viernes, diciembre 02, 2022

¿QUÉ FUE, ESTA NIÑA?

 

En esa Caracas que nací y crecí si algo tenía sabroso era el tono cantarino y casi gutural de sus mujeres, el admirado, pero no por eso menos mal hablado, de Francisco Herrera Luque, que en paz descanse, decía con gesto pícaro y carcajada postrera que las caraqueñas hablaban como si lo tuvieran adentro. Mi abuela, la vieja Elvira, no era la excepción. Ella, con ese tono al que hice referencia, tenía una frase con la que ponía en su sitio o zanjaba las discusiones con alguna de las “muchachas” de la familia, o gente amiga, soltaba: ¿Qué fue, esta niña?  Y en esas cuatro palabras se encerraba todo un mundo de significados que iban desde el desconcierto hasta el desdén.

Esa expresión es la que me viene a la mente cuando veo el zafarrancho de la heredera del comandante intergaláctico con Raimundo y Segismundo. Comenzó con el ser ese que dice gobernar en Carabobo, a raíz de su última mamarrachada en la que en un “comic” aparece junto al padre de la ya citada hija del piache de Sabaneta, y el bigote salsero.

Ella escribió en su cuenta en la plataforma del pajarraco azul: Simple: “La mejor manera de honrar al comandante Chávez, es siguiendo su ejemplo de vida, de humildad y entrega. NUNCA haciendo un grotesco video de unos tontos superhéroes. Es una falta de respeto a la memoria de mi padre!! CHAVEZ VIVE EN EL ALMA DE SU PUEBLO!!” No había pasado mucho rato cuando el prófugo Rafael Ramírez, aquel de voz ceceante y atiplada que  en octubre del 2006 se inmortalizó al decir en uno de sus vacuos y somnolientos discursos que PDVSA era “doja, dojita de adiba abajo”, saltó cual poseso a desmelenarse y anunciar en la misma plataforma social: “Cuenta con todo mi apoyo @Maby80 en la defensa de la memoria y obra del Comandante Chávez, a nosotros nos han perseguido y exiliado por hacerlo, pero él vive en su ejemplo y obra revolucionaria siempre al lado del pueblo. No pueden convertir su imagen en una grotesca mercancía.”

No había pasado mucho cuando la hija del gañán ripostó: “No quiero ni necesito el apoyo de un delincuente como usted. De mi opinión como hija no se guinde para sus proyectos personales. Defender la memoria de Chávez, USTED? Jajaja por favor!!!” Gracias a los acuciosos, o entrépitos, como solían decir los viejos en mi casa, se ha salvado las palabras del ilustre señor Damidez, porque ahora cuando usted busca en las redes el mencionado trino solo se encuentra: “Lo sentimos, ese tweet ha sido eliminado.”

Han surgido sesudos análisis de los que ven en esta pelea de lavanderas, y pido perdón a estas esforzadas –y muchísimo más honradas– trabajadoras, el fin de la unidad chavista. Aseguran los mas pontificales que este resquebrajamiento “bien puede costarles el poder”, y siguen a la deriva en unos razonamientos que permiten entender por qué la peste roja se mantiene con las pezuñas más que afincadas, diría atornilladas, en el ejercicio del gobierno. Buenas intenciones y pésimos resultados.

A la final, todo esto ha quedado en una versión de mal gusto, como todo lo de ellos, de aquella canción de la Sonora Matancera en la que Songo le dio a Borondongo, y este a Bernabé, quien luego le dio a Muchilanga, quien la remato dándole a Burundanga porque se le hinchan los pies.

 

© Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 25, 2022

ABERRACIONES A LA CARTA


El Diccionario de la lengua española, hijo predilecto de la Real Academia Española, es bien preciso al definir lo que es una distopía, y se los copio a continuación: distopía: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.”  ¿Se le ocurre a usted alguna palabra que represente mejor en lo que se ha convertido nuestro país? Tal vez sea hora de proponerle a la RAE que agregue un colofón a tal definición. Bien podría ser algo así como: “Se pueden ver ejemplos de dicha situación en Venezuela, así como en Cuba, lugar de origen de tales situaciones.”

La red de supercherías y tracalerías de todo orden y concierto a la que nos ha acostumbrado las élites criollas es digna de cualquier mente enfebrecida generando una novela negra surrealista. Es así como vemos la inauguración de tiendas fastuosas, concesionarios de autos de altísima gama –sólo falta que la muy flemática y británica Rolls Royce anuncie que volverá a abrir su tienda en Chacaíto–, fiestas de un tronío que ya hubiera querido un maharajá de la India. Pero de todas ellas la que se ha lucido de manera impecable es la que aglutina a la dirigencia política venezolana.

Llevamos años oyendo la cantaleta del diálogo con una persistencia digna de mejores causas. Han sobrado los defensores, por no decir alcahuetas, a los que creo sería más apropiado tildar de cabrones, de tales diligencias. En público y en privado he visto desmelenarse a más de uno clamando por la necesidad de negociar, una de las frases más manidas ha sido algo así como: O nos sentamos o nos matamos.

Mientras tanto la gavilla gobernante, que se sabe dueña de la ubre petrolera, sigue asesinando a todo aquel que se convierte en una amenaza seria a su reinado. Saben que con su bestialidad crean temor en la ciudadanía, amén de advertir así a cualquier díscolo que pretenda exigir unas reglas de juego distintas a las que ellos nos imponen. En cuanto a los organismos internacionales saben muy bien, Cuba, su experimentada tutora, le ha enseñado que son grupos de inútiles que hablan demasiado y hacen muy poco, así que cortar cabezas o matar a uno que otro alborotador no va a pasar más que de una eventual reconvención sin consecuencias. De supuestas intervenciones militares nada que hablar, ya el gallinero mundial está pre-alborotado   ante cualquier intento de la bestia imperialista.

Por todo esto es que no resulta nada extraño que Jorge “sonrisita” Rodríguez haya anunciado que a la mesa de dialogo gobierno oposición se incorporará en su lugar la muy sabrosa Camila Fabri, esposa de Alex Saab. ¿Qué vaina es esa? ¿Una extranjera, mujer de un extranjero, como cabeza de la misión del gobierno venezolano en las negociaciones sobre Venezuela? Y para corolario anuncia el Maquiavelo criollo que eso será mientras el barranquillero se incorpora a la mesa de negociación. Lo cual nos hace inferir que es cuestión de días que el ilustre embajador sea liberado para irse a México a representar al gobierno venezolano.

Me imagino que Saab habrá incluido entre sus exigencias que sea alojado, a costas del presupuesto venezolano, como tiene que ser, en el Moon Palace Cancún, al lado de playa Delfines. Es lo menos, ¿no creen ustedes?, que merece este mártir de la revolución que tan vilmente ha sido atropellado por los nefastos poderes que se oponen al triunfo de la revolución bolivariana.

Lo más pervertido de toda esta maroma es que la llamada delegación opositora soporta con gesto amable, y mansedumbre absoluta, semejante despropósito. Ya lo he dicho en otras ocasiones, pero no puedo dejar de repetirlo: ¿En manos de quién estamos?

 © Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 18, 2022

ALEGRÍA DE TÍSICOS

De no ser tan inmensa la tragedia que vive Venezuela, sería para reír hasta despatarrarse las declaraciones que todavía dan algunos “opositores” a la visita que hizo semanas atrás al super bigotes el presidente colombiano Gustavo Petro. El alboroto, que raya en el alborozo, es digno de un retiro de las Hijas de María donde apareciera la virgen de Lourdes. Las interpretaciones son variopintas y una más sesuda que la otra, hay una competencia feroz por ver quien realiza el análisis más profundo de la importancia de la visita del pisapasito paisano de Maduro. Hay hasta alguno que vaticina que este si es el comienzo del fin de la tiranía. ¿Se dan cuenta que casi dan risa?

Para que no se diga que son especulaciones mías, quiero tomar algunas citas, solo dos de ellas, de lo dicho por el economista, y otrora hombre fuerte de la guerrilla que desangró por largos años a su país mientras traficaba con cocaína por el mundo entero, y así poder valorarlas sin alharacas de legitimación que, a la larga, solo fortalecen al marido de Cilia.

“Queremos invitar a Chile, Bolivia, Ecuador y Perú a que acepten el reintegro de Venezuela a la Comunidad Andina”. La ovación a la frase del jerarca con aires de sacristán camandulero fue larga y sonora. Los más brillantes empezaron a gritar: Ajá, a ver qué hacen ahora Maduro y Diosdado con las riendas bien cortas.  Sin embargo, el vitoreo fue mayor cuando soltó aquello de: “Hemos solicitado el que Venezuela pueda reintegrarse al sistema interamericano de Derechos Humanos”. Y aquí la aclamación al hijo de Ciénaga de Oro fue digna de la recibida por Julio César al derrotar a Pompeyo en la batalla de Farsalia.

¿Es ignorancia o mala fe? No puede dejar de causarme estupor la euforia con que reciben los líderes egregios las frases sibilinas de este señor; la miopía es manifiesta. Parecieran no poder ver el osario preñado de carámbanos en que está convertido nuestro país, menos entender que el reclamo de don Gustavo tiene que ver con la nueva composición del escenario latinoamericano que, desde México hasta Argentina, es ahora aforado por gobiernos rojitos; salvo las honrosas excepciones de Ecuador, Paraguay, Uruguay, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala. ¿Acaso creen que ese coro de zarrapastrosos que gobiernan el resto de las naciones va a condenar alguno de los abusos de Nicolás?

Bien me decía mi padre, con gesto áspero y voz severa: hágame el favor, hijo, métase en la cabeza una cosa, con pendejos no vaya ni a recoger mangos, porque esos van derechitos a recoger los que están piches.

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, noviembre 11, 2022

ENTRE MITÓGRAFOS E “INFLUENCERS”

 

Pocas disciplinas se han extendido más en nuestros tiempos que la mitografía, pero aplicada a nuestros tiempos. Algunos le llaman leyendas urbanas, otros fake news, y así va la cantinela rodando. Debe decirse que en la actualidad quienes ejercen dicho oficio suelen poseer una ignorancia dogmática. Usted le puede poner al frente todos los elementos probatorios que desmienten sus afirmaciones y es en vano; ellos, con gesto altivo, llenos de una dignidad patriarcal y sobrancera, que ni los reyes católicos al recibir a Colón, se limitan a mirarle por encima de los espejuelos, cuando los usan, o encogerse de hombros, para continuar machacándonos con sus sartas de impertinencias.

Podemos encontrar “humoristas”, ¡Zapata ha de estarse revolcando con suma intranquilidad!, que se limitan a soltar palabras altisonantes de todo calibre, cuando no a mentarles la madre al primero que les provoca. Siempre tengo presente a Jaime Ballestas quien me recordaba frecuentemente que nunca le escuchó decir una grosería al ya mencionado Pedro León.    Gestos chabacanos, supuestas poses ingeniosas, salidas “graciosas”, no muestran otra cosa que pereza y escasez mental. Los aplausos sobran, las gracias son morisquetas que provocan la risa fácil, las nulidades engreídas se entronizan sobre una ovación arenosa de las que poco quedará cuando soplen nuevos vientos.

Otros especímenes de la misma fauna son los llamados “influencers”. ¡Hasta para eso son vagos!  Se han apropiado del término sajón, en búsqueda de cierto barniz que haga menos evidente su mediocridad. ¿Influyentes en qué? Quizás en carencias y miopía culturales. Cada vez semejan más una coreografía de pasos marcados por lo que el espectáculo pide y ordena. Se les ve absolutamente incapaces de hacer brillar un ingenio del que andan más que huérfanos. Si son mujeres las veremos despotricando peor que un chofer de camión divirtiéndose en algún bar de mala muerte en la carretera Lara-Zulia; lo más irónico es que sobran damas que encuentran divertida tales “actuaciones”. ¡Ay, Juana Sujo! En cuanto a los “caballeros”, invariablemente los vemos representar a mujeres, que causan una hilaridad alcahueta e inexplicable en las que realmente son, mientras se ponen trapos en la cabeza para simular cabellera.

Hasta hace poco tiempo, relativamente, los “progresistas” impusieron un culto a la pobreza que era omnímodo. Se nos fue moldeando, principalmente por medio de las manifestaciones creativas de cualquiera fuera su área, convirtiendo en pintoresca la miseria de los desheredados.  Los tiempos por excelencia de esa situación fue el llamado realismo socialista. Ser pobre era el summum de la vida, vimos a encumbrados voceros del “hombre nuevo” proclamar por la instauración del reino del proletariado, mientras ellos mostraban, con no poco orgullo, Rolex en sus muñecas. Y podría poner incontables ejemplos de similar tenor.

En estos días la situación se repite, solo que ahora es una nube de charlatanes, de cualquiera sea su identidad sexual, que nos van coaccionando con sus rebuznos y eructos a través de las benditas redes sociales. 

 © Alfredo Cedeño  

viernes, noviembre 04, 2022

¿SEGUIR CREYENDO?

Mi niñez es un aluvión de recuerdos sin orden ni concierto donde mis padres y mi abuela Elvira son todo. La vieja Elvira fue mi primera guarimba contra el rigor materno, siempre me amparaba contra cualquier acto disciplinario que Mercedes quería imponerme. Nunca pude haber tenido una consentidora más alcahueta que ella. Su olor era de recién bañada, no importaba la hora que fuera ella olía a limpio y a jabón Camay o Palmolive; con un genio de mil diablos que tenía fama entre la familia, pero que hacía un dulce de lechosa como nunca más he podido comer. Además de cuidarme y malcriarme me enseñó a leer, escribir y rezar.

Cierro los ojos y me veo en un velocípedo dando vueltas alrededor de ella, sentada en un mecedora de paletas en el centro de la sala, con una tabla, en la que estaban pintadas las letras y los números, y una larga vara de madera en su regazo. Ella me llamaba: Alfredo ven y dime que letra es esta. Y yo, que no iba en un triciclo sino en un dragón, continuaba girando a su alrededor hasta que ella me llamaba por tercera vez mientras alzaba la vara, de inmediato iba donde ella y su dedo algo encorvado me señalaba unas letras, se las decía y volvía a mis delirios aventureros.  En las noches, antes de dormirnos, confieso que dormí con ella hasta los cinco años, me hacía repetir una larga retahíla de oraciones y me enseñó a persignarme correctamente. Con ella fui por primera vez a misa en la iglesia San Pedro Apóstol en La Guaira, y aprendí a profesar una fe que aún conservo.

Al cumplir los nueve años llegué a vivir en Caraballeda, donde la, varias veces centenaria, iglesia de la Candelaria acogió mis manifestaciones creyentes.

Fue así como aprendí a creer en la comunión de los santos y en la santa iglesia católica, a pesar de los pesares. No es grato encontrarme ahora, en la recta final de la vida, poniendo en duda que valga la pena creer en la santa iglesia católica. A fin de cuentas, ¿qué es ella hoy en día?

Con no escasa desazón leo las noticias que llegan de Nigeria, casi de manera clandestina, donde los radicales islámicos están llevando a cabo un auténtico genocidio contra la población cristiana de ese país.

Esta nación africana el año pasado presenció el asesinato de 4.650 cristianos, cifra en crecimiento frente a los 3.530 del año 2020, tal como muestra el informe anual de la ONG Puertas Abiertas. Esa organización también revela que en dicho país en el 2021 hubo más de 2.500 cristianos secuestrados; superando ampliamente los 990 del año anterior. La mencionada organización reveló que Nigeria es el séptimo país del mundo donde los cristianos afrontan una persecución más dura por razón de su fe. Le superan: Afganistán, Corea del Norte, Somalia, Libia, Yemen y Eritrea.

          Las masacres de cristianos son pan de cada día en esos territorios. La semana pasada en la aldea de Gbeji, condado de Ukum, estado de Benue, al sur del país, fue el último escenario de uno de tales eventos. Allí una horda de milicianos fulani, una etnia de mayoría musulmana, asesinó a 70 cristianos.  ¿Y qué hacen las autoridades católicas? ¿Ha leído usted algún pronunciamiento del Pontífice progresista? El argentino ilustre, en junio pasado, envió un telegrama de condolencias a los familiares de las víctimas de un evento similar, cuando unos hombres armados entraron disparando a la iglesia San Francisco Javier de Owo, estado de Ondo, a la feligresía que celebraba Pentecostés. Tal vez el pronunciamiento papal se debió al impacto que tuvo en los noticieros mundiales esa información, porque en esta ocasión no ha dicho ni esta boca es mía.

¿Es esa la iglesia en la que crecí creyendo? No, por supuesto que no. Al menos uno esperaría la misma diligencia con la que el cura Francisco ha orado por los musulmanes en Irak, o cualquier otra de sus tantas plegarias que tanto gusta elevar por la justicia, no este silencio oprobioso, por decir lo menos. De las agencias de noticias, no era de extrañar su silencio, a ellas solo les interesa vender todo aquello que sea políticamente correcto. ¿En qué creer?


© Alfredo Cedeño  



viernes, octubre 28, 2022

TRÁFICO DE SUEÑOS

Todo aquel que juega con la dignidad del ser humano es execrable, por decir lo menos de semejantes basuras. Nada más preciado que la libertad, el libre albedrío, la posibilidad de escoger lo que se quiere sin daño o perjuicio a los que nos rodean. Sin embargo, cada vez son más reducidos las ocasiones en que realmente se puede ejercer la libertad; son infinitas las riendas que nos han ido imponiendo de manera paulatina e imperceptible. Largos años llevan varios investigadores demostrando como, por ejemplo, desde la industria publicitaria se juega a manipular e inducir nuestras decisiones bajo el manto de mensajes engañosos. Esa industria contemporánea en que se han convertido las organizaciones políticas es otra manifestación de ello. La peor de las sinergias que se haya podido producir fue la de esas dos disciplinas.  De eso poco se habla a profundidad y, por supuesto, nunca se toman decisiones para subsanar dicha situación.

En días recientes todos los espacios comunicacionales se han llenado con la denuncia del tráfico humano que ha surgido alrededor del éxodo masivo de los venezolanos. Esa hemorragia, por lo visto indetenible, ha venido mutando de año en año, casi que de semana a semana. Han surgido toda clase de vivianes para aprovecharse de esa dramática situación.  Hay los que han sacado beneficios monetarios de ello y otros que han tratado de obtener réditos políticos dándose ostentosos golpes de pecho al denunciar los horrores que ello implica. 

El tráfico humano de nuestros días no es una industria ajena al mundo revolucionario. Uno de los países más consumados en practicar de forma eficaz esa práctica es Cuba. Ahora se trata de teñir de gloria la llamada Operación Carlota cuando en octubre de 1975 se transportó a un grupo de instructores cubanos, que se dedicarían a formar batallones de combate de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola. Se estima que alrededor de unos 450.000 antillanos, entre médicos, maestros, ingenieros y soldados, fueron enviados a ese país africano en los 16 años que duró el operativo mencionado. 

Otra de tales operaciones de tráfico humano llevado a cabo por la revolución fue el traslado de miles de trabajadores de la salud a Venezuela, en el marco de la Misión Barrio Adentro. Médicos, enfermeras, técnicos y terapeutas fueron enviados a nuestro país en condiciones esclavizantes de las cuales nunca se dijo nada. Sobraron los funcionarios planetarios que acudieron a cohonestar dicho plan, tal como hizo en su momento el médico coreano Lee Jong-wook, quien siendo Director General de la Organización Mundial de la Salud visitó uno de esos núcleos en un barrio de San Félix, estado Bolívar. Ningún “progresista” dijo siquiera esta boca es mía. Son los mismos que ahora claman al cielo ante el desplazamiento forzoso de los migrantes nacionales en Estados Unidos, donde algunos gobernadores republicanos han agarrado a lotes de ellos y los han trasladado a territorio demócrata, para sacudirse de encima el problema que significa el manejo de tal marea de gente que sigue llegando a través de la frontera con México.

La diferencia en esta ocasión, proclaman las almas sensibles del 2022, es que se está atropellando los derechos humanos de los emigrantes.  Ni de vaina dicen nada sobre la causa de semejante flujo de gente, que no puede siquiera sobrevivir en su país, y se lanza a tratar de lograr una vida siquiera libre. La hipocresía y alcahuetería da para eso y mucho más, en nombre de la ideología todo se vale, está permitido todo aquello que tengan a bien los redentores rojitos porque el hombre nuevo no hay lo que no justifique. De ese tráfico de sueños nadie se quiere percatar, o no les interesa hacerlo…

 

© Alfredo Cedeño  

viernes, octubre 21, 2022

IZQUIERDA RUFIANESCA

En varias ocasiones he escrito sobre la maravilla de nuestro idioma. Las palabras son aves volanderas y malcriadas, suelen volar con una libertad muy de ellas, van a su propio aire y ritmo, no hay manera de predecir, o marcarle, su rumbo. Hay quienes buscan de tratarlas como una soga que pueden lanzar de un lado al otro, pero suelen ser esfuerzos vanos. Ellas van picoteando aquí y allá hasta adquirir su significado, según el lugar donde llegan a fabricar su nido.  Lo que aquí es normal, allá puede ser una altisonancia capaz de poner en apuros a cualquier hijo de vecino por más ilustrado, o bien intencionado, que sea. Me pasó con “bicho” en Puerto Rico, donde es empleada para referirse de manera soez al órgano genital masculino; mientras que en nuestra Venezuela es utilizada por las más empingorotadas señoras, o las más humildes personas, con la mayor naturalidad del mundo.

Los ejemplos de tales manifestaciones polisémicas, para emplear un término tan empleado por el recordado Manuel Bermúdez, son inacabables. Uno de mis favoritos fue el vivido por el querido Luis Vizcaya en la capital española. Él es uno de los restauradores de obras en papel más calificados de nuestro país, no en balde dedicó media vida para formarse en París, New York y Madrid; quiero acotar que él es la gentileza hecha gente, de una suavidad en su hablar que siempre envidié, de una agudeza única y de unos modales exquisitos.

Estaba él comenzando su vida académica en la capital española en lo que toca a restauración, y un día se monta en un autobús, el único asiento disponible estaba ocupado por una señora entrada en años y carnes, que estaba apoltronada en medio de los dos puestos. Luis con su educación y suavidad de siempre se dirigió a la voluminosa matrona para pedirle cupo a su lado. Todavía él abre los ojos desmesuradamente al evocar el episodio: “Yo lo que vi fue que aquella señora empezó a ponerse roja como un tomate, y con una agilidad que nunca me podía imaginar en semejante masa, que debía ser pesada por arrobas en vez de kilos, sacó un ajoporro de la bolsa de mercado que cargaba y empezó a darme por la cabeza y llamarme atrevido. Alfredo, me querría morir, todo el mundo viéndome y aquella vaca parlante me daba sin parar, el conductor se estacionó y vino a ver qué pasaba. Y ella gritaba: ¡Es que me ha faltado el respeto! Y en medio de aquel escándalo, ya me veía arrastrado por la Guardia Civil a algún sucio calabozo, era inminente que pronto estaría encarcelado cual personaje de Dickens.  Cuando el chofer logró calmar a la doña poseída, me preguntó: A ver, chaval, ¿qué le has dicho a la señora? Y le respondí: Nada, pedirle que me diera espacio para sentarme. Y ella saltó: ¡Qué no!, deja de poner cara de tonto y repite, ¡si es que te atreves!, lo que me has dicho. ¡Si solo le dije que se corriera! Y en ese momento oí una carcajada colectiva que me dejó paralizado.”  Ahí le explicaron que “correrse” en la muy castiza Madrid equivalía a un orgasmo. Él le había pedido a la doña en cuestión que obtuviera el máximo placer a plena luz del día en un país que todavía vivía la opresión franquista.

Esa libertad es la que hace que palabras como chulo por ejemplo sea tan amplia. En México o Puerto Rico algo chulo es algo lindo, bonito, gracioso; también puede dársele connotación de guapo, apuesto. Sin embargo, es también sinónimo de rufián o proxeneta, es decir, y copiemos al diccionario: “Persona que obtiene beneficios de la prostitución de otra persona.” Este vocablo se ha extendido para definir a todos aquellos, y aquellas, que medran a costillas de los demás. En ese sentido los llamados hombres y mujeres de izquierda, o progresistas como les gusta ser tildados en estos tiempos de tribunas cibernéticas y cadalsos de redes sociales, han sido de una habilidad prodigiosa. En Venezuela se hicieron fortunas o se sumergieron en la dolce vita unos cuantos pilluelos de tomo y lomo, tanto a costa del propio Estado, que les otorgó innumerables canonjías, como de países “revolucionarios” que buscaban aupar el “proceso” en Venezuela.

Así vimos a procónsules de Castro y/o la URSS que recibían fondos para editoriales, o distribuidoras de cines, o festivales culturales. También la China de Mao tuvo su hombre de confianza, que regentaba una librería en pleno centro de Caracas y cursaba invitaciones a visitar la república popular china. Corea del Norte también tuvo su “embajador”, quien no se cansaba de entonar loas a Kim Il-sung y repartir sus obras completas en lujosas ediciones, mientras se dedicaba a silbar cuando se le preguntaba por el caso del poeta Alí Lameda. Este último un poeta caroreño, de verbo ágil y humor muy larense, cometió el pecado de hacer unos chistes tontos sobre el mandamás norcoreano, y ello le costó largos años de horror en sus prisiones, para el hombre de Kim eso había estado justificado. Casi olvidaba que otro “mecenas” fue Muammar Muhammad al-Gaddafi, cuyo representante invitaba a visitar, con viajes a cuerpo de rey, al “líder” libio a todos aquellos que pensaba podían bailarle el agua al déspota africano.

Es decir, esta pléyade progresista y angustiada por el bienestar del ser humano, que ya no grita por la justicia y la liberación del proletariado, que ahora se dedica a clamar por los derechos igualitarios de los chigüires y las marsopas, que agitan las banderas del movimiento gay junto a fotos del Ché, quien fuera un feroz verdugo de homosexuales en Cuba, y que andan vociferando por la paz, callan, cual la momia de Lenin, ante el delirio de zar del hijo de la señora Putin.  Al comienzo de su incursión en Ucrania no fueron pocos los que justificaron su derecho a invadir esa nación, muchos auguraban una victoria demoledora y una campaña breve en la que Zelinsky sería humillado y paseado cual fiera encadenada por las calles de Moscú. Han pasado los meses y la tortilla comienza a volverse y ahora los ucranianos no están en contraofensiva, más bien están en ofensiva y los chulos de costumbre saltan a pedir porque las fuerzas rusas no sean humilladas.

Las ubres a las cuales acudir cada vez les son más escasas. Secaron a Venezuela, Gadaffy sigue balanceándose en una cuerda, Norcorea no tiene sino para pagar los caprichos del gordito de turno, China ya no es la manirrota de lustros atrás, así que las únicas tetas que les quedan son Rusia e Irán; no tienen más remedio que arrodillarse para poder seguir mamando, no tienen tiempo para hablar. Como buenos chulos se dedican a esperar para pasar a recoger su mesada.

 © Alfredo Cedeño  


viernes, octubre 07, 2022

PRESENTE Y FUTURO ESTABULADOS

Estabulación es la palabra empleada para definir al hecho de guardar a los animales en establos, principalmente los llamados ganado equino, vacuno, ovino, caprino y porcino; así como las aves de corral. Esta fue la solución encontrada desde los primeros tiempos por el hombre, para proteger a sus fuentes de proteína y medios de transporte. Tan antiguo es que se han encontrado evidencias de instalaciones de este tipo que datan de la segunda mitad del cuarto milenio antes de Cristo, específicamente en el yacimiento arqueológico de Son Matge, en la serra de Tramuntana, de la isla de Mallorca. Este caso en particular fue estudiado por M. Mercè Bergadà, Víctor M. Guerrero y Josep Ensenyat de las universidades de Barcelona e Islas Baleares.

Aseguran estos investigadores en el resumen de su papel de trabajo: “Presentamos el estudio micromorfológico de las ocupaciones más antiguas del yacimiento de Son Matge que parecen corresponder al horizonte Neolítico-Calcolítico. Este registro está formado por una serie de niveles compuestos por restos vegetales y por excrementos de animales con una dieta herbívora, ovicaprinos. En algunos niveles, los componentes aparecen parcialmente quemados o en proceso de humificación y en otros están calcinados. De dicho análisis deducimos la utilización de la cavidad como lugar de estabulación donde se practicaban incendios como actividad de saneamiento. Se ha documentado también la existencia de una acumulación de restos vegetales distintos a los utilizados como lecho y como forraje y que lo interpretamos como elementos de cercado o de protección; ya que, podrían corresponder a restos de cañas.”

Como era de esperar aquellas cuevas originales fueron mutando y han llegado a ser los modernos establos que se pueden ver en las actuales instalaciones productoras de leche y carne, así como en los criaderos de bestias de carga o para uso deportivo o de transporte. En países de escaso desarrollo económico se encuentran pesebres y modelos rudimentarios para el cuido de los animales. Como era de esperarse, tales mecanismos fueron asumidos por unos cuantos vivianes, que nunca han faltado, ¡ni faltan!, para aplicarlos a nuestras vidas.  Fue así como surgieron los establos espirituales, en los cuales la santa madre iglesia se especializó de una manera magistral, que, en vez de protegernos de los temores propios de nuestras vidas, se dedicaron a fomentarlos para, por vía de la exaltación de la culpa y su transmutación en pecados, controlarnos obras, pensamientos y vidas. Por supuesto que los cobertizos se acomodaron a lo laico y fue así como los benditos partidos pasaron, de organizaciones para el bienestar colectivo de los pares como una manera de ver el mundo, a juntas de condominio en la que los más avispados se aprovechan para darse la gran vida a cuentas de las cuotas que los demás pagan religiosamente. 

Y ya que menciono lo eclesial de nuevo, vale la pena resaltar como ejemplo de esos establos contemporáneos erigidos, bajo la mirada complaciente y alcahueta de los llamados países democráticos, en los territorios musulmanes. En este caso usaré el caso del uso obligatorio del velo, hiyab, por parte de las mujeres que profesan dicha fe. En estos días se ha hecho noticia por el brutal asesinato de la muchacha iraní Mahsa Amini, ella fue ejecutada por la “policía moral” de su país por llevar mal colocada dicha prenda. Lo apestoso de este caso de violencia estatal contra un sector de la ciudadanía es que su uso no está prescrito en el Corán, pero las autoridades lo han impuesto. Aún más lamentables son los hermeneutas que han buscado fragmentos del citado libro sagrado para justificar dicha práctica abominable. Es un silencio cabrón el que guardan las mujeres “revolucionarias” del mundo entero ante semejantes muestras de represión; para las Cilia Flores, Irene Montero, Michelle Bachelet, Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff, Camila Vallejo y demás urracas de similar plumaje, no hay motivo de queja alguna o llamado a protesta resonante.

Han ido construyéndonos establos de manera sigilosa, nos mantienen encerrados y sin derecho siquiera a pastar donde más nos guste o plazca. Una larga hilera de cubiles es nuestro hoy y mañana.

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, septiembre 30, 2022

BOLÍVAR MANIQUEO

 

La omnímoda presencia de Simón Bolívar en la vida de nuestro país ha servido como paraguas, o pararrayos, de venturas y desventuras. Sus actos y palabras han sido, por lo general, interpretadas, utilizadas, manipuladas, tergiversadas, de las maneras propias de mentes calenturientas y enfermizas. Ha habido para todos los gustos y antojos.  Pocas veces las han aplicado en concordancia con lo que dichas frases encierran, o se hacen los pendejos con otras.

         Pongo tres ejemplos. Desde que en el Congreso de Angostura pronunciara aquello de “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, son siete palabras que han repetido ensimismados todos los aspirantes a césar de viejo y nuevo cuño. Poco necesito abundar sobre lo escaso que han hecho, y que salten las plañideras rabiosas a rebatirme, por ambas cosas. ¿Hablamos de moral en medio de las infinitas denuncias de corrupción y malversación de todos aquellos que han ejercido cargos públicos, tanto en el prechavismo hasta el madurismo? Serían necesarias varias ediciones de este periódico para comenzar a enumerarlas. ¿Y de las luces qué se pueden decir? ¡Hasta con la Electricidad de Caracas acabaron! Ni que abundar en todo lo que tiene que ver con el estado de nuestra educación, ni las condiciones miserables en que sobreviven los educadores, ni el estado de muladares y chiqueros en que han convertido escuelas, liceos, colegios universitarios, universidades y centros de investigación. 

La segunda frase que me viene a la cabeza, y pido excusas por no recordar su origen es aquella de: “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos.” Palabras sacrílegas para chavistas y maduristas. Por supuesto que nunca se acercaron siquiera a pensarlo cuando peregrinaban a hincarse ante el Mahoma cubano, entiéndase Fidel Castro, adorado patrono de progresistas y heroicos luchadores antiimperialistas. Como es de esperarse, para estos idólatras del siglo XXI todos aquellos que han huido en balsas, o atravesado Centroamérica caminando, para llegar a Estados Unidos son unos apátridas que merecen el cadalso.

Pero donde se han cebado con verdadera fruición carroñera ha sido en sus palabras póstumas: “Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. ¡Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro!” El ahínco, digno de mejores causas, que han empleado con el “que cesen los partidos” es antológico, por decir lo menos. Y el afán en dicha frase es de doctos y asnos, de tirios y troyanos, de blancos y negros. Esa ha sido una frase comodina empleada para acabar con todo vestigio de organización social a lo largo de nuestra vida republicana. No ha habido un solo déspota, civil o militar, que no haya recurrido a ella.

Antes de continuar quiero ahondar un poco en esto, a ver si esa larga reata de asnos que todavía sobrevive deja de atormentarnos con ese contexto. La denominación que empleamos en nuestros días para el sistema organizativo ciudadano que conocemos como partido político es del siglo XIX. Ya de mucho antes, por supuesto, existieron otros modelos asociativos que inspiraron a estos, y no faltará quien me eche en cara a los Whigs y los Tories en el Reino de Gran Bretaña, ni otro que reclame por el lugar de Jacobinos y Girondinos de la Francia revolucionaria, alguno mejor informado brincará a reclamar por el lugar que corresponde a Güelfos y Gibelinos, y tampoco ha de faltar al que reclame la paternidad para Nobiles, Optimates y Populares en el Senado de la llamada república romana tardía. Sin embargo, no será hasta el siglo XIX, en el Parlamento de Gran Bretaña, cuando aparecen los partidos políticos ingleses Conservador y Liberal. Ahora bien, ¿cómo pretenden los ilustrados criollos que Bolívar estuviera refiriéndose a las organizaciones ciudadanas cuando se refirió a los partidos políticos? Es claro que se refería a las facciones que se enfrentaban a dentelladas por el poder político. Pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver…

Y fue de esa bendita frase que se han aferrado todos. Para no aburrirles con una meticulosa evolución de tales manifestaciones citaré algunas al voleo. Tanto Cipriano Castro como Juan Vicente Gómez mostraron como trofeos haber acabado militarmente con el caudillismo venezolano, así como con los partidos tradicionales, que estaban asociados a tales vicios de mando. En honor de la verdad debe decirse que ambos jenízaros expresaron que no buscaban la destrucción definitiva de las organizaciones políticas, sino que proclamaron una tregua, que implicaba una “suspensión temporal” de sus actividades, ya que así lo ameritaba la dictadura de emergencia. La vaina fue que la emergencia se hizo vitalicia y hasta que el hijo de Táchira no se murió no se pudo pensar en su reactivación.

No han faltado también intelectuales oficiosos que han clamado por la derogación de los partidos, como fue el caso de Laureano Vallenilla Lanz, quien enunció: “Las luchas de partidos no han sido sino luchas personalistas por el poder, por más que en el tumulto de las pasiones se oscurezca algunas veces la realidad, por la gárrula palabrería de nuestro chancletismo intelectual.” Casi un siglo después, en 1988 para ser preciso, un connotado jurista que no viene al caso mencionar, y así cuidarnos de potenciales “demandas por atentado contra su integridad moral”, escribió y publicó esto: “Los responsables de la crisis institucional, sin la menor duda, hay que repetirlo una y otra vez, son los partidos políticos”.

Es necesario apuntar que desde el último tercio del siglo XX no hubo ninguna otra organización que atentara contra sí misma como los propios partidos políticos, fue un proceso autofágico veloz en el que el pragmatismo se llevó todo por el medio. Las ideas fueron cambiadas por cuotas de poder, se trató de ganar las elecciones por medio no de ofertas para lograr un país eficiente y que reflejara su manera de entender la plenitud, sino que se pasó a la formulación de programas que siguieran las ganas de la colectividad según lo indicaran las encuestas. Y así llegamos a que hoy tales asociaciones no son más que clubes o consejos empresariales donde jugar dominó y compartir un sancocho. Todo eso llevó a que las doctrinas originales se desdibujaran y perdieran todo significado ante los ojos del elector común y corriente. A la par de ellos aparecieron los célebres “notables”, quienes, con voracidad primitiva, que desmentía su supuesta formación académica, se dedicaron a demoler sistemáticamente todo aquello que oliera a medios articulados de organización ciudadana.

La miopía ha sido amplia, aunque ahora todos quieran hacerse los desentendidos y pretendan tener vista de águila. Siguen usando según les convenga e interese las frases de Bolívar, siempre tratando de hacer que sean blanco o negro. Han sido escasos aquellos que, como Tomás Lander, en 1844, avizoró la importancia de tales cuerpos organizativos: Los partidos políticos son indispensables en el sistema representativo porque sin ellos Venezuela sería como un niño sin piernas o un bonito carro sin ruedas.

 

© Alfredo Cedeño  



viernes, septiembre 23, 2022

VIENE LA PROCESIÓN

El Comité de Defensa de los Derechos Animales, anunció recientemente desde su sede principal en  París, que un grupo de sus más experimentados asesores, junto a una representativa representación de su junta directiva, está evaluando emitir un considerando para elevar una denuncia formal ante el tribunal penal internacional en contra de las clínicas veterinarias por maltrato animal. Dicho procedimiento lo llevarían adelante en contra de estos nuevos “asesinos en serie” en que se han convertido los veterinarios, así como sus asistentes, ya que han detectado una sistemática labor, a la que bien se podría considerar de exterminio en contra de las pulgas. También anunciaron los voceros de tan egregia institución que han exhortado a la ilustre Organización de las Naciones Unidas a que se nombre un comité de ayuda y defensa de los sifonápteros. Algo semejante está por ocurrir con los nuevos “emigrantes” venezolanos buscando asilo en Estados Unidos.

Se ven grabaciones de todo tipo circulando por las omnímodas redes sociales de ciertos muchachones maltratados y perseguidos por el régimen que, celular en mano, se dedican a convivir sanamente en donde se les antoje. A fin de cuentas, ¿no están en el país de las libertades democráticas?, ¿por qué no voy a poder comprarme mi caja de cerveza y ponerme a libar en honor a MomoMaduro y BacoChávez en el parque de la esquina?, ¿acaso es pecado que agarremos y montemos un sancocho en ese parquecito que está allá y de pasos agarramos unos patos para el sancocho? Siempre con el celular en la mano, acción muy importante, y el consiguiente coro de “grábalo, grábalo” recogiendo a todo aquel policía o vecino que se les acerque a pretender vulnerar sus derechos.

Pregunta que uno se hace: ¿de dónde sacaron, acabados de llegar,  para comprar celulares y líneas para subir de inmediato lo que registran en sus teléfonos móviles? Iñaki Huarte, cura jesuíta, a quien tuve la honra de tener como guía, me enseñó: “Piensa mal y acertarás.” ¿Debe pensarse que la reciente oleada de “perseguidos” que está llegando a Norteamérica en realidad es una estrategia del gobierno venezolano para colapsar los organismos de inmigración y, a la vez, enturbiar el proceso de todos aquellos verdaderamente perseguidos que están en tierras estadounidenses?

Mientras pasa esto vemos el silencio que guardan los diligentes voceros de la defensa de la dignidad humana antes tres situaciones verdaderamente espantosas.

Una es el caso de Mahsa Amini, una muchacha iraní, apenas tenía 22 años, que fue arrestada por agentes de la Policía de la Moral cerca de las 6 de la tarde del martes 14 de septiembre, en los alrededores de la estación de metro Shahid Haqqani, en Teherán, donde se encontraba con su hermano Kiaresh Amini, a quien le dijeron que la llevarían al centro de detención para recibir “una hora de reeducación”. Su delito era portar de manera inadecuada el velo islámico. Al poco tiempo fue trasladada en ambulancia al Hospital Kasra, donde permaneció en terapia intensiva por dos días hasta que murió. Las autoridades persas aseguraron que había sufrido un ataque al corazón. Ni de vaina explicaron las múltiples contusiones y señales de violencia física que mostraba su cuerpo de lirio maltratado.  El silencio de las heroicas defensoras de los derechos de la mujer es atronador, es Urbi et orbi, y tanto que, hasta el muy preocupado de los derechos del ser humano, Francisco, el papa, ha callado.

Otra situación, no del horror humano que significa el asesinato de Mahsa Amini, pero si de una bajeza moral infinita es la de Irene Montero, y por lo visto miembro –¿Será que debo llamarla miembra?– emérita del harem del falócrata Pablo Iglesias, ministra de igualdad en España, quien afirmó ante una comisión del Congreso español: “La educación sexual es un derecho de los niños y de las niñas, señoría, independientemente de quiénes sean sus familias. Porque todos los niños, las niñas y les niñes de este país tienen derecho, tienen derecho, a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren y que eso es una forma de violencia. Tienen derecho a saber que pueden amar o a tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento. Y eso son derechos que tienen reconocidos que a ustedes no les gusta.” Por supuesto que esta apologista de la pederastia, así como su corte de adalides, luego aseguró que la reacción a tal rebuzno era “una campaña de la extrema derecha”.

El tercer escenario que tampoco es de poca monta es el reciente discurso del sibilino Gustavo Petro ante la ONU, loando las drogas y pidiendo su legalización. Sus malabares retóricos de culebrero de feria de Cundinamarca son de antología.  Pero ¿qué podía esperarse del “patrón” de estos días?  Ninguno de los que hablan de la irreverencia, u oportunidad, o conveniencia, o lo que demonios sea, de las palabras del presidente colombiano quiere recordar, o que se recuerde, que hasta hace nada era el mandamás de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Cocaineras. Bastante que ya se ha escrito sobre los lazos y estrategias entre distintos gobiernos de la región y el tráfico de cocaína hacia los países industrializados, pero de eso nada.

Las sesudas voces de los más ilustres analistas poco tienen que ver respecto a estas no tres, sino cuatro, situaciones que tendrán, o deberán tenerlas, hondas repercusiones en muchos más escenarios de lo que se quiere creer.  Por los momentos se dedican a estar adornando los campanarios abandonados cual veletas que poco hacen. Mientras tanto la procesión sigue su rumbo, nadie quiere escuchar las campanas que anuncian su paso.

 © Alfredo Cedeño  



viernes, septiembre 16, 2022

AMIGOS


Los amigos son una telaraña de resistencia increíble, pese a los huecos que se van abriendo cuando se rompe alguna de sus hebras. Es una larga madeja de hilos rotos: Miriam Mireles, Mikel de Viana, Alejandro Moreno, Álvaro González, son una pequeña muestra de ellos. Sin embargo, para mi fortuna, permanece una red que se afirma y hace más sólida con los años, me ocurre con el querido flaco José Gregorio Palacios, ahora pateando las avenidas de Chile, o la no menos querida Raquel Cohén, ni hablar de la muy amada y respetada Ana María Matute, la criolla, la de Los Teques; no puedo dejar de pensar en la siempre recordada rolita Adriana Rodríguez, tampoco en el muchacho eterno, y mago de los colores, José Campos Biscardi, ni en el siempre presente Jaime Ballestas. Son tantos... 

En esa red, y vean que afortunado soy, suelen aparecer nuevos filamentos con los que me ocurre algo curioso: pareciera que fueran largos años de contacto. Eso me ocurre con Saverio Cecere, a quien llego gracias a un hermano común a ambos: Orlando Acosta. Uno y otro son unos creadores incombustibles. Orlando, ahora habitante de tierra extraña, se balancea entre andamios para ganarse la vida; si se dedicara a firmar cada metro cuadrado que pinta en casas y edificios sería uno de los más grandes muralistas criollos, porque esa labor de sustento la realiza con la misma dedicación y entrega que pone a cada uno de sus cuadros. Ellos dos desde los años 60 del siglo pasado han estado vinculados, son unos cuantos años desde que se encontraron en las aulas de la Escuela de Artes Plásticas de Maracay

Saverio ahora vive en su Italia natal, donde se recupera de algunos quebrantos de salud, pero ello no impide que siga reflexionando profundamente en torno al acto creativo. Él es un creador que no aprendió la palabra descanso, miembro del movimiento MADÍ, fundado en Argentina en el año 1946, y con una trayectoria alejada de los focos, pero no por ello menos importante ni escasa trascendencia.  Fue compañero de andanzas, exposiciones y montajes, de Arden Quin, Arpad Szenes, Murilo Mendés, Volf Roitman, Ruben Núñez, Luis Guevara Moreno, Omar Carreño, Alirio Orama, Carlos González Bogen y Octavio Herrera, para citar algunos.

En medio de una larga conversación telefónica me dice: “Una cosa es la política y otra la ideología, la cual tenemos cada uno de nosotros.  El arte es una herramienta política, mas no ideológica, es la primera forma del espíritu teóretico, es conocimiento, es una entidad productora de imágenes. Las dinámicas de la investigación estética y científica deben preservar su autonomía, de lo contrario, se convierte en un dogma ideológico que es la negación de la creatividad.” Le escucho y no puedo dejar de pensar en la larguísima lista de poetas, cineastas, novelistas, artistas plásticos y demás zorros de similar pelaje que ahora guardan bajo siete llaves todo aquello que pregonaban años atrás. Libertad e igualdad son palabras de las que ahora guardan particular recelo, casi que han adquirido alergia a ellas.

 

© Alfredo Cedeño  

viernes, septiembre 09, 2022

HISTORIA DE GALLOS

Muchas veces me río solo cuando leo las soflamas de ciertos eruditos en honor a la literatura o la historia. Estoy convencido de que en realidad no hacen más que defender sus parcelas, lucirse como “expertos” en una u otra disciplina arroja dividendos. Desde viajes y recursos para congresos e “investigaciones”, así como cuanto tipo de eventos cualquiera pueda suponer, son parte de los dividendos que arrojan tales actitudes. La hilaridad que me producen dichas proclamas tal vez provenga del privilegio que he tenido en la vida de vivir una y otra, lo cual me hace ver como algo perfectamente natural lo que para los estudiosos de tales áreas es motivo de asombro.

En el caso de lo histórico me tocó oír desde niño que había nacido en Caracas y, con gesto pomposo lleno de no escaso orgullo decía mi padre, bautizado en la catedral, en todo el frente de la plaza Bolívar. No fueron pocas las veces que me llevó a dicho templo a mostrarme la pila bautismal mientras me decía: Aquí te sacamos el diablo, carajito.

Luego nos mudamos a La Guaira donde vivíamos al frente del polvorín en el viejo fuerte de San Pablo, que era donde las fuerzas españolas almacenaban pólvora, municiones y artillería. La primera construcción de esas instalaciones data de 1590, cuando fue ordenada su fabricación por parte de Diego de Osorio y Villegas; la construcción actual data de 1760. Lo cierto es que, hasta mediados de los años 70 del pasado siglo, esa edificación había sido tomada por Dominguito, un señor cuyo apellido no logro recordar. Al frente había construido su casa e instalado una bodega en la que vendía refrescos, cervezas y chucherías; mientras que en la explanada sur del recinto había instalado un patio de bolas criollas, donde acudían   la población masculina de los alrededores, mi padre, por supuesto, era uno de ellos.  Era común que mientras los adultos bebían cervezas y lanzaban las bolas y discutían y bochaban y todo lo demás, los pequeños nos internábamos en la estructura abandonada. ¡El cuarto de los tesoros!  Allí había viejas espadas y cascos de los conquistadores, pistolones, arcabuces, cualquier cosa que la mente febril de cualquier niño podía imaginar. Eran nuestros juguetes y nos sentíamos Ordaz, Osorio o Lozada.

Más tarde nos trasladamos a Caraballeda, población diminuta y de una profunda conciencia de su origen. A más de uno de sus viejos habitantes le escuché narrar con inocultable orgullo que había sido fundada por Francisco Fajardo el 18 de noviembre de 1560, “casi siete años antes que Caracas, ¡una pelusa!” Allí iba a misa en la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, que había sido erigida en 1578. ¡Y también fue tema de las pinturas de Armando Reverón! Uso estos ejemplos, por citar solo tres y les juro que podría seguir citando muchos más, para explicar por qué para mí la historia no es un objeto de estudio, es parte de mí, la he vivido.

En cuanto a lo literario me pasa no poco menos. Oigo disertar sobre lo real maravilloso o el realismo mágico, o leo algunos de los sesudos análisis que abordan dichos tópicos, y no puedo evitar preguntarme si estarán hablando o escribiendo en serio tan abundantes muestras de sapiencia.  A ver, ¿cómo hace uno para asombrarse ante lo que ha sido cotidiano en la vida de uno?  He dicho, digo y diré que toda la parafernalia hermenéutica y retórica que se expande sobre nuestra literatura viene de la incapacidad de ver que hace asombrar a aquellos que leen a los cronistas. Todos nuestros creadores literarios lo que han hecho es recoger lo que pasa a nuestro alrededor, es decir han hecho crónicas de lo acontecido en su tiempo, o han jugado con ellos, o han investigado en nuestras fuentes histéricas.  No logro recordar, ni encontrar en mis fichas, la relación que hizo siglos atrás un misionero sobre la abundancia y fortaleza de las hormigas en los alrededores de la Laguna de Unare, estado Anzoátegui, al punto de haber sido capaces de trasladar en solo una noche, una iglesia completa a varias leguas de su ubicación original.

Y si de episodios tragicómicos hablamos me viene a la memoria un incidente que viví en mi casa paterna de Caraballeda, y les juro por quien quieran que esto ocurrió tal como voy a escribirlo a continuación. Había una vecina cuyo hijo mayor se dedicó a la cría de gallos de pelea, pero en aquel pueblo donde todos nos conocíamos y cuidábamos no se guardaban ciertas normas de convivencia mínima. Fue así como el criador quiso convertir a toda la cuadra en un gigantesco criadero y las aves paseaban a su real albedrío por todas partes, lo mismo se metían en un cuarto que se encaramaban en un televisor o picoteaban a un gato. En medio de ese escenario dos mujeres de una de las familias parieron casi a la vez, y en la sala de su casa instalaron las cunas de los recién nacidos. Los pollos combativos agarraron por subirse a la cabecera de las cunas y soltar sus cantos a todo meter, con el natural sobresalto de los bebés, así como de los otros habitantes y de los vecinos. Puedo dar testimonio de que cantaban con una potencia que a veces hacía pensar que cargaban un megáfono en el pico.  El jefe de la casa, un hombre de parsimonia legendaria en toda Caraballeda, habló con sus vecinos y les pidió que por favor recogieran sus animalitos, caso omiso, los benditos animales continuaron echando vainas por todos lados, despertando a las dos criaturas y alborotando a todo el vecindario.  Los bicharracos acostumbraban dormir en una mata de níspero que había en un lado de su vivienda; así que ante la falta de acción la esposa del émulo de Job esperó a uno de sus hijos y a medianoche, sin sonido alguno, agarraron a los avechuchos y los metieron en un saco. Al día siguiente ella fue por todas las casas vecinas repartiendo una sopa de pollo que le había sobrado. Y todos comimos, y todos alabamos la generosa repartición de sancocho. Mientras tanto el dueño de los Rambo emplumados, con la ayuda de su mamá, llegaron hasta la orilla del río San Julián buscando y preguntando si alguien había visto unos gallos de pelea.  ¿Qué me dicen?, ¿realismo mágico?, ¿real maravilloso?

Tal vez esa incapacidad de entender sin mucha faramalla lo que nos rodea, o la habilidad de adornar con verborrea flamígera lo cotidiano es lo que nos pueda hacer entender cómo es que tanto inútil de verbo florido maneja o intenta manejar el país….

 © Alfredo Cedeño  

viernes, septiembre 02, 2022

NACIÓN SERÁFICA


En un país como el nuestro dónde lo que sobran son vagabundos devenidos en ilustres, picapleitos en magistrados y chupaletrinas en eminencias, el asombro ya es cosa del pasado. Ruego me excusen los Alabadores del Santísimo y las Adoradoras de las Santas Llagas, así como los ilustres investigadores de ciencias divinas y del más allá, pero en Venezuela se ha alcanzado un nivel de misticismo que ni santa Teresa de Ávila, porque es que ya nada nos turba, nada nos espanta.

Lo mismo podemos ver un malandrín que se roba periódicos y que cualquier día de estos veremos nombrado hijo ilustre de Monagas, que encontramos a un hampón convicto y confeso como máximo representante de la justicia. Por ello fue por lo que, en su momento, vimos como todos a uno le dieron palos hasta tumbar, cual piñata de cumpleañera, a Carlos Andrés Pérez; para encontrar ahora a infinidad de aquellos apaleadores elevándolo al altar de los mártires y los genios incomprendidos. Caso similar ocurrió con aquella ascensión a los cielos del nunca suficientemente bien muerto y sepultado santón de Sabaneta, al que ahora –muchos de sus otrora ensalzadores– apostrofan y desean su cocción en la quincuagésima paila del infierno.

Y esas condiciones espirituales nuestras no son de nueva data, podría remontarme hasta Bolívar. ¿Acaso no fue elevado al empíreo y después abandonado por esas mismas muchedumbres que lo aclamaban? Su caso es quizá el más patético de lo que hemos vivido, porque después de olvidado fue resucitado por dictadores y fantoches para a la sombra de su nombre lavarse la cara, una y otra vez, la última todavía la padecemos. Imposible dejar de mencionar a Marcos Pérez Jiménez quien luego de sembrarnos de torturas, asesinatos y destierros fue electo senador de la república. El caso de Pedro Estrada fue aún más artero y asqueante, sobraron quienes lo visitaron en su “modesto” apartamento de París.

Al lado de estos artes místicos también hay otros que ni Kafka, porque en lo de metamorfosis tampoco hay quien nos gane. Seguro estoy de que en algún momento se descubrirá que el camaleón, a quien muchos aseguran nativo de Madagascar, comenzó su evolución en estas tierras tropicales y subdesarrolladas. ¡Será nuevo motivo de orgullo y patrioterismo para pasear nuestro tercermundismo!   Para muestra par de botones, que podrían ser muchísimos, pero tampoco quiero extenderme porque, debo confesar que en este punto casi no puedo controlar las arcadas.

Pareciera que pocos recuerdan a aquel “desafiante” Francisco Arias Cárdenas que en el año 2000 se enfrentó a Chávez, a quien representó con una gallina en una cuña televisiva. ¡Venezuela enloqueció! La celebración al “valor y osadía” del también militar retirado fue de órdago, en algún rincón de mi archivo conservo parte de la larga lista de sesudos análisis de lo que significaba el “quiebre” del chavismo, así como de no menos lisonjeras proclamas de afecto al nuevo Mesías. Bien saben todos cómo y dónde terminó el gallinero de marras.

Pienso en él al ver el segundo botón, ese espécimen inclasificable llamado Rafael Alejandro Lacava Evangelista, por el que algunos otros especímenes de esa entelequia llamada oposición están empezando a asomar apuestas. 

Este “rico de cuna”, como a él mismo le gusta definirse, que ha sido diputado suplente, alcalde, diputado, gobernador, sobreviviente de cáncer y paremos de contar, se le ha visto desde comienzos mismos de la “revolución bonita” haciendo toda clase de maromas y contorsiones bajo el ala del chavismo madurismo; sin embargo, no son pocos los que están haciendo toda clase de cuentas y circunloquios para ungirlo como el “gallo tapao” con que se puede derrotar a Maduro. 

Por lo visto las metamorfosis criollas hacen coyunda con lo místico de manera impecable, es así como el rico-proletario Lacava ahora será candidato opositor mientras sigue transitando el camino de lo místico y, sin pretensiones homofóbicas, él continua, pero bajo los auspicios de San Juan de la Cruz, y en cualquier momento lo podemos ver recitar:

No penséis que el interior

que es de mucha más valía

halla gozo y alegría

en lo que acá da sabor.

Y esto lo hará vestido de Drácula y bailando en un templete. ¡Qué surrealismo, ni qué realismo mágico, ni qué niño con tetero! 

 

© Alfredo Cedeño  



viernes, agosto 26, 2022

AVES DE PRESA

La casta política es la misma en todas partes, usted los oye aquí, allá y acullá, mientras sueltan los mismos retruécanos, las mismas incoherencias, similares idioteces, con el mismo gesto de hetaira redimida, aires de sacristán pontificador y vocabulario de picapleitos empoderado. Lo mismo los podemos escuchar hablándonos de peces de colores que han de llevarnos al cielo de nuestra capacidad inexplotada como pueblo, que de ogros malolientes culpables de todas nuestras desgracias. Todos ellos hacen gala de una pirotecnia oral que ya quisieran haber tenido los más reputados oradores de la antigüedad; las facultades narrativas que saben desplegar hacen lucir a los hermanos Grimm como unos pichones desplumados al lado de ellos. En realidad, son unas aves de presa que aguardan su momento para ensartar a cualquiera con sus añagazas.

Escribo todo esto después de ver la puesta en escena de la toma de posesión del ahora Excelentísimo presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, economista por más señas.

Quiero aquí hacer una parada. Este ahora gobernante es egresado de una de las universidades privadas más viejas de su país, la Universidad Externado de Colombia; por lo visto las universidades públicas no suelen ser el fuerte de estos izquierdistas caviar. Por otro lado, debe decirse que este señor al que suelen anunciar, con voz impostada y tono señorial, como doctor, en realidad luego de la desmovilización del grupo guerrillero M-19 se largó Bélgica, a realizar –y vean donde–, en la Universidad Católica de Lovaina un diplomado en Medio Ambiente y Desarrollo Poblacional.  Sin embargo, sus pretensiones académicas no se quedaron allí y luego comenzó estudios de doctorado en “Nuevas Tendencias de la Administración de Empresas” en la también privada Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, y la Universidad de Salamanca, España, donde terminó obteniendo una especialización en Administración Pública.  Esperemos que ese título no sea como el doctorado en Economía y Empresa que otorgó la Universidad Camilo José Cela a su colega español Pedro Plagio Sánchez.

Pero sigamos con la toma de posesión del ahora primer mandatario. Hay muchísimas cosas de las que se pueden hacer observaciones, pero esta vez me quedaré en dos. En primer lugar, su saludo protocolario de 9 minutos y 41 segundos, en el cual fueron incluidos desde presidentes hasta el vendedor de aceite de culebra del mercado de Paloquemao; sin dejar de mencionar el gesto de su esposa, que, trajeada a usanza de Pontífice romano, aunque de infinitamente mejor ver, con gesto hosco, ceño fruncido y boca displicente trató de mostrarse cual Diana de Gales tropical y revolucionaria.

En segundo lugar, quiero copiar sus palabras cuando iba por el minuto 20 de su alocución: “Claro que la paz es posible si se cambia, por ejemplo, la política contra las drogas, vista como una guerra, llamada la guerra contra las drogas, por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas. Es hora de una nueva Convención Internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado rotundamente, que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados, la mayoría colombianos, durante estos últimos 40 años, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año por drogas, que ninguna se produce en América Latina. Que la guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los Estados. Que la guerra contra las drogas ha llevado a los Estados a cometer crímenes –nuestro Estado ha cometido crímenes– y ha evaporado el horizonte de la democracia. ¿Vamos a esperar que otro millón de latinoamericanos caigan asesinados y que se eleven a 200.000 los muertos anuales por sobredosis en Estados Unidos? ¿Vamos a esperar que en los próximos 40 años otro millón de latinoamericanos caiga bajo el homicidio y 2 millones 800.000 norteamericanos mueran por sobredosis? ¿O más bien cambiamos el fracaso por un éxito que permita que Colombia y Latinoamérica puedan vivir en paz? Llegó el momento de cambiar la política antidrogas en el mundo para que permita la vida y para que no genere la muerte. Que nos quieren apoyar en la paz, nos dicen una y otra vez en todos los discursos. Pues cambien la política antidrogas, está en sus manos, en el poder mundial, en las Naciones Unidas, el poder hacerlo.”

Como bien era de esperarse, ¡ni de vaina!, nada dijo de los vínculos entre la producción de coca y los ejércitos revolucionarios. Su silencio en torno a la sinergia guerrilla-traficantes fue total. Esas son vainas de los periodistas que viven inventando cosas en sus mentes calenturientas. 

Ya lo dije en la primera línea:  la casta política es la misma en todas partes. Son aves de presa a la caza de alguien a quien ensartar, son unos carifrescos capaces de mearse en nuestras caras y luego correr a anunciar que está lloviendo, mientras anuncian lo buenos que son. “No ven que ni dormir podemos para estar pendientes de ustedes y que ni un catarro los agarre por causa de la lluvia…”

 

© Alfredo Cedeño 

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