Pocos oficios en
la historia se han ganado en buena lid el derecho a ser impertinentes,
irreverentes, averiguadores de la vida ajena, Quijotes en permanente guardia y
defensores de todo cuanto tenga alguna pizca de inocencia en su haber, entre
muchas otras cosas, que el de periodista. Un comunicador, como se les tilda de
unos años para acá, se caracterizó siempre por su incorrección política, por su
descaro al ver lo que otros no sabían ver, o no querían mirarlo. Los ejemplos abundan
como el arroz en cualquier comida.
Bernard Lazare y
Émile Zola en el caso Dreyfus lo demostraron, ni hablar de lo que ocurrió con
la participación de la prensa durante la guerra de Vietnam y el impacto que
tuvo en el cese de la participación estadounidense en el conflicto del sudeste
asiático. En el caso venezolano la
lista tampoco es breve. El Caso Mamera, cuando el distinguido de la Policía
Metropolitana Argenis Rafael Ledezma asesinó a tres adolescentes del barrio San
Pablito de la parroquia que dio nombre al hecho en cuestión. Dos años antes a
los crímenes de Martín, Douglas y Efraín, Venezuela también había sido sacudida
por el ametrallamiento del abogado penalista Ramón Carmona Vásquez, de 36 años.
El hombre de leyes fue ejecutado a plena luz del día, a las 2:10 pm, el viernes
28 de julio de 1978.
En ambos casos la
prensa venezolana fue implacable y por largo tiempo mantuvo el dedo metido en
la llaga de la impunidad. Tanto fue el cántaro al agua hasta que se rompió, y
si bien en el caso del penalista se oyeron muchas voces que relacionaban dicha
muerte con un litigio por unos terrenos en la isla de Margarita, los autores
materiales en ambas ocasiones fueron destituidos y encarcelados.
Las dos situaciones
contrastan con una atmosfera aséptica que barniza en su gran mayoría a los
grandes medios, en particular a los llamados barones de la prensa
internacional. Ahora predomina las informaciones "políticamente
correctas". Nadie corre riesgos de ser señalado de sexista, o racista, o
reaccionario, o cualquier otra menudencia de similar tenor. Es así como vemos a
la muy temida CNN insistir de señalar a Juan Guaidó como el presidente
autoproclamado de Venezuela. Ni hablar
del The New York Times, para el que fueron miembros de la oposición quienes
pegaron candela a los camiones que trasladaban la ayuda humanitaria desde
Colombia el pasado mes de febrero.
Ya el tiempo del
periodismo de riesgo pasó, ahora el dogma de la objetividad impide
involucrarse. Es decir, extrapolando la situación, se debe actuar como los
vecinos ante el maltrato de un marido furioso a su esposa por las
infidelidades. Poco valor tiene los casos de tortura, detenciones arbitrarias,
asesinatos en plena calle o en los calabozos de los organismos represivos. Para
todos ellos, ciertos países y buena parte de la gran prensa internacional, los
desmanes de Gofiote y su combo no son el punto sobre el que hay que informar.
Siempre los
malandrines de turno han conseguido un bobo al cual usar como trapo rojo ante
sus enemigos. Fidel encontró a los rusos. Hoy Maduro emplea a rusos, chinos, fundamentalistas
islámicos y CNN como sus alcahuetas de rigor. ¡Ah malhaya un buen periodista
que desnude las correcciones!
© Alfredo Cedeño
2 comentarios:
De nuevo das en el clavo del llamado periodismo objetivo. La objetividad consiste en la aparente indiferencia al dar una noticia. Se supone que es periodístico la noticia aparentemente pura y sin riesgos como si eso fuera posible. Me pasó hace unos días con ND. Ante un pequeño reclamo mío me respondieron; "Intentamos hacer periodismo". Gracias, Alfredo y un fuerte abrazo.
Alejandro Moreno
Es cierto,...estimado Alfredo...El periodismo es un oficio muy riesgoso, excepto que se tome como un simple informador de cosas fútiles. El periodista es un soldado sin fusil. un gladiador sin escudo, un trapecista sin red. Y el periodista es en si un eterno tomador de riesgos en aras de la verdad. De verdades que pueden ser letales para la sociedad. De verdades caóticas e irracionales. Nosotros tenemos un caso que produjo cambios en las políticas del momento en nuestro país. el caso José Luis Cabezas. Muy triste..Saludos amigo..Juan Angel Petta Bs. As. Argentina
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