domingo, junio 25, 2017

SIEGA A CIEGAS


Milenios atrás, los agricultores cosechaban el trigo cortando las espigas con una hoz. Eran tiempos cuando esos instrumentos se hacían de madera o hueso con incrustaciones de pedernal que actuaba como filo cortante. Mucho después fue cuando utilizaron la hoja de metal curvada que es la más conocida ahora; tal vez por su popularidad como símbolo del partido comunista al lado del martillo.
En estos tiempos de barbarie que vive Venezuela, donde el gandul que ejerce la presidencia cada día desbarra más, la siega que se presencia es de vidas, de vidas tempranas, de muchachos  que en vez de una hoz son arrancados con bombas, balas y perdigones. Es una cosecha brutal y despiadada, de violencia enajenada y ciega, en la que las voces lastimeras de siempre se quejan ante los resultados, más sin embargo no se articulan respuestas para ejercer la legitima defensa frente a la desquiciada violencia oficial.
Todos los canales regulares, así como cada vía legal, han sido cerrados a cal y canto por Maduro y la pandilla de malvivientes que le acompañan en su borrachera homicida. Estamos llegando al centenar de víctimas en esta jornada de protestas, a la que varios han tratado de apaciguar en vano. Los respetados muchachos no cejan en su pelea, pese al abandono al que les han sometido.
La ruindad de varios prohombres no deja de ser proverbial. Tanto que se mofan de la incontinencia verbal característica de los mandamases chavistas y compiten con ellos a la hora de entonar disparates. Siquiera fueran a tomar agua para que cerraran sus bocas. Luego los oiremos y leeremos disertando sobre “la gesta heroica de la juventud venezolana en la oscura hora que vivió la patria”. ¡Cómo les gusta el ditirambo!
El imperio romano, en su esplendor tenía la provincia Galacia, que estaba ubicada en la zona sur de la llamada Asia Menor, y a sus oriundos se les conocía como gálatas. Y fueron las palabras del apóstol san Pablo a los cristianos que habitaban allá las que dieron origen al capítulo bíblico: Epístola a los Gálatas.  En ese texto encuentro esta frase: “Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
¿Está Maduro en condiciones de cosechar lo que ha sembrado en estos días? ¿Qué aspiran a colectar aquellos que han denostado de nuestros jóvenes en lugar de acompañarles y ayudarles en su gesta titánica? ¿Hay quienes creen que esa muchachada será un invitado de piedra en los tiempos que se avecinan? Ellos, como nadie, se han ganado el derecho, pagándolo con su sangre, a empuñar el timón de un país que ha estado al garete en medio de esta tormenta que parece no tener fin.  El rol de timonel no será concesión graciosa de nadie.

© Alfredo Cedeño

domingo, junio 18, 2017

CANALLA TALENTOSA


                Escucho con verdadero pasmo a dos personajes que, seguramente, terminarán endiosados como prohombres del llamado retorno institucional en Venezuela. Ambos reparten facundia con sus enjundiosas palabras, preconizan en torno al dialogo como única vía valedera para reconquistar los espacios democráticos; y mientras tanto se dedican a denostar de los admirados muchachos, esos gallardos guerreros a los que no me canso de celebrar, porque sin su aporte espléndido sólo Dios sabría en qué estercolero estaríamos sumergidos.
                Gente querida y admirada, con perseverancia digna de mejores causas, no se cansa de enmendarme la plana. Me tildan de inoportuno por mis alertas sobre los bichos de uña y pezuña que andan merodeando, cual bagre entre las guabinas, las luchas de la ciudadanía para luego dedicarse a disfrutar del ejercicio del poder.  El razonamiento que los guía en sus reconvenciones está preñado de buenas intenciones, y no poca ingenuidad. Por ello, y por tener la profunda certeza de sus verticales honestidades, callo y no les respondo, su pureza no tiene por qué ser blanco de uno de mis desplantes. A fin de cuentas ellos son la demostración por excelencia del don de gente del venezolano, de su generosidad sin fronteras, ese que casi hemos visto desaparecer en este largo eclipse rojo rojito.
¿Cómo callar ante los conciliábulos de conspicuos voceros opositores que se reúnen con Ameliach, Arias Cárdenas o Jaua? Lamento no poder complacer a mis afectos que me piden silencio ante estas trapacerías, porque callar es el mejor modo de hacer que sigamos sumergidos en el celestinaje infinito que ha caracterizado nuestra vida política, madre de todas las desgracias que padecemos los ciudadanos.
Una verdadera nube de polichinelas, presumiendo de Maquiavelo, agita el velo de la cobardía sobre Chávez por su guarecimiento en la madrugada del 4 de febrero de 1992 en las viejas instalaciones del cuartel militar de La Planicie. Son los mismos que aparecen espasmódicamente, con pasmosa velocidad y,  ¡Oh casualidad!, fortuitamente cerca de alguna cámara que los grabe en la “primera línea de combate”.  
Todos, de manos tomadas con los próceres que ahora pontifican sobre la “unidad”, forman parte de una canalla institucionalizada que no duda en condenar la acción demoledora de una muchachada que nos ha permitido retomar el camino de la libertad. Niños hechos hombres que también han rescatado nuestros ancestrales gestos de soñadores, en ellos resucita don Alonso Andrea de Ledesma quien en mayo de 1595, íngrimo y solo, le plantó cara a Amias Preston para defender a una desamparada Caracas. Pésele a quien le pese, duélale a quien le duela.

© Alfredo Cedeño

domingo, junio 11, 2017

¿AGRAVIOS O RECUERDOS?


¿En qué pensaría la ahora inefable Cecilia Sosa Gómez cuando a final de la tarde del martes 19 de enero de 1999 firmó la sentencia de la otrora Corte Suprema de Justicia que daba luz verde a la Asamblea Constituyente chavista? Pero, unas semanas antes, el miércoles 16 de diciembre de 1998, ¿se imaginaban Raúl Pinto Peña, Enrique Ochoa Antich y Viviana Castro, cuando actuaron como integrantes de la Junta Directiva de la Fundación para los Derechos Humanos, e introdujeron ante el mencionado cuerpo judicial su escrito en el cual aseguraban: “...ha sido propósito nacional, recurrentemente propuesto producir una profunda reforma de nuestra Constitución,” y así dar piso legal a la bendita Asamblea Constituyente del nunca bien denostado comandante intergaláctico, el infierno en que nos sumergirían?
Aunque a muchos les pese y les duela que este cronista recuerde los hechos, y que muchas veces ello acarreen ataques de toda laya, no hay en estas líneas recursos de interpretación o memorial con capacidad de superar los agravios que muchos, ahora “próceres del rescate institucional”, se han echado encima ellos mismos una y otra vez.
Creo que una de las ocasiones más emblemáticas de lo que hoy digo fue el lunes 5 de julio de 1999 cuando Jorge Olavarría, en su discurso como orador de orden en el aniquilado Congreso Nacional, por la conmemoración de los 188 años de la Independencia de Venezuela, anunció ante las poco veladas amenazas del golpista: "Estas no son las amenazas de un reformador que se niega tercamente a ser reformado. Son los anuncios de un destructor".
Las reacciones fueron inmediatas. La ya citada doctora Sosa, por aquellos tiempos todavía presidenta del máximo tribunal venezolano, abandonó tempestuosamente, en medio del discurso del orador de orden, el hemiciclo mientras manifestaba su indignación ante el irrespeto a un acto solemne… Y no solo ella. Era en aquel momento ministro de la defensa el general Raúl Salazar, quien luego de un breve cuchicheo con Chávez, se acercó al alto Mando Militar y todos en pleno abandonaron el recinto parlamentario.
Eran días en los cuales el actual gobernador mirandino, Henrique Capriles, era presidente de la Cámara de Diputados, y al finalizar el acto, al ser consultado por los periodistas con su típica voz rechazó el discurso y se opuso a la solicitud de Olavarría en su propuesta de enjuiciar al jefe del Estado.  Además de ello el actual gobernador lamentó mucho que se hubiera utilizado la tribuna del Congreso de la República para un discurso que no era precisamente para la fecha que se celebraba y “pidió disculpas a la población venezolana”.
Les vuelvo a escribir, Dios mediante, la próxima semana.

© Alfredo Cedeño
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