martes, abril 29, 2014

AMARILLO

Cabalga sobre un mar escarlata
con ritmos equivocados
se acorta o se alarga balbuciente
coloca sus brazos con desgaire
y ejecuta su síncopa de matices.

Se deja abrazar con dulce sigilo
y enrosca manos de estudiantes
que desafían libres las calles
en rauda belleza desbocada
de senderos hasta el horizonte.

© Alfredo Cedeño

domingo, abril 27, 2014

LECHERÍA

            Ahora, cuando Venezuela es una profunda letanía de protestas que no cesa. Ahora, que los estudiantes venezolanos se empeñan en dar lecciones de hidalguía sin cuartel ante una casta política extraviada en sus pocos claros laberintos de intereses propios. Ahora, cuando la impotencia se enlaza a la rabia ante el cinismo exhibido en ambos lados de la calle de estas luchas que ahora se libran aquí. Ahora es cuando tenemos país para rato, y su historia hay que contarla para que no nos escamoteen el orgullo de nuestro ayer, que es la piedra sillar de esta cepa de luchadores incansables que somos.
 
            Sin raíces hasta el árbol mas grande se viene abajo, sin las bases adecuadas el palacio más señorial se derrumba, sin historia cualquier pueblo es apenas un magro rebaño al que cualquier infeliz puede carajear a su antojo. Es ahí donde esta necesidad de contarles lo que somos, a partir de lo que hemos sido, se robustece y me llena de vanidad que no quiero disimular.  Hoy les escribo de Lechería, ese maremágnum urbanístico que desde las propias orillas del Caribe se ha ido configurando en las afueras de Barcelona, capital del estado Anzoátegui.  
 
            Ahora bien, Lechería no siempre fue Lechería, este batiburrillo arquitectónico con aspiraciones de Miami caribeña que ahora vemos en pleno desarrollo. Al comienzo de todo, en el siglo XVI, nació allí Miguel de Neverí, aseguran que a fines de agosto del año 1535; sin embargo la resistencia de los diferentes grupos indígenas que habitaban la zona, así como profundas diferencias entres los conquistadores hispanos hizo que al año siguiente dicho poblado fuese abandonado.
 
            Las discrepancias entre los exploradores fueron de tal calibre que el cronista Juan de Castellanos las registró en su Elegías de Varones Ilustres de Indias de este modo:
Por San Miguel de Neverí pasaron
Al tiempo que venían de camino,
Adonde saquearon y robaron
Los bienes del Ortal y del vecino,
Por no poder los pocos que quedaron
Resistir el furor luciferino,
Y dalles el desorden y la codicia
A los que mas podian la justicia.
 
            La desolación de la zona duró su buen tiempo hasta que a fines del siglo XVIII se inició en sus inmediaciones la construcción del Fortín de la Magdalena. Esas labores fueron llevadas a cabo por el ingeniero militar Casimiro Isava Olivier; y la edificación, debido a su estratégica posición se convirtió en un sitio codiciado por corsarios, realistas y patriotas.  Bolívar fue uno de los que mostró interés por dicha fortificación y en 1819, desde Guayana, le encargó al general Rafael Urdaneta que le tomara; el oficial zuliano obedeciendo las instrucciones del Libertador, zarpó el 14 de Julio de 1819 desde la Isla de Margarita hacia las costas de Barcelona, junto a otros jefes patriotas. 
 
Las crónicas revelan que el 16 de Julio Urdaneta llegó a las cercanías de El Morro, el General realista Juan Saint-Just y 1.300 soldados a su mando, acuartelados en La Magdalena, no opusieron mayor resistencia, y se limitaron a cañonear a las fuerzas patriotas por escaso tiempo, antes de rendirse la tarde del 17 de Julio. Debo señalar que esa escaramuza tuvo un desagradable desenlace ya que la Legión Británica realizó una brutal escabechina. Esas fuerzas fuera de control de ahí siguieron a tomar el pueblo de Pozuelos, para luego saquear a Barcelona llegando a robarse las vestimentas de oro de San Celestino.
 
Salvo la mencionada edificación esa zona no era más que un peladero de chivos donde  una ranchería de pescadores margariteños fueron construyendo sus viviendas, y en sus inmediaciones se instalaron Nicomedes Iriza y Carmen Bustillos quienes eran dueños de corrales y ventas de leche de cabra.  Las actividades de Iriza y Bustillos hicieron que los vecinos de la contigua Barcelona acudieran a comprar dichos productos y que fueran dándole el nombre de Lechería al sector.
 
No será hasta superada la segunda mitad del siglo XX cuando la más conocida cara que hoy asociamos con esta ahora pujante localidad comienza a perfilarse. Refiere un testigo de aquellos tiempos: “En todo ese terreno sólo había agua, sal y dos árboles”.  Y es cuando se comienza la construcción de el Complejo El Morro en lo que fuera la Salina del Paraíso. En 1967 Daniel Camejo Octavio fundó la Compañía Anónima para el Desarrollo de la Zona Turística de Oriente (CAZTOR) dando inicio a la metamorfosis de la zona.
 
El Morro y sus canales fueron arrinconando el casco de Lecherías, que pese a ello no sucumbió y permanece con sus casas coloridas y la profunda devoción a la Virgen del Valle anclados en estas tierras bravías.  En los años 60 tuvo oscura resonancia cuando en sus playas apareció el cuerpo torturado del profesor universitario Alberto Lovera. Luego sobrevino la vorágine constructora, y todavía hoy, cada mañana los pescadores artesanales llevan los frutos de sus faenas a las rancherías para ser vendidos.  El gesto desenfadado de los vendedores con los compradores es un vaho que refresca en medio del calor agobiante. Lechería es otro pedazo de esta, como he escrito otras veces, colcha de retazos que es Venezuela y la cual hemos ido haciendo hasta sentirnos orgullosos de ella.
 
Por ello es que al releer ahora un viejo ejemplar de esa joya de revista que en su momento nos regaló la petrolera Creole, el farol, encuentro un trabajo de Alfredo Armas Alfonzo que comienza así: “Antes de 1498 a esta tierra la alumbraba la tempestad o la caliginosa luz enceguecedora del verano, que era también aire de polvo o de ceniza”, y entiendo que esa tempestad de donde venimos es la misma partera de la luz donde nos seguiremos sumergiendo para deslastrarnos de estas amargas cenizas que por estos días nos abruman.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 

sábado, abril 26, 2014

ESTUDIANTES

Con el alma a la intemperie y el saber resguardado
sus blancos corazones son mano abierta a la vida,
se posan sobre los barrotes de los canallas al mando
y plantan largos pedruscos en riesgoso equilibrio.

© Alfredo Cedeño

martes, abril 22, 2014

TORBELLINO

El cielo derramó sus estrellas sobre la palmera,
alba floreada de esperanzas cayendo a la calle
y hacen camisas de estudiantes que avanzan
mientras se cubren de solitarias banderas…

Días de escaso apoyo y generosa mezquindad,
cada cual pone el naipe en su lado de la mesa
y con gesto impávido aguardan con alevosa maña
su apuesta es convertirlos en pasto de los lobos…

Larga espuma de olas que anuncian tempestad.

© Alfredo Cedeño

domingo, abril 20, 2014

SEMANA MAYOR

            Hace siete días escribí del comienzo de la Semana Santa, festividad religiosa que hoy concluye. Han sido días de recogimiento para unos, de jolgorio y solaz para otros, de ejercicio del derecho a protestar exigiendo justicia y paz para muchos.  Venezuela en estos días no hizo más que seguir recorriendo, con un poco de menor intensidad, las infinitas estaciones de un Vía Crucis que parece no tener fin. Fausto Masó en su columna sabatina de este 19 de abril lanza una campanada de alerta que no debemos echar en saco roto: “solo quieren soluciones milagrosas. No hay ninguna que nos ahorre sangre, sudor y lágrimas.”
 
 
            Han sido días en que la raigambre religiosa criolla se manifestó de manera clara e inequívoca. La afluencia a los templos así lo demostró. Los voceros de la Iglesia Católica han honrado su compromiso de pastores y han escrito y hablado sin cortapisas. El pasado martes el querido cura Alejandro Moreno en su artículo quincenal que publica en El Nacional asentó: Vivimos tiempos de Semana Santa, tiempos de mentira sobre la que se apoya una violencia mortal. La verdad aplastada bajo montañas de embustes, esa por la que, en la jerga popular, murió Cristo. Esa por la que, hasta el momento en que escribo, han muerto más de cuarenta venezolanos, han sufrido prisión más de otros dos mil, han sido torturados fría y cruelmente más de cincuenta, se han seviciado ciudades hasta convertirlas en mártires de la fe en el hombre, la dignidad, la vida y la libertad, icono San Cristóbal, merecedora de un título de nobleza: “La muy leal y muy valiente”.
 
            Por lo visto se cumplió el viejo adagio de “A Dios rogando y con el mazo dando”. En los más humildes poblados y en las más cosmopolitas urbes la feligresía manifestó la devoción a su real saber y entender. En las trujillanas Escuque y La Cejita se patentó el poema Procesión, de Federico García Lorca
Por la calleja vienen
extraños unicornios.
¿De qué campo,
de qué bosque mitológico?
Más cerca,
ya parecen astrónomos.
Fantásticos Merlines
y el Ecce Homo,
Durandarte encantado,
Orlando furioso.
 
            En Caracas Andrés Eloy Blanco siguió resucitando y vi sus versos representados el miércoles por una masa que se postró ante su amoratado patrono:
Un aguacero de plegarias
asordó la Puerta Mayor
y el Nazareno de San Pablo
salió otra vez en procesión.
  
            Vi una de las saetas de Manuel Machado
El azahar y el incienso
embriagan los sentidos.
Ventana que da a la noche
se ilumina de improviso,
y en ella una voz -¡saeta!-
canta o llora, que es lo mismo
 
Y también otra de su hermano Antonio:
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
 
Hoy la tradición venezolana hará arder a Judas hasta reducirlo a cenizas. Se asegura que esta costumbre es tan secular entre nosotros que el primero en ser representado y quemado en Venezuela fue Américo Vespucio lo cual ocurrió en Cumaná en 1499. En estos días que no han cesado los muertos, ni los gases lacrimógenos, ni las detenciones arbitrarias, ni los perdigones, ni cuanto atropello se le ha podido ocurrir al poder desbocado que padecemos, recuerdo un fragmento del cuento Tres versiones de Judas de Jorge Luis Borges:
Anota que la crucifixión de Dios no ha cesado, porque lo acontecido una sola vez en el tiempo se repite sin tregua en la eternidad. Judas, ahora, sigue cobrando las monedas de plata; sigue besando a Jesucristo; sigue arrojando las monedas de plata en el templo; sigue anudando el lazo de la cuerda en el campo de sangre.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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