domingo, diciembre 07, 2025

¿NOSOTROS? ¡NUNCA!


























          Nada más peligroso que un mono empuñando una hojilla. Bueno… debo decir que estuve convencido de ese refrán hasta que comencé a tener visión crítica, y empecé a entender el fardo de embustes que son los políticos. En particular, aquellos que se proclaman portavoces de la esperanza humana, de las minorías desfavorecidas –porque eso de la clase obrera es un cliché pasado de moda–, de las víctimas del heteropatriarcado. De ahí en adelante cuanta faramalla pueda usted imaginar. Y se ha de quedar corto, cortísimo.

          Es un filo de navaja por el cual transitar con sendos abismos a los lados. Los señoritos de la derecha, de esta parte, y los tabernarios, calzados de Ferragamo y vestidos de Channel, a la otra. Los primeros apenados hasta del aire que respiran y, cara de chupacirios incapaces de reivindicar un logro, así sea el de haber podido comulgar a escondidas el domingo en catedral. Eso sí, el gesto compungido de sacristán chapucero no lo sueltan ni por el carajo, basta con observar a Feijóo en España, o recordar lo que fue Rafael Caldera en Venezuela.  Aquellos que se supone si saben plantarse a reclamar sus logros, más parecen una versión edulcorada de Luis Candelas es España, o de Boves en los llanos de Venezuela.

          Los otros son unos malandrines de toga, birrete y navaja desenfundada. No cesan de atormentarnos con los logros que alcanzarán cuando lleguen al poder, y de cómo el Paraíso será un erial al lado de lo que ellos van a construir para el “Hombre Nuevo”. ¿Mejor ejemplo que Fidel Castro? ¿Acaso no lo han corroborado Hugo Chávez y Nicolast Maduro? ¿Dónde dejamos a Pedro “plagio” Sánchez en la atormentada España?  Pese a todo ello, usted los ha visto, o los ve, sacando pecho y engolando la voz para negar cualquier imbecilidad en la que han sumido sus tierras.

          Mire, señor Sánchez, que su ministro anda de putas con unas rumanas… Raudo, como un Peugeot responderá: “¿Nosotros los socialistas? Somos gente seria, comprometida e incapaces de una perversión de semejante naturaleza. ¡Nunca! Creo que hace esa presunción porque trabaja para un instrumento de la fachosfera”.  En Venezuela ni a eso se puede llegar. ¿Quién atina a preguntarle a Maduro si es verdad que le ofreció a Trump hasta el modo de caminar cuando hablaron? Antes de una hora está en la plaza Bolívar colgado por las orejas y con un cartel para que todo el que pase lo escupa. ¿Alguien podría preguntarle a Diosdado si es verdad que él se robó la cantina de su cuartel mientras era teniente? Lo menos que le toca es el mazo de supositorio.

          Tampoco es que estos infelices están descubriendo el agua tibia. Se han dedicado a copiar un modelo que les funcionó de maravilla a sus ídolos. Trataré de ser lo más breve que el tema lo puede permitir, tampoco esta es una clase.

          La muy dolorosa Guerra Civil que desangró España es una muestra por excelencia. Los zurdos, haciendo honor a su condición siniestra, fueron calentando el ambiente y comenzaron a joder a Raimundo y a Segismundo, muchas veces matándose entre ellos mismos. Pero pocos episodios se magnificaron tanto como el terrible bombardeo a Gernika en el País Vasco. Todos los voceros aseguraron por décadas que hubo más de 1.600 muertos. Y no trato de reducir la bestialidad de dicho evento. Sin embargo, diversos estudios realizados revelan que, sumando los cadáveres encontrados en los caminos, y los heridos trasladados al hospital Basurto donde luego fallecieron, hay un total de 126 víctimas identificadas con nombres concretos.

          Otro par de serafines, Hitler y Stalin, dos hijos de su bendita madre que acabaron con medio planeta, pero el austríaco es quien ha cargado con el, bien ganado, desprecio del mundo.

          No son pequeños los esfuerzos para esconder lo que significó el pacto inicial de estos dos sátrapas, firmado días antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Cuando al bigote mocho se le cruzaron los cables del entendimiento y decidió invadir la unión de repúblicas soviéticas –URSS–, se acabó lo que se daba. Es por lo que ahora solo se habla de los millones de víctimas del nazismo, pero nada de aún mayores cifras de muertos de Stalin entre sus propios paisanos.

Décadas más tarde, el otro ídolo zurdo Mao Tse-tung, ahora rebautizado por los eruditos como Mao Zedong, durante su grandioso Gran Salto Adelante, entre 1958 y 1962, produjo decenas de millones de muertes. Y a callar de que eso no se habla. ¿Dónde dejamos las célebres 10 millones de toneladas de azúcar que Fidel proclamó que Cuba produciría en 1970?

En Venezuela las promesas de Chávez, mantenidas por Maduro con un velo místico a lo Sai Baba, no quedan lejos. Por supuesto, la vocería progresista nada dice de los millones de venezolanos que debimos abandonar el país ante las amenazas, o por el mero instinto de supervivencia, porque ni que echarle al buche conseguían.

El coro de cotorras funcionales, que ni escribir sabe, se mantiene entonando el mantra del bloqueo, raíz, razón y causa de la miseria en Cuba y Venezuela. Es el malhadado imperialismo que atenta contra la autodeterminación de los pueblos. Mientras tanto, Maduro aparece en televisión con relojes costosísimos y anillos con enormes esmeraldas. A la par, el asqueante Zapatero sigue haciéndole el trabajo de lavarle la cara, sin dejar de recibir los beneficios de la mina de oro que le regalaron los hampones criollos.

La poesía es el eterno salvavidas que hace salir del desconsuelo. Ante este muladar recuerdo al poeta Antonio Colinas: “Esquilo lo vio todo con sus ojos / y en dos versos resumió la historia: «¿Atenas, la ciudad, es arrasada? / ¡Sus hombres han quedado, Atenas dura!».  Venezolanos y españoles hemos quedado, gente del mundo permanecemos; España, Venezuela y el mundo duran.

 

© Alfredo Cedeño  




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