viernes, julio 08, 2022

DE ESCOLTAS Y OTROS DE IGUAL PLUMAJE


A menudo utilizamos palabras de las que tenemos la idea, más no conocemos su origen. En mí, esa procedencia ejerce una fascinación rayana en lo morboso. La etimología, como gustan de llamar los eruditos, de, para poner un ejemplo, misericordia es un vocablo latino que es idéntico: misericordia, conformado por miser –miserable–, cordis –corazón– y el sufijo ia. De allí que su significado es:  la facultad del ser humano de sentir la miseria de los demás.

Otra que me encanta es la muy castiza ojalá. Al comienzo no era una palabra, sino una frase árabe: wa sha’ Allah, que traducida a nuestra lengua madre significa: Quiera Dios.

Los ejemplos son infinitos, tantos como palabras conocemos. Otra utilizada muy a menudo, sobre todo en estos tiempos de uniformes y chafarotes devenidos en comandantes en jefe, o tenientes que substraían en las cantinas y ahora se roban los periódicos, es pretoriano. Leemos, u oímos, respecto de guardias pretorianas, o equipos pretorianos, y hasta de ignorantes pretorianos. Y se repite al ritmo de cotorras amaestradas que alzan la pata cuando le dicen dame la pata lorito.

Esta palabreja proviene del latín, para ser quisquilloso debo escribir que específicamente del nombre que se le daba a la tienda de campaña que usaban los generales del ejército romano: praetorium. De su estirpe hay hasta fecha de nacimiento, puesto que la primera noticia debidamente documentada que hay es la del año 146 antes de Cristo, cuando Escipión Emiliano marchó hacia Numancia con su ejército y un séquito de quinientos amigos que formaban su escolta personal. Para que vean que eso que llaman amiguismo, o compadrazgo, o nepotismo, o enchufados, elija usted el que más le guste, es un milenario oficio. Lo cierto fue que aquel grupete de compinches de Escipión, como acampaban junto a su pretorio, fue bautizado como guardia pretoriana.  La costumbre hace la práctica, y así fue como cada mandón de turno fue sacando y metiendo a sus gentes de confianza.

Casi 120 años más tarde, en el año 27 antes de nuestra era, al convertirse Augusto en el primer gobernante del Imperio, decidió que ese combo debía ser utilizado no solo en la guerra, sino también en lo político; y fue así como él reclutó a la primera Guardia Pretoriana, de las filas de las legiones de todas las provincias.

Como bien pueden suponer esta élite pronto se dio cuenta del poder que tenían. Quien sabe si ver tanta bacanal les alborotó el energúmeno que todo hombre de armas suele acunar, y empezaron a pedir, y obtener privilegios. Desde casas y yantar, hasta alguna vestal extraviada, digo yo, porque eran la fuerza que respaldaba al poder. Tanto fue así que, para citar un caso, el jueves 24 de enero del año 41 de nuestra era, un grupo de miembros de esa tropa, con Casio Querea a la cabeza, decidió darle matarile a Julio César Augusto Germánico, ese que todos conocen ahora como Calígula. Aseguró Suetonio que el mentado Querea dio tal paso porque estaba harto de la mamadera de gallo, esa que ahora llaman bullying, que le tenía su jefe quien se refería a él con nombres peyorativos, mientras clamaba que era un mariquita y pésimo recaudador de impuestos.  Y le salió respondona la criada…

Otro que siguió en el cartel de sacrificios de los cuidadores de emperadores fue Servio Sulpicio Galba, conocido en la historiografía romana como Galba, quien, la mañana del martes 15 de enero del año 69, se dirigió al Palatino a ofrecer sacrificios a los dioses. El sacrificado fue él a manos de sus cuidadores, instigados por Marco Salvio Otón. A este último, los cronistas lo describen de aspecto desgarbado: calvo, retaco y patizambo; que gustaba de emperifollarse, usaba peluquín, se depilaba y llevaba una apariencia impecable. Suetonio decía que se arreglaba “como una mujer”. Lo cierto fue que aquella mañana Otón fue al campamento pretoriano, donde fue proclamado Imperator, y no voy a seguir extendiéndome o no podré terminar.

No puedo dejar de mencionar el caso de Caracalla, quien el jueves 8 de abril de 217, mientras estaba de viaje para visitar un templo cerca de Carras, en el sur de la actual Turquía, al detenerse en el camino para descargar su vejiga, el soldado Julio Marcial, le dio una ración de puñaladas; pocas meadas tan letales como la póstuma del finado emperador. Y finalmente miento a Heliogábalo, quien el miércoles 11 de marzo de 222 acudió al campo pretoriano convocado por sus soldados y allí fue ejecutado junto a su madre.

Hago este brevísimo recuento mientras leo y veo las noticias sobre el último sainete rojo rojito del pasado 5 de julio en el paseo Los Próceres. De los herederos de Chávez había que esperar eso y más, creo que todavía se quedan cortos, ellos no tienen el menor sentido del decoro y no temen al ridículo, lo grotesco es parte esencial en ellos. De los analistas, y demás especímenes de similar tronío, tampoco se puede esperar otra cosa, solo saben llorar de lo que éramos y lo que volveremos a ser. A ese ritmo tendremos desfiles con el Maduro e´goma para rato.

No hay cupo para comparaciones. Es un ejercicio vacuo de autoflagelación tratar de comparar los desfiles militares con las mojigangas de ahora. ¿Será que algún día terminarán de entender que son dos situaciones diametralmente opuestas? Mientras que en aquellos tiempos se hacía un desfile para mostrar la fortaleza militar del país, ahora se incorpora al populacho a la parada militar que ya no ven desde las gradas y tribunas laterales de esos espacios.  No hay comparación posible entre aquellas fuerzas armadas que enfrentaron, y derrotaron, a la guerrilla; con este desfile de genuflexos que se han convertido en escoltas de la guerrilla colombiana, o en mensajeros de las fuerzas armadas cubanas.

¿Cómo pueden pretender siquiera que estos gusarapos se acerquen al entrenamiento, moral, liderazgo y aptitudes de aquellos que portaban uniforme marcial? Sigan así, que pronto los veremos pidiéndole duraznos a las matas de topocho. Mientras tanto, y como por no dejar, Maduro y su combo no debieran dejar de estar atentos a su guardia enchufiana, porque de pretoriana es muy poco lo que pueden presumir, no sea que les dé por emular a los viejos pretores romanos. Se han visto casos.

 © Alfredo Cedeño  



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno...muy equuilib rado postleo..con enseñanza y parábola adjunta...aqu í en mi país, tambien pululan los petoprioanos o enchufados....por miles.!!!Me per,oaatpo tomar la expresión "Olalá o diois quiera " termin ar con esta batucada inédita y servil...que nos lleva lentamente al subdesarrollo económico, educacional y mental. ATal como dice una canción nuestra..."Joyas en ele b arro de la mediocridad.,""Fuerte abrazo .-JUAN ANGEL PETTA. buenos Aires. Argentina

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