miércoles, junio 27, 2018

ABLUCIÓN NECESARIA


                 Con simplismo de canallas hay una contumaz cofradía proclamando la unidad como manto protector, aquellos que hablamos contra quienes aparecen a la cabeza de dicha congregación somos herejes que debemos ser conducidos a la hoguera de manera expedita. Por los vientos que soplan tendrán que hacerlas en cada esquina, cada día somos más los que estamos alertando contra los desbarres de borrachos de la mencionada hermandad.
                El ahora virgen y mártir yaracuyano, léase Henry Falcón, anda predicando en contra de quienes no participamos de una manera u otra en la bufonada electoral convocada por el gobierno y a la que él acudió velozmente, con lo que le dio así legitimidad a Maduro y todo su combo de incompetentes criminales altaneros y confesos. La última demostración la dio Delcy Eloina al decir con rotunda claridad que la participación de ella y su hermanito en la mojiganga bolivariana es su venganza por la muerte del padre.
                No ceso, ni cesaré, de hablar y escribir sobre esta cuadrilla de granujas –de ambos lados de la calle– que pretenden repartirse nuestro país como una ternera que entre ambos se robaron a medianoche. ¿Quién eligió a Falcón candidato? ¿Cuál fue la base social y nacional que determinó que él debía participar en la malandrería comicial de Maduro y Lucena? ¿A nombre de qué hay que soportar la andanada de moralina que él y sus huelepeos pretenden insuflarnos a troche y moche?
                Los venezolanos exigimos limpieza, transparencia y honestidad para conformar una verdadera unidad que nos saque de este marasmo en que nos ha sumergido nuestra casta política. No crean que seguiremos callados y acatando sumisamente cuanta imbecilidad se les ocurra. No es una frase hecha, que ustedes suelen repetir como cacatúas de feria marginal, en realidad Venezuela es otra, y el país exige decencia, necesita limpieza.
                El tiempo del descaro impune ha sido superado largamente, es insólito que ahora se pretenda responsabilizar a la población, que no aceptó el llamado soberbio e infeliz de salir a votar, del infierno que vive Venezuela. No creo que es gratuito que el ex gobernador en sus redes sociales escriba Gobierno y Gobernando, ambas palabras que le quedan grandes al bigote bailarín, con mayúsculas. No se me ocurre mejor manera de condensar todo citando el Evangelio de San Mateo: "¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio."

© Alfredo Cedeño

miércoles, junio 20, 2018

CONTUMELIA A ESPUERTAS


                La desvergüenza en la arena política venezolana es proverbial, se prodiga de una esquina a la otra. Lo mismo la hay en los predios rojos rojitos que en los feudos "opositores", que más bien debieran llamarse colaboradores porque no hay unos más diligentes que ellos a la hora de meterle el hombro al gobierno.
                Se ven unos que justifican la barbarie represiva porque ellos están "ungidos" por el supuesto mandato divino electoral. Mandato cuestionado hasta la saciedad por trabajos como el realizado por María Mercedes Febres Cordero y Bernardo Márquez, publicado más de una década atrás en International Statistical Review, órgano divulgativo del International Statistical Institute, fundado en 1885, la organización más antigua y con más prestigio en cuestiones estadísticas en el mundo. El trabajo de Febres y Márquez, estuvo dedicado a detectar anomalías en el proceso referendario del año 2004. Y mire que encontraron anormalidades de todo orden y concierto en la data suministrada por el propio Consejo Nacional Electoral (CNE). Y así se ven a los otros, ínclitos voceros de la "unidad", cuya respuesta ha sido ignorar lo que la ciencia demuestra, y a modo de ejemplo narro lo ocurrido a fines del 2004 cuando Enrique Naime le exigió a Márquez que le presentara a los culpables del supuesto fraude… Ni hablar de toda la constelación de luminarias que desde entonces para acá han defendido con encono la vía electoral para desalojar del poder a la peste que nos destroza cada vez más.
                Cada proceso comicial celebrado desde entonces ha estado preñado de irregularidades de todo tipo, pero se insiste en conducirnos a ese degolladero, y se nos exige que cerremos la boca y cantemos Gloria al matador. La destrucción del país es transversal, estamos sometidos a  una transverberación donde los dardos lanzados por el chavismo-madurismo acuden de todos lados, no hay un segmento de Venezuela sin ser lacerado por ellos. Y todo bajo la anuencia fogosa de quienes se dicen ser sus antagonistas. Callan pertinaces ante las torturas a los presos políticos, aplacan la calle cada vez que le conviene al gobierno y le dan un aire que los revigoriza.
                La ausencia de unos mandos adecuados ha sido suplida por mujeres, muchachos y ancianos que no han dudado en entregar su vida, y no es una maldita metáfora la que empleo, frente a las hordas oficiosas gubernamentales. Esa gente de gestos inauditos en su bella osadía al comienzo fue descalificada y luego tratada de utilizar de manera cínica, como el desfachatado Carlos Ocariz anunciándose como el candidato de los guerreros de franela.
                Qué triste letanía de entrega e ingratitudes. Confío ciegamente en la justicia divina y en sus designios para colocar a cada cual donde le corresponda, y que Dios no tenga piedad.

© Alfredo Cedeño

miércoles, junio 13, 2018

¿TIEMPO DE QUÉ, ESPACIO PARA QUÉ?


                No logro recordar su nombre, eran fines de la década de los 70, y él estaba a punto de graduarse de sociología. Pero lo recuerdo en el cafetín de la escuela de comunicación en una de sus mesitas sentado con un vasito rebosante de ron, que simulaba ser café, mientras decía sin vacilación alguna: Los adecos son la expresión por excelencia de lo que es ser venezolano. Por supuesto, no había quien no le cayera encima. Soltar aquello en el seno de la siempre contestataria e irreverente Universidad Central de Venezuela era una apostasía. Sin embargo, él se mantenía en sus trece y solía cerrar: No hay peor sordo que el que no quiere escuchar, cáiganme a coñazos si quieren pero en el fondo todos somos adecos.
                ¿Tal vez ahora todos somos chavistas? ¿Cuál es la diferencia entre ambos sectarismos? ¿Qué nos impide asumirnos con honestidad en el análisis y diálogo para alcanzar una verdadera conducción democrática del país?
                La coincidencia en la condena al momento actual de Venezuela se muestra unánime. Sin embargo, tal parece que hay unos más condenantes que otros. Es decir, aquellos que más vociferan y más alardes de machos vernáculos hacen son más que el resto de quienes formamos parte de esta realidad caribeña, tercermundista  y ahora infradesarrollada.  Cuestionamos el modelo militarista caudillesco pero como opción a ello se nos ofrece ser mudos y obedientes lazarillos que debemos someternos a los desvaríos de una dirigencia pródiga en derrotas.  ¡Ay de aquellos que osemos recordar desbarres o ciertas militancias no lejanas! Ni hablar de quienes exigimos claridad en la conducción de la lucha contra la dictadura.
                Es prolífica la barra de quienes apoyan de manera categórica a la "dirigencia" opositora, de nada sirven las explicaciones –y no pocos hechos– de la pésima conducción que hasta ahora han realizado. Son tan rabiosos como el bojote mal amarrado que con su mazo dicta sentencias desde su bodrio televisivo. Se nos exige una sumisión total a esa camarilla, cual el teniente malencarado que ahora pretende apropiarse de El Nacional por medio de una sentencia que debe haber redactado él mismo, atorrante que sólo ha cosechado derrotas de manera reiterada.
                Se agita el trapo de la unidad para imponer una dictadura de quienes no han sabido darnos democracia, y se nos pretenden imponer nuevas multas a todos los que nos oponemos a que un grupete de tenientes deformes nos siga marcando el rumbo. Exigen espacio para hacer lo que se les antoje, y piden más tiempo para seguir entregándose sin rubor a capitulaciones deshonrosas. Y encima nos exigen silencio… Cáiganme encima como al estudiante aquel, pero en el fondo: ¿Terminaremos todos chavistas? Después de todo, en la casa del señor Cabello, allá en Monagas, funcionaba la sede de Acción Democrática en sus buenos tiempos.

© Alfredo Cedeño

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