Hace 25 siglos en
Grecia un señor llamado Platón habló de la pleonexía como una enfermedad que
terminaba por ir contra la propia sociedad, con el tiempo dicha palabra se le
ha equiparado con codicia y avaricia. Hay quienes afirman que el término resume
el apetito insaciable que algunos desarrollan por la posesión de bienes
materiales; se le vincula a la vanidad, el egoísmo, el narcisismo, y por ende
lleva a pensar, a quien la padece y
ejerce, que tiene el derecho de acapararlo todo puesto que lo merece. Por ello el pensador griego lo consideraba
una patología.
Algunos opinan
que ello no solo es aplicable a los individuos, sino que es igualmente válido
para algunos países que gustan de presumir de su poder adquisitivo y hacen del
mismo ostentación manifiesta. Las lecturas que se le pueden dar a su
significado son variadas, para Carlos Calvo Aguilar es el apetito insaciable de
cosas de carácter material; una cáustica en extremo fue la que hizo el pensador
mexicano Carlos Llano Cifuentes, quien aseguraba: “Hay una gran diferencia
entre la pleonexía de hace 2.500 años y la padecida actualmente. Para Platón
era una enfermedad; para nosotros es signo de éxito”.
Un grupo de
científicos sociales criollos han emparentado con dicho concepto nuestra
bendita “viveza”. Ella se ha manifestado, y sigue haciéndolo con proverbial
vitalidad, de una y mil formas; ha sido alabada de manera permanente y
transversal en todos nuestros estratos sociales. Es alabado el empresario que
no paga sus impuestos debidamente, o paga a sus trabajadores salarios por
debajo de lo que podría pagar, o se roba la idea de un hombre talentoso y lo
patenta para incrementar aún más su fortuna. Se celebra al trabajador que
sustrae parte del inventario de su lugar de trabajo para luego venderlo o
canjearlo en su barrio. El bodeguero que amaña la balanza para sisar algunos
gramos a sus clientes, es tolerado porque todos en la comunidad hacen lo mismo
en situaciones similares.
Esa viveza
venezolana fue la que evolucionó hasta llegar a nuestro
chavismo-madurismo-mudismo. Ante nuestro desolado escenario recuerdo que
alrededor de veinte siglos más tarde que el bachiller Platón, en Inglaterra,
sir Francis Bacon, comenzando el siglo XVII, con angustiante anticipación
también alertó en vano, al menos para nuestra Venezuela: "No hay cosa que
haga más daño a una nación como el que la gente astuta pase por
inteligente". ¿Acabaremos algún día
con nuestro culto pleonéxico a los atajos?
6 comentarios:
Bastante aceptable y acertado dicho artículo para la actualidad y nuestros dias, pregunto habrá remedio para este padecimiento?
Jose Ramon Ziems Gonzalez
Universidad Autónoma de Querétaro
Un excelente articulo de Cedeño. Enhorabuena
José Eduardo Espinoza D ·
Universidad del Zulia
....mas grave aun es/ que la gente BRUTA/ pase a ser ASTUTA!/ !!
Rodolfo Morales Alvarado ·
Facultad de Ingeniería, LUZ VE
Excelente!!! De cabecera
María S Baragaño ·
Universidad Santa María
Muy bueno amigo Alfredo. Esa viveza nos ha causado muchos problemas. Recuerdo un libro sobre la Viveza de tio Conejo, de Axel Capriles que toca el tema. Abrazos,
Eddie Ramírez
Excelente explicación de una lamentable verdad.
Monica Turco
Insegnante di Biodanza en Centro Studi Biodanza Bologna
Publicar un comentario