De un bando al otro van los saltos
la noche se ve inmensa
pero la luz se deja colar imponente,
desde la esquina se derrama
y las negras olas se repliegan
hasta ser telón para el blanco manojo,
limpieza que se angosta lenta
con la limpia sajadura
de un volcán que calcina tiranos,
la claridad es como la certeza
de muchachos desarmados
plantados sin regreso ante los desalmados.
© Alfredo Cedeño
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