Provoca escalofríos encontrar
disertaciones que ensalzan a semejante personaje, amparándose en sus destrezas
para conseguir que la Unión Soviética lograra tener la bomba atómica en 1949 y
que la Unión Soviética desarrollara una vigorosa carrera en el ámbito
científico. Creo que su mejor
autorretrato es este fragmento de su discurso pronunciado en junio de 1937:
“Que nuestros enemigos sepan que cualquiera que levante la mano contra la
voluntad del pueblo, y contra la voluntad del Partido de Lenin y Stalin será
aplastado y destruido sin misericordia”.
Tales palabras son tomadas como manifestación de lealtad, cuando no de
fidelidad revolucionaria. Algunos
alcahuetes disfrazados de solidarios ensalzan tal vesania con no poco fervor.
Humanos somos, de errores estamos
plagados y de aciertos escaseamos; pero, ¿qué necesitamos aprender para que
personajes como este sean execrados de cualquier panteón que se pretenda erigir
a semejante alimaña? ¿Dónde extraviamos el camino hasta llegar a este mar de
disparates en que nos mantenemos sumergidos en aras de lo correcto y lo
políticamente indicado? ¿Hasta dónde se debe llegar a consecuencia del
resentimiento y frustración de las camarillas que nos “dirigen”?
Los Beria de nuestro tiempo claman por
la destrucción y aniquilación de todos aquellos que no comulguen con sus
alucinaciones galácticas, porque ya el planeta les queda pequeño. Los vemos
ofrecer el infierno de sus hampones con carnet, con las capas de tupamaros o de
guardias nacionales o del FAES, para
mantener en vilo perpetuo a la ciudadanía inerme.
Los campos de concentración de ahora
superan ampliamente a Dachau, Auschwitz-Birkenau, Belzec y Treblinka, para
citar los peores entre los 39 centros de detención creados por los nazis para
asesinar a la población judía. Hoy tales centros de internamiento se llaman
Cuba, Corea del Norte y Venezuela. Cadenas herrumbrosas y candados en perfecto
estado se mantienen a cara descubierta, saben que las redes de solidaridad les
otorgan salvoconductos momentáneos.
¿Será que para estos sátrapas también habrá su respectivo proceso de
Núremberg?
© Alfredo Cedeño
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