A estas
alturas la guachafita en Venezuela, así como Urbi et orbe, ha alcanzado unos niveles jamás pensados en
torno a la figura presidencial y el supuesto minicidio, ¡porque de magno nada!,
supuestamente llevado a cabo el pasado sábado 4 de agosto. El recochineo ha sido de antología, no ha
habido quien no haya hecho befa del bigote bailarín y sus militares correlones,
quienes, debe decirse, dan así como cierta cosa, porque a fin de cuentas el
orgullo patrio, ese inextinguible disfraz del chauvinismo, no deja de
manifestarse herido ante el espectáculo de verlos correr en desbandada cual
manada de chiripas ante un pote de Baygón.
El
objeto volador no identificado que ocasionó semejante desaguisado nadie sabe
qué demonios es. Un vecino, uno de esos que llamamos pepa asomados, con los
lentes cabalgándole en la punta de la nariz y los ojos desorbitados aseguró que
vio una cosa como una silla volando que después explotó. Una señora aseguró que fue una bombona de
gas, otra dijo que en su edificio no se usan dichos cilindros, otra aseguró que
lo vio ¡caminando hacia su apartamento!, un bombero habló de fuga de gas, y así
a lo Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá, han surgido versiones de lo
que realmente ocurrió.
Como
era de esperarse, el víctimo apareció rato más tarde anunciándole al mundo
desde el salón Simón Bolívar, ¿de dónde más podía ser?, que lo habían querido
asesinar con un artefacto volador, que "han intentado asesinarme el día de
hoy y no tengo duda que todo apunta hacia la derecha, la ultraderecha
venezolana en alianza contra (sic) la ultraderecha colombiana". Luego lo
vimos arremeter contra el país anunciando que si a él le pasa algo "no
quedaría polvo sobre polvo" ya que campesinos, obreros y soldados tomarían
la justicia por su propia mano…
Luego
de dar todo tipo de explicaciones, y aseverar que todo estaba resuelto, donde
solo le faltó asegurar que habían capturado al piloto del drone, tras estar
largo rato atacando sin misericordia al presidente saliente colombiano y
señalándolo como uno de los instigadores del atentado, aseguró con voz
compungida que había sobrevivido al percance, y lo vimos concluir confesando
ante las cámaras: "Ese drone venía por mí, pero había un escudo de amor
que siempre nos protege…".
Ustedes
deben recordar aquello de: "Si montó un circo me crecen los enanos".
No tengo dudas de que esa frase debe haber estado rondando la mente del sujeto
en cuestión. Las imágenes de esa tropa en estampida ante el desbarajuste que se
veía en la tarima presidencial han dicho todo lo que se podía decir de la
capacidad de reacción de las muy rojas tropas ante un estado de conmoción. Como solía decir mi padre: No les arriendo la
ganancia…
© Alfredo Cedeño
4 comentarios:
Muy bueno tu artículo irónico. Sólo tengo que decirte que la expresión latina es urbi et orbi, no orbe, aunque siempre se comete el error. Si pone orbi porque es el dativo de orbis. La forma orbe no existe en latín. Saludos y bendiciones...
Alejandro Moreno
La capacidad de guachafita del pueblo, es inmensa, será que por eso de caer siempre en broma, nos olvidamos del apocalipsis venezolano?
Maria Rios
Muy bueno tu artículo de hoy. Los rojos son nuestro enemigo . Abrazos
Eddie Ramirez
Totalmente de acuerdo mi apreciado Alfredo
Vanesa Duran
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