sábado, febrero 13, 2016

EDECANES

                Era sábado, 19 de noviembre de 2005, casi mediodía, los documentos de ese caso dicen que las 11 y 45 de la mañana, y en medio del habitual bochorno con que acogota el sol las afueras de Carora, llegó a la alcabala de la Guardia Nacional en La Pastora un camión Kodiak blanco. Ese vehículo portaba placas oficiales, las típicas azules del ejército venezolano: EJ-746, y llevaba un cargamento de lozas para el piso, su conductor era un civil: Edgard Alfonso Rincón Rangel,  empleado del Batallón de Cazadores Coronel Genaro Vásquez de la Fría, estado Táchira.
                Me cuenta una persona que estaba allí con su vehículo accidentado, que había notado movimientos agitados entre los guardias nacionales, y que no tenían ojos sino para los carros que venían desde el occidente. “Hermano, tú podías pasar un elefante vía Trujillo, pero de allá para acá estaban como una hojilla, sobre todo con los camiones. Cuando llegó este empezó un movimiento raro, salieron todos los guardias y unos oficiales del puesto, el chofer puso cara así de sobrado y les dijo: ¿Qué fue curso? Aquí llevo una encomienda de mi comandante Pedro para una casa que está haciendo en la vía de Puerto Cabello. Cuando uno de los oficiales le dijo que se metiera con el camión hacia el comando, el hombre se quiso alebrestar y empezó a decir que si esa era la colaboración de la guardia con una fuerza hermana, y patatín, pátatán. Naiboa, hermano, lo mandaron a la parte atrás y como a la hora se sintió del lado de afuera el zaperoco. Y tú sabes cómo somos aquí de habladores, a los cinco minutos sabíamos por uno de ellos mismos que habían encontrado en el camión ¡más de dos toneladas de cocaína!”
                Lo que les estoy escribiendo es cómo arrancó el caso del llamado edecán de doña Elena de Chávez.  Más adelante se supo que dicho cargamento del cotizado estimulante era propiedad del teniente coronel Pedro José Maggino Belicchi, “titular de  la cédula de identidad N° 5.784.387”, quien no sólo había sido edecán de la madre del comandante intergaláctico, sino también comandante del mencionado batallón donde estaba empleado Rincón Rangel. Pero, un  momento, resulta que este señor conductor  también tenía su abolengo: era primo del general Henry Rangel Silva, sí, ese mismo que fue Ministro de la Defensa y ahora es gobernador del estado Trujillo…
                Las informaciones que me han llegado es que este cargamento había llegado desde Colombia a Táchira vía Puerto Santander hasta Orope y en el puesto militar de esa población tachirense se habían cargado las dos toneladas y cuarto de la droga en el carromato citado, donde llegó con sus placas originales: 36P-GAU, las cuales fueron cambiadas por las militares que ya les describí en el primer párrafo.  Las investigaciones que se llevaron a cabo dejaron saber un cumulo de irregularidades de todo tipo que apuntaban hacia una mafia verde-rojita en la que había de todo, menos honor o cosa alguna por el estilo.
                Se supo que el “dueño” de la mercancía, el comandante Maggino Belichi, había estado con el conductor hasta las 6 de la mañana de ese día, hora en la que se retiró para dirigirse a la casa de sus padres en Pampán, estado Trujillo. Y esto me hace pensar en otras cosas: de Trujillo no solo es el ex ministro Rangel Silva, también es de ese estado el flamante ex ministro de energía y minas, ex presidente de PDVSA y actual embajador nuestro ante la Organización de Naciones Unidas, Rafael Darío Ramírez Carreño, quien nació en el mismo pueblo de residencia de los padres de Maggino, léase: Pampán.
                Para continuar con mi ejercicio de paranoia militante, o cómo se les antoje definirla, quiero hacer referencia a que en el año 2005 el jefe de la delegación del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) del estado Trujillo era el comisario Norman Danilo Puerta Valera, quien años más tarde sería jefe de la división antidrogas a escala nacional de dicho cuerpo, para finalmente cerrar con broche de oro sus 28 años y nueve meses en el cuerpo de investigaciones policiales al ser detenido el lunes 7 de junio de 2010 en Andorra por una cuenta con un poco más de un millón de dólares que tenía en dicho principado europeo.
                Pero siguiendo con el hilo del edecán de misia Elena es bueno decir que el honorable oficial Maggino, fue designado jefe del Departamento de Personal Civil de la Academia Militar de Venezuela el 19 de enero de 2006 y su causa fue sobreseída el 16 de Mayo de 2007. Más tarde lo enviaron en comisión de servicio a Argentina durante dos años, y también ascendido a Coronel.  Fin de fines que todos los capturados a raíz de ese cargamento de drogas quedaron en libertad, una vez que la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia se avocó al caso.  ¿Saben quién presidía esa instancia? El ahora juglar de las triquiñuelas judiciales rojas, y no menos “honorable”, Eladio Aponte Aponte.
                Debo decir que comenzando el año 2007, en enero por mejores señas, el entonces ministro de la Defensa, Raúl Baduel, le dirigió una correspondencia al comandante difunto donde le decía: ”Existen suficientes elementos que vinculan de manera directa al G/B (Ej) Henry de Jesús Rangel Silva con la investigación y juicio seguido por la Fiscalía” refiriéndose al caso Orope, que fue como bautizaron el alijo del oficial trujillano. En esa carta, Baduel resaltaba que el conductor del  camión Chevrolet Kodiak era primo de Rangel “con quien ha mantenido comunicación telefónica”. El ministro cerraba sus líneas: “Muy respetuosamente sugiero se abra una profunda investigación y auditoría de sus bienes, al Ciudadano G/B (Ej) Henry de Jesús Rangel Silva, y el cese de sus actividades laborales,…”. Como ya les dije el señor no sólo no fue investigado sino que ocupó tiempo más tarde, el cargo de quien lo señalaba ante el Primer Magistrado, sino que este también lo impuso como candidato a la gobernación de su estado natal, donde en las elecciones regionales del 16 de diciembre de 2012, fue electo por el 82,30% de los votos…
                Ahora bien, les he estado hablando del caso del edecán materno, y para que vean que en esa familia modelo la paridad de género es algo respetado a pies juntillas, pues este viernes 12 de febrero, en la misma vía donde le echaron mano a la carga blanca, que no adeca, del comandante ya citado en varias ocasiones, ahora le tocó el turno al edecán paterno, el mayor del Ejército Juan José Sorja Ojeda, de quien han informado era también asistente y enfermero del maestro Hugo de los Reyes.
                Esta vez, el rango del estraperlista era menor, y quizás por aquello de honrar las jerarquías, tema al que son muy sensibles en el mundo militar, le encontraron un poco menos de media tonelada del codiciado clorhidrato. Esta vez el vehículo en el que realizaban el traslado sí era genuinamente militar. Como pueden ver el espíritu corporativo ha imbuido a cabalidad las faenas castrenses. He de confesar que soy incapaz de acunar algún mal pensamiento, y que siempre he rehuido aquello de piensa mal y acertarás. No señores, nada de eso. Creo que alguien debiera decirles a los señores Chávez que no pueden seguir siendo tan permisivos con su personal de servicio. ¿Qué van a decir los vecinos cuando se enteren de eso? No señor, ellos tienen que aprender a darse su puesto para que esos muchachos no sigan haciendo esas vagabunderías y los continúen sorprendiendo en su buena fe. Ese par de honorables ancianos deben estar que ni comen ni duermen del sofoco que los han hecho pasar.

© Alfredo Cedeño


2 comentarios:

Anónimo dijo...


Gracias, Alfredo. Todo el cercano, muy cercano, entorno de los altos familiares de los altos jefes chavistas, están hasta el cuello metidos en el narcotráfico. ¿No lo están también esos altos jefes? Por supuesto que sí. Y eso sin pensar mal, porque la evidencia hace buenos los pensamientos. Cuando yo digo que estamos gobernados no por políticos sino por recontramalandros... Un abrazo.

Alejandro Moreno

Anónimo dijo...

Y mientras este mal gobierno trata de envolvernos en miles de cuentos, no nos olvidemos de estas historias. Necesario releerlas para que no se repitan nunca más.

Ylleny Rodríguez

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