miércoles, marzo 25, 2020

PROPAGANDA, PESTE Y PODER


                Hay en Paul Valery una magia que seduce a primera lectura. De él recuerdo muchos versos pero tengo particular debilidad por aquellos que en Esbozo de una serpiente rezan: “¡Sol, Sol!… ¡Mentira resplandeciente! / Tú, Sol que a la muerte la enmascaras / Bajo el azul y oro de una tienda / do celebran consejo las flores.”  Tal vez por mi fascinación confesa es que reí desbordado cuando conocí su frase: “La política es el arte de impedir que la gente se mezcle en lo que le concierne.”  Los sempiternos remendadores de la virginidad de los dirigentes siempre trataron, con inutilidad, de restarle impacto a dicha afirmación diciendo que era una perspicaz ironía del agudo hombre de letras.
                En realidad la política lleva siglos siendo manejada al real saber y entender de una casta que muta según los intereses del momento. Y siempre bajo la mirada complaciente de las diferentes élites que suelen sobrevolar cual moscas golosas alrededor del poder y el presupuesto del Estado. Son castas que solo velan por sus intereses sin ver más allá del monto que sube o baja en sus balances metálicos o sociales. Es así como hemos visto, a lo largo de la historia, a lo más representativo de la sociedad sucumbir ante el triunfador de turno.  En Venezuela es una larga tradición de la que desde tiempos de Bolívar tenemos noticias. Él formaba parte de la crema y nata criolla, por lo que amigos y familiares les eran más que cercanos, sus compañías en distintos lechos dejaron muchos cuchicheos sueltos en la ahora llamada leyenda urbana. José Antonio Páez, su antagonista en origen socioeconómico pero compañero de gestas recibió igual celebración al sucederle como hombre fuerte de turno. Pasó con Castro, Gómez, Pérez Jiménez y Chávez, por citar al voleo sólo a algunos de los tunantes que ejercieron el poder en nuestro país.
                Siempre el poder ha legitimado cualquier barbarie, y para ello la propaganda ha sido un factor determinante. Este es un largo y espinoso concepto del cual se han escrito millones de palabras, pero en lo que se concuerda por lo general es en lo poco honesto que suele ser.  Se afirma que la Fiesta de la Federación organizada para celebrar el primer aniversario de la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1790 en el Campo de Marte de París; así como El Culto del Ser Supremo, fueron actos de propaganda política de los cuales aprendió Napoleón para estructurar su mito-leyenda, efecto y consecuencia de la magnificación por medio del arte y la prensa de sus victorias, lo cual creó una imagen ideal de sus fuerzas armadas y su persona. Se puede afirmar que el enano corso fue pionero en el uso sistemático y consciente de las técnicas modernas de propaganda.
                Un siglo más tarde Lenin y Trostky tomarían para sí estas técnicas y las aplicarían en la revolución rusa.  Trotsky, con audacia inaudita para aquellos tiempos, utilizó por primera vez los medios radiofónicos como medio para dirigirse a las “masas sufrientes”, aplicando un mortal bypass a los gobernantes de entonces. Años después serían Hitler y Goebbels quienes perfeccionarían la propaganda como herramienta de control social.  Goebbels decía en aparente tono jocoso: “La Iglesia católica se mantiene porque repite lo mismo desde hace dos mil años. El Estado nacionalsocialista debe actuar de la misma manera.” Y convirtió la propaganda nacional-socialista en un martillo que machacó implacable a todo el pueblo alemán, y extensa parte del mundo, porque como recitaba Goebbels: “Hacer propaganda es hablar de la idea en todas partes, hasta en el tranvía.”
Si bien todos sabemos cómo terminaron el retaco austríaco y su ministro para la Ilustración Pública y Propaganda, muchas de las innovaciones técnicas y de procedimientos de ellos en este campo se mantienen vigentes.  Una de las razones fundamentales de su éxito fue el predominio de la imagen ante la explicación y hurgando en lo más oscuro del llamado inconsciente colectivo, exaltando la pureza de la sangre, los instintos elementales de crimen y de destrucción; como bien explica Jean-Marie Domenech: “remontándose, mediante la cruz gamada, hasta la más antigua mitología solar; por otra, utiliza sucesivamente temas diversos, y aun contradictorios, con la sola preocupación de orientar a las muchedumbres en la perspectiva del momento.”
Necesitaría extenderme mucho más, y si bien estamos en tiempo de cuarentena, tampoco voy a darles la lata con el tema, aunque debo mencionar que en el ínterin ambas partes, comunistas y nazis, pusieron a prueba sus experticias en el área en Italia con Mussolini y en España durante la guerra civil que terminó ganando Franco. Décadas más tarde la Unión Soviética puso al servicio de otro cadáver ilustre, Fidel Castro Ruz, todas sus habilidades para vender lo invendible en la “Revolución Cubana”. La lucha contra el Imperialismo, la derrota del analfabetismo, el país más sano del mundo, los gusanos, la autodeterminación de los pueblos, fueron algunos de los tópicos que el héroe caribeño sembró en el mundo para enmascarar su sevicia e incompetencia. Si bien es cierto que Cuba se había convertido en un semillero de cuanta malamaña había, también lo es que era un país con avances económicos, arquitectónicos, audiovisuales que luego fueron exterminados por los barbudos. Cumplieron a rajatabla con una premisa comunista, o socialista como gustan decir los vagos de este tiempo, quedarse con todo para luego no hacer nada con ello. Demostraron su habilidad para robarle todo a todos y matar de hambre a todos.
                Cuando apareció el comandante sabanetero en el escenario continental, Castro lo arropó y puso a su servicio su entero arsenal propagandístico, el que había ido acumulando y perfeccionando a lo largo de cruentas décadas, armas que ensayó y perfeccionó en las costillas de la población cubana.  A la par de ello acudieron lambucios revestidos de togas, o medios de comunicación, a ungirlo.  Monedero y Ramonet son buenos ejemplos de lo que escribo. A Venezuela acudió una jauría rabiosa de perros de presa franceses, españoles, alemanes, ingleses, estadounidenses, colombianos, y muchos otros países, para ponerse al servicio de la gran puesta en escena del Socialismo del Siglo XXI. Eso sí, con los bolsillos bien abiertos. Con la excusa de extender la revolución “Bolivariana”, así llamada en realidad por la cantidad de bolívares convertidos a distintas divisas que se repartieron con irresponsable prodigalidad, se financiaron a cuantos impresentables se pueda cualquier mente imaginar. Podemos en España es la mejor muestra de lo que afirmo.
                Ahora que nuestro país confronta una nueva peste, porque la del chavismo ya llevamos interminables años padeciéndolo, vemos como el virus rojo rojito sigue haciendo de las suyas. Y su saña  es de un vigor que nunca imaginé. Cruzó el Atlántico y, por medio de Iglesias y Monedero, de nuevo con la propaganda de por medio, depurada y actualizada, se hicieron del poder. En ambas orillas del océano vemos, en esta mala hora, cómo la irresponsabilidad se manifiesta con la brutalidad propia de los maleantes más siniestros que se pueda nadie imaginar.   Con la excusa de la peste china, de cuna comunista, que nadie se olvide de ello, se imponen cepos inimaginables. Todo con la clara idea de secuestrar a la ciudadanía y obligar a la complicidad a todos aquellos que lideran cualquier sector de la sociedad, lo cual ocurre cuando no hay firmeza frente a la barbarie.  Es así como vimos a algunos “dirigentes” haciendo llamados al FMI dando respaldo tácito a la solicitud del Bigote Bailarín de cinco mil millones de “dolaritos”, los cuales afortunadamente fueron negados, para afrontar la crisis sanitaria en Venezuela.
                De nuevo la propaganda asoma su hocico, y ahora se pretende, alcahuetería mediante, arropados por el manto de “la solidaridad y la humanidad” recibir dinero que le permita seguir aniquilando con vigor socialista a todos aquellos que logren infectar con sus charlatanerías de feria medieval. ¿Será que nunca habrá una vacuna para tanta superchería?  Quizás nos inoculemos cuando, reformulando a Valery,  dejemos de abandonar en manos de la casta política todo y nos mezclemos en aquello que nos concierne para apartar las tres P de este artículo. Y como bien escribió él en El cementerio marino: “¡Al idólatra aparta, perra espléndida!”

© Alfredo Cedeño

miércoles, marzo 18, 2020

SALSA Y CONTROL


                A comienzos de los años 70 del siglo pasado una emisora a la que la gran mayoría del gran público le hacía el fó, Radio Aeropuerto, irrumpió con paso poco sigiloso a la historia musical del país, el Caribe y el mundo entero. Esa emisora quebró de manera incuestionable la hegemonía que hasta ese momento habían mantenido Radio Caracas y Radio Capital, donde un grupo de perifoneadores irreverentes, desde mediados de los años 60, habían impuesto los ritmos sajones en el país. Lo más “latinoso” que se toleraba era Samba Pá ti de Carlos Santana, de resto era Janis Joplin, Procol Harum,  Rolling Stones, Chicago, Aretha Franklin, Tom Jones, y muchísimos otros para los que se necesitan unas cuantas hojas para escribir todos sus nombres.
                La citada estación, que hasta ese entonces había sido conocida por la melosa voz de unas locutoras que constantemente daban la hora e informaban sobre los vuelos que llegaban y partían del aeropuerto de Maiquetía, abrió sus puertas para una de las voces más emblemáticas en el mundo musical caribeño: Phidias Danilo Escalona, y luego de él llegaron Héctor Castillo, Rafael “El Tigre” Rivas, y otros más que modificaron el espectro radiofónico nacional.  Fueron años en los que descubrimos o asumimos a La Sonora Matancera, Tito Rodríguez, Ray Barreto, aparece Fania All Stars, y el Poliedro de Caracas se convirtió en el templo de consagración de las estrellas ya establecidas o nacientes. Allí vi a Daniel Santos y a Rubén Blades, a Oscar D´León y a Willie Colón, a Celia Cruz y a Justo Betancourt, a Papo Luca y a Héctor Lavoe, a todos los que eran alguien en el mundo musical latino.
                En aquellos días el imborrable amigo Wilmer Suárez, era redactor nocturno en Crítica, diario entonces propiedad de Miguel Ángel Capriles, y uno de sus compañeros de labores era Jorge Collazo, quien redondeaba el sueldo haciéndole la prensa a Oscar D´León y solía regalarnos entradas a esos conciertos. Una noche nos fuimos al escenario de Coche porque tocaba una banda que era legendaria en aquellos días: Los Hermanos Lebrón.   Cuando ellos entraron a escena el pandemónium fue total, abrieron con una pieza que desde el año 69 no cesaba de identificarlos: Salsa y control. Cuando los metales sonaron y casi de inmediato el muy serio Pablo Lebrón, que en paz descanse, de ojos cerrados y gesto concentrado, batió las maracas y entonó: “Yo le pido a mi gente que está gozando con la orquesta Lebrón…”. El llamado Coso de La Rinconada se vino abajo, y cuando un minuto después vino el turno del coro, no hubo quien no entonara: “Salsa y control, salsa y control…”
                Esa canción no me sale de la cabeza en estos días de peste, y control omnímodo de las instituciones en todos los rincones del mundo. El origen del bendito Coronavirus está claro, es meridiana su procedencia: China,  y ello se trató de soslayar desde un primer momento. El control “progresista” de los medios hizo lo imposible por blanquear el rostro de la dictadura amarilla. A fin de cuentas pareciera que, salvo contadas excepciones, todo comunicador lleva un camarada en su corazón.  El gusano de la solidaridad se ha convertido en una rémora del que nadie se quiere deslastrar. Los jerarcas amarillos han  guardado silencio y hace apenas unos días un portavoz del Ministerio de Exteriores de ese país, Zhao Lijian, señaló vía Twitter que en realidad el corona virus había sido incubado en EEUU y que unos soldados enfermos habían sido sus portadores y fue lo que originó su brote en tierras asiáticas.  Los diferentes voceros oficiales del planeta inicialmente trataron de minimizar la gravedad de la enfermedad; ante ello el inmunólogo Anthony Fauci, considerado el mayor experto mundial en enfermedades infecciosas fue tajante en sus declaraciones: “Escucho a gente decir que la gripe mata a más personas. No es cierto. El índice de mortalidad del flu es de 0.1% y la mortalidad del coronavirus es al menos 10 veces superior”. Todas las voces concuerdan en señalar que el riesgo de esta pandemia, así bautizada hace pocos días por la Organización Mundial de la Salud, fue subestimado. El propio organismo rector de asuntos de salud en el mundo descartó, el pasado 14 de febrero, a través de su director ejecutivo para emergencias sanitarias, Michael Ryan, suspender los Juegos Olímpicos Tokio 2020. En numerosos países se habla de negligencia en el manejo de esta crisis sanitaria; y todo ello ha sido devastador para el escenario económico.
                Al César lo que es del César, y miremos en nuestro patio.  Una vez más los rojos rojitos la agarran en el aire y sacan provecho de la situación. Bloquean el país en aras de una supuesta cuarentena que enmascara la crisis de combustible y la consiguiente catástrofe de suministro alimenticio y de medicinas; mientras dan berridos  clamando que el malvado imperio elimine las medidas contra su cofradía para poder importar medicinas y alimentos.  ¿Con que fondos los van a adquirir?  Por lo pronto, y siguiendo el coro de la canción que usé para titular estas líneas, el Bigote Bailarín, el Trucutú de Monagas y todo su combo mantienen al país sumergido en la salsa de su tiranía y cada vez incrementan más el control que muchos creen poder superar con unos procesos electorales cuyos resultados ya Tibisay Lucena tiene preparados.  No es ocasión para estar bailando precisamente al son que ellos tocan.

© Alfredo Cedeño

miércoles, marzo 11, 2020

TRAMPAJAULA ELECTORAL



                Recuerdo de mi infancia, cuando visitaba la casa de mi tía Petra, unas pequeñas jaulas hechas de cañas muy delgadas y alambres muy finos, me asombré mucho la primera vez que agarré una por lo liviana que eran. Mis primos, los Jackson Cedeño, Humberto y Reinaldo, porque Orlando siempre fue un anciano prematuro y Máximo no tenía todavía edad para esas correrías, cuidaban sus avecillas: azulejos, reinitas, cristofués, chirulís, hasta un turpial creo recordar. Ellos solían irse por los cerros de La Guaira con sus jaulas llenas de pajaritos y regresaban horas más tarde con más de los que habían llevado.  Me llamaba la atención su forma algo extraña: a cada lado de donde estaban los animalitos había cajita del mismo material con una puerta que se abría hacia arriba. Cuando pregunté me dijo Humberto: Bueno gordo zoquete, no ves que ahí se pone el cambur o el pan para que vengan los otros a comer, porque el de adentro está pitando, y este resorte hace que la tapa caiga. Así supe lo que era una trampajaula.
Encontraba aquello muy perverso, utilizaban a los ya encerrados para también encerrar a sus similares que acudían inocentemente ante el gorjeo de sus parientes para terminar adornando las paredes de una vasta casa de La Guaira. Años más tarde, en Caraballeda, aprendí que otra forma era colgar en un árbol una jaula, pero en sus alrededores colocaban unas varas embadurnadas de una savia que formaba una solución gomosa en la cual quedaban adheridas las aves cuando se acercaban a ver a su par que trinaba en la bendita jaula. En otras palabras era el mismo musiú con otro cachimbo, los animalitos terminaban encerrados.
                Ahora, cuando se habla tanto de elecciones y demás negocios conexos, no dejo de pensar en aquellas trampajaulas de mi infancia y adolescencia. La diferencia es que hoy en día quienes silban, pitan, trinan y corcovean convocando a “ejercer el sagrado derecho del voto” –¿Conocen una frase más pavosa?–, son algunos cándidos que a su vez han creído ciegamente, cual borregos, en las llamadas fervorosas de la casta política y ahora replican el dichoso llamado. A los paisanos candorosos uno llega a entender que han sido pescados en su inocencia, los que no tienen excusa alguna son los “líderes” que insisten en llevar al matadero a quienes se entregan a ellos y su quincalla verbal. Esos dirigentes son capaces de vender a sus propias madres con tal de ejercer el poder, los demás les interesamos muy poco y hemos llegado a un punto que ya ni siquiera se ocupan de simularlo.
                En otras ocasiones he abordado el tema de las elecciones, que tal como he escrito es el mantra de moda, es el ritmo que se nos impone, y al que se nos exige cual borregos sigamos sin chistar. No se trata de oponerse a ultranza a la vía del sufragio, aquellos que manifestamos nuestra reserva en esta ocasión, así como en otras anteriores, es por lo que se refiere a las condiciones electorales venezolanas actuales. Hay quienes consideran mitos la posibilidad de manipular las máquinas de votación, y dicen que es absolutamente evitable con auditorías antes y después de los procesos; y aseveran que los votantes fantasmas pueden ser controlados con los testigos de mesa; y que la ausencia de estos últimos es lo que posibilita que se lleve a cabo la triquiñuela.  Me cuesta, y mucho, entender que a estas alturas se siga blandiendo semejante argumento como escudo que blinda frente a la tracalería roja rojita.
                Los honorables discípulos del nieto de Maisanta, plaga babilónica que en mala hora nos tocó padecer, y cuyo heredero está consumando la destrucción de nuestro país como nunca nadie imaginó, saben muy bien lo que tienen entre manos.  Ellos han  ido afinando su maquinaria de fullerías, teatro y bufonadas para legitimarse y seguir con su cara muy fresca sus labores de exterminio del aparato democrático, tanto en casa como en países extraños. Quisiera que aquellos que hablan de la invulnerabilidad del voto leyeran el informe final de la Organización de los Estados Americanos sobre las elecciones en Bolivia del 20 de octubre de 2019.
                No voy a atormentarlos con detalles específicos, pero les transcribo algunos fragmentos del muy extenso y sustentado documento: “Se hallaron residuales de Bases de Datos y  de la aplicación de NEOTEC en servidores perimetrales, que no deberían haber tenido bases de datos ni versiones de la aplicación empleada para el proceso. El responsable de la empresa proveedora del software accedió con usuario root [es aquel que cuenta con todos los privilegios y permisos para realizar acciones sobre un sistema Linux] al sistema operativo en medio de la noche (por su propia decisión), hecho que sucedió posterior al acto oficial de cereo del sistema, es decir una vez que se pensaba que los sistemas estaban listos y que ya nadie podía acceder a ellos.”  Amén de ese pequeño detalle esa comisión encontró que: “Se podía acceder a la Base de Datos del Cómputo Final de manera directa, sin pasar por la aplicación.” También detectaron falta de preservación adecuada de la evidencia sobre la elección y señalaron: “La deficiente cadena de custodia no garantizó que el material electoral no haya sido manipulado y/o reemplazado.” En cuanto al análisis técnico de pericia caligráfica que realizaron encontraron: “Similares espacios intervocabulares o letras “t” con barrado cóncavo con respecto al margen superior”.  Ese equipo realizó filtro de las actas electorales en las que el partido del honorable Evo obtuvo del 90 al 98,9% de los votos en los departamentos de Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz y en la ciudad de Buenos Aires Argentina y lo que sobraron fueron irregularidades.  Muy similares a las en su momento señaladas por Mercedes Febres Cordero y Bernardo Márquez, y de las cuales he hecho referencias en muchas oportunidades anteriores.
                Los técnicos aseguran en el mencionado documento: “Irregularidades señaladas se repiten de manera sistemática en localidades de Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz y Cochabamba, con la particularidad que la mayoría de las mismas no tuvieron fiscalización de autoridades de partidos políticos distintos al oficialismo. (…) El equipo de auditoría no pudo profundizar completamente en este análisis y realizar cotejos adicionales debido a que parte del material electoral de los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Santa Cruz fueron incendiados. Sí se pudo obtener y analizar material original del departamento de Cochabamba. (…) Se analizó en primera instancia el acta nº 35036. El estudio permite concluir diversas irregularidades: primero, casos en que las firmas de los jurados en el acta original no corresponden con las firmas que se presentan en la copia química. Además, situaciones en que, pese que fueron firmadas por la misma persona, se realizaron en momentos distintos, permitiendo concluir que hubo dos firmas originales. Finalmente, firmas falsificadas en las hojas de trabajo respectivas. La mesa 35036 solo cuenta con votos a favor del partido político MAS.”
                Perdonen los amigos bolivianos si creen que pretendo subestimar sus capacidades cibernéticas, pero ¿en La Paz podrían articular semejantes manipulaciones tecnológicas y humanas? ¿O será que los iluminó el ánima de Alfredo Anzola, ex fundador de Smartmatic y pareja de Delcy Eloina, desde sus cenizas en Catia La Mar? ¿De verdad creen que nuestros malandrines van a permitir que se repita lo del 2015? Si en Bolivia que había una misión observadora como la del citado organismo jugaron las cartas que jugaron para retener el poder, ¿qué no harán en Venezuela donde no entra sino Zapatero y los alcahuetes internacionales a los que ellos les dan entrada?  ¿Habrá alguien que de verdad crea que la quema de los pertrechos comiciales en los depósitos del Consejo Nacional Electoral en Fila de Mariches será el fuego lustral que nos convertirá en modernos Aquiles? Cuídense los talones. 

© Alfredo Cedeño 

miércoles, marzo 04, 2020

MOJIGANGA ELECTORERA

El cada vez más relegado mataburros, léase diccionario de la real academia, define la palabra mojiganga como una obra teatral muy breve, de carácter cómico, en la que participan figuras ridículas y extravagantes, y que antiguamente se representaba en los entreactos o al finalizar el tercer acto de las comedias. También dice que es una acción burlona o lúdica; y nos informa que era una “fiesta popular en la que se utilizaban disfraces estrafalarios, especialmente de diablos o animales”. Casi que la última acepción viene a calzar con el alboroto en que andan nuestros impresentables políticos. Uno ya no encuentra ni por donde agarrarlos del asco que suelen dar.
                La algarabía de moda es elecciones, no hay quien no se dé frenéticos golpes de pecho mientras hace glamorosos llamados a ejercer el sagrado derecho del voto. Desayunan comicios, almuerzan votos, meriendan sufragios, cenan votación, y todavía se paran de madrugada a tragarse una urna electoral que estaba por la nevera realenga.  Mientras tanto, y como quien no quiere la cosa, los madurólogos, diosdadólogos y demás anestesiólogos de similar tenor, se dedican a hacerse lenguas de las bondades de nuestro sistema electoral.  A la par de ellos anuncian profundas fracturas en el ala roja, y juran por este puñado de cruces que la procesión interna ya la quisiera La Macarena en Sevilla la próxima Semana Mayor.  
                La sarna roja, estoy convencido, calla y ríe.  En cualquier momento aparecen abrazados el Trucutú de Monagas y el hijo de misia Teresa dando vivas al comandante eterno, y tendrán unos cuantos que meterse la lengua atrás de la oreja. Si algo hay que reconocerle a los chavistas-maduristas-castristas es su honestidad política, ellos siempre han dicho, y siguen haciéndolo, lo que quieren hacer y cómo lo van a hacer. Que nos reviente el cómo lo dicen es harina de otro costal, porque la verdad que cuando Pedro Carreño regurgita, o Iris Varela rebuzna, ni decir de cuando Bernal cecea, es revulsivo, pero dicen.
                Nuestra Constitución vigente, la de 1999, La Bicha de Chávez, establece que nuestro régimen político no es representativo, sino “participativo”; y ellos entienden por tal referendos y otras consultas, pero también movilizaciones masivas, incluidas las de los colectivos, “como formas directas de ejercicio del poder popular” que ha sido dirigido con precisión milimétrica a periodistas, obispos, estudiantes universitarios y miembros las ONG´s de derechos humanos. Todo esto ha terminado en un sistema político hibrido en el cual hacen lo que les da su real gana, al amparo de una legitimidad otorgada por la vía electoral. Chávez no ejerció una mera retórica política, siempre fue sincero en sus pretensiones de perpetuarse en el poder y para ello utilizó como principal palanca su revolución mundial contra el imperio estadounidense y el sionismo, abarcando alguna vez el extinto imperio español. 
                Si hacemos un ejercicio de memoria recordaremos que en el año 2000, ya aprobada la actual Constitución, fueron fulminados todos los miembros del antiguo Consejo Supremo Electoral, electos en 1998 por el desaparecido Congreso Nacional. Vale la pena decir que ese ente había demostrado su capacidad técnica y neutralidad política. Hasta allí llegó la ecuanimidad de ese organismo. Aquellos años fueron de una efervescencia que pudo por momentos escapar al bozal rojo, fueron fundamentales las acciones llevadas a cabo por los gerentes de la industria petrolera, que fueron apoyados por todos los trabajadores del sector y un sólido respaldo nacional. Ello llevó a la crisis de abril del 2002 que fue manejada de forma por demás hábil por parte del difunto.  Una de las opciones que comenzaron a barajarse en aquellos días fue la realización del Referendo Revocatorio, pero así como hoy, la piedra de tranca era el Consejo Nacional Electoral y su composición, la cual no se podía actualizar por la composición de la Asamblea Nacional. Fue así como  luego de varias horas de reunión a puerta cerrada, la sala constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela designó a medianoche a fines de agosto del 2003 la nueva directiva del Consejo Nacional Electoral.
                En aquellos días recuerdo claramente a los honorables miembros de nuestra casta política celebrar dicha designación. Se presentaron toda clase de cuentas y cálculos, todos decían que la directiva quedaba integrada por dos miembros de la oposición: Ezequiel Zamora  y Sobella Mejías, dos del oficialismo: Óscar Battaglini y Jorge Rodríguez, y una figura “independiente”: Francisco Carrasquero… el mismo que, como revela el Diccionario General del Zulia en su volumen I, cuando estudiante tocaba el bongó y cantaba en un grupo musical.
                Para ir abreviando que se nos alarga mucho el cuento, el rector guapachoso mostró su corazoncito, a los pocos días de haber tomado posesión de su cargo, anunciando que las firmas presentadas por la oposición el 20 de agosto de ese año no servían para solicitar un referendo sobre la continuidad de Chávez en la presidencia.  No creo que sea necesario abundar sobre la “independencia” de ese señor. Todos sabemos los resultados de aquella consulta electoral, y pese a las demoledoras evidencias de fraude cometido, y que demostraron en un estudio de María Mercedes Febres Cordero y Bernardo Márquez, publicado en International Statistical Review, órgano divulgativo del International Statistical Institute, fundado en 1885, la organización más antigua y con más prestigio en cuestiones estadísticas en el mundo; nuestra distinguida dirigencia nada dijo. El trabajo de Febres y Márquez estuvo dedicado a detectar anomalías en ese proceso donde hallaron anormalidades de todo orden y concierto en la data suministrada por el propio Consejo Nacional Electoral (CNE).  A manera de anécdota debo decir que a fines del 2004 Enrique Naime le exigió a Márquez que le presentara a los culpables del supuesto fraude…
                Como dije párrafos antes, la tendencia hoy es elecciones, ese es el ritmo de moda. De nada sirve hablar de las irregularidades que encierra la selección de los futuros rectores electorales entre gallos y medianoche. Los más exaltados ponen de ejemplo a Chile y cómo le ganó a Pinochet en las urnas. O son o nos creen, porque yo quiero saber en qué cabeza cabe pensar que una cúpula militar como la que padecemos, de piernas abiertas a cubanos, chinos y rusos, puede hacer que se respete la voluntad popular. Otros sacan a relucir el triunfo de las elecciones legislativas del 2015 y los 109 diputados logrados en esa ocasión; ¿quién cree que la satrapía se va a dejar ponchar de nuevo? De vaina que nos hablan de la intersección divina por medio de la cual veremos a Maduro, Cilia y Cabello levitando sobre la escalera de El Calvario en beatífica sumisión ante los designios del pueblo soberano. Por lo pronto nos exigen silencio y tener la cédula de identidad en la mano para ir felices a participar en la gran fiesta popular donde ellos acudirán con sus disfraces estrafalarios, especialmente de diablos o animales.

© Alfredo Cedeño 


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