miércoles, febrero 27, 2019

SANTORAL ROJO


                 Fui educado por una familia profundamente católica, me críe y eduqué en un ambiente  signado por valores cristianos en los que la corrección era una búsqueda permanente. Mi padre y mi madre me explicaban que no había nadie perfecto pero había que hacer el intento de lograrlo. Sin embargo, y me insistían en ello constantemente, por encima de todo había que ser justo. Y solían apelar a la Biblia invocando el evangelio de san Mateo para remachar lo que decían: Porque, Alfredo Rafael, nunca olvides que con la vara que midas serás medido.
                En estos días de infamia e insania que vive Venezuela no puedo dejar de revisar lo que han sido hasta ahora pivotes muy especiales de mi espiritualidad. Se pretende que en aras de nuestras raíces religiosas se imponga el perdón a la horda roja.  Varias voces se han escuchado en estos días que hablan de conciliación y demás zarandajas. 
                Tal vez aparezcan algunos aspirantes de políticos teologales que tal exégetas contemporáneos invocarán varios nombres de la historia católica para justificar la conversión de varios personajes actuales. Me imagino que de primero citarán al propio Mateo que de ser un eficaz cobrador de impuestos al servicio del Imperio Romano terminó como apóstol y evangelista. Por supuesto que no faltará quien invoque  a Agustín de Hipona, mejor conocido en los santos fondos como san Agustín, quien en sus Confesiones revela: "Quise robar y robé. No lo hice obligado por la necesidad, sino por carecer de espíritu de justicia y por un exceso de maldad." De él se sabe que tuvo una concubina con la que convivió por largos años y tuvo un hijo: Adeodato. Luego de jorobar la paciencia y gozar de lo mundano hasta saciarse se hizo sacerdote, llegó a Obispo y ahora es Doctor de la Iglesia.
                Supongo que aquellos que no quieran ser acusados de excluyentes y que la satrapía es patrimonio de varones, acudirán a san Juan Crisóstomo quien en el siglo V denunciaba en Antioquia, hoy Turquía, a una actriz de quien dijo: "No había nada más vil que ella cuando estaba en el escenario". Años más tarde ella se convirtió y es a quien conocemos ahora como santa Pelagia.
                ¿Será que Luisa Ortega Díaz será la santa de estos tiempos? Veo fotos de ella el pasado 23 de febrero en un local de Cúcuta, va de camisa impoluta y negro pantalón a la medida,  al lado de quienes fueron sus víctimas judiciales. Es decir, de sicaria jurídica ahora es una suerte de Juana de Arco tropical. Ni hablar del Pollo Peck Carvajal, que junto a Ismael García serán parte de una nueva corte santa a la cual deberemos rogar con celo de novicia en trance.
                A lo mejor no, tal vez ellos terminen siendo incorporados a la llamada Corte Malandra donde precisamente el primero en ser canonizado fue Ismael, oriundo del Barrio El Guarataro, que  murió apuñalado en una pelea en el 23 de Enero. Estarán al lado de El Ratón, de quien se dice que tiene poderes mágicos que le permiten hacerse invisible. Serán aclamados a los altares junto a Isabelita, a quien achacan la frase: “La venganza no es dulce sino exquisita”, la cual repetía mientras mataba a su mejor amiga por acostarse con su novio. Por supuesto que Nicolás ocupará el altar mayor donde le proclamarán santo patrón de bailarines, carniceros y robagallinas.
                Definitivamente no soy un buen cristiano y he de perder el cielo que se pretende fabricar con juegos de prestidigitadores baratos. Juegan a  que la fe usurpe el lugar de la justicia, sin entender  que ella se soporta en la convicción de lo justo, y digan lo que digan con la vara que han medido es lo menos que merecen al ser medidos.

© Alfredo Cedeño

miércoles, febrero 20, 2019

ENTRE JUSTICIA Y POLÍTICA

 



                No hace dos años que las redes fueron sacudidas con la imagen de un hombre herido de bala mientras protestaba en San Antonio de los Altos. La fotografía lo mostraba con una cara que brillaba con una sonrisa que todavía veo al cerrar los ojos. Ese muchacho había cometido el pecado de salir a la calle a manifestar contra un gobierno incapaz y creer que estaba en democracia. Pagó con la vida.   Hace pocos días recibí la siguiente nota: "Soy madre de uno de los muchachos muertos en las protestas: Diego Arellano; no quiero pensar que quien lo mató, siga libre, por culpa de un pueblo donde la gente confunde bondad con estupidez, porque por eso, como usted bien dice, se ha perdonado a tanta basura a lo largo de nuestra historia. Isabel De Figueiredo"
                ¿Cómo decirle a ella que la política sustituye a la justicia? ¿Cómo puede haber quienes pretenden deshonrar la memoria de ese muchacho, que decidió no apoltronarse y salir a exigir los derechos de todos nosotros? La muy manida respuesta que suele oírse ante las exigencias de limpieza en este momento es: "Nosotros no somos como ellos". Triste y fácil manera de contestar.  Cuando dicen que no son como ellos, en realidad están manifestando un sentimiento de superioridad y jactancia, lo que expresa eso es: "No caigo a tales menudencias". Pequeña cosa es la justicia cuando queda a la libérrima interpretación de santones y notables.
                Sobran hoy quienes lamentan la salida de Carlos Andrés Pérez de la presidencia, y reconocen que jurídicamente fue una decisión lamentable y que todo había radicado en la imposición de una solución política a la situación nacional de aquellos días. Muchos de esos que ahora se lamentan en su momento jaleaban y vitoreaban la salida del ahora ensalzado gocho.
                Lo he dicho y por lo visto lo seguiré repitiendo: no es momento de perpetuar la heredad política en que ha estado sumergida Venezuela por parte de una corte de mercenarios, que es lo que hemos sufrido por casi dos siglos. Es el momento de que el respeto por la ley y la justicia se termine de reconocer como base fundamental de nuestro país. No son tiempos de seguir jugando al borrón y cuenta nueva, es el momento de que Venezuela tome el camino que merece.
                ¿Es mucho pretender que la muerte de Diego no haya sido en vano? Por favor no perdamos esta oportunidad de hacer que nunca más un imbécil nos maneje el destino. Sólo se trata de hacer respetar la ley y que la justicia sea la norma que nos ilumine. Venezuela es un territorio de gente honesta, trabajadora y memorable: Arellano, Paola, Neomar, Basil, María, Espinoza Capote, y varios centenares más de víctimas de esta plaga que sufrimos desde hace 20 años, lo demuestran a cabalidad.  Lo menos que se han ganado todos ellos es que honremos sus memorias, dieron la vida por hacer que seamos lo que merecemos ser.  Como sabiamente me ha dicho la querida Ana María Matute: Sin justicia no hay paz.

© Alfredo Cedeño
 

miércoles, febrero 13, 2019

PERDONEN AL CORSARIO

  
                Ahora que tanto se habla del cambio inminente, sobran los apóstoles de arrebatada caridad que claman por el perdón. Mucho gusto. ¿Será que el muy mentado Síndrome de Estocolmo se ha hecho rey y señor de nuestra forma de asumir el país? ¿En verdad es momento de hacer un borrón y cuenta nueva para reconstruir nuestra tierra? ¿Es lo mismo justicia que alcahuetería? ¿Tolerancia es hacerse cómplice del saqueo sostenido y sistemático al que una verdadera horda de mercenarios nos ha sometido por cuatro lustros?
                Es decir, que a la cuerdita de rojos malvivientes atornillados en PDVSA debe respetársele sus derechos laborales, y no faltará entre los viejos trabajadores petroleros algún trasnochado que clame porque no se repita "el genocidio laboral" al que fueron sometidos más de veinte mil trabajadores petroleros.  O sea que aquella fuerza laboral capacitada y comprometida con la industria petrolera que fue despojada de su fuente de trabajo debe bendecir a toda esta fauna inútil y depredadora que acabó con nuestra industria madre.
                Ha de suponerse que los claros rasgos psicópatas observados en la élite chavista-madurista, deben ser olvidados; ya que no debemos recordar la ausencia total de culpa por el sufrimiento que han ocasionado a millones. Menos podemos tener presente su inmunidad a la argumentación lógica y su perenne negación de la realidad, los hechos y las pruebas. 
                Supongo que debemos hacernos los pendejos y aclamar la victimización de Gofiote y su combo, y alabarles su primitivo mecanismo de defensa.  Por descontado doy que hemos de asumir como cierta la proyección que hacen hacia los otros de sus crímenes y vandalismo sin parangón.
                Para concluir, lo que se propone es que aquí no ha pasado nada y que Venezuela siga siendo la misma tragicomedia de siempre sin responsabilidades y en eterno celestinaje, un país de "deudas morales" sin fin. A la generación del 28 hubo que pagarle su paso por las mazmorras gomecistas con toda clase de prebendas y perdón infinito a todas las tracalerías en que luego incurrieron. A la élite perezjimenista se les permitió disfrutar de lo saqueado en aras de la paz civil, y Pedro Estrada fue la manifestación más elocuente de todos. La pléyade adeca cobró hasta la saciedad su paso por los calabozos de la Seguridad Nacional. A la generación de la guerrilla se le perdonó porque ellos no habían cometido ningún delito sino que estaban combatiendo por sus ideas, igual pasó con los golpistas del 4F. Y por lo visto a esta horda de corsarios que practicaron el más sanguinario de los abordajes debemos tenderle un puente de plata para reconstruir al país. Por lo visto la lección sigue sin aprenderse. ¿Será que seguiremos de pesadilla en pesadilla?

© Alfredo Cedeño

miércoles, febrero 06, 2019

PASTORES EXTRAVIADOS


                Marzo de 1939 estuvo lleno de momentos que marcaron la historia. A mediados de mes, Hitler consolidó sus andanzas expansionistas al invadir Bohemia y Moravia, acciones que habrían de desembocar en la Segunda Guerra Mundial. Fue el mes cuando las tropas de Franco entraron a Madrid. Y fue  a comienzos de este mes, el jueves 2, cuando Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli fue elegido el papa número 260, y eligió el nombre de Pio XII. A partir de ese día se convirtió en cabeza visible de la Iglesia católica.
                Este prelado, de lentes similares a Gandhi, de figura seca, hijo de un príncipe y una noble, nieto del fundador del L'Osservatore Romano,  experto navegante de la sórdida Curia Romana pero escasa experiencia pastoral, ha sido señalado en infinidad de ocasiones como eventual colaborador de la vergüenza nazi, y mucho se ha abundado en cuanto a su posición poco frontal para con ellos.
                Lo cierto es que Pio XII había sido Secretario de Estado del Vaticano durante el papado de Pio XI y jugó un papel fundamental en la redacción final de la encíclica Mit brennender Sorge (Con viva preocupación), elaborada por iniciativa de los obispos alemanes. Con fecha 14 de marzo de 1937, y leída en todas las iglesias alemanas el 21 de marzo, que era Domingo de Ramos, generó una respuesta del Führer en el más rancio estilo de don Gofiote Maduro.  Debo añadir que el  futuro Pío XII al presentar el dicho comunicado comparó a Hitler con el diablo y advirtió sobre la posibilidad de que los nazis lanzaran una "guerra de exterminio".
                Los señalamientos en cuanto a su posible "colaboracionismo" han persistido pese a los desmentidos de todo orden y concierto que han hecho innumerables personas. Los propios judíos lo han proclamado a viva voz; recuerdo al historiador judío nacido en Praga Saul Friedländer como uno de ellos. Otro historiador judío, Elliot Hershberg, asegura que Pío XII "fue un afectuoso y solidario amigo del pueblo judío". Como ellos sobran voces que reivindican a Pacelli y lo alejan de la sombra hitleriana. No es necesario abundar sobre el papel de la Iglesia junto a los más necesitados. En Venezuela no han hecho otra cosa desde hace largos años.
                La iglesia venezolana ha dado señales claras de un ejercicio pastoral sin descanso. Su compromiso ha dejado no pocos mártires como fueron los casos de Evaristo Ramírez, Régulo Fránquiz y Tomás Antonio Monteverde; los tres víctimas del régimen gomecista. Los ejemplos del compromiso inquebrantable de los curas con Venezuela son infinitos. Y en estas horas de angustia y esperanzas no han hecho más que ratificar sus votos ejemplares de pastores al servicio de la feligresía.  No deja de ser lamentable la actitud del actual obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio, ante nuestros pesares.  No sería de extrañar verle pronto elevando sus preces por la salud de doña Cilia y la no menos piadosa Rosario Morillo.

© Alfredo Cedeño
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