La justicia es una
manifestación de las virtudes de los hombres, y la hemos ido afirmando a lo
largo de nuestra historia como cortafuego de nuestras pasiones. Sin ella nos
seguiríamos matando cual Caín a Abel, viviríamos en una jungla donde los más
fuertes despedazarían a su real gana a quienes los rodeamos, la ferocidad,
disfrazada de supuesta valentía, sería el único patrón válido con el cual poder
convertirse en una referencia para nuestro entorno. El infierno sería un vergel al lado de
nosotros.
Nada es perfecto,
ni aún la justicia, es por ello que creamos las leyes, conjunto de normas para que
lo justo, manifestación equilibrada de razón e ímpetu, sea un tablero donde
desplazarnos sin sobresaltos vitales, propios ni ajenos. Hay quienes denigran de ellas y las atacan sin
compasión ni tregua, pero a la larga terminan por hacer propuestas de nueva
justicia y nuevas leyes, es imposible sobrevivir sin ellas. Existe un pacto
atávico de sujeción a ellas que ha permitido a la vida mantenerse.
Ha habido oportunidades
en que ambas, justicia y leyes, han sido obviadas; en dichas ocasiones se ha invocado
la clemencia o el sentido de la oportunidad para esquivarlas, y se ha apelado
al viejo adagio de borrón y cuenta nueva,
por lo general ello ha devenido en
situaciones peores a las que se trataban de remediar. No hay caso: Sólo el
cumplimiento de los códigos y el atenerse a lo justo es lo que nos ha salvado,
hasta el día de hoy, de nosotros mismos y nuestras más bajas manifestaciones.
Cuando uno ve la total
ausencia de normas en que vive Venezuela, ese estado que los sociólogos denominan
anomia, asume que todo vale, no hay límites de orden alguno. No deja de
sorprender que en medio de semejante maremágnum se alcen voces que pidan
sensatez o que clamen porque se impongan valores de orden moral. ¿En qué cabeza cabe? Es digno de celebración
que la moral de la ciudadanía sea todavía el aglutinante que nos conserva en
pie, porque no hay cabeza a salvo dentro de la dirigencia política nacional. Y,
como he repetido en diferentes oportunidades, es válido para un lado y para el
otro.
¿A qué norma se
le puede adjudicar que el manejo que ha venido haciendo la desaliñada
dirigencia opositora de nuestro momento político es el adecuado? ¿Cuál es el
criterio utilizado para que una serie de truhanes del pelaje de julio borges,
ramos allup, ismael garcía y timoteo zambrano (en minúsculas todos, porque
ninguno calza para ostentar algo mayúsculo, ni siquiera en sus nombres), solo
por citar algunos miembros de esa pandilla, sean los que deciden según su real
gana las formas de enfrentar a Maduro? ¿Existe una real disposición y ánimo de ejercer
el poder y hacer que el país enderece el rumbo de bienestar, desarrollo y
prosperidad que merecemos?
Es insólito oír a los sacristanes del gobernador de
Lara anunciar: “A Maduro hay que acusarlo de abuso del cargo, no de abandono.” El talento es necesario hasta para ser payaso,
y estos cofrades del ditirambo ni para eso lo tienen. No menos méritos que ellos reúne el saliente presidente
de la Asamblea Nacional quien, en medio del debate sostenido por ese cuerpo
legislativo en torno a la
responsabilidad política de Gofiote Maduro, haciendo gala de su mejor elocuencia, y sin que le temblara
la voz, soltó: “Vamos a adoptar esta decisión política y sabemos que no va a haber elecciones. Antes o después del 10
Maduro se va a quedar ahí”. ¿Qué les puedo escribir?
El cinismo, la
indolencia, la desidia, el vivalapepismo, son los valores que recorren de
manera transversal a todos estos infelices devenidos en héroes gracias a la apuesta
irracional de un grupo de manipuladores de oficio quienes no terminan de asumir
el país como vocación ¿La esperanza todavía tiene cupo en la que fuera La
Tierra de Gracia?
© Alfredo Cedeño
3 comentarios:
Apreciado Alfredo. Dices verdades pero el atacar tanto a los únicos oponentes al gobierno no creo que sirva sino para beneficio del gobierno.
Te respeto tu rabia yo ni los nombro, nunca creí en políticos, pero dada la gravedad de lo que pasa, mi opinión sobre la línea correcta es llevar adelante la que creemos sin atacar a los que una u otra manera lo enfrentan. Eso fue lo que pasó en Siria, más fuerte es la guerra de los opositores que la de todos contra el tirano.
Un saludo.
Jaime Ballestas
Tierra de gracia, tierra de lo insolito, lo inevitable no sucede y lo imposible de ocurrir ocurre, elegimos como gobernantes a quienes violan e irrespetan las leyes , consideramos heroes a bandidos, asesinos, delincuentes , no respetamos tradiciones ni principios, logicamente tenemos el gobierno que merecemos.
Etanislao Vergara
Actualmente, Venezuela representa perfectamente, el infierno en la tierra, donde todas las pesadillas se pueden volver realidad!
Ife Mi
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