miércoles, septiembre 06, 2017

AULAS, BIRRAS Y TABLAS


                En un viaje a esa metáfora geográfica de Venezuela que es Araya, aparente inmensidad desértica preñada de bellezas que solo sabe ver y encontrar quien la conoce, Jesús Rosas Marcano, el imborrable Chuchú, me soltó así, como quien no quería, como le gustaba a él transmitir ese océano de saberes que había construido en su corazón: "Mire mijo, sin el bolero los latinoamericanos, el mundo por extensión, y los venezolanos por excelencia, seríamos la vaina más aburrida del mundo, hubiéramos sido la sopa más desabrida del Universo, algo así como suizos o norcoreanos, ¡la vida sin despecho y sin enamoramientos es un caserío despoblado!"
                En estos días de tantos desencuentros que arropan a Venezuela, no dejo de preguntarme cómo hubiera comparado él este aparente erial en el que parecen haber convertido a Venezuela. A veces pienso en "Nosotros", del cubano Pedro Junco, compuesta, según los fabuladores y algunos historiadores musicales,  a su novia de quien debía alejarse por estar tísico, eufemismo usado entonces para denominar a los tuberculosos:
"Nosotros,
que nos queremos tanto,
debemos separarnos
no me preguntes más...
No es falta de cariño
te quiero con el alma,
te juro que te adoro,…"
                Otras pienso en "Ella", que cantaba Domingo Casanova Heredia, a quien muchos creían su autor, hasta que se supo que era un poema del dominicano Osvaldo Bazil.
"Ella la que hubiera amado tanto,
la que hechizó de música mi alma,
me pide con ternura que la olvide,
que la olvide sin odios y sin llantos”.
                La lista de posible combinaciones es infinita, más larga que la lista de aspirantes a los cargos de la piñata convocada por el señor del bigote que baila, al que se ruega no confundir con Bienvenido Granda "El Bigote que canta", a quien recuerdo ahora cantando "La Ola Marina". ¿Quién le iba a decir al sonero nacido en La Habana que sería pitoniso de nuestros tiempos? Basta oírle  con La Sonora Matancera en 1945. Allí el coro, cual reminiscencia de los antiguos coros griegos, entonaban:
"Vamo  a ver la Ola Marina,
nadie sabe la vuelta que da",
y luego la muy característica voz de Granda entraba a precisar:
"Tengo un motor que camina pa' lante,
tengo un motor que camina pa'tras".
                Los malabarismos, o jugarretas, de la memoria me llevan a las mesas de cualquiera de los cuchitriles donde oíamos boleros en los alrededores de la amada Universidad Central de Venezuela. Eso me traslada a una de las tantas piezas teatrales que en cualquier rincón del Alma Mater se mostraban. Edipo rey llega artero, y ahora oigo al ciego Tiresias anunciándole al parricida incestuoso: "Afirmo que tú has estado conviviendo muy vergonzosamente, sin advertirlo, con los que te son más queridos y que no te das cuenta en qué punto de desgracia estás."

© Alfredo Cedeño
 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué atinado! Me encantó! Y en ese mismo orden de ideas, me haces recordar un bolero de Armando Manzanero: Perdóname.
Perdóname, por malograr todo lo bueno que me has dado
Por provocar todas las cosas malas que han pasado
Hoy me arrepiento de no haberlas evitado...

Cariños, Adri

Anónimo dijo...

Gracias por tus textos, querido amigo. Araya es lo más bello e impresionante. Cuando la visité quedé totalmente admirado. Es cierto que no sabemos aun la dureza de la desgracia que estamos viviendo. Saludos.

Alejandro Moreno

Anónimo dijo...

Alfredo Cedeño esto es lo tuyo. La crónica para el divertimento casual. No escribes mal, en serio. By the way, tísico no es ningun eufemismo es la etapa final consunsiva de la tuberculosis pulmonar.

José Eduardo Espinoza D ·
Universidad del Zulia

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