El
pasado domingo, a las doce en punto del día, Curiepe vivió su ya tradicional
duelo de repiques que anunciaron a toda la zona de Barlovento del estado
Miranda que llegó el mes de san Juan Bautista. Repicaron las campanas y
repicaron los cueros de los tambores Mina,
Curbata –o Curbeta- y Culo e´Puya.
Todos resonaron con vigor viral, y contagiaron con su frenesí y sensualidad a cada
uno de los que ahí estuvimos.
A
esta población le dediqué dos años atrás una nota donde hice una breve relación
de su rica historia (http://textosyfotos.blogspot.com/2012/09/curiepe.html).
Al revisar algunos textos buscando soportes para lo que hoy les escribo,
encuentro que allí llegó el viernes 20 de febrero del bisiesto año de 1784, el
obispo andariego Mariano Martí, quien asentó en Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas: “llegamos a los tres quartos para las onse de
la mañana a este pueblo de Curiepe”. Más adelante, luego de despacharse a gusto
sobre las infidelidades y “liviandades” de sus vecinos, se queja amargamente:
“El vicio predominante acá es la omisión de oyr Missa, sobre que he dado
decreto (véase), y acá no hay devoción, ni virtud, ni freqüencia de
Sacramentos, ahún en las festividades de Jesuchristo y de María Santíssima,
sino en alguna vieja;…”
Al
revisar lo escrito 230 años atrás por el citado representante de la citada
autoridad eclesiástica vemos que nuestro santo jacarandoso no aparece por ninguna parte. ¡Ojo!
No digo con ello que la devoción ya no existiera. Al remitirme a Berta
Pérez y Carlos Chirinos, del IVIC, encontramos que desde 1528 hubo introducción
de negros esclavos a lo que hoy conocemos como Venezuela, y estiman que más de
100.000 negros entraron a Venezuela durante todo el período colonial. De esa
masa un grupo de sus descendientes fundaron Curiepe, y con ellos llegó lo
primero que lleva el hombre consigo: su bagaje cultural.
El
querido Jesús “Chucho” García, quien ha realizado un meticuloso e invaluable
trabajo de reconstrucción de nuestras raíces africanas, afirma: “a pesar de que
la iglesia católica había impuesto a San Bautista (sic.) como emblema del
bautismo esclavista, esta imagen fue reinterpretada en los nuevos contextos
sociohistóricos, donde las y los esclavizados lo acomodaron a su cosmogonía.”
08, 09
Ahora
bien, y dejando las citas a un lado, el torbellino que se vivió en este pueblo
mirandino el pasado domingo, y cuyas imágenes comparto con ustedes hoy, fue un
delirio de ritmo, alegría y fervor como ocurre en todas las manifestaciones
festivas populares de nuestro país. Canto a la vida y regodeo de los sentidos,
sentida oración elevada con la libertad de los herederos de esos negros
cimarrones que fundaron esta comunidad casi tres siglos atrás.
Ir
a Curiepe la semana pasada fue una bocanada de aire hirviente que galvanizó a
los asistentes a sus calles. Fue una tarde de evasión a la ruda realidad de una
calle que no se aquieta y exige sus derechos desde el pasado febrero, y que
decenas de vida nos han costado; y que miles de sometidos a una justicia torva han pagado un trato despreciable. Al mediodía ya las puertas del templo estaban
abarrotadas de quienes esperaban junto a los tambores que desde el campanario
se diera la señal. Los brazos vigorosos del vecino empuñaron los badajos que
batió con ritmo contra las paredes de las campanas. Fue un ritmo que comenzó
casi inaudible y fue creciendo hasta tronar sobre el gentío que diez metros abajo esperaba. A la primera pausa estalló el primer cohete, el campanear
retomó la batuta y al fin los cueros
reventaron en un canturreo de preces conmovedoras.
Pañuelos
que se agitaban, manos alzadas marcando un compás que se elevaba al cielo, tal
vez buscando unas bendiciones que nunca llegarán, meneo sensual de caderas y
cruce de miradas que son puñales que escarban las ganas del más asceta. San Juan es santo de pasiones sin fronteras,
de negros en rochela y libertad en las ancas. Es la danza de la hembra que
crucifica con su mirar zahorí al macho que osa atravesarse a sus pasos de fiera
al acecho.
El
santico no salió, se mantuvo en “su casa”, tradición iniciada por el
español Antonio Vargas quien estaba casado con Filomena Tovar. Ya son cinco las
generaciones que llevan cuidándolo. El actual guardián Valentín Tovar asegura
que se han visto infinidad de milagros. Explica el cuidador: “la mayoría de las
personas que han recibido milagros no son de Curiepe, son turistas que vienen
durante las fiestas y luego regresan al año siguiente a agradecer por el
milagro recibido”. Pero la no presencia del Bautista no opacó la furia visceral
con que se tocaron los tambores y se bailaron en las calles alrededor de la
iglesia.
El
primero de junio el santo dejó de ser santo para ser Verbo y baile. Mientras
estuve en las calles de Curiepe oía en mi mente Las Caras Lindas, canción de Tite Curet que grabó Ismael
Rivera.
Las caras lindas de mi gente negra
son un desfile de melaza en flor
que cuando pasa frente a mi se alegra
de su negrura, todo el corazón.
Las caras lindas de mi raza prieta
tienen de llanto, de pena y dolor
son las verdades, que la vida reta
pero que llevan dentro mucho amor.
Somos la melaza que ríe
la melaza que llora,
somos la melaza que ama
y en cada beso, es conmovedora.
Por eso vivo orgulloso de su colorido
somos betún amable, de clara poesía
tienen su ritmo, tienen melodía
las caras lindas de mi gente negra.
El
domingo también recordé al inolvidable Jesús Rosas Marcano, quien me regaló tantas lecciones de vida, pero ninguna como las que me dio al compartir, durante un viaje a su amada Araya, con su voz candenciosa y bronca, los versos de su ¿Quién ha visto negro como yo?:
Mi piel tiene brillo de metal y no hago reproches nunca a Dios
mi vista es punto cardinal y en la noche soy rayo de sol
Pero les debo confesar, afectos aparte, que recordé una y otra vez a Curet. Una de ellas cuando, en una oportunidad
que recorríamos las calles de Loíza Aldea en Puerto Rico, me dijo al ver pasar
a una borincana preciosa: “Mira esa prieta como anda...". Le contesté: Lleva a Dios en la
cintura y la candela en el alma, ¿cómo no cantarle y escribirle y amarle a esa libertad que ningún cepo pudo encerrar Tite? Y yo me pregunto ahora ante mi deslumbrante Curiepe y su gente: ¿Cómo no
retratarles, no escribirles y no amarles ante este despliegue de libertad que nunca pudieron quitarle?
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
hola buenas tardes, realmente hay pasiones y tradiciones que no mueren aun que pase lo que pase, por lo menos tu con tus andanzas para mostrarnos nuestro pueblo y sus tradiciones y ellos con su San Juan , pero resulta que para mi el dia de San Juan es el 24 de Junio que se celebraba en Carora la feria Agropecuaria de San Juan, ademas de ser nuestro patrono. Gracias Alfredo ,como siempre una magnifico articulo
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