No logro recordar
su nombre, eran fines de la década de los 70, y él estaba a punto de graduarse
de sociología. Pero lo recuerdo en el cafetín de la escuela de comunicación en
una de sus mesitas sentado con un vasito rebosante de ron, que simulaba ser
café, mientras decía sin vacilación alguna: Los adecos son la expresión por
excelencia de lo que es ser venezolano. Por supuesto, no había quien no le
cayera encima. Soltar aquello en el seno de la siempre contestataria e irreverente
Universidad Central de Venezuela era una apostasía. Sin embargo, él se mantenía
en sus trece y solía cerrar: No hay peor sordo que el que no quiere escuchar, cáiganme
a coñazos si quieren pero en el fondo todos somos adecos.
¿Tal vez ahora
todos somos chavistas? ¿Cuál es la diferencia entre ambos sectarismos? ¿Qué nos
impide asumirnos con honestidad en el análisis y diálogo para alcanzar una
verdadera conducción democrática del país?
La coincidencia
en la condena al momento actual de Venezuela se muestra unánime. Sin embargo,
tal parece que hay unos más condenantes que otros. Es decir, aquellos que más
vociferan y más alardes de machos vernáculos hacen son más que el resto de
quienes formamos parte de esta realidad caribeña, tercermundista y ahora infradesarrollada. Cuestionamos el modelo militarista
caudillesco pero como opción a ello se nos ofrece ser mudos y obedientes
lazarillos que debemos someternos a los desvaríos de una dirigencia pródiga en
derrotas. ¡Ay de aquellos que osemos
recordar desbarres o ciertas militancias no lejanas! Ni hablar de quienes
exigimos claridad en la conducción de la lucha contra la dictadura.
Es prolífica la
barra de quienes apoyan de manera categórica a la "dirigencia"
opositora, de nada sirven las explicaciones –y no pocos hechos– de la pésima
conducción que hasta ahora han realizado. Son tan rabiosos como el bojote mal
amarrado que con su mazo dicta sentencias desde su bodrio televisivo. Se nos
exige una sumisión total a esa camarilla, cual el teniente malencarado que
ahora pretende apropiarse de El Nacional por medio de una sentencia que debe
haber redactado él mismo, atorrante que sólo ha cosechado derrotas de manera
reiterada.
Se agita el trapo
de la unidad para imponer una dictadura de quienes no han sabido darnos
democracia, y se nos pretenden imponer nuevas multas a todos los que nos
oponemos a que un grupete de tenientes deformes nos siga marcando el rumbo.
Exigen espacio para hacer lo que se les antoje, y piden más tiempo para seguir entregándose
sin rubor a capitulaciones deshonrosas. Y encima nos exigen silencio… Cáiganme
encima como al estudiante aquel, pero en el fondo: ¿Terminaremos todos chavistas?
Después de todo, en la casa del señor Cabello, allá en Monagas, funcionaba la
sede de Acción Democrática en sus buenos tiempos.
© Alfredo
Cedeño
1 comentario:
No, no vamos a terminar todos chavistas. sólo un pequeño grupo de enchufados y obligados por no tener más remedio. Al principio se fue adeco por verdadero entusiasmo pero luego ese entusiasmo decayó hasta casi, casi, desaparecer. ¿Cuando? Cuando la gente se empezó a dar cuenta. Hoy ya está prácticamente desaparecido el chavismo. Cuando la gente ha empezado a darse cuenta. Lo que sucede es que ahora estamos obligados por la absoluta represión, bajo pena de hambre, a fingirnos chavistas pero el chavismo de ahora de de mentirijillas.
Alejandro Moreno
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