Cada
vez que miró el mapa de Venezuela no puedo evitar ver la figura del estado
Amazonas como la de una uña que rasca la panza de América. En el borde izquierdo de esa forma, a orillas
del río Guainía, está una diminuta comunidad llamada Wayánapi, que suele
aparecer en los mapas oficiales como Guzmán Blanco, la cual originalmente fue
una población warekena.
Los Guarequena, Arequena, Urequema, Uerequema, Uarequena, Werekena, como también se
les ha identificado, es una minoría que, pese a no querer pecar de pesimista,
parece en francas vías de extinción: las últimas cifras oficiales que recuerdo
informaban que apenas superan el medio
millar de individuos. Hoy sus
sobrevivientes estás diseminados en la mencionada Wayánapi, así como en Maroa e
Isletas, también en las márgenes del Guainía.
La
cultura warekena es de procedencia Arawak o Arawaca, como gustan escribir
algunos, es decir emparentados con los Wayúu, o guajiros, del Zulia, o los Kurripako,
Piapoco y Hiwi en el propio Amazonas. Creo
necesario señalar que a pesar de ser miembros de un mismo tronco lingüístico los
contrastes entre idiomas son marcados. Voy a citarles unos pocos ejemplos: en
Warekena el número uno es peya, en Kurripako pada y en Wayúu wane. En el caso de hombre
los Warekena dicen inauli, los Kurripako: aachia, y los Wayúu: toolo; cuando
nombran a una mujer los Warekena pronuncian: inautam, los Kurripako: inaru y
jiérü los Wayúu. Es evidente que hay
claras diferencias de una a otra lengua.
Warekena
significa “nietos del picure”, (Dasyprocta fuliginosa) animal que tienen por sagrado
y del cual se consideran descendientes. Aseguran los estudiosos que ellos se desprendieron
de un grupo social más amplio conformado por los Tariana, Baré, Tsatse y
Wakuénai, y que evidencia de ello es la gran similitud lingüística y cultural
que guarda con ellos.
Gracias a los
antropólogos Esteban Emilio Mosonyi y Omar González Ñáñez, esta cultura ha
logrado sobrellevar, con más penas que glorias, las mil y unas para sobrevivir
hasta nuestros días. González quien ha realizado una exhaustiva labor de
recopilación de sus mitos revela que en la laguna que se encuentra en el caño
Machalika wéeni, ubicado al pie del cerro Ukúsilima, hay muchas hierbas
(pusanas) que sirven para no envejecer, conseguir mujeres, trabajo, riquezas.
También revela que para ellos en el cerro Autana, donde estaba el árbol de la
vida, que contenía todas las semillas de todas las plantas, la piedra
Deré-derénáwi que es el pene del Creador y que no puede ser vista por la gente
común.
El
mundo mítico Warekena es de una fascinante y amplia riqueza. Recuerdo los
esfuerzos de González Ñáñez por transmitirme sus hallazgos. Ahora apelo a mis
apuntes para copiarles su versión de sus orígenes: Wamudana es el creador de todos
los pueblos maipure-arawakos, su origen fue en una piedra raudal, Jípana, que
está localizada en el Río Aiarí, en el
noroeste amazónico del Brasil. Él, Wamudana, está en el séptimo cielo y ya no
está en Jípana, lugar donde él inició la creación. Uno de sus hijos fue Kuwai, el
primer ser humano, quien se quedó en la tierra junto con la primera mujer: Amaruyawa.
Ellos y el primer brujo, llamado Dzuuli, ayudaron a Wamudana a continuar la
creación en Jípana, que es el primer mundo. Los primeros seres humanos fueron
jalados por el pelo por Wamudana y su tropa y fueron extraídos desde buracos u
hoyos en parejas de hombre y mujer. Napiruli, Kúwai, Amaruyáwa y Dzuuli, que
fue el primer brujo que hubo, fueron creados por Wamúdana.
No
necesito escribir que podrían llenarse centenares de páginas con la tradición
oral de esta cultura. No puedo cerrar este punto sin contar que Napiruli preñó
con su pensamiento a Amaruyawa, y de ahí nació el Kuwai. Kuámasi es el hijo del
Kuwai con Puméyawa, quien es una diosa, dueña de los perfumes… ¡Qué
surrealismo, ni qué García Márquez, ni
que carajo!
Lo
cierto es que pese a los contratiempos y amenazas contra su permanencia ellos
siguen aferrados a sus patrones culturales y en Wayánapi los ritos de iniciación entre niños y
niñas se mantienen. Sus cuerpos son pintados con trazos seculares que de
generación en generación han adquirido un contorno y brillo particular. Los
estragos que desde comienzos del siglo pasado causaron entre ellos la
explotación del caucho (Hevea brasilensis)
no pudieron apagar su ritmo.
No
es gratuito que investigadores como los ya citados Mosonyi y González hayan
desarrollado una vasta labor de pesquisa en torno a ellos. Nuevos científicos
como el caso de Alain Fabre, Natalia Díaz y Alexandra Aikhenvald, han realizado
aportes al estudio y comprensión de esta cultura. Incluso dando origen a
desencuentros en cuanto a sus interpretaciones. Mientras Aikhenvald habla de un
Warekena nuevo, Fabre asegura que el “Warekena nuevo” está moribundo, y que el “Warekena
antiguo” se mantiene vigente en la zona de Wayánapi.
Puedo
decir que estas diatribas no son nada nuevas en el mundo de las investigaciones
y que nacen del excesivo celo que pone cada uno en sus labores. Cada vez que me
han preguntado sobre tales encontronazos me limito a celebrarlos, porque son
pequeños pasos que ayudan a mantener vivas, y coleando, a nuestras raíces.
Mientras
remontaba en curiara las aguas negras del Guainía los cinco kilómetros y medio
que separan a Wayánapi de Maroa, para tomar la avioneta que tras dos horas de
vuelo me llevaría a Puerto Ayacucho, no les quiero ocultar el desasosiego que
me escoltó y que todavía me acompaña. ¿Esto
tiene alguna utilidad? ¿No estoy actuando como un ave de rapiña que acude a
regodearse ante los restos de un ser agónico al que los picotazos terminarán de
hacer sucumbir?
Hay
oportunidades en las que mi conciencia de inútil me impide incluso alzar la
cámara y documentar lo que veo con el rigor que ustedes merecen. Esta vez fue
una de ellas. No saben lo que pido por equivocarme y que esta estirpe, pueda
seguir afincándose por los siglos de los siglos. Amén.
©Alfredo Cedeño
10, 12, 15
7 comentarios:
que hermoso blog...
Mi estimado Alfredo, no dejes que una sensación de culpa, opaque las hermosas fotografías con que cada domingo nos deleitas,....Si tu cierras los ojos, al abrirlos , la situación sigue igual, o tal vez peor para esta gente....No olvides que el denominado progreso es una avalancha que se lleva por delante todo aquello que continúa estático....no repara en pruritos de ninguna índole. Tu tarea hace conocer al mundo la existencia de los originarios, que de otra manera pasarían desapercibidos, como si no existieran. Recuerda los versos de Serrat..." serena la mirada, firme la voz. Si de veras me buscas, me encontrarás, es muy largo el camino para mirar atrás.Que tengas sun domingo buenísimo. JUAN ANGEL PETTA
Mis Saludos Alfredo y muy de veras, me atrapa entrar y quedarme con ojos de imagen viva.
Un gran abrazo
Mis sinceras felicitaciones por todos esos hermosos trabajos que realizas. Cuanta cultura se aprende, lastima que hay muchos que no saben apreciar estas bellezas. Recibe la bendición de Dios, que te siga iluminando y protegiendo.
Heriberta Aular de Castillo
Gracias Alfredo,
Por el respeto que te abraza en todos tus trabajos. Por tu sentir amoraso traducido en palabras y fotos.
Abrazos
Maravilloso trabajo \o/
Maravilloso trabajo sobre esta etnia amazónica, que bueno que haya personas que se interesen por nuestros hermanos indígenas mostrandoles al mundo lo maravilloso de su cosmogonia y del entorno donde se desarrollan su cotidianidad.Hay muy poco material al respecto sonbre esta etnia, gracias al antropologo Omar Gonzalez se ha abierto una ventana hacia esta parte del legado arawak en nuestro territorio.
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