No me ruboriza
aceptar que la ignorancia es una muralla que no logró rebasar en la manera que
me gustaría haberlo hecho. Hay un océano insondable de cosas de todo orden y
concierto que desconozco, vivo arropado por sucesivas y encrespadas olas de
hechos que a veces se tornan desesperantes por mi incapacidad de entenderlos en
toda su extensión y dimensiones. Es un abanico desorbitado en constante
movimiento que no cesa de refrescarme las dimensiones de mi desconocimiento. Esto es un asunto que trato de sobrellevar
con la mayor dignidad posible, y con cierto barniz de entereza.
Confieso que ello
no me impide saber que, pese a no entender sus significados, hay una gigantesca
trama de saberes a las que no siempre se logra tener el acceso adecuado. Eso lo
entendí a cabalidad, en los ya lejanos años 80, leyendo Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino. En ese libro leí esta frase que desde entonces, como
si de un mantra se tratara, me repito a menudo: “Hay días en los que cada cosa
que veo parece cargada de significados: mensajes que me sería difícil comunicar
a otros, definir, traducir a palabras…”
Eso me ocurre con
casi todas las cosas, y con algunas situaciones en las que presumo hay
significados que se me ocultan con especial empeño, y por más que trato de
encontrarles explicaciones ellas no aparecen ni que las busque bajo la capa de
Cristo. Por ejemplo, uno ve un video en
el que un oso polar aparece acariciando a un perro husky en un refugio canino
que está en Manitoba, Canadá, y empiezan a saltar una maraña de sentimientos
donde el “comeflorismo” hace de las suyas. Es cuando piensas: ¡Qué hermosa es
la naturaleza! O la cursilería que todos acunamos toma el timón y te sumerge en
un delirio de amor y paz que ni las comunas hippies de California de los años
60.
Es necesario
apuntar que la realidad es cruda y poco dada a esas veleidades matutinas en las
que muchos, y muchas veces, solemos embarcarnos. Somos los periodistas los que,
por lo general, actuamos como aguafiestas al informar sobre lo que ocurre en su
real contexto, muchas veces dejando de lado lo que creemos o queremos, porque
nuestro compromiso es tratar de acercarnos lo más posible a lo que es la
realidad para darla a conocer al público, y que éste tome sus decisiones según
su real saber y entender. Ese fue el
caso del osito cariñoso del video al que me referí en el párrafo anterior. La televisora
canadiense CBC News, informó pocos días después del tsunami de ternura que
barrió las redes sociales, que uno de esos amantísimos osos se había zampado,
quien sabe sin con traílla y todo, a uno de los perros que estaban en el refugio
Mile 5 Dog Sanctuary, que Brian Ladoon tiene en ese país.
Ejemplos
similares a los de esa “dulce” fiera los hay por montones. Invariablemente las
preguntas que me hago, ante situaciones como esta, son: ¿Qué es lo que nos hace
no querer ver la realidad? ¿Cómo llegas al punto en el cual la inocencia te transforma
en imbécil? ¿Cuándo fue que no alcanzamos a darnos cuenta de los riesgos que
teníamos en las narices? ¿Quién puede ser tan altanero e ignorante que no logra
entender que la realidad no se puede imponer?
¿Dónde puede uno alertar sin caer en escándalos innecesarios del peligro
que es inevitable? y ¿Por qué seguimos
cayendo una y otra vez en las mismas pendejadas?
Son las mismas interrogantes
que me formulo cuando oigo repetir la cantaleta de la vía electoral, como si de
un abracadabra se tratara, con la cual todos nuestros males desaparecerán. Se le
promulga para alcanzar la libertad de los
rehenes políticos, se ensalza lo comicial como ruta expedita para terminar con
la corrupción, se anuncian las urnas como pasadizo a lo Harry Potter para que el kilo de queso valga real y medio y
las caraotas a bolívar el quintal. ¿Qué tipo de gobierno es el que padecemos? ¿Cómo
va a ser enfrentado con herramientas democráticas una dictadura cuyas bases de
sostenimiento son la negación de la democracia? ¿Cuándo se ha visto que el
poder se mendiga a quien ha demostrado no querer entregarlo? ¿Quiénes son los
que terminan beneficiados ante este juego de perder-perder? ¿Dónde se ha podido
derrocar una tiranía sin una verdadera unidad donde los intereses de partido
estén enteramente subordinados al interés nacional y no al de los cuatro
gaznápiros de turno? ¿Por qué Venezuela ha tenido, y tiene, que padecer una
casta política tan miserable?
En días pasados
vimos a Manolito el de Mafalda (julio borges) tomar el relevo de la presidencia
de la Asamblea Nacional de manos del no menos guapachoso Ramitos Allup. El
nuevo mandamás legislativo entonó desde la tribuna de oradores del Capitolio una
verdadera letanía de promesas, y dijo con voz de Moisés increpando al Mar Rojo:
“La Asamblea Nacional abre las puertas para que en Venezuela haya elecciones
generales en todos los niveles y ramas del Poder Público. Gobernadores,
alcaldes, Presidente de la República y, ¿por qué no?, la Asamblea Nacional.
¡Que sea el pueblo el que decida!” Este Churchill caribeño y subdesarrollado
por lo visto padece de miopía nemotécnica, tal vez sea manifestación de su ignorancia
supina, y no se enteró de que “el pueblo” decidió el 6 de diciembre de 2015,
decisión que él y sus compañeros de andanzas en roles de dirigentes se han
ocupado de desoír de manera más que manifiesta luego de haber tomado posesión
de sus curules parlamentarias.
La cantaleta
borgiana, como era de esperarse, estuvo aliñada por los previsibles lugares
comunes que sólo de él podían provenir: “Yo sí creo que vamos a uno de los
procesos más determinantes en la historia reciente del país”, y todo esto dicho
a la par que le hacía no pocas carantoñas a unas fuerzas armadas cuyo
desprestigio solo es comparable al suyo propio y al de sus compañeros del
sindicato opositor conocido con las siglas de MUD.
Al igual que ocurre con Dudamel, cuya corte de
adulantes es proporcional a su silencio y alcahuetería para con el régimen, hoy
el padre de los cuatripochos es festejado, sus palabras son celebradas cual si
fueran la versión criolla de las tablas escritas por Moisés en el monte Sinaí. Por lo visto lo que nos queda es halarnos de los
cabellos y pedirle a Dios compasión para que nos termine de sacar de este
infierno en que mudecos y chavistas-cabellistas-maduristas nos pretenden
mantener.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
Hola Alfredo Feliz año 2017 a pesar de todo.
No puedo escribir todo lo que pensé mientras leía el texto, argumentos reales que escribes , me da indignación al ver a Borges (manolito) seguir con la misma cantaleta que venia llevando HR Allup mas bla bla y hoy la termina de poner el anuncio del Nicolas Maduro de una aumento de sueldo 50% que se vuelve solo polvo cósmico solo al ver los precios de la poca comida que aun existe. Tu tiene muchas razón al decir que no hay forma de salir de dictadura con votos ,Solo los ciegos de la MUD Y AN piensan eso ellos son los que han estado ventilando a este regimen durante todo estos años.Claro porque ellos de pagan y se dan el vuelto secreto a voces , y ahora quieren seguir engañando al "pueblo" con que van a decretar ausencia del cargo a Nicolas ,pero ya salio Henri Falcon Falson diciendo que el salvaba su voto, el no esta de acuerdo con el abandono de cargo. Dios hasta donde vamos aguantar esto sin nombre ,
Y con respecto a Dúdamel ese mojigato,sera un artista, payaso de mil plazas,pero es un pobre ser que solo piensa en su bolsillo ,porque no viene a su país a Barquisimeto hacer cola para comprar un paquete de arroz, por no decir harina Pan al igual que su mentor .
Me extraña que el padre Alejandro no te haya escrito
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