, “toda la vida, tengo
44 años y ahí viví hasta los 30 que me casé”.
Alumno
del colegio San José, que tienen las monjas en la calle 17 de su espacio de
crianza, donde su mamá ha dado clases siempre, “desde los 19 años ha estado
ella trabajando ahí, de maestra de kínder y de primer grado, ya tiene 65 y
todavía sigue. Después que terminé ahí la primaria, hice mi bachillerato en el Fe
y Alegría de La Rinconada, hasta quinto año, y cuando terminé fue bien
complicado, una etapa muy dura; la familia, como es normal, quería que me fuera
por las carreras básicas, además que todos mis amigos iban por ser militares,
ingenieros, médicos, abogados. En ese entonces recuerdo que fue una trabajadora
social con una planilla que te mandaba a llenar, y empezaba a poner tus
actitudes, lo que te gustaba y lo que no te gustaba, a mí me molestaba y me
decía: aquí no hay nada que vaya con lo que yo hago, que es dibujar. Cuando
egresé duré como dos o tres años dando tumbos. Lo que yo quería hacer era dibujar”.
Su
madre narra que cuando era niño e iban a la playa, mientras sus primos se
metían al agua él tomaba una ramita y se dedicaba a dibujar en la arena. “Siempre
quise dibujar, siempre, siempre, siempre, desde que tengo uso de razón. Yo me
acuerdo de eso, de cómo dibujaba en la arena. Mamá me llevaba mucho a Tucacas, donde
tenían una casa mis abuelos por parte de papá, mi abuelo Manuel y mi abuela
Hilda, íbamos ahí todas las vacaciones”.
No
creo atrevido afirmar que hay algo genético en nuestro querido Edo. Su hermano
es Ricardo Sanabria, hoy jefe de Infografía en el Bloque de Armas, y quien
también ha estado en diarios y agencias de publicidad de Caracas, “él se fue
por el área de la ilustración, pero más al tema de los comics y la infografía, él
es periodista y le encanta el deporte”. También tuvo dos tíos maternos que
dibujaban muy bien, “ uno que quise mucho, y fue mi padrino, el tío Pablo, a
quien le encantaba mucho el dibujo, pero él lo agarró como hobby y estudió, él
llegó a ser vicepresidente de la Kodak en Venezuela, un tipo que tuvo un éxito
enorme porque a los 38 años ya era vicepresidente de la Kodak que estaba en La
Trinidad… a los 47 años muere de un infarto, por el stress y eso nos pegó
mucho; pero él era como el modelo a seguir en el sentido de que la familia que te insistía: Mira, ¿sabes qué?, él sabe dibujar bastante pero lo tomó como
un hobby, se dedicó a una carrera y tuvo éxito, se enserió. Era una presión que
yo tenía muy constante, una presión bárbara. Claro, si no estás muy seguro de
lo que quieres hacer puede que pifees porque hasta llegó un momento que yo
pensaba: ¿Será chico que me tengo que meter en Administración?, graduándome de
bachillerato llegaron momentos que lo pensé. Mi tío también me decía: Dedícate
a una carrera, una cosa, tú sabes, porque el dibujo no es algo que te pueda
garantizar que te puedas ganar la vida con eso. Te pone a dudar, a los 18 años,
19 años, nosotros no tenemos la misma capacidad de raciocinio que podemos tener
ahorita, no es fácil pero en el fondo, en el fondo, uno decía: no, yo tengo que
seguir por aquí, el camino es por aquí. Tenía otro tío pero ese dibujaba menos,
ese murió en un accidente de tránsito que era hermano de mi mamá también, se
llamaba Jesús González y a él le encantaban las corridas de toros, veía mucho sus
dibujos”.
Decía
al comienzo del párrafo anterior querido Edo porque este hombre bonachón y
generoso se hace querer con facilidad; narra su vida con palabras sencillas y
precisas, abre las puertas de su vida y entrega las claves para entenderlo. “Uno
siempre fue visual. En mi casa vivía una prima de mi misma edad, y mi mamá
cuando llegaba el Niño Jesús, como no había tanto dinero, ella envolvía los
regalos en el mismo papel de regalo para los dos, pero ella escribía para
identificar Eduardo o Deysa; por decirte había diez regalos con el nombre mío y
diez regalos con el de mi prima. A nosotros nos acostaban en la noche y a las
12 de la noche: Levántense que llegó el Niño Jesús, entonces uno iba pa´l
arbolito, a buscar los regalos. A mí lo que más me llamaba la atención, lo
primero que veía, es que el Niño Jesús tenía la misma letra que mi mamá, yo
decía: ¡Qué arrecho!, el Niño Jesús tiene la misma letra que mi mamá… Es una cosa visual, eso era como a los siete
u ocho años, por ahí, es que uno era pendejo y medio”, y larga una carcajada.
Su bonhomía le
da la habilidad requerida para ir educando a quien lo oye. “Toma mucho tiempo entender
que el humor gráfico es una cosa y la caricatura y el dibujo es otra, al
principio crees que el dibujo lo es todo. Yo empecé a dibujar e iba a cursos de
dibujo y recuerdo una vez, yo estaba estudiando diseño gráfico, en el Instituto
de Diseño Perera, pero quiero decirte antes que mi mamá leía mucho periódico y
ella después que los leía yo los agarraba, y lo primero que veía era Zapata y a
Regulo, pero no entendía, los dibujos me llamaban la atención pero no entendía
lo que decían; así fue que siendo estudiante un día me prestan un Diario de
Caracas, estamos hablando del 92, 93, y veo una ilustración de Mauricio Lemus
“El Poderoso”, “El gran Poderoso”, a mí me impresiono tanto que ahí fue un
click en ese momento y dije: Esto es lo que yo quiero hacer, yo quiero ilustrar
para un periódico. Eso quedó ahí, y un día en una revista Producto leo que hay
una escuela de historietas, López y Acosta, que estaba en Parque Carabobo, y me
voy allá: yo quiero estudiar aquí, el director me aceptó y empecé. Con las
semanas me entero que Mauricio había estudiado ahí, y un día el director me
dice: ¿Te interesaría publicar en prensa?, yo conozco a Mauricio Lemus. ¡Coño!,
eso para mí fue…, porque Mauricio era un dios, todavía, yo a Mauricio lo admiro
muchísimo, es un tipo extraordinario; total él me dijo que fuera donde Lemus de
su parte. Fui, te puedes imaginar, yo estaba temblando, y fui a El Diario, en
Boleíta por ahí pa´rriba. Mauricio me recibió: ¡Eeepaaa Poderoso! Buenísimo, me
recibió muy bien. Y me dijo: Te voy a llevar con José Pulido. Él estaba
encargado en ese momento de un suplemento de humor que se llamaba El Diablo de
Caracas, para competir con El Camaleón, y lo recuerdo clarito. Pulido me dice:
Bueno, tráeme un dibujo, la semana que viene y vemos a ver. Yo me dediqué, me
esforcé muchísimo, me acuerdo clarito que hice un dibujo de Caldera con su
ministro de Economía, yo los hice en un carro de Picapiedras, pero una cosa que
me fajé, pasé dos días en el dibujo, una cosa impecable. Yo dije: Nada con esto
me la como, me lo van a publicar en
portada. Y cuando llegué José Pulido lo ve y me dice: Pero esto no tiene humor,
aquí no hay humor. ¡Coño! Ese fue mi
primer balde de agua fría, y me molestó, me dije: este guebón, ¿este tipo por
qué no entiende?”
Con el
tiempo, que curte y forma, “te das cuenta que otros salían y tú hacías dibujo y
no salías, y no salías, es cuando empiezas a oler que cuando tienes algo que de
verdad tiene humor, aparte del dibujo, te empiezan a publicar y ahí fue donde comencé a trabajar un poco más la idea. En ese tiempo supe de un curso que daba Zapata
en el museo Sofía Imber. ¡Si Mauricio era un dios, Zapata era Zeus! Cuando me
entero de la vaina, nunca se me olvida, costaba un platal para uno que estaba
super pelando bola, hablé con mi mamá, con mis tíos, con un poco de gente: ¡Ayúdenme!,
e hicieron una vaca. El taller era dibujar y pintar con Zapata y me fui allá. Era
más que todo dibujo y pintura, no tenía que ver con el humor gráfico, tú
dibujabas y pintabas, y ahí conocí a Omar Cruz que trabajaba en El Camaleón, y me
pone en contacto con Graterolacho, quien me dice: Chévere, dale. Y ahí me empiezo
a foguear más, ves los dibujos y dices: aquí hay una idea, aquí hay algo y
empiezas a empaparte de la realidad social del país y ahí dices: aquí voy”.
Pasó casi dos
años en El Camaleón, “en los periódicos pagaban muy, muy poco y yo tenía que
mantenerme, empecé a trabajar en agencias de publicidad como ilustrador, como
diseñador, y trabajé en Recall 24 agencia de publicidad, también en Editorial
Básica, a hacer dibujos para libros para niños, y con eso me mantenía,
hasta que viene la oportunidad de trabajar en Economía Hoy, ya ese periódico estaba
haciendo aguas, no tenía vida, pero me meto a trabajar ahí y conozco a otro
ilustrador que se llama Reymond Torres y a él se lo llevan de la Cadena
Capriles, luego él me llama: Mira Edo aquí hay un proyecto interesante una
revista infantil, están buscando un ilustrador diseñador, ¿por qué no te
vienes? Y me fui. Casi que el mismo día que entraba me iban a botar, eso fue
una locura. El cuento fue que a mí me dice la directora de la revista, Norma
Odremán, cuando ve mi curriculum que empezaba el lunes, yo renuncio a Economía
Hoy y el lunes me presento a trabajar, cuando llego me van presentando a todo
el mundo y cuando llegan a María Eugenia Díaz, ella dice: A mí no me dijeron
nada de esto, yo tengo que ver tu curriculum, y decido si trabajas o no aquí. Le
dije: Mire usted tiene razón, usted está en la capacidad de decir que trabaje o
no. Por dentro me decía: coño, y ya renuncié allá. Además que era un sueldo bueno
porque era la etapa donde Miguel Ángel Capriles había agarrado las riendas y
los sueldos los había puesto a valer, ¡uno ganaba 650 mil bolos pana!, que era
1.200 dólares al mes, un buen sueldo. Total
que ella se fue a Recursos Humanos, vio mi curriculum, volvió y me dijo: Está
bien, te voy a dejar”.
Edo comenzó
ilustrando y diseñando la revista infantil Tricolor, hasta que “Armando “pelón” Capriles, vio mis trabajos.
Un gran, gran amigo mío, Ramses Mendoza, quien era diseñador de El Mundo,
economía y negocios, le dice al “pelón”, que era como el subdirector en ese momento:
Mira, hay un ilustrador que es muy bueno y puede servir para que ilustre los
artículos de opinión. Me mandan a llamar y me dicen: ¿Te interesa ilustrar aquí
en el periódico de manera paralela? ¡Era otro sueldo! Les dije: ¡Yo mismo soy! Al
“pelón” le gustaban tanto los dibujos que me ponía una que otra vez a publicar
en primera página, todavía no estaba Tal Cual, ellos querían hacer algo similar
a lo que hacía Economía Hoy pero entonces más arriesgado, una cosa buenísima.
Recuerdo cuando Chávez cumplió el primer año, ellos me dijeron: Hazte algo con
el primer año de Chávez. Y yo lo hice con una torta grande, y él habló de eso
en un “Aló Presidente”, en esa época era la luna de miel con los medios y todo
era chévere y me la mandaron a pedir para regalársela a Chávez. Y así seguí
publicando pero me sentía como enjaulado, no tenías tiempo para desarrollarte
tú mismo, pero ya tenía el gusanito de El Camaleón y un día Danysbel Gómez me
dice que me van a dar un espacio en el periódico para que publique algo mío los
viernes, y empecé a publicar la sección Cal y Arena. Hasta que un día Enrique
Rondón me dice: Deberías publicar diario, y en el 2005 empecé a publicar en El
Mundo vespertino ya de ahí todo es historia, empecé a publicar hasta que El
Mundo cerró y de ahí en El Mundo matutino donde publiqué hasta que me fui el
año pasado”.
Su
trayectoria llevando el pulso político del país y trazando sus artículos de
opinión gráficos le han permitido entender a profundidad lo que hemos vivido y
vivimos. Por eso sin vacilar señala: “El país está ahorita en un momento bien
difícil, hacer una radiografía completa es complicado. Uno como está en el
diarismo, en el día a día, no se sienta a pensar como el conjunto de todo. Estamos
en un laberinto que no le vemos la salida donde hay un gobierno con unos tintes
autoritarios bárbaros, con un gobierno colegiado. Cuando Chávez murió toda esta
gente se preparó para gobernar de manera colegiada, es un matrimonio por
conveniencia: aunque hay sectores que se detestan o no congenian tiene que
andar juntos todos, porque si uno se va por un lado todo se desmorona, entonces
todos tienen que andar juntos en apariencia. Esto está haciendo aguas, con esto
no te quiero decir que el año que viene, porque todas estas estructuras tardan
años en caer, pero definitivamente ya lo que viene es una bajada, en la cual
estamos sufriendo todos. Además, tenemos un fenómeno nuevo para nosotros que es
la emigración, y es un trauma que no lo vamos a superar tan rápido, van a pasar
décadas para que nosotros superemos este tema. A la par, hemos estado viviendo
un tema que me apasiona mucho como comunicador: el surgimiento de las redes
sociales y el cambio de paradigma de cómo tú comunicas la noticia. No estamos
viendo la magnitud de todos estos elementos porque somos protagonistas. El
miedo que a uno le da es que venga algo mucho peor, o sea que el remedio sea
peor que la enfermedad que tenemos”.
Con
calma sigue enumerando: “Aunque suene a cliché tienes que reunir, quiéralo o
no, a las dos partes del país que aparentemente son irreconciliables. El
chavismo llegó para quedarse, en mayor o menor grado, eso es gente que está ahí
y que de verdad cree en eso, tú no puedes construir un país sin pensar en esa
otra gente porque sencillamente, lo que criticamos de los dirigentes del
chavismo y lo sectarios que son, ¿caemos en lo mismo? Es muy difícil de
entender que esto pasa, como lo decía el padre Ugalde, la transición
inevitablemente tiene que ser con alguien del gobierno, tiene que estar el
chavismo presente ahí, quiéranlo o no, es imposible que tú vayas a hacer una
transición aquí a troche y moche dejando el chavismo al lado, eso no lo veo
viable. Aquí se tiene que construir con todos, y cuando digo el chavismo
obviamente digo gente del chavismo que tiene que ver, y que no lo habla o no lo
dice por X razón, de que esto va a un despeñadero. Esto es una cosa suicida, una
locomotora que lo que va es pa´lante, pa´lante, al barranco. A lo mejor como
país teníamos que vivir eso, porque el petróleo nos malacostumbró. El petróleo no
sé si es una maldición o una bendición, es una percepción como de: Mira ¿sabes
qué?, ahí hay riqueza mano, yo no tengo que trabajar por eso, me tienen que dar
todo porque eso es mío. No pana eso no es tuyo, tienes que trabajar, tienes que
trabajar desde la mañana hasta la noche para ganarte tus vainas, aquí nadie te
puede estar dando nada, pero los políticos en la historia por lo general
siempre ofrecen es eso: Yo te voy a dar, yo te voy a dar, yo te voy a dar;
ningún político te dice: ¿Usted qué es señor?, ¿usted es fotógrafo?, como no,
yo le doy una casa pero usted me va a pagar con trabajo en diez años la casa.
¡Coño!, no gana el tipo nunca.
“Tal
vez nosotros estábamos divididos antes y no lo sabíamos y Chávez aceleró esa
división, fue el catalizador que, ¡bum!, prendió esa mecha y nos terminó de
reventar como país dividido. No lo sé. Pero creo que esto necesita por lo menos
veinte o treinta años para que volvamos otra vez a agarrar mínimo. No puede ser
de golpe, el mejor ejemplo fue el 11 de abril, Tomás Eloy Martínez dijo unas palabras muy sabias, cuatro o cinco
meses antes del 11 de abril: La manera o el tiempo que ustedes tomen en sacar a
Chávez del poder va a ser inversamente proporcional a la manera en que él se va
a quedar. Para mí fueron palabras proféticas. Es un proceso de años, poco a
poco, dándole, trabajando, con mucha paciencia y que haya una concertación de
todos, un reencuentro, aunque no nos guste vamos a tener que sentarnos con
gente que piensa distinto a nosotros, es inevitable porque si no ¿cómo vas a
construir país? Chávez dividió y enemistó familias, enemistó parejas, enemistó
amigos de toda la vida. ¡Coño!, tenemos que aprender a ponernos en los zapatos
de los demás, eso no es fácil, pana, no es fácil; pero tenemos que aprender a
lidiar con eso, porque si lidiamos con eso debajo, se puede permear pa´rriba. A
mí me llama mucho la atención que en las encuestas cada vez más está ganando
terreno una tercera opción, creo que con un 30%, ¡que no es poca cosa!, de
gente que dicen: ¿Sabes qué?, yo no quiero ni esto, ni esto. Por ahí puede
venir el camino y a lo mejor estas dos partes van a tener que confluir, esa es
mi esperanza, que vengan a la unión, que esta parte diga: ¿Sabes qué?, el
camino es por aquí y estos digan: Coño si no me meto me voy a quedar por fuera.
Esa es la esperanza que tengo, espero que no lo tengamos que aprender con
sangre. Yo todavía guardo las esperanzas que seamos inteligentes para que la
transición no sea tan traumática”.
© Alfredo Cedeño
No hay comentarios.:
Publicar un comentario