Una llamarada flagela la
boca desde sus mansas apariencias,
los colores engañan con
picardía y tasajean al ligero con su tósigo,
un ardor de impétigos
palatales azotan al incauto
y el infierno se repliega
para dejar el mundo al borde de la lengua.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
Muy bueno, amigo. Bien los describes.
Abrazo
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