En el verano de 1989 la publicación
norteamericana The National Interest difundió
del politólogo Francis Fukuyama el artículo: ¿El Fin de la Historia? En su
ensayo el pensador nativo de Chicago, en aquel tiempo fan entusiasta de Reagan
y la señora Thatcher, expresó: “Lo que podemos estar presenciando no es solo el
final de la Guerra Fría, o el deceso de un período particular de la historia de
la posguerra, sino el final de la historia como tal: es decir, el punto final
de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la
democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano.” Como se ve que el señor Francis no había
pensado en ese zombi político llamado “progresismo” y al que hemos visto en
acción con ropajes de socialismo, comunismo, bolivarianismo y cuanto otro
modelo de patetismo recubierto de populismo podamos enumerar.
Poco
parece importarle a las minorías pensantes, esas que presumen de ilustradas y
sensibles, las destrucciones llevadas a cabo en nombre de la dignidad. Estamos
en un punto de tal perversión de las
ideas que vemos a las comunidades gays mostrar con orgullo patético la efigie
de quien fuera su enemigo acérrimo, el Ché Guevara, autor de mortales razias
contra sus semejantes en la Cuba revolucionaria, como símbolo de rebeldía. En
el mismo mazacote de ideologías, supercherías y alcahuetería vemos a damas
furibundas defendiendo, cimitarra en mano, los gobiernos musulmanes y
lloriqueando por sus derechos políticos. Mujeres defendiendo a los más
conspicuos maltratadores del género femenino… A veces no sé si reír o llorar
cuando veo a muy altaneras feministas utilizar turbantes para tapar sus
cabelleras y no ofender a los ayatolás de turno.
Los
ejemplos de tales faltas de concordancia entre lo pregonado y lo realizado son
infinitos. Jefes políticos que se venden por un plato de lentejas, o que
ofrecen hasta la capa de Cristo para luego pasarse con pertrechos y bastimentos
a la otra acera sin que siquiera se les altere el tono melifluo de sacristanes
alicorados. Dirigentes empresariales de voces altisonantes cuya rimbombante
verborragia se apagó de inmediato ante un contrato adecuado. Insisto, es
extenso, por demás prolífico, el muestrario de veleidades. Acérrimos defensores de los derechos humanos
que se callan con ejemplar modestia ante los actos sádicos contra poblaciones
indefensas como la cubana o venezolana o siria. Belicosos ambientalistas que
inciensan a una mocosa como la Juana de Arco del cambio climático. Y así hasta
el infinito y más allá…
Hago lo humanamente posible por ser
humilde, creo que es la mejor vía para tratar de ser mejor y dar más. Cuando
doy recibo, es una ley que la vida me ha enseñado, a carajazos algunas veces,
pero lo he aprendido. Es posible que esté equivocado y que todo aquello cuanto
cuestiono sea lo correcto. Hace menos de dos años en una entrevista hecha por
George Eaton a Fukuyama para la revista New
Statesman America, al preguntársele sobre el resurgimiento de la política
socialista en los Estados Unidos y el Reino Unido, dijo: “Creo que no solo
puede regresar, sino que debería regresar. Este período extendido, que comenzó
con Reagan y Thatcher, en el que se estableció un cierto conjunto de ideas
sobre los beneficios de los mercados no regulados, en muchos sentidos tuvo un
efecto desastroso.” Quizá sea el neopopulismo la verdadera panacea a nuestros
males. Por lo pronto creo que podríamos ir tratando de encontrar un lema. No estaría mal establecer como mantra aquello
de: Neopopulismo, neopopulismo, más de lo mismo, más de lo mismo.
© Alfredo Cedeño
2 comentarios:
¡Me encanta constatar que eres hombre con ideas propias! Tu artículo de este jueves es magnífico. Cuando yo era muchacho la cachimba del musiú gozaba de cierto humor festivo,pero al parecer hoy es señal de degradación moral.
Además, eres inagotable e irrepetible!
Rodolfo Izaguirre
excelente mensaje Alfredo como siempre , sin pelos en la lengua . Gracias por tus aportes ,
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