domingo, junio 29, 2014

SAN JUAN DE GUATIRE

            La fiesta, en cuanto manifestación grupal de alegría para celebrar todo aquello que nos une, es la manifestación por excelencia de la religiosidad inmanente al ser humano. Festejas para recordar que eres miembro de una comunidad en la cual participas y haces que la vida sea infinitamente más que una sucesión de dogmas o creencias. Celebras al entenderte y entender a quienes van contigo construyendo lo que aspiras a ser, mientras cada cuerpo busca expresarse buscando un cielo que sabe puede alcanzar.  Las llamadas fiestas populares son manifestación por excelencia de ello, hoy les muestro las imágenes de la Parranda de San Juan de Guatire; y trataré de darles algunos apuntes sobre esta fiesta que se celebra al lado de Caracas. 
 
            Una de las cosas que más me sacudió este pasado martes 24 de junio, fecha en la cual se festeja a San Juan Bautista, en esta población mirandina, a menos de 40 kilómetros al este de Caracas, fue la honestidad de su celebración.  Oscar Muñoz, miembro de la directiva de la parranda de La Ñeta Ibarra, me dijo ese día: “Este San Juan no hace milagros. Nosotros no estamos aquí por pagar promesa, ni nada de eso, lo hacemos porque esto es nuestra tradición y la cultura tiene que conservarse.” Así, sin merodeos o justificaciones morales judeocristianas que permitan ejercer el derecho al gozo voló mi primer paradigma festivo.
 
            La segunda voladura de paradigmas que tuve ese día fue cuando al acercarme al altar de la iglesia parroquial no había un San Juan… ¡Había 27!  En Guatire no hay, tal como se acostumbra a ver en las poblaciones donde el santo de los negros es venerado, una imagen que centraliza la devoción. En este valle de Pacairigua, como también se le llama a la tierra natal de Rómulo Betancourt, se han ido conformando grupos de vecinos que formaron una “parranda” y salen por las calles del pueblo cada cual por donde mejor le parezca a bailar su santo. Aquí la religión no es una horma para encauzar la alegría, se siente, se toca, se canta y se baila con la alegre libertad que su propia fe les otorga.
 
            A las 10 de la mañana la iglesia se llenó a reventar, y luego del oficio religioso el párroco fue entregando cada imagen a los “promeseros” a las respectivas parrandas que fueron agarrando su imagen y salieron bailándolas hasta la puerta principal del templo donde cada agrupación era esperada por sus músicos, que son tres tamboreros quienes tocan dos tambores culo e puya y un redoblante. Imposible acompañarlos a todos, así que opté por irme con la parranda de La Ñeta.  Pese a que no hay pago de promesas, los niños son alzados en brazos por bailarines que se lo ofrecen al santo; mientras en las afueras sus cofrades entonaban:
Ay cuando salirá mi Yayo Juanicó
Kilembe cuando salirá
Ay qué no me lo escondan Yayo Juanicó
Kilembe cuando salirá
Ya salió, ya está saliendo mi Yayo Juanicó
Kilembe cuando salirá
 
            El frenesí de los cueros va sumergiendo en un delirio a todos los que estamos allí. El calor hace sudar a chorros, y los bailarines se van turnando al santo, va de mano en mano y por el lateral izquierdo de la iglesia se van a visitar las casas de sus feligreses. Cada vez que entran a cualquier hogar los acompañantes cantan:
Ay Mariambea Juambimbe
Aquí está San Juan Bautista
Que les viene a saludar
Ay Mariambea Juambimbe
Si me dan permiso entro
Ay Mariambea Juambimbe
Y si no me vuelvo atrás
Ay Mariambea Juambimbe
 
            ¿Qué mejor religión que la devoción sin afeites?  Voces broncas de negros cimarrones, cinturas ágiles y deslumbrantes de hembras embriagadoras, repique altanero de unos cueros que retumban por las calles de un pueblo entero volcado a celebrar. Eucaristía de hondas raíces para una tradición que cumplirá milenios, una fiesta nacida del cruce de la vitalísima savia africana que vino a nutrirnos, y del santo que nos impuso la Iglesia conquistadora.
 
            Niñas que apenas se asoman a la pubertad entonan los cantos de claros ancestros esclavos:
Ay wandé, wandé
Wankilimakili coquilembé
Ay wandé, wandé ya ya
Wankilimaki code Rosa
Ay wandé, wandé ya ya
Wankilimaki code Alzur
Ay wandé, wandé ya ya
Muchachos que entran a la adultez con la risueña convicción de saberse herederos y parte de un rito como es el caso de Rafael Alejandro Toro, quien me conmovió con su entrega a la parranda de La Ñeta, en medio de dos columnas de la tradición guatireña como son María Martínez Alzur y Juana Hernández.  Fuente a la que acuden músicos e investigadores como Héctor “Sahu” Castrillón, a quien encontré entregando el alma al repicar el tambor como lo hace desde hace más de 30 años en esta comunidad. 
 
            Bendito sea San Juan que sin hacerle milagros a nadie se convierte en prodigio y es resonante plegaria. Bendita la gente de Guatire que acompaña a su santo con alebrestada rochela de cantos y tambores, haciendo que la fe no sea un cepo confinado a las cuatro paredes de un templo que muchas veces se olvida de ser luz, esperanza y vida. Bendito el desamparo de Danne Marques, a quien vi con el desespero de sus 10 años luchar contra el tiempo para remendar el santo que una doña atropellada había dejado sin un brazo… Bendito sea mi país que no deja de regalarme asombros y hacerme entender que es una cantera infinita de gente preciosa que al lado de su devoción nos amamanta para hacernos lo que somos. Amén.

© Alfredo Cedeño

 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

sábado, junio 28, 2014

SEGURIDAD

La seguridad con su acerada apariencia
se derrite frente a la firmeza de nuestros muchachos
los recluyen
les quitan su derecho natural a la calle
los golpean
les quieren cortar sus alas
los llenan de maltratos
buscan encerrarlos como si cerdos fueran…
Y estas criaturas arrebatadas de paz
se paran frente a esa ridícula parafernalia
hasta diluirla sin falsas misericordias
exigen la libertad de sus compañeros
revientan las calles con pasos firmes
hacen saltar los cerrojos en pequeños pedazos
obligan al futuro que se acerque
y enfrentan los atropellos con fresco desparpajo.

© Alfredo Cedeño 

jueves, junio 26, 2014

DESGARRO

Han buscado desgajar la flor de la ciudadanía
encierran con saña a muchachas y niños
abalean alevosos nuestros jardines
los arrancan hasta dejar la herida abierta
y desde la carne viva no cesa esta pelea…

© Alfredo Cedeño 

martes, junio 24, 2014

BROTE


                                               A los estudiantes venezolanos

No tiene miedo para atravesar el suelo yermo
su puja es larga, apremiante y sin cuartel
el cielo está a la espera de sus ramos y frutos
llueven las amenazas que se hacen infinitas
y las esperanzas son plegarias perpetuas…
Asomo tierno de vida e inconmovible retozo
gesto desprendido de muchacho sin miedo
firme búsqueda de un albedrío a ratos esquivo
solitario flechazo que rasga la indiferencia
libertad que germina pese al abandono general…

© Alfredo Cedeño 

domingo, junio 22, 2014

MUJERES (Doris González)

            He manifestado en repetidas oportunidades que Venezuela es lo que es, pese a sus políticos y gracias a sus mujeres. Semanas atrás al escribir sobre el concepto de Patria (http://textosyfotos.blogspot.com/2014/06/patria.html) el querido cura Alejandro Moreno me hizo una acotación que en esa oportunidad incluí como postdata al apenas recibir su correo y que nuevamente les copio acá: “en Venezuela no resuena tanto el término patria, tierra de los padres, porque más bien es tierra de las madres. Más que patria, debería decirse matria."
 
            Con esta entrega de hoy quiero dar continuidad a una serie de trabajos que comencé más de 20 años atrás en El Diario de Caracas, donde la querida Lucy Gómez, quien siempre apoyó cuanta quijotada se me ocurría, me publicó una serie de trabajos sobre la mujer venezolana. Retomo ahora aquellas entregas mostrándoles el trabajo de la danzarina del barro Doris González.
 
            Asegura La Biblia que del barro venimos.  Si no recuerdo mal en el libro del Génesis se puede leer: “Entonces Yavé formó al hombre con polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Ha de ser por ello que los alfareros son dioses que van haciendo surgir seres del barro para luego insuflarles vida al compás de sus dedos. Es el caso de Doris, quien lleva varias décadas dedicada a tales labores.
 
            No puedo, ni quiero, ocultar mi fascinación por esta mujer menuda, de frágil estampa y verbo desbordado cuando habla de música, danza, cerámica, amigos y sus hijas; pero de lengua sofrenada cuando de ella misma se trata y hay que ir pescando detalles para poder trazar su perfil.  Es una especie de remolino que habla, se mueve con precisión propia de danzarina, no en balde ella fue primera bailarina en Danzas Venezuela, la compañía de Yolanda Moreno…
 
            “Yo empecé a estudiar cerámica por curiosidad, buscando un hobby, eso fue un taller que hice con Jenny Pacheco en la tienda Bahareque, que ella tenía en Santa Mónica”, esa tienda quedaba al lado de la escuela de música Pedro Nolasco Colón, que estaba en la Calle Cristóbal Rojas de la mencionada urbanización.  En dicha institución tomaba clases de teoría y solfeo con el Maestro Hugo Corsetti, y había llegado ahí por recomendaciones de otro de nuestros maestros de la música: Eduardo Serrano, con quien ella cursó Lectura Musical, una materia electiva que agarró mientras estudiaba en la escuela de Arte en la Universidad Central de Venezuela, carrera que hizo hasta su séptimo semestre. ¿Se dan cuenta que esta mujer es una verdadera madeja de hechos, personajes y situaciones que atrapan a cualquiera?
 
          Todo esto que les he ido narrando con breves pinceladas es lo que logré hilvanar de una conversación donde lo que abundó fue el rubor de ella, porque su modestia y humildad son proporcionales a su talento.  Luego del curso de dos semanas con Pacheco, que fue un taller de modelado a mano, se va a Arte y Fuego a estudiar con el maestro Cándido Millán; allí también la forman Milagro Rubio y Alicia Benamuth, entre otros, a lo largo de dos años.
 
            Antes de esta etapa, Doris que no puede oír dos compases de cualquiera sea el ritmo porque los pies se le empiezan a mover solos cual pingüinito de Happy feet, se fue a la Escuela de Danzas de Yolanda Moreno. Con 18 años, que tenía en aquel tiempo, y un talento fuera de serie, antes del año la pasan a la compañía propiamente que es Danzas Venezuela donde permanecería 12 años y 3 meses. Se entristece profundamente cuando habla de su salida “nunca he podido soportar las injusticias y yo venía viendo y viviendo una serie de cosas que no podía seguir tolerando”.
 
Doña Yolanda Moreno haciendo gala de su carácter destemplado, y de lo cual poco se habla  por ser una de las vacas consagradas de esta tierra, la despidió de manera arbitraria. Doris procedió legalmente contra la institución y ganó el litigio. Sin embargo, su generosidad le sigue jugando trastadas y con lágrimas en los ojos dice: “¿Cómo puedo yo embargar a Danzas Venezuela que fue mi casa y que me dio tanto por tantos años?”  Respira hondo y luego de un largo silencio con la mirada brillante sigue: “Pero voy a tener que hacerlo, lo he ido postergando porque para mí todo esto ha sido muy doloroso, muy triste, pero no puedo ser cómplice de una injusticia porque eso me haría injusta también.  Hasta que yo senté el precedente a los bailarines de Danzas Venezuela no se le pagaban prestaciones, en adelante si se ha hecho. Y lo voy a hacer porque es un acto de justicia. ¿Cuándo? No sé todavía, pero lo voy a hacer.”
 
Al ella salir del cuerpo de baile se refugia en la cerámica a tiempo completo y funda su taller Casa de Barro, que en una primera etapa fue un espacio que habilitó en el balcón de su apartamento. “La cerámica es el motor que me ha dado el empuje de hacer muchas cosas, es un motor que me mueve.”  Se emociona y llora. ¡Le cuesta tanto hablar de ella! Se ruboriza con facilidad, es de una modestia conmovedora. Le menciono su talento y deja el halago a un lado y dice: “Yo soy muy persistente. Una vez oí que “la arcilla tiene memoria” y eso nunca se me olvidó. Y es así, si sabes amasar, si dejas que tú toda te enlaces con esa memoria de ella las piezas saldrán, no queda otro camino.”
 
Una de las primeras piezas que creó fue su negra inspirada en Joricamba y que hoy en día son la insignia de su producción, una de las cuales fue produciendo mientras hablaba conmigo. Samuel García se encarga de mercadear sus obras en Lara, Mérida y Caracas. Sin olvidar que en la tienda Artesanías Churún Merú en el aeropuerto Internacional de Maiquetía son solicitadas a diario por los viajeros. Tampoco su teléfono celular (0412-6396068) para, constantemente la llaman solicitándole piezas o cotizaciones que van desde placas de premiación, vajillas, murales, hasta regalos corporativos.  
 
¡Ah! También ella es una bailadora de tango deslumbrante. No me crean, véanla aquí: https://www.youtube.com/watch?v=jMy4BLv0SH0. Repito: ella es fascinante, y fácilmente puede confundir a cualquiera con su aparente blandura. Es la orgullosísima madre de Melania y Natalia, de quienes habla y la voz le tiembla de rabiosa ternura, por ellas es capaz de hasta decapitar a un paleontólogo si fuera necesario.
 
Ahora su taller está en Turmerito, en la vía hacia el embalse La Mariposa, en el sur de Caracas. Una sucesión de espacios diminutos que ella misma ha ido ensamblando con precisión de relojero. Allí cada objeto e instrumento calzan en armonía, es un templo que me hizo recordar de nuevo La Biblia, del libro de las Lamentaciones: “Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!”
 
Manos de alfarera y paso de quien baila poniendo en cada paso la vida. Al comenzar a escribir estas líneas caí en cuenta de uno de mis habituales despistes y le envié un mensaje preguntándole qué era para ella bailar. No pasó un minuto cuando el teléfono me anunciaba la recepción de un mensaje; era ella respondiendo: “Para mí es una pasión que me hace sentir felicidad....Y cómo la felicidad se basa en pequeños momentos de dicha...yo lo aprovecho al máximo. Bailando me siento libre... Es como volar…”.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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