Sin duda no hay
conocimiento, ella ha sido la eterna comadrona que ha conducido a descubrir
distintas vías o formas de llegar a nuevas situaciones. Su exceso, como todo,
puede llegar a ser paralizante. Su dosis correcta es difícil de conocer, no
siempre se logra, pero es posible llegar a ella y una vez dilucidada, al
convertirse en certeza, afrontarla puede ser hasta mortal. Ejemplo de ello fue
lo ocurrido a Hipaso de Metaponto, quien cinco siglos antes de Cristo fue
ejecutado por divulgar su demostración de que la raíz cuadrada de dos es un
número irracional.
Frente a la duda
se suele enarbolar la fe, que ha terminado por convertirse en un instrumento de
dominación. Se nos exige fe en un dios o en un dogma, no siempre religioso aun
cuando termine por acatarse en similar actitud de adoración, sin vacilaciones,
sin cuestiones que por lo general son incómodas. No es extraño que dioses y creencias sean
manejados con temeridad o ignorancia, es cuando surgen los monigotes
transmutados en profetas y los caudillos cargados de promesas imposibles.
Sin embargo, la
fe es también la madre del saber, es la fortaleza que nos hace sentir a Dios en
su mejor manifestación y la que otorga la energía necesaria para insistir en la
duda madre del conocimiento. A fin de cuentas, fe y duda son inseparables del
alma humana, lograr el equilibrio de ambas es la durísima condición que permite
los imposibles, es lo que hace que se manifiesten los milagros, entendiendo por
tales aquellas situaciones que no tienen explicación "lógica".
Estas breves
líneas no son milagrosas, no se puede en ellas explicar teológica, sociológica
y ontológicamente lo que por los siglos de los siglos ha sido abordado hasta la
saciedad. Son breves pinceladas de mi eterno debatir entre la fe en mi país y la
duda de quienes lo han conducido y juegan a seguir en tales menesteres. ¿Cómo creer en quien opta por anunciar con
bombos y platillos su reunión con cierto cantante, hasta no hace mucho comparsa
de las campañas electorales del régimen, pero no se reúne con los medios de
comunicación todavía independientes que sobreviven en el país?
Se nos exige una
fe que ellos mismos minan de dudas sobre su idoneidad, se nos pide obediencia a
ciegas en un nuevo actor que no es capaz de siquiera disimular los viejos vicios
de quienes lo antecedieron en el papel que ahora representa. Lamento no poder
ser optimista y que la duda, al menos en este momento, haga vacilar mi fe. No
obstante sigo creyendo, y confío en nuestra gente para poder vencer este
marasmo de oprobios y maromeros que solo juegan su propia partida sin demostrar
que verdaderamente somos los venezolanos su prioridad.
© Alfredo Cedeño
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