miércoles, noviembre 29, 2017

ESPECTADORES SILENCIOSOS



                Nuestra angustia vital, nuestro país, nuestra cuna primaria, han querido convertirla en un vaudeville de fonda de mala muerte. Y sus autores, entiéndase la casta política criolla, han logrado cautivar, cual Delia Fiallo repotenciada, a una audiencia significativa. Destacan los pensantes, aquellos que miran, reflexionan y expresan su más entusiastas encomios a los creadores del bodrio que se pretende soportemos estoicamente. Voces adustas nos echan en cara a quienes alertamos sobre el desastre y exigimos que al menos la justicia alguna vez sea una realidad nacional. También hay quienes pretenden ser mordaces o juegan a ser irónicos, sin comprender el papel de viejas celestinas que juegan en tan infausta puesta en escena.
                A ese irreductible club de seguidores de las estrellas en cuestión no les importa que la Fiallo haya sido superada años ha por José Ignacio Cabrujas, Salvador Garmendia, Julio César Marmol y Boris Izaguirre, entre muchos otros. Ellos aseguran que Cristal, Leonela y Esmeralda son la mejor demostración de lo que es la verdadera manera de hacer televisión; y que La Dueña, La hija de Juana Crespo y La Dama de Rosa, son veleidades de unos comunistoides que aprendieron a hacerle guiños a Konstantin Stanislavski gracias  a las musarañas importadas por Enrique Porte al mundo actoral venezolano.
                Hay momentos en que me siento como si fuera un vecino sonámbulo que se da cuenta de que a lo lejos se desarrolla un fuego que amenaza con incendiar las casas del vecindario. De inmediato brincan rabiosos los corifeos a acusarme de alarmista y me desean hasta que un cardumen de pirañas me coma las partes pudendas. Lamentablemente, ese grupete de fanáticos ni de vaina agarra un balde para tratar de echarle agua al fuego y te enrostran por qué no te ocupas de apagarlo. De lo menos que eres tildado es de indolente. 
                Por lo visto se aspira a que guardemos estoico silencio, y no faltan aquellos que exigen que aplaudamos a rabiar y expresemos de viva voz nuestro total respaldo al elenco de turno, y hasta hay los que exigen que mantengamos tan encomiable actitud para con quienes aspiran a sustituirlos. Caso contrario eres un traidor redomado que no tienes sino oscuras motivaciones en tu empeño de tratar de hacer ver que todo está en llamas. No falta quien te acusa de cómplice de la reata de  pirómanos que han propagado la candela por cada rincón.
                ¿Callar? No es una acción que aprendí a realizar, sólo queda aguantar la tunda de los celosos seguidores del adefesio en cuestión y seguir alertando. Ya se verá a los más encendidos derramar lágrimas de cocodrilo cuando el fuego les empiece a calentar los pies.
               
© Alfredo Cedeño

jueves, noviembre 23, 2017

VUELO DE LEDEZMA

            En este subibaja político emocional en que vivimos los venezolanos hoy escribo, a diferencia de la semana pasada, con euforia, con profunda alegría. La libertad de Antonio Ledezma, conseguida por obra y gracia de su osadía y de aquellos que lo auxiliaron,  no es para menos. Ellos han puesto un nuevo escenario sobre la mesa, hay un nuevo reparto de naipes que obliga a preguntar: ¿Cómo quedan Ramos, Borges, Rosales, Petkoff y la infinita corte de lambucios éticos-políticos-económicos que suelen elevar su consabido coro de alabanzas a cada una de sus vagabunderías?
            La salida de Ledezma de Venezuela, supuestamente por tierra, aunque no siempre se revela la verdad en casos como estos, y así no impedir que el mecanismo nuevamente se ponga en uso, fue una operación de limpia factura a la cual estuvo ajena toda su gente más cercana. La comisario Elizabeth Cárdenas, hoy presa de los perros rojos, es la mejor manifestación de ello. Eterna mano derecha de Ledezma, había de suponer que su libertad iba a significar una arremetida feroz contra ella y hubiera tomado las previsiones del caso. Por eso pudieron echarle mano. Muchos, empezando por el propio Antonio, lamentamos su prisión.
            Ahora bien, revela mucho más de lo que algunos quisieran las reacciones de algunos personajes ante los hechos. Muchas personalidades del mundo entero saludaron con alegría su libertad, mientras que otros no pudieron ocultar su pesadumbre. Muestra de lo primero fue lo que dijo, Twitter mediante, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos: "Mi saludo a Antonio Ledezma, referente moral de Venezuela, ahora libre para liderar la lucha desde el exilio para la instauración del sistema democrático en su país".  La otra cara de la moneda fue lo expresado por un "pensador" del Cono Sur quien por la misma vía manifestó: "A mí me parece que una de las atribuciones del Secretario General de la OEA no es la de nombrar a los líderes que debe tener cada país."
            Hay figurones que han sido erigidos, o se han autoerigidos, en gurús del pensamiento político y pontifican con aires de eruditos renacentistas, que ya quisiera Buonarroti haberse dado los aires que estos se dan, y señalan las rutas que debe seguir la dignidad venezolana en su lucha contra la dictadura roja. Y así vemos como arremeten contra Diego Arria, cuando no contra María Corina, Almagro y quien sea en las omnipotentes redes sociales.
            ¡El arrojo de la ignorancia que divertida puede ser! La situación venezolana no es para solazarse precisamente. ¿Será que esos infelices que gorgotean babiecadas olvidan lo que hizo De Gaulle, o lo que significó Rómulo Betancourt desde el exilio, o qué aportaron a Chile, Argentina y Uruguay en sus más oscuros momentos sus dirigentes exiliados en Venezuela y el mundo entero? 

© Alfredo Cedeño

Follow bandolero69 on Twitter