En estos tiempos
de Cuaresma hemos visto aparecer una cofradía que asegura tener dones
celestiales. Los mentados cofrades andan empeñados en convertir en sus
consocios a todos aquellos que se pongan a su alcance. No usan caperuzas
todavía, pero son diestros al momento de colocar escandalosos sambenitos a
todos aquellos que han declarado su respaldo a Guaidó, mientras se dedican a
hacerle ojitos y carantoñas a joyas como Gorrín, a quien proclaman elevado
ejemplo emérito de lo que debe ser un empresario.
La mentada
congregación exhibe un celo que ni los cruzados medievales, mientras se dan
suaves golpes de pecho y exigen ejemplares azotes para la espalda de quienes
han colocado de nuevo al gobiernito contra las cuerdas. El desfile de
saltimbanquis luce infinito, parece no tener fin. Ante la fortaleza que la
gente le ha otorgado al presidente interino, emplean gestos ladinos para atacar
a Roberto Marrero, por ejemplo, y a todos cuantos están a su alrededor. La
mezquindad es generosa entre los miembros de esa institución. Hemos visto el
alboroto iracundo, a lo Osmel Sousa, por la ropa de la primera dama cuando
acudió a la Casa Blanca o cuando se reunió con Melania Trump. Hay un silencio
infranqueable cuando de reclamar la libertad de Juan Requesens, por ejemplo, se
trata. El paroxismo es casi de orgasmo al exigir agilidad en la resolución del
actual conflicto que se ha gestado durante veinte años.
Son días de
memoria nula, es tiempo de facturas al cobro, aun cuando muchos de los
presuntos acreedores tienen deudas infinitas de las que no hacen siquiera el
gesto de honrarlas. A la par de ello el país iracundo toma nota y afila sus
lápices mientras saca sus cuentas. Mujeres, hombres, abuelas y niños, velamos
por el país, y no les quitamos el ojo de encima a tales catecúmenos; todos
sabemos bien el papel que cada uno ha jugado en esta tragedia en la que hemos
sido obligados a participar.
Más temprano que
tarde esta época de capirotes alebrestados cesará, y veremos a muchos de sus
portadores arengar con arrebatos de iluminados requiriendo una celeridad de la
que ellos siempre han carecido. Tal parece que dichos paisanos tienen un grave
problema de relación temporal y confunden la Cuaresma con el Carnaval, por eso
usan máscaras de las que presumen para proclamar su fe y apuestan por su propia
resurrección. Los veremos chillar como
puercos cuando ardan como Judas el domingo que les corresponda.
© Alfredo Cedeño
3 comentarios:
Irónico y denunciante tu artículo de hoy. En eso estamos... Han entregado todo el poder a los colectivos bajo muy distintas formas, pero malandro es malandro. No sé hasta cuándo serán fieles al régimen. Un buen y santo abrazo.
Alejandro Moreno
Sin contar con los innumerables salta talanqueras o zorros y camaleones que quieren ser ungidos con el perdón, porque según ellos desconocían los que los Rojitos y enchufados hacían, cosas veredes
Alfredo:
Gracias mil por tan ilustrativa reflexión… “! Que buen vasallo…si tuviera, buen señor…!” Anonimo. Mîo Cid,Capeador./ Romancero del Cid. SigloXV
Por siempre,
Anubis Zaragoza.
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