Clavel rojo en un
valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda
rezuma tu tristeza
a través de los ojos
que ha abierto sobre el mármol.
Con estos versos cierra Federico
García Lorca su Elegía a Doña Juana la Loca. Clavel color de la sangre, de la pasión, del dolor, de la
fuerza, de los misterios que se van hilando sobre cada tapiz que la vida teje
en cada uno de nosotros.
Escribo
hoy del rojo, color ahora amado o vituperado en mi país, ante la apropiación
que de esa tonalidad hiciera el ala política autodenominada chavismo. Sin
embargo, y pese a los desmanes locales que se han hecho –¡y hacen!– a su
amparo, su belleza no ha sido opacada y sigue rutilando.
Tono
de bermellón sangre y crepúsculos que nos llega algunas veces desde el esplendor
del alimento que nos vigoriza, otras desde el símbolo ominoso al que pocas
veces nos sabemos enfrentar.
Por aquello de
tratar de ser lo más ecuménico posible recurrimos al Diccionario Akal del color de Rosa Gallego y Juan Carlos Sanz, donde leemos: “El rojo es el
color que se percibe ante la fotorecepción de una luz cuya longitud de onda
dominante mide entre 618 y 780 nm. Se asemeja a la coloración de la sangre
arterial humana”.
Sabemos
también que este, junto al amarillo, el verde y el azul, es uno de los llamados
cuatro colores psicológicos primarios. También se le considera un color cálido,
renglón en el que acompaña al naranja, el amarillo y todas las coloraciones que
tienden a éstos.
Considerado
el primer color visible del llamado espectro newtoniano, llamado así por los
experimentos realizados por Isaac Newton en 1665 al descomponer la luz con la
ayuda de un prisma.
Es
necesario a esta altura citar al “bachiller” alemán Johann Wolfgang von Goethe,
quien además de andar trabajando sin descanso en su inmortal Fausto, andaba
explorando el mundo de la abogacía y de diversos experimentos científicos en
los campos de la geología, la química y la osteología, disciplina en la cual descubrió
el hueso intermaxilar en marzo de 1784.
Él en su obra Zur Farbenlehre,
de 1810, intentó refutar con escaso éxito la teoría de Newton sobre los
colores. Sin embargo, lo que si hizo Goethe fue estudiar y probar las
modificaciones fisiológicas y psicológicas que el ser humano sufre ante la exposición
a los diferentes colores.
Para él era
muy importante comprender la reacción humana a los colores, y su investigación
fue la piedra angular de la ahora llamada psicología del color. Respecto a nuestro color de hoy dejó
asentado: “Está relacionado con el fuego y evoca sensaciones de calor y
excitación. Es el color de la sangre y el fuego, el color de Marte, símbolo de
la violencia, de la pasión sensual; sugiere acción, impulso; es el color del
movimiento y la vitalidad. Aumenta la tensión muscular, activa un cierto estado
de alerta en el cerebro.”
Este color ha
estado asociado históricamente al poder. En el Imperio Romano, un matiz de
rojo, el púrpura, era usado sólo por emperadores y senadores quienes llevaban
algo de ese tono en la vestimenta. Debo decir que el mentado púrpura es en
realidad un tono que está entre el rojo y el azul, casi tirando al morado o
lila. Donde si no hubo medias tintas en su uso fue por parte de los miembros de
la dinastía Ming en China donde era el símbolo del emperador; y es por ello que
“La Ciudad Prohibida ”,
el palacio imperial construido entre 1406 y 1420 con 980 edificios y un área de
720 000 m² .
en el centro de Pekín, fue construido de paredes rojas.
No es de
olvidar la tonalidad de los ropajes de los llamados príncipes de la Iglesia , o cardenales
católicos, cuyos capelos y vestiduras ya sabemos bien. En el mundo canónico este
color simboliza “la sangre y la fuerza del Espíritu Santo” y se le refiere a la
caridad. Se le usa principalmente en las fiestas de la Pasión del Señor, como son
las celebradas el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, así como en las del
Espíritu Santo, el Domingo de Pentecostés y las de los santos mártires. También
se usa cuando se administra Confirmación y en las liturgias dedicadas a los
instrumentos de la Pasión.
En El Vaticano se le da un uso luctuoso ya que se utiliza para
los Funerales de un Cardenal o del Sumo Pontífice.
Son infinitas
las divagaciones en las que podría sumergirme hasta llenar un verdadero mar de datos
y citas sobre nuestro tema de este domingo decembrino, cuyas fiestas navideñas
suelen estar asociadas a este color, y el cual otra gran pluma española, la de
Antonio Machado, usó para escribir sus versos:
El rojo sol de un
sueño en el Oriente asoma.
Luz en sueños. ¿No
tiemblas, andante peregrino?
Color
de santos bailadores y de fieles que no se le quedan atrás, matiz de fe que no
se quebranta y que danza afiebrada al compás de los repiques que su devoción va
enlazando sabia y parsimoniosamente.
Rojo
de vida y oscilaciones permanentes, de promesas que nunca llegaran a buen
puerto, de frutas y flores, de vaporoso deslizar sobre la piel con la alevosía
de un beso que se roba al amparo de unos versos hermosos, como estos de Jaime
Sabines:
Humo rojo en mis venas. Transfigurado cielo.
De polvo a polvo soy.
© Alfredo Cedeño
5 comentarios:
¿Será premonitorio para el día?
ROJO "Sublime, elevado, insuperable, grandioso, divino, sobre humano, celestial, excelso, glorioso" ROJO "Pasión y Poder" BluisaE.
Al ver tus imágenes... hasta me reconcilio con el color...
Estupendas fotos Alfredo. Bellisimas.
Ylleny Rodríguez
Muy bueno, amigo. Bien me llega el mensaje.
Abrazos
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