No ha habido
mayor enemiga de Venezuela que su memoria, frágil y veleidosa, selectiva dirán
algunos. Ejercitarla no es precisamente
fuente de alegrías o buenos deseos, especialmente en lo que toca a la madre de
uno. Pero… desde hace dos días recuerdo de aquel "poeta" que fue
fiscal general, el nunca bien apostrofado Isaías Rodríguez, cuando apareció
aquel no menos impresentable de Geovanny Vázquez, cuyo testimonio justificó el
encarcelamiento de los ahora olvidados hermanos Guevara, Otoniel y Rolando, por
el asesinato de Danilo Anderson.
El fiscal aseguró
con voz temblorosa, cual Lupita Ferrer con pantalones, pero sin sus habilidades
histriónicas, que él había visto a los ojos a su testigo estrella y había
sabido que le decía la verdad. Adiós Derecho, al carajo la ley. La vorágine de
despropósitos en que llevamos sumergidos veinte años nos hace tropezar a cada
momento, y nos empeñamos en ungir mesías tras mesías. En estos días el turno es
para el encargado, quien fue atrapado por una comisión del SEBIN mientras
transitaba por la autopista Caracas-La Guaira.
En mi artículo
anterior hice referencia a dicho ciudadano y no fueron pocas las críticas que
recibí en público y privado. Quienes hemos transitado por el llamado periodismo
de sucesos, sabemos lo sencillo que es para un policía colocar unas esposas, y
cuatro de ellos no pudieron esposar al mentado legislador. ¡Clark Kent es un
soberano zoquete al lado de Superjuan! Pero lo mejor vino después con un audio
que circuló hasta el delirio donde un tío del apresado habla de cómo con su
mirada zahorí nunca dejó de ver a los ojos –¿y que pasó con las capuchas?–
hasta que logró vencer la mala intención manifiesta de los jenízaros que
pretendían encarcelarlo. Mucha Delia Fiallo
con Corín Tellado para mi gusto.
El mensaje fue
claro y demostró que al gobierno cuando se le antoje lo manda a agarrar y no
pasa nada. El video que circuló lo demuestra: dos camionetas trancan su
vehículo y sin mayores contratiempos se lo llevan. Han podido hacer exactamente
con él lo que les diera la gana y, como bien dice el refrán: después de ojo
sacado no vale santa Lucía. Así que lo menos que merece el país es respeto y en
vez de estar queriendo emular al fantasma de Sabaneta, que hasta la misma fecha
de cumpleaños tienen, hable con claridad.
En Vargas todos
se conocen, y las quejas que se oyen contra el proceder del encargado no son
muy gratas que se digan. Imposición fallida de dirigentes, falta de solidaridad
con los agredidos, como pasó con cierta odontóloga maltratada por los cuerpos
policiales, y sobran ejemplos. Señor encargado, olvídese de cheques en blanco,
no desconozca que Venezuela, de verdad, ahora es otra y que Vargas es tierra de
gente que nunca deja de llamar a cada quien por su nombre y condición. La
Guaira a los parejeros los pone en su sitio tarde o temprano.
© Alfredo Cedeño
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