Dejaron lo pusilánime en el rincón de los olvidos
y se plantaron con sus armaduras de franela
enristrando lanzas de papel que hincarle a los truhanes,
con una esquina de la bandera se arropan
y derraman cornucopias generosas en dignidad
hasta hacer temblar de impotencia las máscaras de acero.
© Alfredo Cedeño
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