Hay
temas de los que a veces se escribe con no poca precaución, uno siente que al
hacerlo se desplaza sobre un campo minado. No son pocos los riesgos que se
deben asumir: puedes pisar el chauvinismo, o pensar xenófobamente, o escribir y
ser arrastrado por la patriotería, tal vez caer en brazos del nacionalismo
ramplón, y a la postre ser pasto de la intransigencia barata; todo ello cuando
se reflexiona sobre el lar nativo, o adoptivo… ese al que solemos despachar con
brevedad y llamamos patria.
Si
buscamos en el mataburros de la Real
Academia Española encontraremos: “(Del lat. patrĭa). 1. f . Tierra natal o adoptiva
ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos
jurídicos, históricos y afectivos. 2.
f . Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.” Al
consultar en la web el diccionario etimológico del chileno Valentín Anders
encuentro: “es la forma femenina del adjetivo patrius-a-um (relativo al padre, también relativo a los “patres”
que son los antepasados). (…) Esta voz se deriva de pater, patris (padre, antepasado) y el vocablo pater se asocia a una raíz indoeruropea existente en todas sus
lenguas hijas, que es pǝtḗ(r)
(padre).
Cuándo
y dónde se comenzó a usar con tal intención es la pregunta de las once mil
vírgenes. A pocos años de estar por comenzar la era cristiana el bardo Quinto Horacio
Flaco, a quien más conocemos como Horacio en sus más que mentadas Odas, al
referirse a la guerra de Roma contra Partia, asentó: Dulce et decorum est pro patria mori, que vendría a ser algo así
como: Dulce y decoroso es morir por la patria.
Esta frase ha seguido rodando desde entonces en diversas locaciones y
oportunidades.
Las
definiciones de ella han llovido, ahora recuerdo al poeta panameño Ricardo
Miró, que a comienzos del siglo XX escribió:
envueltos en jirones
de amor o de dolor.
Y también evoco al ciego insigne Jorge Luis Borges:
Hablan de patria.
Mi patria es un latido
de guitarra, unos retratos y una vieja espada,
la oración evidente
del sauzal en los atardeceres.
En
este hacer memoria de autores que han dado su versión del tema de hoy, surge el
admirado uruguayo Mario Benedetti:
Quizá mi única noción
de patria
sea esta urgencia de
decir Nosotros
quizá mi única noción
de patria
sea este regreso al
propio desconcierto.
En
ese vagar de recuerdos me llega Shakespeare, busco en varias de sus obras y finalmente
encuentro en Enrique IV, primera parte,
en la tercera escena del acto IV a Hotspur, hijo del conde de Northumberland, cuando
al referirse al rey le dice a sir Walter Blunt: grita contra los abusos, finge llorar sobre los males de la patria y,
bajo esa máscara, bajo ese aparente aspecto de justicia, quiere ganar los
corazones de todos los que quiere pescar. Cualquier parecido con lo que
vivimos ahora en Venezuela, no es más que otra manifestación de la capacidad de
los creadores para anticiparse a todo cuanto está por llegar... o ser crudo espejo de lo que ocurre a su alrededor para tratar en vano de que tales desmanes no sigan repitiéndose.
Vivimos
bombardeados, de un tiempo para acá, con toda clase de edulcoradas alegorías a
la patria, y se hacen ripios altisonantes con los cuales se intoxica a la
ciudadanía a toda hora y en todo lugar. No parece haber un espacio a salvo de
la voracidad propagandística de la hidra comunicacional roja. Quienes pensamos
distinto somos estigmatizados y sometidos a toda clase de escarnio, la
persecución es infame y se hace doloroso ver a viejos amigos de utopías
devenidos en esa triste figura que han dado ahora en llamar “patriotas
cooperantes”. Todo es válido en función de la permanencia en el goce y disfrute
del poder; hasta intentar –en vano, por demás– resignificar nuestra permanencia
republicana.
¿Cómo
definir lo que realmente es patria? ¿Cómo se explica a alguien que este
sentimiento de pertenencia a estos espacios es savia y barro que nos ha
acrisolado en una devoción a prueba de bombas y mentiras devenidas en verdades?
¿Se puede acaso hacer entender con exactitud por qué este amor a nuestra tierra
nos ha entregado un sentido de pertenencia que nos hace aguantar cuanto sea
necesario para hacer que sea lo bonita que merece ser? ¿Alguna vez lograremos
hacer entender que más allá de estatuas, plazas, banderas y símbolos hay un
algo, tan etéreo pero tan firme como el cielo que sostiene a las estrellas para
que brillen con terca belleza, que nos hace uno con esta Tierra de Gracia?
© Alfredo Cedeño
PD: Recibo una acotación del querido cura Alejandro Moreno, la cual les transcribo y suscribo en su totalidad: "Ciertamente la patria es un nosotros; ahora bien, en Venezuela no resuena tanto el término patria, tierra de los padres, porque más bien es tierra de las madres. Mas que patria, debería decirse matria."
PD: Recibo una acotación del querido cura Alejandro Moreno, la cual les transcribo y suscribo en su totalidad: "Ciertamente la patria es un nosotros; ahora bien, en Venezuela no resuena tanto el término patria, tierra de los padres, porque más bien es tierra de las madres. Mas que patria, debería decirse matria."
1 comentario:
Tu ventana azul, alambrada, es el símbolo perfecto de nuestro hoy.
Ylleny Rodríguez"
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