Luego
de casi seis horas de carretera desde Caracas y hacia el oriente de este
hermoso torbellino que tenemos por cuna, minutos antes de llegar a Barcelona, a
mano derecha se ve una destartalada señal que reza: Caigua, San Miguel. Al
seguirla se toma una carretera angosta que, en estos tiempos cuando todavía la
lluvia no llega, se convierte en un subibaja de vapores que encienden la
mirada.
Hay que
concentrarse para evitar que el estado del pavimento te saque de la calzada,
pero lo reseco del paisaje no deja de ser deslumbrante. En las orillas de
algunas lagunas se ven escasas garzas que no saben como escondérsele al sol
implacable que es amo y señor del norte del estado Anzoátegui.
Semanas
atrás, hace 35 días para ser preciso, escribí de otra población anzoatiguense:
Caigua (http://textosyfotos.blogspot.com/2014/04/caigua.html),
y en ese mismo camino, se toma un desvío que lleva a El Pilar, que es la
población que hoy les traigo en impresiones e imágenes. Espacios resecos de vegetación tostada donde a
veces un ramalazo de brisa alza una cortina de tierra amarilla entre los brazos
desnudos de las matas. Después de varios minutos de curvas estrechas y agujeros
de todo calibre se llega a la que originalmente fuera llamada Nuestra Señora
del Pilar de Guaymacuár.
Allí
en la parte más alta del pueblo está la iglesia Nuestra Señora de El Pilar,
donde su retablo y santos seculares abren ventanas a una historia que se
asegura comenzó en el siglo XVII. El
cura Antonio Caulin en Historia de la Nueva Andalucía asentó:
“dio principio á la fundacion del pueblo el dia veinte y dos de Marzo de mil
seiscientos setenta y quatro, dandole la advocación de nuestra Señora del Pilar
de Guaymacuár”.
Pero, que
nunca ha de faltar uno de ellos, debe hacerse mención a don Pablo Ojer quien
pone en duda tal fecha; Ojer apoya su refutación en que por aquellos tiempos el
entonces obispo de Puerto Rico, diócesis a la cual pertenecía el oriente
venezolano, Fr. Bartolome García de
Escañuela, visitó las misiones de Píritu entre el 21 de octubre y el 5
de noviembre de 1674, a
raíz de lo cual redacta un informe fechado en la isla de Margarita el 25 de
febrero de 1675 y no menciona El Pilar…
Fuere
cual fuere el día en que se llevó a cabo la instalación de este pueblo, lo que
no hay duda es que son más de tres siglos los que lleva aferrado a nuestro
tránsito por la historia. Llegué allí en
una suerte de evasión a este doloroso espacio que se nos han vuelto las
ciudades en estos últimos tres meses (largo tiempo que no parece tener fin,
pese a que hay algunos detalles que hacen presumir una cercana conclusión de
esta mojiganga que dice gobernarnos), y por un momento lo logré.
Calles
de cuestas que aparecen y desaparecen, casas de amplias salas y espejeantes
patios donde ves aparecer una criatura a contraluz y puedes pensar que un
duende llega a iluminarte. Después de
todo uno es su memoria, los recuerdos van tejiendo espesos hilos de amor donde
te guareces para afincar los pies y seguir caminando.
Me deslumbro
con el callado misterio de El Pilar y escucho a Carmina, la celosa guardiana
que muestra con generoso talante los tesoros de su templo. Voy haciendo fotos y el cariño me trae una
lluvia de caras mientras las hago. Esta ave despegando debe encantarle a mi
querida Ylleny. Este Cristo seguro le ha de gustar al querido cura Alejandro.
Esta puerta y esta ventana harán sonreír socarrona y cómplicemente a mi tan querido
gocho Humberto. Este muchacho en la puerta le va a encantar a Maruja. ¡Esta sala llena de fotos le encantará a mi cachaca Adriana! Y
estas piedras aglomeradas seguro…
Una
mañana de fuga que me dio aire y arrestos para volver a este escenario de
luchas donde los amados y respetados muchachos, estudiantes universitarios y
liceístas, se siguen jugando la vida a diario. Ellos no cejan en su quijotada,
siguen empeñados en sembrar este país hasta hacerlo retoñar de nuevo. Muchachos a prueba del olvido, como Luis
Gonzalo Pérez Rojas, detenido tras participar en una marcha y que luego de más
de 15 días de prisión le dijo a su madre: “Mamá, Venezuela vale más que unos
golpes”. Más que unos golpes, y mucho
más que unos asnos que mancillan la flor de nuestra ciudadanía con impunidad.
Salgo de El Pilar con su historia en la piel,
y una colcha de melancolía en los hombros. ¡Carajo! Si somos tan hermosos aún
en los más escondidos recovecos de nuestra Tierra de Gracia, ¿por qué hemos de
soportar tantas mezquindades como las que nos tocan capear minuto a minuto? Me
mantengo en ritmo de fuga y oigo la voz de una mujer en El Pilar que le dice a
su hija en la sala de su casa: “Mi amor querido, no te olvides que la esperanza
nadie la puede comprar por más reales que tenga, ni tampoco se la pueden quitar
a nadie. Esperanza es saber esperar, y no olvidarse que Dios existe aunque a
veces nos cueste creerlo…”
© Alfredo Cedeño
7 comentarios:
La verdad; son fotos espléndidas y textos de mucha intensidad que unen la poderosa historia de Nuestra Señora del Pilar de Guaymacuar que apenas estoy conociendo con la heroica tenacidad de nuestros estudiantes, hoy. Lo que quiero significar lo agradecido que estoy por semejantes revelciones!
Va el saludo muy solidario y emocionado de
Rodolfo Izaguirre
Excelente reportaje y valiosos comentarios.
Un lugar con mucho encanto. Me gustan mucho las fotos. Muchas gracias por compartirlas. Saludos
Un lugar con mucho encanto. Me gustan mucho las fotos. Muchas gracias por compartirlas. Saludos
Buen dia Alfredo....mil gracias por tu trabajo de hoy, me fascina como lograr hacer que uno vuele a los lugares que visitas y mil gracias hoy porque desde anoche cuando supe que los muchachos habían quedado preso y a uno le dieron 18 años....mis esperanzas habían mermado pero la señora tiene razón,no las podemos perder!!!
Un abrazo
Adriana Gomez Soto
Lleno de historia de un pueblo de Venezuela con fotos mezcladas con lo que se me antoja nuestro futuro por los caminos que vamos y ese agradecimiento a los héroes de nuestra vida actual.
Maríu Ríos
gracias hermano venezolano. Vivi 14 años con uds. mi hijo menor nació en Ciudad Bolivar. Me traje tras 14 años bellisimos recuerdos, que siguen vigentes. Creo y espero que todo vuelva a la normalidad. un abrazo llanero. seguimos en contacto si queres. Estela
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