Nada más peligroso que un mono
empuñando una hojilla. Bueno… debo decir que estuve convencido de ese refrán
hasta que comencé a tener visión crítica, y empecé a entender el fardo de
embustes que son los políticos. En particular, aquellos que se proclaman
portavoces de la esperanza humana, de las minorías desfavorecidas –porque eso
de la clase obrera es un cliché pasado de moda–, de las víctimas del
heteropatriarcado. De ahí en adelante cuanta faramalla pueda usted imaginar. Y
se ha de quedar corto, cortísimo.
Es un filo de navaja por el cual
transitar con sendos abismos a los lados. Los señoritos de la derecha, de esta
parte, y los tabernarios, calzados de Ferragamo y vestidos de Channel, a la otra.
Los primeros apenados hasta del aire que respiran y, cara de chupacirios incapaces
de reivindicar un logro, así sea el de haber podido comulgar a escondidas el
domingo en catedral. Eso sí, el gesto compungido de sacristán chapucero no lo
sueltan ni por el carajo, basta con observar a Feijóo en España, o recordar lo
que fue Rafael Caldera en Venezuela.
Aquellos que se supone si saben plantarse a reclamar sus logros, más
parecen una versión edulcorada de Luis Candelas es España, o de Boves en los
llanos de Venezuela.
Los otros son unos malandrines de
toga, birrete y navaja desenfundada. No cesan de atormentarnos con los logros
que alcanzarán cuando lleguen al poder, y de cómo el Paraíso será un erial al
lado de lo que ellos van a construir para el “Hombre Nuevo”. ¿Mejor ejemplo que
Fidel Castro? ¿Acaso no lo han corroborado Hugo Chávez y Nicolast Maduro?
¿Dónde dejamos a Pedro “plagio” Sánchez en la atormentada España? Pese a todo ello, usted los ha visto, o los
ve, sacando pecho y engolando la voz para negar cualquier imbecilidad en la que
han sumido sus tierras.
Mire, señor Sánchez, que su ministro
anda de putas con unas rumanas… Raudo, como un Peugeot responderá: “¿Nosotros
los socialistas? Somos gente seria, comprometida e incapaces de una perversión
de semejante naturaleza. ¡Nunca! Creo que hace esa presunción porque trabaja
para un instrumento de la fachosfera”. En
Venezuela ni a eso se puede llegar. ¿Quién atina a preguntarle a Maduro si es
verdad que le ofreció a Trump hasta el modo de caminar cuando hablaron? Antes
de una hora está en la plaza Bolívar colgado por las orejas y con un cartel
para que todo el que pase lo escupa. ¿Alguien podría preguntarle a Diosdado si
es verdad que él se robó la cantina de su cuartel mientras era teniente? Lo
menos que le toca es el mazo de supositorio.
Tampoco es que estos infelices están
descubriendo el agua tibia. Se han dedicado a copiar un modelo que les funcionó
de maravilla a sus ídolos. Trataré de ser lo más breve que el tema lo puede
permitir, tampoco esta es una clase.
La muy dolorosa Guerra Civil que
desangró España es una muestra por excelencia. Los zurdos, haciendo honor a su
condición siniestra, fueron calentando el ambiente y comenzaron a joder a
Raimundo y a Segismundo, muchas veces matándose entre ellos mismos. Pero pocos
episodios se magnificaron tanto como el terrible bombardeo a Gernika en el País
Vasco. Todos los voceros aseguraron por décadas que hubo más de 1.600 muertos.
Y no trato de reducir la bestialidad de dicho evento. Sin embargo, diversos
estudios realizados revelan que, sumando los cadáveres encontrados en los caminos,
y los heridos trasladados al hospital Basurto donde luego fallecieron, hay un
total de 126 víctimas identificadas con nombres concretos.
Otro par de serafines, Hitler y
Stalin, dos hijos de su bendita madre que acabaron con medio planeta, pero el
austríaco es quien ha cargado con el, bien ganado, desprecio del mundo.
No son pequeños los esfuerzos para
esconder lo que significó el pacto inicial de estos dos sátrapas, firmado días
antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Cuando al bigote mocho se le
cruzaron los cables del entendimiento y decidió invadir la unión de repúblicas
soviéticas –URSS–, se acabó lo que se daba. Es por lo que ahora solo se habla
de los millones de víctimas del nazismo, pero nada de aún mayores cifras de
muertos de Stalin entre sus propios paisanos.
Décadas más tarde, el otro ídolo zurdo Mao Tse-tung, ahora
rebautizado por los eruditos como Mao Zedong, durante su grandioso Gran Salto
Adelante, entre 1958 y 1962, produjo decenas de millones de muertes. Y a callar
de que eso no se habla. ¿Dónde dejamos las célebres 10 millones de toneladas de
azúcar que Fidel proclamó que Cuba produciría en 1970?
En Venezuela las promesas de Chávez, mantenidas por Maduro
con un velo místico a lo Sai Baba, no quedan lejos. Por supuesto, la vocería
progresista nada dice de los millones de venezolanos que debimos abandonar el
país ante las amenazas, o por el mero instinto de supervivencia, porque ni que echarle
al buche conseguían.
El coro de cotorras funcionales, que ni escribir sabe, se
mantiene entonando el mantra del bloqueo, raíz, razón y causa de la miseria en
Cuba y Venezuela. Es el malhadado imperialismo que atenta contra la
autodeterminación de los pueblos. Mientras tanto, Maduro aparece en televisión
con relojes costosísimos y anillos con enormes esmeraldas. A la par, el
asqueante Zapatero sigue haciéndole el trabajo de lavarle la cara, sin dejar de
recibir los beneficios de la mina de oro que le regalaron los hampones criollos.
La poesía es el eterno salvavidas que hace salir del
desconsuelo. Ante este muladar recuerdo al poeta Antonio Colinas: “Esquilo lo
vio todo con sus ojos / y en dos versos resumió la historia: «¿Atenas, la
ciudad, es arrasada? / ¡Sus hombres han quedado, Atenas dura!». Venezolanos y españoles hemos quedado, gente
del mundo permanecemos; España, Venezuela y el mundo duran.
©
Alfredo Cedeño

