Los principales
dogmas de la Iglesia católica son 44, yo, pese a mi catolicismo confeso, al
pesar de los pesares, solo tengo uno: mi país. Los versos finales del
emblemático poema Adherido a ti Venezuela
de Antonio Arráiz, son mi credo particular:
Aunque seas mala madre, / estaré adherido a ti, Venezuela, / adherido de
amor; / y subirme sentiré, de ti, buena o mala, /tu vida propia, como savia.
Adoro hasta el
llanto y la ternura y la euforia y la impotencia y el dolor a mi tierra. He
tenido el privilegio de poder dedicar mi trabajo a conocer y dar a conocer lo
que es ella y sus gentes. He gozado de mojarme en las nacientes del Orinoco y
revolcarme en las aguas del Delta Amacuro, me embadurné de nieve en el pico
Bolívar y de arena y nácar entre las ruinas de Cubagua, tirité de calor en las
sabanas de Apure y me ahogué de frío en los páramos tachirenses. Y su gente,
¡mi gente!, mis amados paisanos, cuanto amor recibí de ellos.
Por todo eso, ver
ahora el estercolero en que me la han convertido me sume en una profunda
tristeza que casi inmoviliza. Los demonios rojos han sido eficaces en su labor
tetánica, poco a poco, pero con suma eficacia, han desmantelado el vasto tejido
social de solidaridad y luchas que tanto nos caracterizaba. La perversión,
heredada de los tiempos de una democracia defectuosa, ha permeado con ritmo
vigoroso toda la estructura nacional. Unas fuerzas armadas inutilizadas por
unos comandos rapaces que se han entregado con furor uterino a las mesnadas cubanas,
mientras que los honestos son maltratados inclementemente por una dirigencia
opositora celestina y una ciudadanía ignara.
Esa mencionada
"dirigencia" ha sido pródiga en fabricar mesías de ineficiencia
proverbial. Primero fue Arias Cárdenas, que, con voz de sacristán malamañoso y
una gallina bajo el brazo, llenó de falsas ilusiones a medio país. Más tarde el
turno fue para Ismael García, quien de ser el creador de la Lista Maisanta,
¡que no se olvide nunca su actuación nauseabunda!, pasó a ser una versión
contemporánea de Negro Primero. Los
ejemplos sobran, y lo que vino a poner la tapa al frasco es esa vergüenza hecha
gente llamada Henri Falcón que ahora cual flautista de Hamelín, ataviado con
ropajes de arlequín marginal, convoca a celebrar el carnaval ideado a la medida
del bigote bailarín.
¿Votar este
domingo, o algún otro que cohoneste el desastre que vive nuestro país y botar
otra oportunidad de ejercer un sufragio real? Y eso hay que preguntarlo hasta
que entre en las cabezas huecas de quienes presumen de encabezar el rechazo que
ha capitalizado la pandilla gobiernera. Mientras tanto y para que no quede duda
repetimos a Arráiz: Quiero quedarme aquí, firme
y siempre, / sin un paso adelante, sin un paso atrás. / He de amarte tan fuerte
que no pueda ya más, / y el amor que tenga, Venezuela, me disuelva en ti.
© Alfredo
Cedeño
1 comentario:
Por supuesto estoy plenamente de acuerdo con tu artículo. Poco nos queda para seguir esperando. Cuando hasta en la sede del Sebin se airea la protesta, ya es que el pueblo nuestro no aguanta. Saludos y un fuerte abrazo.
Alejandro Moreno
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