Hoy insisto en un
tópico que cada vez que lo he tocado ha despertado furores uterinos en ciertos
acólitos de líderes valetudinarios, y no menos arrestos prostáticos en
distinguidas damas enardecidas. En la resolución de la ecuación venezolana no
se ha despejado adecuadamente la incógnita militar. Unas y otros vociferan
exigiéndole al sector castrense una fidelidad medieval a la Constitución, les
exigen una castidad que ni Lupita Ferrer en La Zulianita. En el fondo añoran, y
claman por su retorno, aquellos tiempos en que los hombres de verde, y también
de blanco, eran meros cachifos de los ahora aclamados políticos.
Pocos quieren
recordar que la crisis de hoy es hija de esa casta de dirigentes que pusieron
todo su celo en destruir la credibilidad en sus organizaciones, fueron ellos
quienes sirvieron en bandeja de plata el camino al desastre rojo. Ahora son
vestales de albo ropaje que pasean su virginal presencia sobre el lodo
nacional. ¡Imbéciles! No solo Maduro y
Chávez son los artífices de este infierno que padecemos los venezolanos,
ustedes también son corresponsables, y al menos sean lo suficientemente viriles
para asumir su cuota.
Ahora nadie sabe
acordarse de cuando el ya difunto Arístides Beaujon presidía la Comisión de Defensa
del Senado y la sub-comisión de Ascensos del Ministerio de Defensa. No había un
ascenso a partir de los grados de teniente coronel o capitán de navío que no
pasara por su manos. Yo presencié en Roma a un general de la fuerza aérea
despertar las iras más encrespadas del ilustre senador por atreverse a entonar
en una tratoria de Trastevere O Sole Mío. El patricio criollo bramaba porque
cómo era posible que un general de la República osara cantar como un artistucho
de feria en la capital romana… "Si me hubiera imaginado esto, jamás
hubiera llegado al sol", murmuraba con gesto cejijunto y altanero.
Como ese son
innumerables los ejemplos que podría citar, actos y hechos que pavimentaron las
vías para la plaga roja. Ahora se le exige a los militares desalojen a Gofiote
del poder, pero eso si para entregárselo a los vivianes de siempre, a los
maltratadores de nueva estirpe y misma raíz. Guaidó ha demostrado el pulso
necesario para despejar esa incógnita y ya aparecen los cortesanos de siempre
exigiéndole mano dura, son las, y los, Salomés que buscan su cabeza. A él le
exigen que resuelva en dos meses lo que en veinte años se ha construido con
malévola eficacia. Pero no veo a esos mismos vocingleros pedir por la libertad
de Juan Carlos Requesens, que sigue marchitándose en los ruines calabozos del
SEBIN. Los pocos que claman por la libertad de Luis Carlos Díaz lo hacen a la
sombra de los réditos comunicacionales que pueden alcanzar. La reata de asnos sigue sin aprender.
El sector militar
debe ganarse con movimientos apropiados, la incógnita debe despejarse de la
manera correcta o los resultados seguirán siendo incorrectos. Ellos no son
marcianos, son tan venezolanos como usted y como yo, son tan dignos de respeto
como cualquier otro, y no es solicitándoles sumisión bovina como vamos a ganar
su participación en este lado. Honor a quien lo merece y lealtad a quien se la
sepa ganar.
© Alfredo Cedeño
3 comentarios:
De nuevo este artículo resulta estupendo. Desgraciadamente estos actuales militares no hacen sino desarrollar la tradición que no sólo lleva ya veinte años sino que ha sido la carne y la sangre de lo militar a través de los siglos. Algunos no la han vivido también a través de los siglos pero porque no han sido militares de verdad, de mente y de corazón. Creo que en algunos países más o menos avanzados esto está siendo transformado pero ese ha sido su nervio eterno, desde Asiria y los griegos hasta nuestros días. Qué bien hizo Costa Rica suprimiéndolos. A nosotros nos falta todavía mucho tiempo. Creo que lo he hecho ver en mis actuales artículos y lo haré todavía con el próximo. Spon un mal. no sé si necesario, pero un mal y no otra cosa. Un abrazo no militar.
Alejandro Moreno
Buen enfoque de una realidad trágica y lamentable. Es triste que los pasos de Suiza y Costa Rica nunca hayan sido imitados.
CARAMBA, POR FIN, desde hace mucho tiempo (AÑOS) no leía un artículo en donde alguien examinara el problema actual como lo hace Ud. Examinando algunos de sus orígenes, tratando de esclarecer razones del cómo y el por qué empezó todo esto y llegamos hasta aquí.
Creo, además, que está en lo cierto y que se deberá actuar con mucha cautela para no repetir errores (se les exige a los militares que desalojen a Gofiote del poder, pero, eso sí, para entregárselo a los vivianes de siempre) y tratar de filtrar a esos “vivianes”.
Lulu Saba
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