domingo, noviembre 30, 2025




MAROMEROS SIN COMPÓN

 

          Las contorsiones, rayanas en malabarismos en una cuerda sin malla de prevención abajo, son una característica, casi razón de ser, de la casta política. Uno contempla los hechos y no sabe si reírse, indignarse hasta el paroxismo o llorar de tristeza e impotencia.  Debo acotar que también en el llamado mundo cultural es un fenómeno bastante evidente.

          Pienso en Octavio Paz y sus tempranas simpatías marxistas. No de gratis fue funcionario del gobierno nacionalista mexicano; para luego convertirse en un duro crítico del autoritarismo en todas sus expresiones. Recuerdo su muy digno gesto de renunciar a su cargo de embajador ante la India a raíz de la masacre de Tlatelolco, y plantando al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

          ¿Cómo dejar de nombrar al cubano Reinaldo Arenas? Fue un temprano simpatizante de la revolución antillana; la misma que luego lo maltrató de forma insólita. La plaga castrista-guevarista no encontrando más argumentos ante la calidad de su obra, lo acusó de maricón para marginarlo. Terminó en el exilio y con lucidez retrató en unos de sus versos el drama de su país: “Sé que más allá de la muerte / está la muerte, / sé que más acá de la vida / está la estafa…” .

          En cuanto a la política, como es habitual, las volteretas han sido grotescas a veces. En estos días la estrella en tales menesteres es el capo español Pedro Sánchez. En el año 2018 le soltó al entonces presidente del gobierno ibérico: “Ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir perdón, se viene a asumir responsabilidades políticas”. Ahora, con gesto de matón de esquina, se limpia las entrepiernas ante todos los casos que le tocan más que de cerca.

          Otro que tampoco escapa del patrón y sigo en territorio hispano, es el nuevo ídolo de multitudes Santiago Abascal. Ha salido hasta el cansancio con aquello de una mejor manera de ejercer la política, de la necesidad de abordar decentemente el oficio público.  Y por ahí sigue la cantaleta.  Sin embargo, hace poco el periodista Marcos Ondarra reveló que una cuenta anónima, pero muy activa, en redes sociales, @eljudiodevox, es una triquiñuela del partido abascalense. El perfil señalado se dedica con particular saña a atacar a Iván Espinosa de los Monteros, Juan García-Gallardo y Alvise Pérez, entre otros. Ondarra señala a Fran Bouzas, en franca relación con el nuevo miembro de la casta zángana española, como el vocero oculto de las campañas de desprestigio contra los rivales políticos del grupete de Abascal.

          Si nos venimos a suelo patrio, como gustan de decir, con gesto solemne y voz engolada, tirios y troyanos, las muestras son más profusas que la verdolaga. Jesús Ángel Paz Galárraga, es el primero que recuerdo. Hombre de amplia presencia en nuestro escenario: fundador de Acción Democrática, preso político y exiliado de la dictadura perezjimenista. Luego de la restauración republicana en Venezuela ocupó el cargo de secretario general del partido que había fundado. Esa posición la desempeñó durante los años más duros del enfrentamiento con las guerrillas. Más tarde se marchó de AD para crear el partido de izquierda Movimiento Electoral del Pueblo. Aquel que había sido vocero de la “derecha criminal” pasó a ser representante de la “izquierda redentora”.

          También está el caso inverso de Germán Lairet. Este político sucrense fue miembro del Partido Comunista Venezolano, fiero defensor de la lucha armada en los años 60. Era recibido con alfombra roja en Cuba y por el propio Fidel Castro. Él mismo mostraba con orgullo fotografías de lo que escribo. Luego, al fundarse el Movimiento al Socialismo, fue su primer secretario de organización. Más tarde se convirtió en el jefe de la fracción parlamentaria de la tolda naranja, hasta que en 1984 fue destituido. Le faltaron alas para volar al regazo del adeco Jaime Lusinchi y ser nombrado embajador en Yugoslavia. Años después sería ministro del trabajo de su antiguo profesor universitario Rafael Caldera.

          Son pinceladas, tenues, además, de lo que ha sido, y es, la consistencia en la casta política y cultural en cualquiera que sea su espacio. ¿Quieren ustedes a mayores y mejores consentidos que toda la intelectualidad criolla durante la mal llamada Cuarta República? No creo necesario abundar sobre cómo sus más conspicuos representantes han dado muestras de apoyo “insobornable” al proceso de Chávez. 

Contadas las excepciones. Es el caso del muy querido y admirado Rodolfo Izaguirre. Él, a sus largos años, todavía encuentra fuerzas para sentarse a regalarnos frases como “Descubrí a tiempo que detrás de la ideología marxista no hay cultura que valga; tampoco hay ideas, sino ciego fanatismo, odio y rencor…”.

          Mientras tanto, las castas siguen dando volteretas de niñas enloquecidas por las fiestas que disfrutan. Para ellas no hay responsabilidad alguna, ni actuación que las satisfaga más que su propio goce irracional.

 

© Alfredo Cedeño  



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