sábado, octubre 31, 2015

LA INCÓGNITA MILITAR


Era martes, ocho y cuarto de la mañana, lunes 6 de octubre de 1969, no tenía entonces un mes de haber cumplido los trece años de edad.  Recuerdo bien la fecha porque ese día en Jesús Obrero, calle real de Los Flores de Catia, donde los jesuitas se empeñaban en desasnarme, entró al aula Edgard Abraham, a quien, aquella tropa deslenguada que siempre fuimos, habíamos bautizado “Tabaquito”, y con su voz pausada y medio amalandrada, nos dijo: Hoy vamos a ver…, mientras que a la par escribía con gruesos trazos sobre la pizarra: ECUACIONES.
Aquella palabreja que me había estado persiguiendo desde hacía mucho tiempo en mis pesadillas se materializó. Recordé a mis primos Jackson que siempre hablaban con pánico de ellas, recordé a infinidad de otros zagaletones mayores que yo a quienes siempre escuché mentarlas casi temblando, en fin, fue una verdadera manada de miedos los que se me vinieron encima ante el lobo que había llegado en el pasar atildado del profe de matemáticas, al que siempre había visto con enconado recelo cada vez que se me cruzaba en los patios del colegio. Pero, como suele ocurrir, era más el miedo que el peligro real y ahí comencé a aprender, con extremada torpeza e incompetencia debo reconocer, el fascinante proceso de despejar las incógnitas.
Más adelante supe que las puede haber de segundo, tercer y ¡cuarto grado! Igual me enteré de que las hay de grado n, exponenciales y hasta unas donde la bendita incógnita está afectada por una función trigonométrica, las cuáles pueden generar infinitas soluciones. Si alguien sabe de la querida y admirada Miriam Mireles, gran matemática, pero mucho mejor poetisa, que le avise para que me ayude a terminar de explicar este saco de anzuelos. Pero tratemos de seguir. Hago esta evocación mientras me planteo ¿cuándo será que nosotros nos dedicaremos a despejar la eternamente irresoluta ecuación militar venezolana? ¿Acaso es una de esas enlazadas a la trigonometría?
Nuestras Fuerzas Armadas no son una casta, si hacemos memoria encontramos que sus orígenes son absolutamente empíricos, lo cual les hace aún más grande. Un grupo de niños sifrinos, como llamaban en su momento a los mantuanos, y un grupo de pulperos, campesinos y desposeídos de toda laya que se enfrentaron a un ejército entrenado y adiestrado en el arte de la guerra. Fueron unas fuerzas armadas nacidas bajo el patronazgo del caudillismo expresado en diferentes formas. Terratenientes, propietarios civiles que se declaraban generales o comandantes, encabezando su peonada a las cuales entregaba machetes o chopos para actuar de manera pendenciera y personalista, e imponiendo su opinión política para conducir los asuntos del Estado hacia lo que eran sus propios intereses.  Larga es la lista de nombres y situaciones que podría citar para ilustrarlo, más de medio siglo de “revoluciones” de toda laya vivimos desde 1830 hasta comienzos del siglo XX.
                Siempre la obsecuencia y las maromas de cortesanos fueron patentes. José Antonio Páez, hijo de una humilde familia canaria, dedicado al negocio de ganado en su Acarigua natal, terminó con el más alto rango castrense, a punta de ensartar españoles y descabezar a todos cuantos defendieron a la bandera española, luego al surgir la separación de La Gran Colombia, es célebre la frase que en 1830 usaron las elites caraqueñas y valencianas para consumar la división: ¡General usted es la Patria! Y por ahí podríamos seguir enhebrando la a veces poco decorosa retahíla de chafarotes devenidos en caudillos que provocaban montoneras cada vez que les atacaba un prurito de cualquiera fuera su origen. No existía una fuerza armada nacional, repito, había una larga, y aparentemente inacabable, sucesión de reyezuelos locales que ejercían su mando a como les diera su peregrina voluntad. El muy ilustre Antonio Guzmán Blanco, abogado egresado de la querida Universidad Central de Venezuela, pariente lejano de Bolívar por la rama materna, opta por incorporarse a una de las tantas luchas armadas de aquellos años y termina en general. Es así como luego pretende personificar la fusión cívico militar, que en realidad no era más que una entente entre los caudillos y la élite civil. Otro ejemplo de ese caudillazgo cobrador de cuotas castrenses fue Joaquín Crespo, el "Taita Crespo", hijo de campesinos que se hizo hacendado, y se mete en el zafarrancho de las tantas revueltas y, ¡por supuesto!, llega a general. ¡Faltaba más!
                Y así entramos al siglo XX de las manos de Castro y Gómez. El primero un pichón de cura en Pamplona, de donde se retira para ir a trabajar de pulpero en su natal Capacho, que termina dejando todo para incursionar en la política. Recordemos que en su aventura arrastra a su compadre Juan Vicente Gómez, quien lo acompañará hasta conquistar el poder y erigirse en presidente de la república, para luego terminar por sacarlo del juego y ejerciendo de manera despiadada el control de Venezuela durante 27 años; y por supuesto con el rango de general a cuestas. Ahora bien, hay que escribir que fueron este par de angelitos andinos quienes hicieron que el país tuviera un verdadero ejército, ellos sembraron las bases para que tuviéramos unas fuerzas armadas profesionales, en el sentido más amplio de la palabra.
                Es bueno aclarar que la Junta Suprema de Caracas creó el 3 de septiembre de 1810 la primera academia militar de matemáticas en Venezuela; lo cual hace que algunos afirmen que es el Instituto más antiguo de formación de Oficiales en América. La realidad fue que ello no se llevó a cabo, hubo varios intentos de concretarlo pero no será hasta el 20 de julio de 1910 cuando Gómez fundó la actual academia. Ahora, si bien el tachirense se dedicó a hacer un cuerpo militar profesional, también es cierto que fue una guardia pretoriana de la cual dispuso a su real saber y entender. En algunos momentos designó algunos títeres en la silla presidencial, como ocurrió con José Gil Fortoul, Victorino Márquez Bustillos y Juan Bautista Pérez; sin embargo él siempre retuvo para sí el cargo de Comandante en Jefe del Ejército. Gómez siempre tuvo claro dónde estaba el poder real y lo ejerció. No fue gratuito que Carlos Jiménez Rebolledo, un civil, haya sido Ministro de Guerra y Marina durante 22 años, desde 1917 hasta 1929, lo cual lo hace el ministro que más ha durado al frente de una cartera ministerial en la historia republicana de Venezuela.
                Luego de Gómez la fila de militares, ejerciendo la primera magistratura venezolana, siguió su curso. Fue así como pasaron por el cargo Eleazar López Contreras, Medina Angarita, Delgado Chalbaud y Pérez Jiménez. Mención aparte merece, por haber sido el de más bajo graduación en lograrlo, el teniente coronel Hugo Chávez, bajo cuya batuta el país ingresó al tercer milenio; y por además haber implementado una militarización desbocada al aparato republicano. Basta con revisar la hemeroteca para encontrar un trabajo de Sofía Nederr, publicado en El Nacional el 26 de diciembre del 2013, donde cita las investigaciones de Guzmán Pérez, quien había contabilizado hasta ese momento que en los 15 años anteriores a esa fecha alrededor de 1.614 militares de distintos rangos, entre activos y retirados, habían desempeñado cargos en la administración pública.  Pérez explicaba que 1.246 designados por Chávez y 368 por Maduro, diseminados en gobernaciones, alcaldías, ministerios, viceministerios, Asamblea Nacional, consulados y embajadas. Una verdadera piñata la que el eterno galáctico y el bigote bailarín han apaleado a conciencia.
                Por supuesto que estos últimos años han generado en toda Venezuela una urticaria generalizada contra todo aquello que siquiera huela a marcial. Hay quienes hablan de la materialización del servilismo, otros menos elaborados en su verbo denuncian bozales de arepa, y podría seguir enumerando la, por lo general, poca halagüeña lista de epítetos con que suelen ser mencionados los militares venezolanos. La pregunta que no ceso de hacerme es: ¿Cuándo y cómo vamos a dejar las pataletas y la pendejera de niñas malcriadas para acercarnos al mundo militar? Es cierto que en el ala militar de nuestra sociedad hay una cantidad de pillos y vagabundos, pero estoy convencido de que esa es una minoría. Decir que todos lo son, es tan simple y necio como decir que en nuestros barrios más humildes sólo viven malandros. El querido cura Alejandro Moreno ha hecho un trabajo invalorable en nuestros barrios y bien puede enmendarme la plana si me equivoco. Yo he conocido en el mundo militar gente decente, seria, trabajadora. Conocí a un mayor de la guardia nacional cuyo carro era un Chevette, porque como decía él con suma dignidad: “Brother este es el carro que pude comprar con mi sueldo, no puedo tener otro”. Y como ese hombre decente y padre ejemplar hay un montón más. Sin embargo, a muchos como él sólo lo vituperamos y encaramos exigiéndole un accionar que muchas veces es a la ciudadanía a quien le corresponde ejercer.
                ¿Hasta cuándo jugamos a niños malcriados? ¿Hasta cuándo dejamos de llamar las cosas por su nombre?  El poder real, y que se alborote el gallinero de una buena vez, está en manos de los militares, es el mundo militar quien tiene el poder de fuego bajo su responsabilidad y no es gratuito que la dupla Chávez-Maduro los haya mimado de la manera que lo han hecho. ¿Qué ha pasado al respecto de este lado del tablero? A ese sector, al que hay que enamorar, al que hay que atraer para acá, porque pueblo no tumba gobierno y el 11 de abril fue una manifestación de eso. Sí, el pueblo estaba en la calle pero hasta que el alto Mando Militar no dijo: Usted renuncia; Chávez no sale. Es el mundo militar el que puede decir en un momento determinado: Se acabó la vaina, tú te vas. Nos guste o no nos guste, eso nos cuesta a veces digerirlo, pero la realidad es esa. Quien tiene el poder de fuego es quien tiene el mando, es quien tiene el verdadero poder, y nosotros no hemos hecho nada para acercar a esa gente. Ellos, que no son una casta, ni miembros de las clases más pudientes del país, como ocurre en Chile, por ejemplo, pasan por las mismas vicisitudes que todos los demás. Es un grupúsculo de enchufados el que se ha dedicado a enriquecerse obscenamente, hay una gran mayoría de esos hombres y mujeres que son decentes y lo menos que debe hacerse es “enamorarlos”.
Hace pocos días un encopetado señor opositor apareció exigiendo a los militares que se limitaran a  someterse a la letra de la Constitución porque esa era su obligación, y demás sarta de pamplinas conexas. Bien saben que vivo haciéndome preguntas, y en este caso la que me hice fue: ¿Dónde estaban los que ahora cacarean pidiendo a los militares rigurosa sujeción a lo constitucional cuando Blanca Ibáñez vestida de militar, pasó revista a las operaciones de salvamento en Maracay, durante las inundaciones del río Limón en 1987? Ese trato de nuestros hombres de armas como meras cachifas por parte de nuestro estamento político nos trajo a este pantano donde ahora estamos, y es muy cómodo decir que son los uniformados los responsables de esta agonía que ya va por 16 años. Fueron los votos de la ciudadanía y la incompetencia de nuestra cofradía política la que nos llevó a esto. En estos tiempos que tanto se habla de unidad y sumar adeptos, ¿hasta cuándo se lanzan patadas a los militares?

© Alfredo Cedeño


martes, octubre 27, 2015

PROFECÍA 29



Llega la mañana
con luces desangradas
bostezo sostenido
de libertades
y pan para el alma
hambrienta de paz
tormenta de rescoldos
palma redentora
agua de encajes gualdos
lapidación de mequetrefes.

© Alfredo Cedeño


sábado, octubre 24, 2015

HAY UN CHANCE

 Vladimiro Mujica (y 2)
 “Autocríticamente, yo pienso que el referéndum se perdió”. Oírle decir esto a Vladimiro Mujica, quien formó parte de la Coordinadora Democrática en representación de la Sociedad Civil, resulta devastador.  Y el hombre de ciencias hunde el escalpelo a fondo: “El referéndum se perdió, el chavismo fue mayoría en los procesos electorales. El fraude electrónico nunca me lo he creído, y no solamente yo sino que no se lo cree un grupo muy importante de matemáticos y estadísticos que ha observado el trabajo electoral desde hace años en Venezuela. Como no me creo esa historia, la que sí creo es que nosotros estábamos obligados a preparar a la gente para la posibilidad de perder”.
Asegura que sostuvo muchas conversaciones en la Coordinadora en las cuales alertó sobre una posible derrota en el referéndum revocatorio del 2004. Él preveía que podía ganar Chávez: “Por lo que era muy importante que nos preparáramos para que no se perdiera el liderazgo opositor, y para eso era indispensable hablarle claro al país sobre los riesgos, pero hacerlo es algo que a todo el liderazgo político venezolano, históricamente, le cuesta muchísimo, y nadie quiere decir las cosas con claridad. Era indispensable reconvocar a la gente para los centros, era indispensable decir: si tú no tomas parte en la defensa del acto, nosotros no podemos garantizar ese acto. Era indispensable porque así protegías al liderazgo de la oposición, si las cosas salían mal no fue porque tú no hiciste todo lo que tenías que hacer, sino porque de todas maneras perdiste. Pierdes una batalla frente a fuerzas superiores, pero lo que nunca puedes explicarle a la gente es tus propias carencias y decir que son cosas buenas. Eso no lo puedes hacer”.
                Mujica abunda en sus argumentos y explica que no solo había que hacer todo lo que tenían en sus manos para ganar, sino también demostrar que lo estaban haciendo. “Cuando el lenguaje que se transmitió fue que la victoria era inevitable, porque tenías unas garantías internacionales y porque éramos mayoría, nos hicimos un flaco servicio a nosotros mismos. Había que decir que era posible perder. Para que esa derrota fuera constructiva, desde el punto de vista político, el liderazgo tenía que batirse hasta el final y decir: La participación ciudadana es indispensable, y no creerle simplemente a las garantías internacionales. Al convertirlo en un ejercicio ciudadano la gente iba a ver que se había hecho todo lo posible por defender el proceso. Ese fue un error gravísimo, tanto así que en último momento, cuando vemos la necesidad imperiosa de pedirle a la gente que regrese a los centros, algo a lo que el chavismo temía mucho, Caballero, Carvajal y yo, fuimos a un programa y lo pedimos. No pasaron diez minutos antes de que Diosdado Cabello saliera diciendo: Por ahí está Mujica llamando a regresar a los centros, esa es una cuestión que hay que verla con mucha atención. Y le preguntaron: ¿Mujica quién, el del MAS? No, no, su hermano”. 
                 En su recuento achaca, entre otras causas,  elevada cuota al triunfalismo, al cual considera letal cuando se está a punto de perder una batalla. “Además de la batalla pierdes a tus generales, y es más grave en un combate político perder a tus generales porque recuperarlos significa una resustitución de todo el liderazgo que toma años, como tomó. Lo otro es una reagrupación menor: Perdimos pero quedamos con la moral intacta. Hay una diferencia esencial entre perder una batalla y salir de allí con la moral intacta, como ha pasado en muchas guerras; y salir de allí pensando que tu liderazgo no te dirigió adecuadamente. Hay una diferencia enorme”.  Es cuando las huestes piden las cabezas de su Estado Mayor, exigen sustituirlo, lo cual Mujica observa con cuidado: “La sustitución es una caja de Pandora, porque se convierte en parte en un acto de pase de facturas y se prescinde de gente muy valiosa. Todo el proceso político venezolano ha sido una enorme moledora de gente, suben, bajan, unos salen del país, las reputaciones desaparecen, de todo ha habido en estos años, porque en un proceso tan complejo y como en Venezuela hay algo importante también, que es parte fundamental de nuestra cultura, que es que así como damos la democracia por sentada, todos tenemos nuestro güebón favorito. En una mesa fulano es un güebón, el otro también, fulanita no… El reconocimiento del mérito sustantivo en Venezuela en muchísimas oportunidades está restringido a los méritos funerarios, cuando la persona se muere; o por adulación y por obsecuencia, en cuyo caso se le reconocen los méritos porque quiero algo a favor o porque me protejo, y entonces nuevamente termina por ser una perversión cultural.
                “Cada vez que me hablan de que mi favorito es López, o Capriles, o Machado, o Ledezma; les digo: No, tú estás equivocando la discusión, esa no es, la discusión es que todos ellos son necesarios para hacer lo que hay que hacer ahorita en Venezuela, ellos y muchos otros. Mientras tengas tu güebón favorito eres incapaz de ver que se requiere un esfuerzo colectivo, que una vez tendrá unos dirigentes, en un momento nos tuvo a nosotros, esta vez tiene otros. Tú estás enfrentado a un adversario que no reconoce diferencias y que quiere acabar con todo lo que es valioso para cada uno de esos cuatro a los cuales estás singularizando. Es solamente la unión de ellos y de otros y de la creación de una cosa distinta que tiene que involucrar de alguna forma al chavismo, lo que nos puede sacar de este hueco, de esta tragedia histórica en la que estamos metidos. Ese grado de madurez todavía no lo tenemos, tenemos que seguir aprendiendo”.
                No vacila en diagnosticar que el país no está en una zona curativa. “Estamos en una zona, que si todo sale bien, va a venir el nacimiento de una cosa que en este momento es muy difícil prever pero que difícilmente va a estar controlada por la polarización. Yo soy un creyente de que no hay salida pacífica de lo que está pasando en Venezuela sin un sector del chavismo, y ese sector del chavismo en este momento no es visible”.  Está convencido de la necesidad de combinar movimiento de calle con norte político, y participación con ética y consciencia de a qué adversario se enfrenta el país en todos los escenarios políticos que se planteen, nacionales e internacionales. Considera que esa combinación es perfectamente constitucional, más no puramente electoral. “Ahí hay una diferencia muy importante; la constitución venezolana dice que la gente está obligada a defenderse de regímenes y de gobiernos que pretendan usurpar y corromper la Constitución.  Ahora bien, una de tus herramientas es electoral pero tú  puedes utilizar las propias herramientas electorales no como una panacea sino como un instrumento para crear condiciones políticas reales. Y en esa combinación tú logras articular el activismo ciudadano con la respuesta electoral, para mí esa es la ecuación que la oposición venezolana no logra despejar. No lo estoy diciendo desde una posición de criticar banalmente. No. Lo digo como alguien que siente eso como una realidad muy cercana y que sabe perfectamente las diferencias entre estar allá y no estarlo. En su momento yo estuve también en la Coordinadora Democrática, sé perfectamente a lo que me estoy refiriendo. Y con todo el respeto por la gente que está allá, y que están jugando un papel esencial en todo esto, es una ecuación que no hemos logrado resolver. Cuando tú ves las cosas, por ejemplo, que divide a todo el movimiento opositor en Florida, aquí en Estados Unidos, ¿qué es lo que estás viendo?, la reproducción en chiquito de Venezuela, idéntico. No hemos logrado, en presencia de un mal mayor, actuar en conjunto hasta que salgamos de él, y después nos hacemos las preguntas de cómo siguen las cosas; no pretender disputar desde ahora el liderazgo de lo que viene y no emplearse a fondo en combatir al adversario central. Esa ecuación nosotros no hemos logrado resolverla.
                “Para los efectos del organismo, el chavismo es en cierta medida el lado oscuro de Venezuela y por eso lo sentimos tan cercano, porque el lado oscuro nuestro no es que es lejano a ti.  Tu lado oscuro es algo que es tan cercano a ti como lo que tú quieres que la gente vea, tu lado luminoso, o más que eso tu lado visible es tan importante para ti y tu estructura psicológica como tu lado oscuro, lo que pasa es que tu lado oscuro tú no quieres que nadie lo sepa. En nuestra historia  tienes lo que nos hace fuertes como país, lo que nos podría hacer una sociedad que trajera felicidad a su gente y lo que nos hace ingobernables; y el chavismo terminó por convertirse en buena medida en la síntesis de lo que nos hace ingobernables. Por eso nos es tan cercano, y por eso cada vez descubrimos en conducta de la gente que supuestamente está de este lado conductas del otro lado, ¡porque son inseparables! Es la misma gente que se nutrió de raíces similares, el resentimiento por ejemplo. La gente dice la fuerza más grande del mundo es el amor, maybe,  el resentimiento es al menos tan comparable en fuerzas como el amor, y cuidado si en algunos casos no tiene una fuerza superior porque se convierte en activa, el resentimiento es una fuerza activa, el amor a veces no lo es, para desgracia nuestra. El amor termina a veces por ser dócil y permitir que la barbarie se le imponga y el resentimiento no es dócil, el resentimiento es profundamente agresivo, y espera agazapado. Una de las marcas de fábrica culturales del chavismo es el resentimiento. Esta barbaridad de percibirse como si fuéramos una mezcla de indios y negros y pretender que nuestro contacto con Europa y con España, en particular, y con el imperialismo, eso es de las distorsiones históricas más brutales que esta gente le ha encasquetado a Venezuela. Por eso digo que no encuentro otra forma para referirme a lo de Venezuela que una gran tragedia, una gran tragedia que mezcla todos estos elementos, y de la cual estoy convencido vamos a salir, pero todavía nos queda un trecho que ojalá lo veamos en nuestra generación porque se nos ha ido mucha gente valiosa que lo debió haber visto y no lo va a ver”.
                Confiesa su angustia ante la realidad del país y se declara adverso a los optimismos ineluctables, ya que piensa que las cosas siempre pueden estar peor, porque al imaginarse que están siempre mal termina por ser una preparación filosófica frente a la vida. “Saber que pueden estar peor te hace prepararte para un escenario donde las cosas pueden salir mal y si salen bien estás contento porque así fue, que prepararte inocentemente para un escenario de los tiempos perfectos y luego descubrir que los tiempos son perfectos pero en una escala que no coinciden con las escalas humanas, es decir que tú no las vas a ver, ni yo las voy a ver, ni nuestra generación las va a ver. Pienso que el caso de Cuba y de Venezuela pueden convertirse en convergentes pero no lo son todavía y sobre todo porque en Cuba no había democracia cuando el castrismo entró, en Venezuela si la había. En Venezuela todavía queda el recuerdo generacional y cultural de lo que era, porque sino no entiendes por qué unos estudiantes que tienen quince años viviendo bajo estos tipos siguen creyendo en valores en los cuales ellos eran unos niños. Pienso que hay motivos para ser cautelosamente optimistas, o, como dijo Gramsci en Los Cuadernos de Prisión, tener el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad, creo que los venezolanos podemos anotarnos en esa línea de pensamiento. Toda esta historia del exilio venezolano y toda esta gente que ha salido se ve como una gran tragedia, claro que lo es, pero así como te digo lo uno te digo lo otro: Si las cosas cambian en Venezuela se va a producir un flujo de gente enorme hacia Venezuela, porque el venezolano estructuralmente no es diaspórico. Si España logró, después de decenas de años de franquismo, reconstruir todo su aparato cultural y científico, nosotros también lo podemos hacer. Vivieron 40 años de franquismo y lo lograron revertir hasta un punto quizás inconveniente, hasta el punto que las nuevas generaciones no recuerdan cómo era antes, y por eso caen en espejismos como el de Podemos. Eso no quiere decir de ninguna manera que no comparta la angustia de quienes ven el espejo cubano y su más de medio siglo de permanencia, la tengo clavada en un costado y todos los días me despierto con ella: Toda mi familia está en Venezuela, mis tres nietas, mis tres lunas, están en Venezuela, mucha de la gente que me es importante en todo el mundo está allí. Todo este grupo de gente que ha salido, sobre todo los más jóvenes, termina por ser, por esas maniobras del destino a lo mejor lo que está ocurriendo es que los estamos protegiendo, porque esa gente en Venezuela no tiene nada que hacer, el país no tiene nada que ofrecerles, tú los sacas y los proteges. Así como cuando las langostas se están comiendo toda la vid, que están acabando todo, y rescatas una pequeña semilla, y te la llevas para California y la siembras en el valle de Napa, y después descubres que puedes restituir la vid francesa por una que se salvó en el Napa porque la salvaste de la langosta, quizás nosotros estamos salvando toda una generación de la langosta. Es un tema extremadamente doloroso porque esto es un drama social y es un drama histórico, pero en cuanto te afecta a ti es un drama personal y esa doble cara de estos dramas no se la puede minimizar”.
                Cree que el sanamiento comienza inevitablemente por debilitar el yugo en que tienen agarrado a Venezuela los sectores más corruptos del chavismo, y afirma sin vacilaciones que en Venezuela la restauración no va a ocurrir, lo que puede ocurrir es que surja una forma distinta. “Quienes sueñen con la restauración y con que viene lo que estaba están equivocadísimos. Podría darse una situación que en este momento mucha gente no lo ve con claridad, pero podría ocurrir: Un cambio del centro de gravedad, una parte resultado de la polarización y otra parte resultado de que el chavismo pierda sus fuerzas y que no se trasieguen hacia la MUD sino que se trasieguen hacia otros espacios, y sería un desarrollo muy interesante porque el esquema de polarización es capaz de absorber hasta cierto punto únicamente. Es solamente la conjunción de factores muy diversos lo que puede producir que se debilite el sector más radical, más brutal, más militarista, más corrupto del chavismo. Si eso ocurre entonces viene inmediatamente la siguiente etapa que es preguntarse: ¿Cómo se le sacan concesiones políticas, dentro del marco constitucional porque yo fuera del marco constitucional no creo absolutamente nada, sería otra aventura más, nos va a salir carísimo, del otro lado? Hay cosas muy importante que se pueden abrir hacia delante si se logra combinar participación electoral con la protesta ciudadana y el activismo ciudadano. Estas dos cosas tienen que ir amarradas. Por eso el tema de la vigilancia del voto lo tienes que convertir en un acto popular, para que la trampa de usurpación de identidad no se pueda producir, que es una trampa mucho más importante que el fraude electrónico; que si me preguntas a mí, es una ficción pero lo otro no lo es en absoluto. La redistribución de los circuitos electorales es una gran trampa pero esa trampa puede inclusive revertírsela, yo pienso que estamos en una situación inmejorable potencialmente.
“Y por eso digo que no hemos resuelto la ecuación adecuadamente. El gobierno y el régimen en general sí que juegan en todos los tableros, en todos los escenarios. En un escenario patriotero desatan un conflicto o con Guyana o con Colombia, en otro van a elecciones pensando que pueden disuadir, en otro van a las elecciones pierden pero no la Asamblea, solamente el voto popular y otorgan un mandato de Ley Habilitante al presidente antes de irse. Nosotros también debemos jugar en todos los escenarios pero eso requiere que, también nuevamente, el liderazgo político sea capaz de resolver ciertas preguntas muy importantes que no las resolvió adecuadamente en su momento, y que sigue sin resolver. El tratamiento que se hizo de la convocatoria que hizo López desde la cárcel fue incorrecto, inicialmente se dijo no vamos, y había que entender que López, quieras tú a Leopoldo López o no es un patrimonio del movimiento político, seas tú militante de Voluntad Popular o no, eso es irrelevante y es precisamente el trascender ese tipo de cosas lo que no ha terminado por lograr hacer. Hay cosas donde no nos podemos permitir cometer errores. Yo pienso que el tratamiento que se le dio a la candidatura de María Corina fue incorrecto, ¿por qué?, porque ahí era necesario un gesto, independientemente de la metodología, era necesario un gesto importante y ella se merecía ese gesto importante, no porque sea mujer, ni nada de eso, sino porque ella es un símbolo de esa lucha para un sector, que también es indispensable, y quienes están desarrollando toda la estrategia colectiva tienen que entenderlo. Entiendan que cuando tienes cuatro capitanes o cinco capitanes que son símbolo para un sector, los tienes que asumir como símbolo colectivo, ese es el gran ejemplo que tiene que dar el liderazgo: Son mis símbolos también. Por eso cuando las barbaridades como las que se llegaron a decir cuando preguntaron cuál es el plan para sacar a López y decir no hay ningún plan porque él se metió solo, eso es inaceptable. Es inaceptable de nuestro lado. Tú siempre puedes reconocer el plan de los otros y denunciarlo, lo que no puedes nunca es achacarle al otro tus propios errores y tus propias carencias, eso no lo puedes hacer. Pero como te digo uno, te digo lo otro: Estamos en la mejor situación posible, en este momento, y eso es obra también del trabajo de gente como Aveledo, de Torrealba y de toda la gente que está metida allí. Ver en blanco y negro es un gran inconveniente, es un gran error en una situación que está llena de colores. 
 “En el camino se han cometido errores, claro, y cometerlos frente a un adversario que no te da cuartel, y te los cobra con sangre, es letal. Además ellos han hecho una obra de gobierno que es galácticamente infame, y no se les puede cobrar porque los cobradores están ocupados, muchas veces en dirimir sus conflictos internos, cuando este es el momento de cobrarle a los tipos el desastre que están haciendo. Se están cobrando entre ellos mismos. A veces percibes que mucha de las cosas que el chavismo ha traído de desastre, la gente de nuestro lado la ha reproducido también y terminan por disputarse el liderazgo de lo que viene cuando en realidad no se ha construido la transición. ¿Qué propuestas hay a futuro? ¿Cómo se va a garantizar la seguridad del país? Tienes unos tipos que van a pasar a convertirse en conspiradores activos, entonces esa es una pregunta mayor, extremadamente importante. Es el escenario más pavoroso que podría anticiparse de las palabras del cura Alejandro Moreno, el tema de la seguridad, en la eventualidad que se produzca un cambio, es un tema absolutamente esencial de seguridad nacional, de seguridad pública. Y no podemos descuidar cuál es el reto ahorita, que no puede competir con ningún otro: Quitarle espacio a la oligarquía más corrupta y más extremista del chavismo”. Sin embargo, concluye nuestra conversación: “Lo que viene después depende de muchas negociaciones, para lo cual todavía estamos a tiempo, porque vienen momentos muy exigentes. Yo creo que tenemos un chance”.

© Alfredo Cedeño

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