miércoles, febrero 19, 2020

CASTAÑUELAS TROPICALES Y JOROPO EN CIBELES


                Mucho se ha escrito y dicho de nuestros orígenes en cuanto modelo de sociedad, la herencia hispana siempre ha ocupado un lugar preferente, tal vez por aquello de que el vencedor suele imponer su modelo cultural. Es cierto que asume algunas cosas, pero como todo ganador no duda en aplicar sus propios sistemas donde triunfa.  No es el punto ahora discutir sobre los conflictos éticos inherentes en torno al éxito del arcabuz y las tizonas sobre el arco y la macana.  Así fue, y no de otra. Toda discusión al respecto es un ejercicio onanista sin otro resultado que la complacencia de quienes quieren hacer derroche de sus hondos saberes.
                La tragedia venezolana de estos días, con réplicas fallidas en Brasil, Bolivia y Ecuador, con ganas de regresar a los pagos argentinos, consolidada en Nicaragua y haciendo pie firme en México, la vemos coqueteando por el primer mundo en el escenario español.  Y aquí quiero hacer otra consideración. Ante nuestra desgracia no son pocos los que nos miran así por encima del hombro y con gesto de: estos tercermundistas y sus cosas. ¡Ay fó! 
                La hemorragia humana que protagonizamos no tiene parangón en nuestro tiempo.  Tal vez si extrapolamos algunos hechos podríamos compararlo con la tragedia que significó para la propia España a fines del siglo XV, en 1492, cuando alrededor de 100.000 judíos, unos dicen que menos otros que más,  fueron expulsados de la península por razones religiosas –ideológicas a fin de cuentas–. Si en aquel tiempo la población española era de unos 5 millones de habitantes bien podemos imaginar el impacto que semejante éxodo tuvo.  Un horror semejante ocurrió en 1939 al finalizar la guerra civil en ese país y solo a Francia se calcula que huyó más de medio millón de personas.
                Hago estas referencias porque esas tierras son parte de nuestra cuna, de allá vinieron quienes nos engendraron, con sus virtudes y con sus taras. No olvidemos que cuando la celebrada expedición del señor Colón en su primer viaje no venían maestros, tampoco clérigos. Sabemos, gracias a la acuciosidad de Alice Bache Gould, que si venían un sastre: Juan de Medina; un cirujano: Juan Maestre; y cuatro criminales: Alfonso Clavijo, Bartolomé de Torres, Juan de Moguer y Pero Yzquierdo, entre la variopinta tripulación.
Por eso no es de extrañar ver en esta España desarrollada y primermundista una fauna como la del actual presidente, catedrático que se plagió su tesis doctoral sin rubor alguno. Y miren que en el reino español son quisquillosos en cuanto a los estudios doctorales. Lo mismo vemos con el mal vestido, y supongo que peor oliente, de Pablo Iglesias y su combo morado. Ni hablar del sainete con aires de zarzuela bufa protagonizado recientemente por el ministro José Luis Ábalos y la vicepresidenta criolla Rodríguez, a quien el malhablado de Jaime Bayly ha rebautizado como Delcy La Fea, en las instalaciones del aeropuerto madrileño Barajas.  ¿Acaso creen que aquello de pasarse por el área perineal las leyes son creación de Chávez y su heredero Maduro? La escuela hispana en tales menesteres es de larga data, no fue gratuito que don Francisco de Quevedo en Política de Dios, en el siglo XVII, escribiera: “Malos ministros, ciegos para el gobierno, mudos para la verdad y sordos para el mérito; sólo tienen dos sentidos libres, que son olfato y manos.”
Nariz y dedos que han mantenido su solera, sobre todo cuando de exprimir la ubre indiana se trata, y si acaso dudan les ruego vean el caso del ex embajador peninsular en Caracas don Raúl Morodó, quien por cierto desde marzo de 2013 es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. El mencionado diplomático fue nombrado para tal cargo por el muy activo negociador del diálogo en nuestro país José Luis Rodríguez Zapatero.  Los que hemos realizado labores informativas recordamos su paso por Caracas y su actitud más de procónsul del comandante difunto que como representante de un gobierno extranjero en Venezuela. Y es así que en estos días uno entiende de mejor manera los arrebatos roji-místicos del ilustre gallego al enterarse de ciertos pagos recibidos por su hijo Alejo, pero muy cercano a los billeticos verdes, quien recibió varios millones de la gran teta criolla, léase PDVSA. Las informaciones revelan que las autoridades suizas confirmaron a los órganos judiciales españoles que el ex embajador y su familia tiene cuentas activas desde hace años y con cifras millonarias en ese país.  También se conoció que este clan familiar posee un vasto patrimonio inmobiliario adquirido en España con dinero ilícito procedente en su mayoría de nuestra empresa petrolera a cambio de asesoramientos fingidos en Portugal y otros países europeos.
Es así que no es de extrañar que veamos a nuestros dirigentes vernáculos batiendo palmas y haciendo repicar castañuelas a las sombras de un merecure en las afueras de Guardatinajas; mientras en pleno centro de Madrid un grupete, de esos que llaman líderes del futuro por construir, tratan de bailar un joropo al mejor estilo de Alfredito Alvarado, y maracas incluidas, con sus zapatos de El Corte Inglés.  ¿Qué podemos esperar nosotros de nuestros pequeños burritos sabaneros? ¿Acaso esperaban que se comportaran como percherones normandos? No podemos pedir duraznos de las matas de topocho, por Dios bendito, un poco de mesura en las aspiraciones.


© Alfredo Cedeño 


2 comentarios:

Anónimo dijo...


Refinado, culto. Humor al uso de narrar, informar, opinar.
Fue un gusto leerlo.

Alfonso Montes

Juan Carlos Aguirre dijo...

Un gusto leerte
Fino y buen mozo
excelente entrada
con tu pasión de siempre

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