miércoles, mayo 30, 2018

QUE EN PAZ DESCANSES




                En el museo Pío-Clementino, que forma parte de los museos del Vaticano, hay una pieza que es sobrecogedora. La tensión que emana de sus casi dos metros y medio de altura apabulla a cualquiera. La impotencia que desgarra el rostro de Laocoonte apresado por las serpientes marinas intimida, ni hablar del rostro del mayor de sus hijos que a su izquierda trata de zafarse del reptil que ya se enrosca a uno de sus brazos y una de sus piernas.  A la derecha, el menor de sus vástagos  se retuerce indefenso.
                Esa pieza fue esculpida en un solo bloque de mármol por los artistas Agesandro, Polidoro y Atenodoro de Rodas, se supone que a principios de la era cristiana. Su origen está en la Eneida, donde Virgilio describe la muerte del sacerdote troyano que trató inútilmente de impedir el ingreso del mentadísimo caballo de Troya, del cual se valen los aqueos para tomar la ciudad. De esta obra Plinio el Viejo, en su Naturalis Historia, había escrito frases muy encomiadoras luego de verla en el palacio del emperador Tito hacia el año 70 de nuestra era.
                Sobre esta escultura se llegó a decir que habían sido alucinaciones de don Plinio, hasta que el 14 de enero de 1506 en una viña cercana a Santa María la Mayor, en terrenos de Felice de Fredis se encontraron sus restos. El papa de aquellos tiempos, Julio II, envió a Giuliano de Sangallo, quien junto a Miguel Ángel, identificó la escultura como la descrita por el citado autor romano. Por supuesto que el pontífice ordeno su adquisición y traslado a sus dominios. 
                Esta pieza y su historia me vienen a la memoria en medio de la conmoción que me ocasiona la noticia del asesinato de Evio di Marzo en los alrededores del Teresa Carreño. De él me separó en tiempos recientes su chavismo furibundo e irreflexivo. A él me unirá siempre su impetuosa irreverencia, la que hace 31 años me llevó a dedicarle una exposición fotográfica en la galería del Colegio Nacional de Periodistas de Caracas. Fue un año delirante al lado de él y su banda Adrenalina Caribe, fotografiando decenas de ensayos y numerosos conciertos. Lo vi enloquecer la sala de Mata de Coco al salir a escena dentro de una urna para de allí saltar a cantar y danzar con un desparpajo que solo él podía lucir.
                Lo pienso y evoco a Laocoonte porque esta pesadilla roja que por tanto tiempo hemos padecido, y por la cual el queridísimo Evio dijo más de una vez estar dispuesto a dar la vida, ahora se enrosca en torno a él, su obra y todo el país con movimientos paralizantes que cada vez asfixian más y más. Que en paz descanses muchacho…
                              
© Alfredo Cedeño

miércoles, mayo 23, 2018

MAROMEROS EN CANTALETA

                Como bien era de esperarse, la cantaleta que permanece de turno es el diálogo. De muy poco, puede decirse que de nada, sirvió la respuesta firme e inconfundible que dio la ciudadanía el pasado domingo 20 de mayo. Pero, como perfectamente saben hacer los maromeros de siempre, ya sobran quienes quieren aprovecharse de la rabia sorda e inamovible de todo el país ante los repartos de cuotas de poder que pretenden seguir ejecutando a costillas de todos nosotros. No han entendido, y, por lo visto, no van a entender. Son como los bombillos: no les entra nada.
                Hasta en papiamento se les dijo que no había condiciones para un supuesto diálogo. Los resultados de las conversaciones bachateras se tradujeron en un incremento desmedido de la represión, crecimiento inclemente de detenciones arbitrarias y torturas a los presos políticos, desaparición de poder adquisitivo, evolución y reaparición de toda clase de enfermedades, ascensión inflacionaria a niveles inimaginables, y, como consumación de todo, unos sufragios amañados y confeccionados a conveniencia de la dictadura.
                No hubo quien no alertara sobre las irregularidades e inconveniencia de participar en la mojiganga electoral y, como bien saben, el honorable señor Falcón y los otros, apostaron por esa vía, pese al reclamo unánime de no hacerlo. Curas y obreros, comadronas y cirujanos, señoras y cachifas, muchachos y abuelos,  no hubo quien no advirtiera del fraude en gestación.  Solo los maromeros de siempre salieron expeditos en su torpeza proverbial a hacerle el coro al Arias-Rosales-Capriles de turno.
                ¿Cómo no indignarse al ver la noche del propio domingo 20 al ex gobernador larense con aire entre compungido y altanero anunciar el desconocimiento del fraude al que él legitimó con su participación?   El mismo que con arrogante firmeza anunciaba que ganaría  unas elecciones limpias, ahora salió con aires de doncella yaracuyana ultrajada por un robagallinas de Betijoque a denunciar lo que todos dijimos desde el comienzo. Cada vez que alguna voz señalaba el riesgo que se corría saltaba una verdadera tropa de sacristanes y celestinos tremolando al viento unas encuestas en la que se anunciaba su triunfo irreversible. ¿En qué letrina están ahora dichos estudios de opinión?
                Pese a sus torpezas debe reconocérseles su apego al guion sempiterno: ahora el turno, junto al impelable diálogo, es el respeto a los actores políticos que tanto se sacrifican por el bien de la nación, y exigen, con aires de vestales a las que les han metido mano, que no se utilice la descalificación para atacarlos.  ¿Quién mejor que ellos mismos para autodescalificarse?

© Alfredo Cedeño

miércoles, mayo 16, 2018

¿SE VOTA O SE BOTA?




                Los principales dogmas de la Iglesia católica son 44, yo, pese a mi catolicismo confeso, al pesar de los pesares, solo tengo uno: mi país. Los versos finales del emblemático poema Adherido a ti Venezuela de Antonio Arráiz, son mi credo particular:
Aunque seas mala madre, / estaré adherido a ti, Venezuela, / adherido de amor; / y subirme sentiré, de ti, buena o mala, /tu vida propia, como savia.
                Adoro hasta el llanto y la ternura y la euforia y la impotencia y el dolor a mi tierra. He tenido el privilegio de poder dedicar mi trabajo a conocer y dar a conocer lo que es ella y sus gentes. He gozado de mojarme en las nacientes del Orinoco y revolcarme en las aguas del Delta Amacuro, me embadurné de nieve en el pico Bolívar y de arena y nácar entre las ruinas de Cubagua, tirité de calor en las sabanas de Apure y me ahogué de frío en los páramos tachirenses. Y su gente, ¡mi gente!, mis amados paisanos, cuanto amor recibí de ellos. 
                Por todo eso, ver ahora el estercolero en que me la han convertido me sume en una profunda tristeza que casi inmoviliza. Los demonios rojos han sido eficaces en su labor tetánica, poco a poco, pero con suma eficacia, han desmantelado el vasto tejido social de solidaridad y luchas que tanto nos caracterizaba. La perversión, heredada de los tiempos de una democracia defectuosa, ha permeado con ritmo vigoroso toda la estructura nacional. Unas fuerzas armadas inutilizadas por unos comandos rapaces que se han entregado con furor uterino a las mesnadas cubanas, mientras que los honestos son maltratados inclementemente por una dirigencia opositora celestina y una ciudadanía ignara.
                Esa mencionada "dirigencia" ha sido pródiga en fabricar mesías de ineficiencia proverbial. Primero fue Arias Cárdenas, que, con voz de sacristán malamañoso y una gallina bajo el brazo, llenó de falsas ilusiones a medio país. Más tarde el turno fue para Ismael García, quien de ser el creador de la Lista Maisanta, ¡que no se olvide nunca su actuación nauseabunda!, pasó a ser una versión contemporánea de Negro Primero.  Los ejemplos sobran, y lo que vino a poner la tapa al frasco es esa vergüenza hecha gente llamada Henri Falcón que ahora cual flautista de Hamelín, ataviado con ropajes de arlequín marginal, convoca a celebrar el carnaval ideado a la medida del bigote bailarín.
                ¿Votar este domingo, o algún otro que cohoneste el desastre que vive nuestro país y botar otra oportunidad de ejercer un sufragio real? Y eso hay que preguntarlo hasta que entre en las cabezas huecas de quienes presumen de encabezar el rechazo que ha capitalizado la pandilla gobiernera. Mientras tanto y para que no quede duda repetimos a Arráiz: Quiero quedarme aquí, firme y siempre, / sin un paso adelante, sin un paso atrás. / He de amarte tan fuerte que no pueda ya más, / y el amor que tenga, Venezuela, me disuelva en ti.
                            
© Alfredo Cedeño

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