VIRGINIA I
En el -a veces- soberbio condado de Fairfax,
a un costado del agridulce estado de Virginia,
se me riega el tiempo bañado de azules en paz;
paso sobre la hierba quemada por el invierno
y dos cuervos se encorvan volando sobre mi.
Blancos desde sus trincheras de ladrillos y madera
sueltan perros sin ladridos a comer ardillas,
que saltan precisas entre las ramas desnudas,
contando las lágrimas por un crisantemo
perdido y gualdo en la calle Falstaff de Mc Lean.
Una adolescente obesa que se cree Shakira
bambolea sus nalgas adiposas sin piedad estética,
y las chimeneas se ponen bufandas grises
con un suave olor de leña que me refrescan
los fogones de mi casa fabricando panes de anís.
Un ganso cínico se arrebuja en un callejón de pinos
con graznidos que parecen granizo al chillar
sobre los refugios de los sin casa macilentos,
y un tulipán se presenta impreciso en una tienda
de señoras sin las caderas y la altanería caraqueña.
Este -por ratos- desangelado condado y otrora sudista
me ampara de un tiempo para acá con indiferencia
desde una educada cortesía que va cautivando;
no hay gritos, ni pancartas, ni sobresaltos
sólo a veces -y tal vez por eso- me lleno de melancolía.
© Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Tus ultimos escritos son preciosos , siento en ellos un gran grado de sensibilidad . quizas en ellos expresas lo que hay detro de ti , nostalgia de lo dejado y la alegria de vivir una vida mas tranquila , sin sobresaltos ni pertubaciones
felicitaciones
L.L. VENEZUELA
Me gustó el ritmo.
Sentí que un gris en azul me daba la mano para recorrer Virginia I, en un zigzag de vagabundeo melancólico.
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