A la emboscada sangrienta respondió
la rebelión inocente
y habló Dios en cada gesto colocando
menudos votos.
Ahora quedan los lobos que pasean
callados entre la manada
para hincar sus fauces en medio de
tanta esperanza viva,
Las lanzas no se han enfundado y los
vigías no duermen
ante la bellaquería que se viste de
empalagosos melindres.
Con la mañana llegan otros espantajos
morbisedientos
a los que no les espera compasión,
apenas justicia…
© Alfredo Cedeño
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