Pocas
cosas seducen más a los autodenominados “progresistas” que un tirano. Revisen
los anales de la historia y podrán verificarlo. Lenin, Stalin, Hitler –y si no
me creen busquen sobre Hanns Heinz Ewers, uno de los primeros críticos en
reconocer el cine como una forma legítima de arte; no es necesario abundar
sobre el Nobel y Príncipe de Asturias de las letras don Günter Wilhelm Grass–,
y Mao fueron ídolos e iconos de una intelectualidad que se jactaba de su
sensibilidad y solidaridad con los desposeídos. El fervor que los mentados
señores han despertado, y siguen haciéndolo, entre la llamada intelligentsia, entendiendo por tales a
escritores, artistas plásticos, pensadores, actores, cineastas, periodistas, y
siga por ahí dándole a lo que se le provoque, elevó a dichos energúmenos al
panteón pagano de la contemporaneidad.
Raymond Aron lo definió muy bien al
enunciar que el marxismo es el opio de los intelectuales. Los ejemplos son inacabables pero si buscamos
algunos podemos citar a Sartre, quien se supone fue una autoridad en lo que al
arte del cuestionamiento se refería, sin embargo, anunció con pleno recochineo
de los medios del mundo libre, al regreso de un viaje a Moscú: “La libertad de
crítica es total en la Unión Soviética”. El regordete y sanguinario Mao sedujo
a Andy Warhol, quien lo pintó con gorra y lunar; mención obligatoria merecen
los guiños que le hacen al entonces mandamás de Pekín –Beijing como exige la
corrección que se diga y escriba ahora–, los arrumacos que le prodigaron Lacan,
Althusser, y Barthes, este último llevó su arrobo al regresar de China vestido
con el mono azul maoísta.
El
derretimiento intelectual por los hombres fuertes no fue una manifestación
decadente del viejo continente, o de la enigmática Asia. En el lado acá del
Atlántico la adoración de Castro no merece mayores comentarios. Basta citar la
idolatría inicial por parte de los miembros del llamado Boom Latinoamericano,
la cual fue quebrantada por Mario Vargas
Llosa en 1967, cuando protestó por el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla.
Pero eso no fue óbice para que prosiguiera la postración por el barbudo
antillano.
Otro
caso, del que poco eco hace la crónica, fue el del general Juan Francisco
Velasco Alvarado en Perú. Ese militar, promulgó una ley que fue bautizada como
“Plan Inca”, el 26 de julio de 1974, mediante la cual se confiscaron medios de
comunicación como La Prensa, El Comercio, Última Hora y Ojo; y fueron
clausurados los diarios Expreso, Extra, la revista Caretas y las radioemisoras
Radio Noticias y Radio Continente; los canales de televisión privados también
llevaron lo suyo y fueron presionados
para que vendieran el 51% de sus acciones al Estado.
A esta altura quiero hacer una breve
mención al entonces muy progresista y solidario Tribunal Russell II. Este
“organismo” era la prolongación del Tribunal Russell I, creado a iniciativa de
Bertrand Russell para investigar los crímenes, documentados y denunciados por
los propios medios de comunicación norteamericanos, de los soldados
estadounidenses en Vietnam. En el Russell II –entre cuyos miembros estaban Juan
Bosch, García Márquez y Julio Cortázar–, su función inicial era investigar la
situación imperante en diversos países de América Latina. Las sesiones de 1974
se centraron en las acusaciones de violación de derechos humanos por parte de
la Junta Militar chilena, presidida por Pinochet, y en la situación de Brasil.
En 1975 y 1976 los miembros del muy mediático tribunal sesionaron para
pronunciarse sobre la situación en Latinoamérica. Pero… Cuando los periodistas
y exiliados políticos peruanos pretendieron exponer sus casos ante dicha
instancia justiciera, fueron impedidos de hacerlo porque, según los
organizadores, la situación de ellos era incomparable con la de las víctimas de
las dictaduras chilena y argentina.
¡Claro! El peruano era un gobierno militar progresista.
Regresando a nuestro tiempo
encontramos que el embeleco por los caudillos no murió con el siglo pasado. Y
así vemos que Chávez, primero, y Maduro, ahora, son los nuevos fetiches de la
casta pensante, esa que gusta de bajarse los pantalones, o arremangarse las
enaguas, ante los gorilas de la izquierda. Marta Harnecker, Heinz Dieterich,
Luis Bilbao, Ignacio Ramonet, Naomi Campbell, Sean Penn, Danny Glover son algunos
de los ejemplos que hay en lo que a la cofradía de los ídolos progresistas
criollos respecta. En todos los escenarios internacionales de la
intelectualidad de vanguardia, el gobierno de Venezuela es la niña mimada, y
todas esas asambleas de polichinelas vociferan hasta enronquecer exigiendo el
respeto al derecho de los pueblos por marcar sus propios rumbos. Para muy poco
sirvió que artistas y pensadores como Pedro León Zapata, Manuel Caballero,
Simón Alberto Consalvi y José Campos Biscardi, por nombrar apenas unos, se
pronunciaran contra la dictadura vernácula.
De nada valen las macilentas marchas de gente escapando de un país que
naufraga, así como poco han valido los escapes en balsa desde Cuba.
Los sátrapas venezolanos y
antillanos saben que cuentan con la bendición comunicacional del globo entero,
cuanto más sanguinarios sean más benévola será con ellos la habitual corte de
lambiscones y pedilonas. Están al tanto
de que para esa secta intelectualosa nada más excitante que una fiera a la que
hacer el corro. Eso sí, una bestia a la
que ellos hayan otorgado su bendición.
© Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Alfredo:
¡Tu artículo es verdaderamente contundente! Bien documentado, firme, con nombre y apellido. Está mas allá de cualquier límite impuesto por la Historia, las conveniencias políticas o consideraciones benévolas. Es una radiografía. Chávez y Maduro son los nuevos epecímenes. Quiero felicitarte con la mayor sinceridad, sin ningún propósito de halagarte. Eres una roca. Un arrecife.
Por eso no dejo nunca de leerte. ¡De admirarte!
Rodolfo Izaguirre
Para mi es una gran enseñanza , historia que desconocía y que ahora sera tema de investigacion , Parece que muchos que dicen luchar por la libertad solo buscan es su libertdad personal para hacer lo que les place . El galactico y Platanote son los mejores ejemplos
Gracias por tus escritos siempre ilustradores
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