Este año, y comienzo de década, augura tiempos de colisiones permanentes. Todos aquellos escenarios que se analizan presagian tormentas, por decir un cataclismo menor. Son choques de trenes aparentemente inevitables, y ello, como reza la frase papal, Urbi et Orbi. Demócratas, republicanos, cristianos, musulmanes, correctos, anarquistas, Guaidofollowers, Madurolovers. Hay de todo y en todas partes, escoja usted donde y con quien quiere entrarse a pescozones que hay para todos los gustos. Vivimos inmersos en una tragedia con eventuales visos de comedia, un saco de gatos rabiosos del que es imposible salir lleno de hondos rasguños y no leves raspaduras, los zarpazos son arteros aun cuando usted pretenda mantenerse fuera de dicho talego.
Las heridas, cuando no mordazas,
a fin de cuentas variaciones de una misma intención, pueden llegar de cualquier
lugar, y con cualquiera sea la razón. La maldición contemporánea de lo
“correcto” es como el conejito de la batería que dura y dura y dura y dura y
dura y dura y se hace cada día más dura. Por ejemplo, confieso que ya me asusta
hablar de la querida negra Lucy Gómez o el también muy querido negro Wilmer
Suárez, porque podría ser sancionado por cualquiera de los inquisidores de
estos tiempos, tal como le pasó al futbolista uruguayo Edinson Cavani, quien
juega como delantero del equipo de fútbol Manchester United. Este jugador fue
multado la semana pasada con 100.000
libras esterlinas, y suspendido durante tres partidos por responder a las
felicitaciones de un seguidor en su cuenta de Instagram: “gracias, negrito”. ¡Se cayó el puente de Londres! La muy
flemática Asociación del Fútbol de
Inglaterra consideró dicho mensaje “insultante,
abusivo e impropio”, y le impuso la sanción que mencioné.
Los muy correctos hijos de la Gran Bretaña provocaron reacciones de todo
tenor, al punto que hasta la impasible Academia Nacional de Letras de Uruguay
se pronunció en la tarde del propio primero de enero con el “más enérgico
rechazo” a la sanción, y aprovechó para echarles en cara a la organización
sajona la “pobreza de conocimientos culturales y lingüísticos que esa federación pone de manifiesto al
fundamentar tan cuestionable resolución”.
Los académicos declararon que Cavani usó la voz negrito para dirigirse a
@pablofer2222, con cariz cariñoso, “dado el contexto en que se escribió, la
persona a que fue dirigido y la variedad de español que se usó, el único valor
que puede tener negrito ―en particular por su índole de diminutivo― es el
afectivo”.
Ejemplos similares hay a paletadas, y todo en aras de una supuesta equidad
que suele ser poco justa en la realidad. Por ejemplo, si usted exige que la
casta política deje las musarañas y actúe con transparencia será despedazado
fulminantemente por los adoradores de dicha cofradía. Si en Venezuela a alguien
se le ocurre cuestionar la gestión de
los rojitos o de los malandrines unitarios, será tildado de enemigo del proceso
o de agente del G2, depende de a quien se ose siquiera rozar con alguna
aspiración ciudadana. En el caso de
solicitar a los caudillos de turno que se aparten y dejen de jorobar la
paciencia, el linchamiento será instantáneo, más rápido que un Decaf, y las
hordas cibernéticas elevarán sus manos al cielo clamando por la pureza de los
magnos “dirigentes”; así como la solidez de sus organizaciones.
En todo caso, ante el ambiente que vive mi país, me viene a la memoria un
fragmento de la carta que John Hobart
Caradoc, Lord Howden, quien era embajador británico ante el reino español, le
dirigió el primero de enero de 1854 a George Villiers, duque de Clarendon y
Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña: “nada es tan difícil como fijar
los límites de los partidos políticos, especialmente en la actualidad, cuando
están rotos por todas partes y rotos en mil pedazos vagos, impalpables y, yo
diría, ininteligibles”.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
En español solo tenemos NEGRO, en inglés tienen "negro" y "black", pero ese refinamiento requiere un dominio de la materia racista que los venezolanos no tenemos, a dios gracia.
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