viernes, noviembre 26, 2021

EL VENEZOLANO ERRANTE


                Desde el siglo XVII ha existido en el mundo impreso la figura de El Judío Errante, aparece por primera vez en un panfleto de cuatro hojas, Breve descripción y relato de un judío de nombre Ahasverus, impreso en la holandesa ciudad de Leiden en 1602 por Christoff Crutzer. Se asegura que en los archivos de esa localidad no existe registro alguno de un impresor con ese nombre, de lo cual se infiere que dicho editor en realidad fue un pseudónimo. Lo cierto es que fue un éxito la historia y en ese mismo siglo se contaron por decenas las ediciones del citado personaje. Neerlandés, francés, danés, checo, sueco e inglés, fueron algunas de las lenguas a las que se tradujo la vida del hebreo trashumante.

                Los vagabundos de esta era los hay de diferentes orígenes, los hay africanos, centroamericanos y, en una apabullante mayoría, venezolanos. Las historias de los paisanos son desoladoras, excepcionalmente aparece alguna referencia a uno u otra que destacan en cualquiera sea la disciplina en la que se desenvuelvan. Son glorias atléticas, musicales, literarias, científicas, artesanales, industriales y paremos de contar, que nos hacen hervir el orgullo nativo. Sobran aquellos que se sienten negros tocadores de cumacos en la fiesta de san Juan.

                Somos millones los que andamos errantes sin ver el Ávila, ni oler los mereyes de Bolívar, ansiosos por oír las olas de Chuspa, Arapito y Choroní, ahítos de melancolía por una tierra que difícilmente volveremos a pisar. Somos pedazos de una tierra donde aprendimos a ser lo que somos y que cargamos clavada cual espina de erizo de mar. Nos hemos ido asentando en tierras ajenas con una nube imperecedera a cuestas que no cesa de enchumbarnos de nostalgia.

                Vienen fechas, pasan fiestas, compras auto, inviertes en un techo, duermes tranquilo y con la puerta abierta si te provoca, o se te olvida pasar la llave, conduces entre motorizados sin tener que esconderte bajo las nalgas el teléfono, vas al mercado y te paras indeciso ante las cincuenta cajas distintas de cereales para el desayuno, te diriges a la primera tienda especializada a comprar un scanner de negativos y te dicen que tienes dos semanas para devolverlo en su caja original y poder recibir tu dinero de vuelta de inmediato. Miles de cosas que van pasando y que, sin embargo, no mitigan el desarraigo.

                Los mecanismos de defensa elaboran herramientas para tratar de paliar el desolador sentimiento de pérdida. Pero  el hueco sin fondo de los ojos se nos llena de una perfección lejana que raya en el hastío. Mientras tanto, los buitres se mantienen lanzándose picotazos disputando los restos de lo que alguna vez fue la esperanza del mundo…

 © Alfredo Cedeño  

viernes, noviembre 19, 2021

PSICOPÁTICAMENTE HABLANDO



                        Mi Venezuela de mis tormentos me mantiene lleno de contradicciones. La conocí de un extremo al otro, o como decía mi abuela Elvira: de una punta a la otra. Dormí en el cerro Delgado Chalbaud, a breves horas de camino del nacimiento del Orinoco; y me bañé con las olas que revientan en el Cabo San Román el punto más septentrional de la geografía nacional, tal como rezaban mis primeros libros de educación primaria.  Dormí a orillas del Guainía, y en las cabeceras del Salto Ángel; fotografié las cumbres nevadas de Mérida desde el Pico Espejo y las desérticas bellezas de La Guajira; canté desafinado como nadie con los negros de Curiepe a la llegada del Niño Jesús y con los pescadores margariteños a la llegada de san Juan Evangelista a Juangriego. También recogí lechugas de madrugada con los campesinos trujillanos y recogí nasas con los pescadores de Chuspa; caminé deslumbrado por las calles empedradas de Clarines y por las de San Pedro del Río.  En fin, mi país lo he vivido, no me lo han contado, no lo conocí por medio de meras lecturas.

                En todos estos sitios, y muchísimos otros que para enumerarlos necesitaría varios días, he encontrado una gente maravillosa, amable, amorosa, generosa, dueña de un espíritu tenaz y maravilloso. Todo ello manifestaciones de una inteligencia y sensibilidad muy particular. Pero, me sorprendía siempre la falta de “malicia”, es decir la absoluta inocencia de todos ellos. Los pícaros nunca faltaban, pero eran los menos.  Era por eso que no sorprendía ver destacar en el mundo de las “políticas” locales a los bandiditos de los pueblos  y la gente los subestimaba y  los trataba con gran condescendencia, rayana en la lástima, era común oír: “Pobrecito Jorgito, ¿qué más podíamos esperar de él?, vamos a darle un votico pá ver si sale de concejal…” Y así se preñaron de vagos e ignorantes los concejos municipales, la cámara de diputados y senadores, en un comienzo; después se hicieron concejales, alcaldes, gobernadores y hasta presidentes. 

                 ¿Responsables? Claro que los hay, y se han afanado varios cagatintas en tratar de endilgarnos la culpa a usted y a mí, simples ciudadanos que hemos pagado nuestros impuestos, las cuotas de condominio, las multas que nos hemos merecido, los pasajes cuando se nos antojaba viajar –así fuera en autobús hasta Guasdualito–, y las empanadas que comprábamos antes de embarcarnos en el ferry en Puerto La Cruz. Las contorsiones retóricas, dialécticas, sociointerpretativas, o cómo diablos se quieran llamar son dignas de ser recopiladas en una magna antología del disparate. En todas ellas siempre la responsabilidad, perdón debo escribir culpa, porque ni hablan siquiera de responsable sino de culpables, somos todos aquellos que no hemos tenido nada que ver en las tomas de decisiones.  ¿Qué vaina es esa?

                Los vagos, parásitos y vivianes de turno se apoderaron de las célebres maquinarias y fue así como los partidos políticos dejaron de ser centros de formación de dirigentes y gerentes sociales, para convertirse en centros de repartos de canonjías de todo tipo.  A la par de ello entronizaron un pérfido mecanismo de manipulación psicopática: mentir haciéndose las víctimas y confundir al ciudadano.  Es la típica conducta del esposo que llega borracho de una noche de farra, y le forma el gran peo a la esposa porque cómo ella es la culpable porque no lo atiende como se merece. Cambie los personajes y tendrá a los grandes estrategas del gobierno y de la oposición achacándonos, a los votantes mortales, del desastre político y electoral que tendrá lugar mañana bajo el manto electoral. ¿Alguna duda?

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, noviembre 12, 2021

VIEJAS PALABRAS DE HOY


                La Biblia siempre es un remanso donde encontrar paz, justicia y saber. Se recorren sus páginas y se van hallando expresiones de lo divino a raudales, pero también de lo humano por millares. Hay frases de una poesía exquisita, como la que siento al leer en el libro de Reyes la concesión que hace Dios a Salomón de una “anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar.”  Las hay de un afecto como el reflejado por Pablo en su primera carta a los Tesalonicenses, donde habla de “la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.”

                Hay quienes aseguran que es una fuente de conocimiento político y estratégico, y que la guerra de guerrillas nació de la mano de los Zelotes, quienes llegaron a ser de tal contundencia en su lucha contra los romanos que hasta un apóstol fue uno de ellos: Simón el Zelote. Aunque hay otros que se atreven a incluir a Judas Iscariote en este grupo porque ish-kraioth era en realidad un apelativo vinculado con el arma de los sicarios, la sica. Vale la pena recordar que el historiador Flavio Josefo  consideró a los Zelotes como la cuarta filosofía judía más importante de los primeros años de nuestra era, venían luego de los Saduceos, los Fariseos y los Esenios.

                Los hedonistas también reclaman su ración de la sacra torta, e invocan en su apoyo las palabras de sensualidad desbordada, que se expresa sin contenciones propias de la “corrección” de estos días, y bien que lo dicen con claras intenciones estas palabras del Cantar de los Cantares: “Me llevó a la casa del banquete, / Y su bandera sobre mí fue amor. / Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; / Porque estoy enferma de amor.” Perdonen mi procacidad, pero así habrá sido esa revolcada que se dieron esos dos…

                Divagaciones aparte, y lejos de intenciones heréticas algunas, quiero regresar a mis intenciones iniciales al comenzar estas líneas. Leo en la Primera carta de san Juan  apóstol: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” Las releo y no puedo dejar de pensar en las acrobacias retóricas e ideológicas de nuestra casta política. Son unos verdaderos contorsionistas, como buenos integrantes de la inmensa carpa donde representan a cabalidad el circo de su oficio, a la hora de justificar cualquier aberración. Es así como los vemos hablar de la necesidad impostergable de “dialogar” con aquellos que son impermeables a todo parlamento, salvo aquellos que sean para reforzar su poder.  Del mismo modo puede usted encontrar aquellas castas comadres, de misa con velo y devocionario, que hablan de nuestra pureza y exigen, con gestos de heroínas desmelenadas, que no caigamos al mismo nivel de ellos y que debemos ser unos caballeros con la escoria roja.

                Una de las últimas maromas, en las que están embarcados unos y otros, es el simulacro electoral del próximo 22 de este mes. En los años 50 del siglo pasado, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez institucionalizó unos célebres simulacros en los que Caracas era supuestamente invadida por fuerzas extranjeras, la ciudad quedaba a oscuras y potentes rayos de luz cruzaban la noche para asombro de una ciudad que no tenía un siglo de haber dejado atrás los faroles y candiles para iluminarse.  El espectáculo antes que nada es una lección que nuestra casta tiene muy bien aprendida. Y si el show es barato mejor, más eficaz será para aquellos que tratan de evadir sus miserias con cualquier entretenimiento que consigan. 

                Tal vez por eso, rojos y azules, mantienen vivas las  fiestas. Una sesión de bailoterapia para derrocar la dictadura es tan efectiva como unas elecciones en que el honorable Picón saldrá junto al inefable Calzadilla a proclamar legítimos y auténticos los resultados de la pachanga comicial. ¿Cómo pueden hablar de elecciones justas en medio de una feroz dictadura como la que sufre Venezuela? ¿De dónde sacan tanta cara dura para asegurar que estaremos acudiendo a las urnas para rescatar y fortalecer la democracia con la inmensa lista de presos políticos que mantienen estos sátrapas? ¿Quién puede decir que tendremos unas verdaderas elecciones universales, directas y secretas sin estar garantizado el voto de más de cuatro millones de electores que están fuera del país? ¿Acaso Juan Requesens, Otoniel Guevara y Roland Carreño, así como los policiás metropolitanos, podrán ejercer su derecho al sufragio? Todo eso a ellos poco les importa, aunque terminemos a medio vestir, amputados e iluminándonos con un candil.

© Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 05, 2021

CARNAVAL NOVIEMBRERO


                Todas las guerras son económicas, no ha habido una sola que no haya tenido por trasfondo al hipócritamente denostado vil metal. Digo que lo hacen fingidamente porque todos aquellos que le hacen ascos ante el público, apenas dan la vuelta se les ve lanzarse con la boca hecha agua sobre sea cual sea la bolsa del dinero.  Y es como la canción que en su momento pusiera de moda al mexicano Emmanuel, Toda la vida. Y agrego yo, ha sido así  ¿No recuerdan al tipo aquel, Juan Carlos Caldera, recibiendo 40 mil bolívares de un mensajero de Wilmer Ruperti para la campaña de Capriles?

                Por cierto, que ese monto, pese a las voluminosas pacas de billetes, eran apenas 9.300 dólares. Es que ni para mendigos sirven… Y eso me permite evitarles el circunloquio histórico para abordar el hecho económico como eje fundamental de toda confrontación por el poder político. La diferencia es que antes eran con hondas, macanas, espadas, lanzas, arcabuces, alfanjes, revólveres, bayonetas, fusiles, metralletas, cañones y cuanta cosa pueda usted imaginarse; y hoy son por medio del voto. Los pícaros ambiciosos de esta era han hecho suyos los escenarios electorales para ponerles la mano a los caudales públicos, que, a fin de cuentas, son la gran teta monetaria del planeta. No hay país, por pobre que sea, que no produzca más riquezas que cualquier monopolio. ¡Qué Amazon ni que niño muerto! ¿No? Les pongo varios ejemplos.

                Los célebres organismos multilaterales representan varias puntas de esa ubre a la que todos aspiran ordeñar. Los países endeudados, depauperados, en crisis humanitaria, bla, bla, bla, siempre obtendrán de estas instituciones verdaderos ríos de dinero para “ayuda” a dichas naciones. La vaina es que usted ve como esas repúblicas están cada año más y más devastadas. ¿Los grandes beneficiados?, sus castas políticas. A esos organismos debemos sumarle sus extensiones caritativas. Cuando no es de ayuda a los niños, es de auxilio a las marmotas, o de cooperación para salvar la sobrevivencia del ornitorrinco en Los Esteros de Camaguán, y así hasta que se le seque el cerebro buscando “nobles y justas” causas. Los buches receptores de los billetes siempre están abiertos.

                ¿Qué otra cosa creen ustedes que hay tras el llamado a votar el próximo 22 de noviembre? Las glándulas mamarias de Venezuela. El derecho a exprimirle los pezones a como dé lugar, poco importa que ya ni pararse puede, poco importa lo descangayada, para usar un término gardeliano, que está; nada de eso, lo que importa es ver cómo le meten mano a la cuota que les  va a permitir disfrutar de casa, carro y comida de primer orden a costillas del Estado. A la postre el llamado Situado Constitucional da para eso y más. Con tan rimbombante nombre denominan la transferencia de recursos de los ingresos ordinarios del Gobierno Central a las entidades regionales. Todos los que están en este carnaval de noviembre, son la viva réplica de los zagaletones que plenaban las avenidas caraqueñas esperando el paso de las carrozas de carnaval para gritar desaforados: ¡Aquí es, aquí es!

Nuestros zánganos electorales se darán por satisfechos con cualquier cosa que les salpique; después de todos ellos no son ambiciosos, se conforman con lo que sea. Por algo tararean, desentonadamente por supuesto, aquella parte de la canción ya citada: “Toda la vida / Poniendo trampas al orgullo / Tantas historias como estrellas / Para no ser esclavo tuyo.” Por eso usted los puede ver bailando al son que les toca el dinero.

  

© Alfredo Cedeño 

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