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viernes, diciembre 02, 2022

¿QUÉ FUE, ESTA NIÑA?

 

En esa Caracas que nací y crecí si algo tenía sabroso era el tono cantarino y casi gutural de sus mujeres, el admirado, pero no por eso menos mal hablado, de Francisco Herrera Luque, que en paz descanse, decía con gesto pícaro y carcajada postrera que las caraqueñas hablaban como si lo tuvieran adentro. Mi abuela, la vieja Elvira, no era la excepción. Ella, con ese tono al que hice referencia, tenía una frase con la que ponía en su sitio o zanjaba las discusiones con alguna de las “muchachas” de la familia, o gente amiga, soltaba: ¿Qué fue, esta niña?  Y en esas cuatro palabras se encerraba todo un mundo de significados que iban desde el desconcierto hasta el desdén.

Esa expresión es la que me viene a la mente cuando veo el zafarrancho de la heredera del comandante intergaláctico con Raimundo y Segismundo. Comenzó con el ser ese que dice gobernar en Carabobo, a raíz de su última mamarrachada en la que en un “comic” aparece junto al padre de la ya citada hija del piache de Sabaneta, y el bigote salsero.

Ella escribió en su cuenta en la plataforma del pajarraco azul: Simple: “La mejor manera de honrar al comandante Chávez, es siguiendo su ejemplo de vida, de humildad y entrega. NUNCA haciendo un grotesco video de unos tontos superhéroes. Es una falta de respeto a la memoria de mi padre!! CHAVEZ VIVE EN EL ALMA DE SU PUEBLO!!” No había pasado mucho rato cuando el prófugo Rafael Ramírez, aquel de voz ceceante y atiplada que  en octubre del 2006 se inmortalizó al decir en uno de sus vacuos y somnolientos discursos que PDVSA era “doja, dojita de adiba abajo”, saltó cual poseso a desmelenarse y anunciar en la misma plataforma social: “Cuenta con todo mi apoyo @Maby80 en la defensa de la memoria y obra del Comandante Chávez, a nosotros nos han perseguido y exiliado por hacerlo, pero él vive en su ejemplo y obra revolucionaria siempre al lado del pueblo. No pueden convertir su imagen en una grotesca mercancía.”

No había pasado mucho cuando la hija del gañán ripostó: “No quiero ni necesito el apoyo de un delincuente como usted. De mi opinión como hija no se guinde para sus proyectos personales. Defender la memoria de Chávez, USTED? Jajaja por favor!!!” Gracias a los acuciosos, o entrépitos, como solían decir los viejos en mi casa, se ha salvado las palabras del ilustre señor Damidez, porque ahora cuando usted busca en las redes el mencionado trino solo se encuentra: “Lo sentimos, ese tweet ha sido eliminado.”

Han surgido sesudos análisis de los que ven en esta pelea de lavanderas, y pido perdón a estas esforzadas –y muchísimo más honradas– trabajadoras, el fin de la unidad chavista. Aseguran los mas pontificales que este resquebrajamiento “bien puede costarles el poder”, y siguen a la deriva en unos razonamientos que permiten entender por qué la peste roja se mantiene con las pezuñas más que afincadas, diría atornilladas, en el ejercicio del gobierno. Buenas intenciones y pésimos resultados.

A la final, todo esto ha quedado en una versión de mal gusto, como todo lo de ellos, de aquella canción de la Sonora Matancera en la que Songo le dio a Borondongo, y este a Bernabé, quien luego le dio a Muchilanga, quien la remato dándole a Burundanga porque se le hinchan los pies.

 

© Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 25, 2022

ABERRACIONES A LA CARTA


El Diccionario de la lengua española, hijo predilecto de la Real Academia Española, es bien preciso al definir lo que es una distopía, y se los copio a continuación: distopía: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.”  ¿Se le ocurre a usted alguna palabra que represente mejor en lo que se ha convertido nuestro país? Tal vez sea hora de proponerle a la RAE que agregue un colofón a tal definición. Bien podría ser algo así como: “Se pueden ver ejemplos de dicha situación en Venezuela, así como en Cuba, lugar de origen de tales situaciones.”

La red de supercherías y tracalerías de todo orden y concierto a la que nos ha acostumbrado las élites criollas es digna de cualquier mente enfebrecida generando una novela negra surrealista. Es así como vemos la inauguración de tiendas fastuosas, concesionarios de autos de altísima gama –sólo falta que la muy flemática y británica Rolls Royce anuncie que volverá a abrir su tienda en Chacaíto–, fiestas de un tronío que ya hubiera querido un maharajá de la India. Pero de todas ellas la que se ha lucido de manera impecable es la que aglutina a la dirigencia política venezolana.

Llevamos años oyendo la cantaleta del diálogo con una persistencia digna de mejores causas. Han sobrado los defensores, por no decir alcahuetas, a los que creo sería más apropiado tildar de cabrones, de tales diligencias. En público y en privado he visto desmelenarse a más de uno clamando por la necesidad de negociar, una de las frases más manidas ha sido algo así como: O nos sentamos o nos matamos.

Mientras tanto la gavilla gobernante, que se sabe dueña de la ubre petrolera, sigue asesinando a todo aquel que se convierte en una amenaza seria a su reinado. Saben que con su bestialidad crean temor en la ciudadanía, amén de advertir así a cualquier díscolo que pretenda exigir unas reglas de juego distintas a las que ellos nos imponen. En cuanto a los organismos internacionales saben muy bien, Cuba, su experimentada tutora, le ha enseñado que son grupos de inútiles que hablan demasiado y hacen muy poco, así que cortar cabezas o matar a uno que otro alborotador no va a pasar más que de una eventual reconvención sin consecuencias. De supuestas intervenciones militares nada que hablar, ya el gallinero mundial está pre-alborotado   ante cualquier intento de la bestia imperialista.

Por todo esto es que no resulta nada extraño que Jorge “sonrisita” Rodríguez haya anunciado que a la mesa de dialogo gobierno oposición se incorporará en su lugar la muy sabrosa Camila Fabri, esposa de Alex Saab. ¿Qué vaina es esa? ¿Una extranjera, mujer de un extranjero, como cabeza de la misión del gobierno venezolano en las negociaciones sobre Venezuela? Y para corolario anuncia el Maquiavelo criollo que eso será mientras el barranquillero se incorpora a la mesa de negociación. Lo cual nos hace inferir que es cuestión de días que el ilustre embajador sea liberado para irse a México a representar al gobierno venezolano.

Me imagino que Saab habrá incluido entre sus exigencias que sea alojado, a costas del presupuesto venezolano, como tiene que ser, en el Moon Palace Cancún, al lado de playa Delfines. Es lo menos, ¿no creen ustedes?, que merece este mártir de la revolución que tan vilmente ha sido atropellado por los nefastos poderes que se oponen al triunfo de la revolución bolivariana.

Lo más pervertido de toda esta maroma es que la llamada delegación opositora soporta con gesto amable, y mansedumbre absoluta, semejante despropósito. Ya lo he dicho en otras ocasiones, pero no puedo dejar de repetirlo: ¿En manos de quién estamos?

 © Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 18, 2022

ALEGRÍA DE TÍSICOS

De no ser tan inmensa la tragedia que vive Venezuela, sería para reír hasta despatarrarse las declaraciones que todavía dan algunos “opositores” a la visita que hizo semanas atrás al super bigotes el presidente colombiano Gustavo Petro. El alboroto, que raya en el alborozo, es digno de un retiro de las Hijas de María donde apareciera la virgen de Lourdes. Las interpretaciones son variopintas y una más sesuda que la otra, hay una competencia feroz por ver quien realiza el análisis más profundo de la importancia de la visita del pisapasito paisano de Maduro. Hay hasta alguno que vaticina que este si es el comienzo del fin de la tiranía. ¿Se dan cuenta que casi dan risa?

Para que no se diga que son especulaciones mías, quiero tomar algunas citas, solo dos de ellas, de lo dicho por el economista, y otrora hombre fuerte de la guerrilla que desangró por largos años a su país mientras traficaba con cocaína por el mundo entero, y así poder valorarlas sin alharacas de legitimación que, a la larga, solo fortalecen al marido de Cilia.

“Queremos invitar a Chile, Bolivia, Ecuador y Perú a que acepten el reintegro de Venezuela a la Comunidad Andina”. La ovación a la frase del jerarca con aires de sacristán camandulero fue larga y sonora. Los más brillantes empezaron a gritar: Ajá, a ver qué hacen ahora Maduro y Diosdado con las riendas bien cortas.  Sin embargo, el vitoreo fue mayor cuando soltó aquello de: “Hemos solicitado el que Venezuela pueda reintegrarse al sistema interamericano de Derechos Humanos”. Y aquí la aclamación al hijo de Ciénaga de Oro fue digna de la recibida por Julio César al derrotar a Pompeyo en la batalla de Farsalia.

¿Es ignorancia o mala fe? No puede dejar de causarme estupor la euforia con que reciben los líderes egregios las frases sibilinas de este señor; la miopía es manifiesta. Parecieran no poder ver el osario preñado de carámbanos en que está convertido nuestro país, menos entender que el reclamo de don Gustavo tiene que ver con la nueva composición del escenario latinoamericano que, desde México hasta Argentina, es ahora aforado por gobiernos rojitos; salvo las honrosas excepciones de Ecuador, Paraguay, Uruguay, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala. ¿Acaso creen que ese coro de zarrapastrosos que gobiernan el resto de las naciones va a condenar alguno de los abusos de Nicolás?

Bien me decía mi padre, con gesto áspero y voz severa: hágame el favor, hijo, métase en la cabeza una cosa, con pendejos no vaya ni a recoger mangos, porque esos van derechitos a recoger los que están piches.

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, mayo 27, 2022

HUELE MÁS QUE HIEDE

 

Más de uno se me planta con gesto altanero y brazos en jarras a imprecarme: “¿Y qué propones tú?, ¡porque todo te hiede y nada te huele!”  Si me pongo a enumerar lo que me huele puedo asegurarles que es una lista infinitamente más larga de lo que me hiede. Me huele a rama de ruda fresca en la oreja de una agricultora que va a vender sus hortalizas al mercado de Capacho Nuevo; también el perfume a mar que exhalan las manos callosas de la pescadora que hala las redes junto a su marido e hijo en las costas margariteñas; ni hablar de los aromas que emocionan incontrolablemente cuando paseas por las interminables plantaciones de pino caribe en Uverito.

¿Cómo no oler la gloria del paso altanero y cadencioso de nuestras muchachas en cualquier rincón del más olvidado de nuestros pueblos o de nuestras destrozadas y arruinadas ciudades? ¿Quién no ve con oculta envidia el paso viril de hombres y mozos en flor, recién bañados y perfumados para ir a encontrarse con su mujer? ¿Hay acaso aquel que no puede olfatear con viveza amorosa los vapores de las cocinas de nuestras abuelas, madres, hermanas y tías?

¿Quién no escucha con emoción libre de penas los cantos a la cruz de mayo al son de maracas y tambores en una casita de Caraballeda, mientras huele ansioso las flores recogidas para engalanar su altar? ¿Dónde está aquel que no se siente arrastrado por el torbellino de los tambores repicando en honor a san Juan Bautista, y el olor a sudor limpio de los negros en jolgorio? Basta con olfatear el aire en el comedero de cualquier mercado para sentirse volando entre las volutas de ollas y sartenes. Me huelen los ríos cuando saltan entre las piedras y sacuden las ramas que crecen a su vera. Me huele la tierra cuando los bueyes arrastran el arado entre el suelo que luego será mar fecundo de cebolla, cilantro y perejil.  Son infinitos los olores de mi tierra…

¿Qué me hiede? Es una lista algo abundante, pero que pueden resumirse fundamentalmente en dos casos. Me apesta la casta dirigente, de un lado y del otro, tan apestosos son Nicolás, Cilia, Jorgito y Diosdado; como lo son todos sus contrarios, ya que ambos viven jugando a: “quítate tú pá ponerme yo”, y el hombre de a pie les interesa un soberano carajo. Su único interés es el poder y los beneficios que les otorga. Poco importa la cuota de autoridad que obtengan, su único fin es disfrutar de ello.

Igualmente me huele a letrina una no breve cofradía de plañideras, corifeos y viudas de lo que supuestamente fuimos, donde militan con fervor gregoriano e incapacidad de dar una mirada crítica sobre lo que hemos sido para poder rescatar lo que somos y deslastrarnos de tantas heces que nos ahogan.

Espero haber dejado claro que es más lo que huele, que aquello que nos empantana el alma, pero no podemos ni debemos ignorarlo, hay que extirparlo. Merecemos oler bonito y sabroso.

© Alfredo Cedeño  



viernes, abril 29, 2022

¿EL MEJOR PAÍS?


Afortunadamente cada día es menor el número, aunque todavía subsisten no pocos casos, de situaciones en las que oímos decir, ante el evidente maltrato por parte de su pareja, a una mujer –o a un hombre, que, aunque en menor porcentaje, también los hubo y hay; conocí más de un caso–, “¡Yo lo adoro! Pobrecito, él no me quería hacer daño, lo que pasa es que perdió los papeles, pero él me ama muchísimo.” Modelos de frases de similar tenor son infinitos. Lo habitual en esas circunstancias era ver evidentes secuelas de las acciones del energúmeno –o energúmena, de turno: ojos amoratados, hematomas, cuando no alguna extremidad escayolada.

Cuando escenarios como ese desbordan el ámbito doméstico, se puede llegar al llamado “Síndrome de Estocolmo”, en el que, quien sufre determinado tipo de violencia, pero sin evidencias físicas, desarrolla un alto nivel de empatía con quien le agrede. Hay dos casos emblemáticos que se suelen citar a manera de ejemplo por excelencia. Uno fue en agosto de 1973, cuando Janne Olsson intentó asaltar un Banco de Crédito de Estocolmo, Suecia, de allí el nombre del trastorno, y al encontrarse acorralado tomó como rehenes a cuatro empleados del banco; sin explayarme en los detalles, lo cierto fue que los cautivos terminaron protegiendo al captor para evitar que la malévola Policía de Estocolmo no le hiciera daño al querubín. Fue famosa la frase de una de las rehenes asegurando que no le asustaba el malandrín; “me asusta la policía”.

Otro caso similar fue el de Patricia Hearst, nieta del magnate William Randolph Hearst, quien había sido secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación; al poco tiempo anunció que se había unido a sus captores y, si la memoria no me falla fue en abril de 1974, fue grabada, fusil en mano, en el asalto a una sucursal del Banco Hibernia en San Francisco.

Estas vinculaciones afectivas que se generan entre víctima y victimario han generado mucha tela para cortar.  Es una relación que ha ido mutando y que se manifiesta de las maneras más inverosímiles. Es así como podemos encontrar a un número, cada vez mas grande, de personas que afirman que en Venezuela no está ya la cosa tan mal, que son exageraciones de “los guerreros del teclado”, que tampoco es que Nicolás y Diosdado son tan hijos de su bendita madre como se dice por ahí, que eso de Otoniel Guevara y los policías metropolitanos son habladurías, y a Roland Carreño lo mandaron a un spa a que se corrigiera la papada. Lo de Juan Pablo Pernalete, Neomar Lander y todos los otros muchachos ajusticiados por el malandraje rojo rojito, se asegura que esos han sido excesos de algunos funcionarios descontrolados. 

La escalada de justificativos luce también sin control. Así vemos a “personalidades” que piden se suspendan las sanciones contra Nico, Diosdi y su combo; mientras que actrices, cantantes y contorsionistas aseguran que la cosa no está tan mal y que ahora Venezuela es otra.

Por todo esto es que estoy, y uso una expresión muy española, hasta las narices de oír y leer que somos el mejor país del mundo, que tenemos las playas más bellas del mundo, que no hay hembras más sabrosas que las venezolanas, que tenemos el salto de agua más grande del mundo, que etcétera de los etcéteras de los etcéteras. ¿Para qué nos sirve todo eso? Nos hemos convertido en el erial más patético del mundo, y que salten a rabiar los chauvinistas uña en el rabo. No es que somos del Tercer Mundo, ni a eso llegamos, somos parte del Quinto Mundo, a eso nos han llevado estos engendros rabiosos que han antepuesto sus fantasmas ideológicos al bienestar de la que fuera una nación pujante y la esperanza de buena parte del mundo. La hambruna española, portuguesa e italiana del siglo pasado fue calmada desde las arcas inagotables de Venezuela; fuimos la guarimba contra las torturas, desapariciones y carcelazos del Cono Sur; y así podría seguir enumerando lo que fuimos. No somos nada, somos el hazmerreír y los parias del siglo XXI. Somos un grupo de menesterosos que nos pasamos la vida oteando el horizonte en busca de nuevos nortes. Solo los alcahuetas y beneficiados, de una manera u otra, de la plaga chavista y madurista puede decir algo en favor de este desastre que somos. 

Para curarse hay que asumir el mal y tratarlo de la manera correcta, lo otro es caer en manos de yerbateros y charlatanes que solo agravarán las dolencias.

 

© Alfredo Cedeño 


viernes, abril 15, 2022

¡GLORIA!


La gloria, como toda definición hecha por el hombre –e incluyo en dicha denominación a mujeres, antes de que alguna feminista arrebatada salte a exigir alto a la discriminación–, es de una amplitud que roza con el infinito. Por ejemplo, en el ámbito religioso se llama así a “la felicidad plena y verdadera del hombre que es fiel a la voluntad de Dios y que goza de intimidad con él.” Si a mí me hubieran preguntado a los seis años qué era la gloria, seguramente hubiera dicho: Dormirme en los brazos de mi abuela. A los doce mi réplica debía ser algo como: Comerme una pasta con asado del que hace mamá. Pasados los veinte no dudo en decir que la respuesta debía ser algo así como: Un Buchanan´s con hielo y mi mujer al lado en la playa. Y así.

Ella, la gloria, es tan vasta en sus sensaciones como en sus aplicaciones. Si usted le pregunta a uno de esos zarrapastrosos que han llegado al poder a la sombra de ese ectoplasma que llaman “liberación”, es muy probable que no sepan qué responder, y lo más probable es que diga: No caigo en ese tipo de provocaciones de definir esos vicios pequeños burgueses. Eso sí, mientras cuentan con despachos con aire acondicionado, en algún cargo con chofer, secretaria y gastos de representación incluidos.

Si la pregunta se le hace a algún alma de Dios, que todavía las hay, la respuesta acudirá fluida a sus labios:  Dar lo mejor de mí a todo el que pueda tenderle la mano. También hay aquellos menos líricos en su vivir y razonar, quienes soltarán algo como: “Ganar una buena comisión por intermediación y celebrarlo con una  botella de champaña bien fría.”

Repito, son innumerables las definiciones, y hago esta reflexión al calor de pensar que es sábado de gloria. En mi niñez le llamaban Sábado Santo, y mi abuela me explicaba que era un día de luto, “este es un día de silencio, mijo, fíjate que ni misa hay.” Años más tarde supe que en efecto, e igual el Viernes Santo, “la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa.”  Son días en que la comunión solo puede darse en caso de extremaunción. Tampoco celebran uniones matrimoniales. Es el día de preparación para la resurrección de Jesús, fecha en la que la feligresía se vuelca a pedir por el retorno del Salvador.

Mientras tanto, y así como quien no quiere la cosa, Venezuela, la de glorias pasadas, la de Gracias infinitas, la libre y ubérrima, sigue languideciendo en manos de unos sátrapas que la han destruido para construir su propia gloria: la que solo pueden alcanzar aquellos que por treinta monedas– aunque para ellos son incontables millones– de plata, le vendieron el alma al diablo y entregaron el país para su desguace a rusos, chinos, iraníes y cubanos. Tendrán su propio Gólgota…

 © Alfredo Cedeño  



viernes, febrero 11, 2022

TISIS Y MEMORIA

Los comunistas, o camaradas como les gusta ser llamados, pueden ser risibles en sus análisis ortodoxos. Recuerdo a un amigo de tal condición, quien, un día de larga conversación, a las que son tan afectos ellos, con gesto profundo y voz intensa, durante casi una hora, se dedicó a discurrir sobre los nexos innegables entre Venezuela y la URSS, y para cerrar su brillante disertación anunció con tono enfebrecido: ¿Acaso no ves que nuestro muy soberano cuatro criollo, padre y madre del joropo y nuestros más heroicos ancestros, es heredero de la Balalaika? Eran días en los que yo consumía bebidas alcohólicas, y al recibir eso en medio de un buche de cerveza, no pude controlarme y lo bañé con el trago no consumido. Casi termina la velada a trompadas, porque no solo lo bañé de lúpulo y cebada, sino que comencé a decirle: ¡Carajo, camarada, no entiendo cómo es que no me había percatado de que hasta el joropo viene de la polca, y la arepa del pelmeni!

Pero es que ellos, y todos sus afines, son amigos y adictos a la manipulación. Recuerdo a otro viejo amigo, vinculado a la llamada extrema izquierda, quien un día de vista en la casa de una humilde familia en La Vega a la hora de almuerzo, ellos diligentemente nos sirvieron un plato de pasta y un vaso de Coca-Cola, que sabrá Dios cómo habían hecho para comprarla. Y aquel personaje, irguió su humanidad y con gestos pontificales soltó: ¿Sabían que el Ché llamaba jugo de cucarachas a esta expresión por excelencia del imperialismo? Los anfitriones, una familia obrera bastante comprometida con “la causa”, puso gesto compungido y asumieron la actitud de unas chiripas. Me tocó intervenir y decirle: Deja las majaderías que eso lo dijo después que le dieron a probar la primera botella de las producidas por los obreros revolucionarios que habían expropiado la planta de la bebida en Cuba. Por supuesto, carraspeos y torceduras de ojos y cambio súbito de la conversación.  Por ello digo que son expertos manipuladores o ignorantes atrevidos, no sé cuál es más peligroso o nocivo entre ambos.

Y por aquello de que los extremos se tocan, no es de extrañar que hasta nuestros días –en bocas tanto de rancios sobrevivientes del gomecismo, luego devenidos en lopezcontreristas, finalmente encarnados en medinistas; como en boca de los más conspicuos revolucionarios– haya sobrevivido aquello de que el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945 había sido una aventura cuartelera, ¡contra el gobierno más democrático que había existido en Venezuela! ¿Era democrático un país donde no existían elecciones directas, universales y secretas; y a las cuales el honorable general Medina se negaba a respaldar? ¿Acaso es mentira que Medina trató hasta último minuto imponer un sucesor que iba a nombrar presidente un Congreso absolutamente digital, ya que todos habían sido nombrados a dedo?

Las cifras de los diferentes organismos de la época muestran el descalabro de las finanzas públicas. No son escasos los estudios, algunos no tan profundos como debieron haber sido, que mostraron el surgimiento de nuevas fortunas a la sombra del Estado, así como el reacomodo de las ya existentes para mantenerse en “la pomada”.  Lo mismo ocurrió con la dictadura de Pérez Jiménez, y se cometieron abusos de todo orden y concierto. Ahora se habla del teleférico y el hotel perezjimenistas como obras maestras de la ingeniería y arquitectura nacional; nada se dice de lo que significó en términos ambientales tales estructuras. Se habla muchísimo del inmenso logro de la dictadura en términos hospitalarios y el gran botón de muestra fue el Hospital Clínico Universitario. Lo que ni de vaina dicen es que luego de terminado pasaron dos años hasta poderlo poner en funcionamiento ¡porque no había personal para hacerlo funcionar!

Que ahora, gracias a las bendecidas y satanizadas redes sociales, sepamos del desastre ecológico en La Gran Sabana no es de extrañar. Del mismo modo como Pérez Jiménez tenía en La Orchila, así como en Playa Caribe en Chuspa, sus santuarios salaces no debe extrañarnos que Maduro, Cabello y “Rafa” terminen montando un puticlub en la cima del Roraima. Ellos aspiran a la inmortalidad que les terminará otorgando nuestra memoria tísica. 

© Alfredo Cedeño  



viernes, febrero 04, 2022

SOBRE LO IMPOSIBLE

No logró recordar con precisión donde, o a quien, escuché alguna vez algo así como: Venezuela, territorio de lo imposible. La frase venía a cuento de que en nuestro país todo podía pasar; aunque el énfasis se hacía en lograr lo bueno, y todo gracias a las maravillosas cualidades del lar nativo. El tiempo me ha permitido entender que es cierta dicha frase, más agregaría que más que de lo imposible es de lo increíble. Somos hijos de una tierra donde las contradicciones y vueltas retóricas que se le ha dado, y dan, y seguramente darán, son pasmosas, por decir lo menos. Tomaré algunos ejemplos que resumiré al máximo.



Comenzamos nuestro proceso de independencia del reino de España al calor de una protesta de fidelidad al rey, puesto que el 19 de abril de 1810, la revuelta de los mantuanos caraqueños se amparó a la sombra de la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Insisto, solo doy breves pinceladas de los hechos, antes de que salte más de un viudo a exigir respeto, o cualquier otra monserga de similar tenor, para la memoria de los padres de la patria. Y, para no soltar el tema independentista, ha de decirse que la llamada guerra libertadora, no fue más que una guerra civil en la que nos despescuezamos unos a otros en nombre de la emancipación. Fue una guerra de caudillos en los que los ibéricos eran unos cuantos figurones. ¿Acaso las tropas de Boves estaban formadas por guerreros asturianos, o no eran llaneros desarrapados, zambos desposeídos e indígenas despojados, los integrantes de sus fuerzas?

La realidad es que, según las cifras manejadas por el catedrático español Julio Albi de la Cuesta, en el año 1820 había en todo el continente americano 9.954 españoles peninsulares en labores de combate. La merma de las fuerzas realistas en el continente fueron de tal magnitud que cuando el 9 de diciembre de 1824 tuvo lugar la Batalla de Ayacucho, en dicho combate se contabilizaron 5.780 independentistas y 6.906 realistas, de los cuales 5.876 eran infantes y 1.030 de caballería; y de todos ellos apenas 500 eran españoles peninsulares… Para ir abreviando, quiero insistir que estuvimos sumidos en una cruenta guerra civil en las que nos matamos entre nosotros mismos.

Las contradicciones, o eventos paradójicos, han sido de presencia permanente en nuestro quehacer nacional. Otro ejemplo que me viene a la memoria ahora mismo es el caso de la muy icónica FEDECÁMARAS, principal organización empresarial nacional, a la que los vociferantes miembros de la “izquierda” siempre han achacado todos los males que aquejan al “proletariado” venezolano. Poco dicen los zurdos representantes que el inspirador de dicha organización fue Carlos Fleury Coello, quien había sido militante del partido comunista en Estados Unidos, y que luego de regresar a Venezuela, y dedicarse a la construcción de edificios, comenzó a pensar en que así como el mundo obrero buscaba organizarse lo mismo debía plantearse la burguesía. Y así fue.

Si regresamos a nuestro siglo bien podemos comprobar cómo el país con unas de las reservas petroleras más grandes del mundo, que parecía enrumbado a un desarrollo y fortaleza envidiable ha terminado convertido en una ruina. Un grupo inescrupuloso, en nombre de la justicia y la igualdad, se dedicó a exacerbar en los más necesitados, así como en las vastas huestes de malvivientes de toda laya que siempre existieron en nuestro país, el resentimiento y la rabia. Resultado: veintidós años de desangre humano, político y económico que parece nunca se acabará. Han hecho lo que nadie consideraba posible.

© Alfredo Cedeño


viernes, enero 28, 2022

ÁLGEBRA CASTRENSE


La cofradía de viudas y ofendidos ahora se tapa la nariz y hacen aspavientos del anuncio hecho por las marionetas electorales del bigote bailarín y su revocatorio, mientras él tocaba con la trompeta del juicio final los compases de Mambrú que va a ganar la guerra. Mientras tanto, y como por no dejar de rebuznar, aparece El Tigre de Monagas anunciando que implementará una nueva lista García, porque debo hacer la acotación que, si bien la malhadada lista recibió el apellido de Tascón, la idea de su implementación fue obra y gracia de Ismael García. Y para completar el esperpento la casta política opositora se hace lenguas de lo bien que lo hace el interino.

En otras ocasiones he señalado del desacierto de atacar indiscriminadamente a las fuerzas armadas, y hasta he escrito en la necesidad de “enamorarlas” para poder salir de la plaga bíblica que padecemos desde hace más de veinte años. Y ha ardido Troya. Lo menos incómodo que me han soltado son algunas rotundas mentadas de madre. Los descendientes de Carl von Clausewitz aseveran con rostro congestionado, y pose de vestal manoseada por algún sacerdote alborotado con sus carnes, que con el enemigo no se puede conciliar. Pero sentarse en Oslo, México, Cundinamarca o Montecarlo si…

Me viene a la mente una frase de El Descubrimiento de la India, escrito por Jawaharlal Nehru, por más señas padre de Indira Gandhi y pieza fundamental en la independencia de la India: “Por muy numerosa que sea una multitud, no puede imponerse por la fuerza a las fuerzas armadas. Tiene que fracasar, si esas fuerzas armadas no pasan a su lado”. Reitero: son quienes tienen el poder real, eso que llaman poder de fuego. Han demostrado sobradamente tenerlo y usarlo sin titubeos contra multitudes indefensas, no escasean los ejemplos a partir del 11 de abril del 2002.

Suelen saltar haciendo aspavientos, mientras se golpean el pecho, aquellos que clama contra un ejercito asesino que ha mancillado sus glorias obtenidas al vencer al poder español en todo el continente... No faltan los que me enrostran a Padrino López como manifestación por excelencia de lo impresentables que son nuestras fuerzas armadas. ¿Acaso Vladimir, y todo ese generalato que ya muestran más condecoraciones que una botella de Ponche Crema, se pueden considerar parte de las fuerzas armadas? ¿Hubiera podido la Junta Patriótica articular el sólido movimiento de resistencia popular contra Pérez Jiménez, y dar pasos como el de la huelga general del 21 de enero de 1958, sin antes haber establecido sólidas y respetuosa relaciones con la oficialidad descontenta?

No es entregándole pantaletas a los soldados, como lo he visto hacer en más de una ocasión a emperifolladas luchadoras, como se gana la simpatía de unos potenciales aliados. Ellos no son marcianos, son tan venezolanos como cualquiera de nosotros, y sus familiares directos padecen lo mismo que todos los demás. ¿Qué se ha hecho para, por ejemplo, articular un trabajo de hormiga acercándose a los familiares de oficiales y suboficiales para ganárselos para este lado? Ya lo he dicho y seguiré repitiendo: En nuestra ecuación no hay solución sin incluir el factor militar.

© Alfredo Cedeño  



viernes, enero 14, 2022

PAÍS DE TEJEDORAS


Una de las primeras veces que escuché mencionar los términos brumario, vendimiario, y termidor fue en boca del cura Javier Percaz, quien era mi profesor de Educación Artística en el Jesús Obrero. Recuerdo que en horas del recreo le pregunté por esos nombres y fue cuando me enteré de que había habido un calendario republicano francés, el cual estuvo en uso durante la Revolución francesa y por instrucciones de la Convención Nacional, se utilizó entre 1792 y 1806. El diseño intentaba adaptar el calendario al sistema decimal y eliminar del mismo las referencias religiosas; el año comenzaba el 22 de septiembre, coincidiendo con el equinoccio de otoño en el hemisferio norte. Se clasificaron para otoño los meses vendimiario, brumario y frimario; al invierno le correspondieron nivoso, pluvioso y ventoso. Para primavera se establecieron germinal, floreal y pradial; y al verano le correspondieron mesidor, termidor y fructidor.

Lo cierto es que, en aquella década agridulce, de grandes conquistas sociales y terribles desmanes de todo orden y concierto, cometidos en aras de la justicia, se vivió una verdadera orgía de guillotinas que significó un despescuece masivo. En aquellos días se hicieron famosas ciertas señoras de dulce apariencia y hábiles destrezas en el arte de Atenea las tricoteuses, es decir tejedoras. Estas afables doñitas se dedicaban a realizar tejido de punto al lado de los degolladeros, mientras conversaban, digo yo, sobre los adelantos de sus nietos, o los precios de las habas en el mercado. Tan impactantes fueron estos personajes que Charles Dickens en su novela Historia de dos ciudades creó un personaje detestable: madame Therese Defarge, quien en uno de sus diálogos asegura: “Dile al viento y al fuego que pare,pero no a mí”.

Lo cierto es que todo este escenario terminó dando paso a Napoleón Bonaparte, quien, el 18 de brumario del año VIII, 9 de noviembre de 1799, dio su célebre golpe de estado. Y fue así como el diminuto hijo de Córcega se hizo con el poder, para lo cual se arropó con la bandera revolucionaria hasta someter a la nación gala a sus órdenes y caprichos. Hago este vuelo rasante, en el que quedan kilómetros de tela por cortar, al ver a los militantes electorales post Barinas desmelenándose por el inmarcesible logro de la democracia. Mientras tanto el gobernador electo acude ante el Napoleón tropical y subdesarrollado de Miraflores a rendirle la pleitesía del caso. Por cierto: ¿Y cómo queda el figurín encargado? Esos sufragistas vociferantes son lo más parecidos a las tricoteuses francesas de fines del siglo XVIII que me puedo imaginar.

Tal vez, cuando seamos meros recuerdos, aparecerá un Dickens que creará un personaje que represente a cabalidad a nuestras tejedoras de maromas, todos esos que no pueden dejar de chismorrear mientras tejen sus medias, hablan de lo mermadas que están las cajas CLAP, y se mantienen aupando que sigan maniatando al país hasta que se consuma la degollina.

© Alfredo Cedeño  


viernes, enero 07, 2022

COMO SAPOS


                A mediados de diciembre de 2007 estaba en la, ya doblemente milenaria, ciudad española de Cartagena. Actuaba como diligente guía un amigo cuyo nombre no viene al caso, doctor en letras por más señas, especialista en semiótica y demás hierbas aromáticas. Al final de una larga caminata por la capital murciana nos sentamos a comer frente al mar. Luego de tomarse la cerveza de rigor me comenzó a preguntar por los, en aquel momento, recién celebrados comicios en Venezuela que Chávez había “perdido”. Uso comillas para esa palabra, porque recuerdo el tono con que este amigo la pronunciaba, y remataba: “es que cuesta tragar que no haya ganado unas elecciones como esas…”. Les recuerdo que se refería al referéndum constitucional de ese mismo año, cuando el comandante eterno fracasó en su idea de constituir el paísen un Estado socialista. Confieso que haciendo de tripas corazón, ante la presencia de su esposa, opté por simular buenos modales y me dediqué a explicar a mi interlocutor lo que estaba ocurriendo en nuestro país. Mi asombro fue mayúsculo cuando, al cabo de una larga explicación de todo el desastre social, cultural, económico y ambiental que significaba la gestión del sabanetero, él irguió sus casi dos metros y dijo: “Es que eso de haber tenido los cojones de decir que olía a azufre por Bush, ya tiene todo mi respeto.” 

                A ver, aquel señor, catedrático de relumbrón y comprobados méritos académicos, conocedor del escenario venezolano puesto que con frecuencia visitaba el país invitado por una de nuestras universidades, que incluso había sido atracado por un chavista navajero en el centro de Caracas, al que había estado horas tratando de resumirle el drama del país, todo lo subordinaba a las glándulas de las entrepiernas de un personaje como aquel. La estulticia es infinita en sus manifestaciones.

Casi mes y medio más tarde, para más señas el viernes 25 de enero de 2008, andaba a casi mil kilómetros al noreste, en la venerable Montpellier, cuna académica de Ramon Llull, Arnau de Vilanova, François Rabelais y Nostradamus, por mentar algunos. En dicha ciudad se llevaba a cabo un encuentro literario, que no logro recordar su nombre exacto, y, para abreviar el cuento, terminé ese día almorzando con un grupo de lumbreras analistas del quehacer literario latinoamericano. En medio del plato principal una joven francesa me preguntó de mi procedencia; al decirle Venezuela, puso voz de circunstancias y dijo algo así como que no estábamos pasando unos buenos tiempos. Como bien han de suponer le di la razón. Ella añadió: Es que lo que se ve en la prensa no deja ver cosas muy halagüeñas. Nuevamente asentí, y súbitamente una voz meliflua, con tono pontifical, acento austral y no poco énfasis, acotó: “Pero no ha habido elección que no haya ganado…”. Me presentaron al augusto señor, y de veras que lamento no recordar su nombre, era un catedrático de una universidad chilena que se autoproclamaba chavista. De nada sirvieron las explicaciones de fraudes electorales que se venían cometiendo de manera sistemática, amén de las manifestaciones del claro deterioro de las condiciones sociales y económicas del país. Nones. Los estólidos son a prueba de razones, y más cuando se recubren con una coraza de “sabiduría”.

Ahora, catorce años más tarde, hago una ronda por algunos espacios de “conocimiento” y, pese a considerarme curtido contra la imbecilidad, no puedo evitar el asombro ante la irracionalidad militante de una casta pensante que voltea la mirada ante el desastre venezolano y habla de la dignidad de su pueblo… Poco les importa el desastre migratorio que algunos cifran en más de siete millones de personas a la desbandada por el planeta entero. De nada sirven las evidencias de todo orden y concierto que comprueban el desastre ambiental, social y económico.  Y sus posiciones no las esconden precisamente, me parece un claro ejemplo de la necia terquedad de la intelectualidad, esta frase de uno de los santones de estos tiempos, en declaraciones al diario La Razón, de España, y el pasado 20 de diciembre pudimos leer: “me niego a calificar a las dictaduras de Cuba y Nicaragua, así como al autoritarismo de Venezuela, como de izquierda.” Maduro no es dictador según esta lumbrera chilena, de apellido Mires por más señas.

Estos ejemplos de imperturbable obstinación me hacen recordar a mi abuela Elvira, quien solía decir ante manifestaciones de este tipo: Al frente salta el sapo aunque le saquen los ojos. 

© Alfredo Cedeño 

viernes, noviembre 19, 2021

PSICOPÁTICAMENTE HABLANDO



                        Mi Venezuela de mis tormentos me mantiene lleno de contradicciones. La conocí de un extremo al otro, o como decía mi abuela Elvira: de una punta a la otra. Dormí en el cerro Delgado Chalbaud, a breves horas de camino del nacimiento del Orinoco; y me bañé con las olas que revientan en el Cabo San Román el punto más septentrional de la geografía nacional, tal como rezaban mis primeros libros de educación primaria.  Dormí a orillas del Guainía, y en las cabeceras del Salto Ángel; fotografié las cumbres nevadas de Mérida desde el Pico Espejo y las desérticas bellezas de La Guajira; canté desafinado como nadie con los negros de Curiepe a la llegada del Niño Jesús y con los pescadores margariteños a la llegada de san Juan Evangelista a Juangriego. También recogí lechugas de madrugada con los campesinos trujillanos y recogí nasas con los pescadores de Chuspa; caminé deslumbrado por las calles empedradas de Clarines y por las de San Pedro del Río.  En fin, mi país lo he vivido, no me lo han contado, no lo conocí por medio de meras lecturas.

                En todos estos sitios, y muchísimos otros que para enumerarlos necesitaría varios días, he encontrado una gente maravillosa, amable, amorosa, generosa, dueña de un espíritu tenaz y maravilloso. Todo ello manifestaciones de una inteligencia y sensibilidad muy particular. Pero, me sorprendía siempre la falta de “malicia”, es decir la absoluta inocencia de todos ellos. Los pícaros nunca faltaban, pero eran los menos.  Era por eso que no sorprendía ver destacar en el mundo de las “políticas” locales a los bandiditos de los pueblos  y la gente los subestimaba y  los trataba con gran condescendencia, rayana en la lástima, era común oír: “Pobrecito Jorgito, ¿qué más podíamos esperar de él?, vamos a darle un votico pá ver si sale de concejal…” Y así se preñaron de vagos e ignorantes los concejos municipales, la cámara de diputados y senadores, en un comienzo; después se hicieron concejales, alcaldes, gobernadores y hasta presidentes. 

                 ¿Responsables? Claro que los hay, y se han afanado varios cagatintas en tratar de endilgarnos la culpa a usted y a mí, simples ciudadanos que hemos pagado nuestros impuestos, las cuotas de condominio, las multas que nos hemos merecido, los pasajes cuando se nos antojaba viajar –así fuera en autobús hasta Guasdualito–, y las empanadas que comprábamos antes de embarcarnos en el ferry en Puerto La Cruz. Las contorsiones retóricas, dialécticas, sociointerpretativas, o cómo diablos se quieran llamar son dignas de ser recopiladas en una magna antología del disparate. En todas ellas siempre la responsabilidad, perdón debo escribir culpa, porque ni hablan siquiera de responsable sino de culpables, somos todos aquellos que no hemos tenido nada que ver en las tomas de decisiones.  ¿Qué vaina es esa?

                Los vagos, parásitos y vivianes de turno se apoderaron de las célebres maquinarias y fue así como los partidos políticos dejaron de ser centros de formación de dirigentes y gerentes sociales, para convertirse en centros de repartos de canonjías de todo tipo.  A la par de ello entronizaron un pérfido mecanismo de manipulación psicopática: mentir haciéndose las víctimas y confundir al ciudadano.  Es la típica conducta del esposo que llega borracho de una noche de farra, y le forma el gran peo a la esposa porque cómo ella es la culpable porque no lo atiende como se merece. Cambie los personajes y tendrá a los grandes estrategas del gobierno y de la oposición achacándonos, a los votantes mortales, del desastre político y electoral que tendrá lugar mañana bajo el manto electoral. ¿Alguna duda?

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, noviembre 12, 2021

VIEJAS PALABRAS DE HOY


                La Biblia siempre es un remanso donde encontrar paz, justicia y saber. Se recorren sus páginas y se van hallando expresiones de lo divino a raudales, pero también de lo humano por millares. Hay frases de una poesía exquisita, como la que siento al leer en el libro de Reyes la concesión que hace Dios a Salomón de una “anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar.”  Las hay de un afecto como el reflejado por Pablo en su primera carta a los Tesalonicenses, donde habla de “la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.”

                Hay quienes aseguran que es una fuente de conocimiento político y estratégico, y que la guerra de guerrillas nació de la mano de los Zelotes, quienes llegaron a ser de tal contundencia en su lucha contra los romanos que hasta un apóstol fue uno de ellos: Simón el Zelote. Aunque hay otros que se atreven a incluir a Judas Iscariote en este grupo porque ish-kraioth era en realidad un apelativo vinculado con el arma de los sicarios, la sica. Vale la pena recordar que el historiador Flavio Josefo  consideró a los Zelotes como la cuarta filosofía judía más importante de los primeros años de nuestra era, venían luego de los Saduceos, los Fariseos y los Esenios.

                Los hedonistas también reclaman su ración de la sacra torta, e invocan en su apoyo las palabras de sensualidad desbordada, que se expresa sin contenciones propias de la “corrección” de estos días, y bien que lo dicen con claras intenciones estas palabras del Cantar de los Cantares: “Me llevó a la casa del banquete, / Y su bandera sobre mí fue amor. / Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; / Porque estoy enferma de amor.” Perdonen mi procacidad, pero así habrá sido esa revolcada que se dieron esos dos…

                Divagaciones aparte, y lejos de intenciones heréticas algunas, quiero regresar a mis intenciones iniciales al comenzar estas líneas. Leo en la Primera carta de san Juan  apóstol: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” Las releo y no puedo dejar de pensar en las acrobacias retóricas e ideológicas de nuestra casta política. Son unos verdaderos contorsionistas, como buenos integrantes de la inmensa carpa donde representan a cabalidad el circo de su oficio, a la hora de justificar cualquier aberración. Es así como los vemos hablar de la necesidad impostergable de “dialogar” con aquellos que son impermeables a todo parlamento, salvo aquellos que sean para reforzar su poder.  Del mismo modo puede usted encontrar aquellas castas comadres, de misa con velo y devocionario, que hablan de nuestra pureza y exigen, con gestos de heroínas desmelenadas, que no caigamos al mismo nivel de ellos y que debemos ser unos caballeros con la escoria roja.

                Una de las últimas maromas, en las que están embarcados unos y otros, es el simulacro electoral del próximo 22 de este mes. En los años 50 del siglo pasado, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez institucionalizó unos célebres simulacros en los que Caracas era supuestamente invadida por fuerzas extranjeras, la ciudad quedaba a oscuras y potentes rayos de luz cruzaban la noche para asombro de una ciudad que no tenía un siglo de haber dejado atrás los faroles y candiles para iluminarse.  El espectáculo antes que nada es una lección que nuestra casta tiene muy bien aprendida. Y si el show es barato mejor, más eficaz será para aquellos que tratan de evadir sus miserias con cualquier entretenimiento que consigan. 

                Tal vez por eso, rojos y azules, mantienen vivas las  fiestas. Una sesión de bailoterapia para derrocar la dictadura es tan efectiva como unas elecciones en que el honorable Picón saldrá junto al inefable Calzadilla a proclamar legítimos y auténticos los resultados de la pachanga comicial. ¿Cómo pueden hablar de elecciones justas en medio de una feroz dictadura como la que sufre Venezuela? ¿De dónde sacan tanta cara dura para asegurar que estaremos acudiendo a las urnas para rescatar y fortalecer la democracia con la inmensa lista de presos políticos que mantienen estos sátrapas? ¿Quién puede decir que tendremos unas verdaderas elecciones universales, directas y secretas sin estar garantizado el voto de más de cuatro millones de electores que están fuera del país? ¿Acaso Juan Requesens, Otoniel Guevara y Roland Carreño, así como los policiás metropolitanos, podrán ejercer su derecho al sufragio? Todo eso a ellos poco les importa, aunque terminemos a medio vestir, amputados e iluminándonos con un candil.

© Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 05, 2021

CARNAVAL NOVIEMBRERO


                Todas las guerras son económicas, no ha habido una sola que no haya tenido por trasfondo al hipócritamente denostado vil metal. Digo que lo hacen fingidamente porque todos aquellos que le hacen ascos ante el público, apenas dan la vuelta se les ve lanzarse con la boca hecha agua sobre sea cual sea la bolsa del dinero.  Y es como la canción que en su momento pusiera de moda al mexicano Emmanuel, Toda la vida. Y agrego yo, ha sido así  ¿No recuerdan al tipo aquel, Juan Carlos Caldera, recibiendo 40 mil bolívares de un mensajero de Wilmer Ruperti para la campaña de Capriles?

                Por cierto, que ese monto, pese a las voluminosas pacas de billetes, eran apenas 9.300 dólares. Es que ni para mendigos sirven… Y eso me permite evitarles el circunloquio histórico para abordar el hecho económico como eje fundamental de toda confrontación por el poder político. La diferencia es que antes eran con hondas, macanas, espadas, lanzas, arcabuces, alfanjes, revólveres, bayonetas, fusiles, metralletas, cañones y cuanta cosa pueda usted imaginarse; y hoy son por medio del voto. Los pícaros ambiciosos de esta era han hecho suyos los escenarios electorales para ponerles la mano a los caudales públicos, que, a fin de cuentas, son la gran teta monetaria del planeta. No hay país, por pobre que sea, que no produzca más riquezas que cualquier monopolio. ¡Qué Amazon ni que niño muerto! ¿No? Les pongo varios ejemplos.

                Los célebres organismos multilaterales representan varias puntas de esa ubre a la que todos aspiran ordeñar. Los países endeudados, depauperados, en crisis humanitaria, bla, bla, bla, siempre obtendrán de estas instituciones verdaderos ríos de dinero para “ayuda” a dichas naciones. La vaina es que usted ve como esas repúblicas están cada año más y más devastadas. ¿Los grandes beneficiados?, sus castas políticas. A esos organismos debemos sumarle sus extensiones caritativas. Cuando no es de ayuda a los niños, es de auxilio a las marmotas, o de cooperación para salvar la sobrevivencia del ornitorrinco en Los Esteros de Camaguán, y así hasta que se le seque el cerebro buscando “nobles y justas” causas. Los buches receptores de los billetes siempre están abiertos.

                ¿Qué otra cosa creen ustedes que hay tras el llamado a votar el próximo 22 de noviembre? Las glándulas mamarias de Venezuela. El derecho a exprimirle los pezones a como dé lugar, poco importa que ya ni pararse puede, poco importa lo descangayada, para usar un término gardeliano, que está; nada de eso, lo que importa es ver cómo le meten mano a la cuota que les  va a permitir disfrutar de casa, carro y comida de primer orden a costillas del Estado. A la postre el llamado Situado Constitucional da para eso y más. Con tan rimbombante nombre denominan la transferencia de recursos de los ingresos ordinarios del Gobierno Central a las entidades regionales. Todos los que están en este carnaval de noviembre, son la viva réplica de los zagaletones que plenaban las avenidas caraqueñas esperando el paso de las carrozas de carnaval para gritar desaforados: ¡Aquí es, aquí es!

Nuestros zánganos electorales se darán por satisfechos con cualquier cosa que les salpique; después de todos ellos no son ambiciosos, se conforman con lo que sea. Por algo tararean, desentonadamente por supuesto, aquella parte de la canción ya citada: “Toda la vida / Poniendo trampas al orgullo / Tantas historias como estrellas / Para no ser esclavo tuyo.” Por eso usted los puede ver bailando al son que les toca el dinero.

  

© Alfredo Cedeño 

viernes, octubre 29, 2021

SIQUIERA SIMULEN…


                 Hay palabras cuyos significados han vivido unas mutaciones insólitas. Los ejemplos son más que numerosos, pero hoy quiero detenerme en cínico. Usted consulta el mataburros de la Real Academia Española y encontrará: “Dicho de una persona: Que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas.” Estoy seguro de que muchos de ustedes conocen el origen de la palabra, pero en ayuda de aquellos que no están al tanto hago un breve recuento.

            El cinismo fue una escuela filosófica que comenzó en la segunda mitad del siglo IV antes de Cristo, su fundador fue Antístenes pero fue Diógenes de Sinope, con sus gestos, quien la hizo permanecer en la tradición oral. Esta escuela se propuso reinterpretar la doctrina socrática, sus discípulos plantearon que la civilización y su forma de vida era un mal, aseguraban que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. Entre sus más notorios discípulos estuvieron Hiparquía, una de las primeras filósofas, Crates de Tebas y Menipo de Gadara. Despreciaban las riquezas y toda posesión material. Aseguraban que el hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.

            Los hicieron famosos sus excentricidades, destacando en eso Diógenes. En torno a esta figura se han conservado muchas anécdotas, siendo las más referidas las que tocan en cómo trató a Alejandro Magno al conocerlo.  Tal parece que el encuentro se produjo en ocasión de unos Juegos Ístmicos, como llamaban unos encuentros culturales panhelénicos de la Antigua Grecia, y que tenían tal denominación porque se celebraban en el istmo de Corinto, en honor de Poseidón. Aseguraba la tradición oral que el renombre del pensador era de tal vuelo que el hombre más poderoso del mundo en ese momento quiso conocerlo. Aseguran que era una mañana en la que Diógenes absorto, sabrá Dios si pensando en las piernas de alguna dama, o tal vez en cómo iba a hacer para su próxima comida,  mientras tomaba sol fuera del gimnasio que estaba a las afueras de Corinto.  En medio de sus pensares, súbitamente se vio rodeado de una muchedumbre. Como bien han de saber los jalabolas no son una especie de nueva data.

El guerrero llegó hasta el filósofo y le dijo: Soy Alejandro. El otro lo vio con cara impertérrita y le dijo: Y yo Diógenes, el perro. Podrán imaginar el asombro de los aduladores, sin embargo Alejandro le dijo:¿Por qué te llaman Diógenes, el perro? La respuesta fue instantánea: Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y muerdo a los malos. Otra grizapa, pero Alejandro, que tampoco era una pera en dulce, trató de sobornarlo y le soltó: Pídeme lo que quieras. El hombre respondió: Quítate de donde estás que me tapas el sol. Eso hizo trastabillar al todo poderoso y su soberbia le hizo preguntar:¿No me temes?  Diógenes dijo: ¿te consideras un buen o un mal hombre? Ni pendejo Alejandro dijo: Me considero un buen hombre.  Y la respuesta fue: Entonces... ¿por qué habría de temerte? Los que les rodeaban empezaron a cuchichear hasta que el soberano alzó las manos y aseguran que dijo: ¿Saben algo? Si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes. 

Cierto o n o el episodio, es una estampa que se ha repetido por los siglos de los siglos como ejemplo de lo que fueron los cínicos iniciales. Los malabarismos de la lengua son inexplicables, y sabrá Dios en qué momento aquellos críticos acerbos se convirtieron en los de estos días. Por ejemplo, recuerdo a un Chávez de voz engolada y gesto adusto arreándole a los ricos y pontificando con aquello de que ser rico es malo... mientras en su muñeca lucía un reloj de esos que ni usted ni yo podemos comprar nunca. Esa cantaleta es la misma que han repetido todos ellos, mientras los vemos como cada día engordan más y más, mientras uno se pregunta cuándo es que van a explotar. ¿No ven a Diosdado? De aquel muchacho flaco, que hasta cara de estar llenos de lombrices tenía, a ese bojote bamboleante y gritón que anda por ahí con un garrote hay un abismo. ¿Y Nico? De ese mejor ni hablar.

Aunque tampoco puedo dejar de ahondar en semejante espécimen. Basta con ver el video con su verborragia habitual, soltando eructos y regüeldos, pero ahora anunciando que el próximo 21 de noviembre se producirá una “gran victoria de la democracia.” Debe decirse en honor a la justicia, que de él no se podía esperar otra cosa. Lo lamentable es el coro que le hacen los militantes del Partido del Rascabucheo Nacional exigiendo el compromiso con unas elecciones irritas desde todo punto de vista. No faltan los herederos tropicales de Catón que exigen respeto al sufragio y, con gesto compungido, lamentan que se descalifique a las comadres celestinas de la mojiganga electoral. 

Achacan a Diógenes la frase: Sólo hay un dedo de diferencia entre un sabio y un tonto. Los dedos, por lo visto, ahora sobran porque sabio, lo que llaman sabio, bien se ve que no hay ni para un remedio; ahora tontos los hay a espuertas escoja usted al que se le antoje. ¡Y cuidado se contamina! Porque la pendejera es lo más contagioso que el ser humano haya podido engendrar.

 

© Alfredo Cedeño  

viernes, octubre 22, 2021

¿VOTAR? NO…




            Hay por ahí todo un corro de comadres fervorosas esgrimiendo cualquier cantidad de excusas para acompañar al régimen, y a sus comparsas “opositores”, en su sainete electoral del próximo mes. Se golpean el pecho vociferantes, ofrecen ir en peregrinación de rodillas hasta el altar de Nuestra Señora de la Sumisión, porque La Patria así lo exige. Lo dicen con los ojos extraviados y virados hacia arriba, cual si estuvieran en medio de un orgasmo, o quizás poseídos por uno de los arrebatos místicos de Santa Teresa en éxtasis.

            Hay un cuerpo de requisitos que se podrían poner en práctica, pero nones. Por ejemplo, cuando se plantea el retorno al voto manual, las comadres y los “expertos” nos ven por encima del hombro y nos tildan de cavernícolas. Suelen decir algo así como: “No saben de lo que hablan,  pretenden regresar a la prehistoria del voto”. Muy bien, aceptemos que somos unos sucesores de Trucutú y que somos los trogloditas que aseguran somos. ¿Acaso no ha regresado el país a la prehistoria, bajo la égida de estos asnos que nos gobiernan y sus cómplices que se erigen como los próceres de la oposición?

            Ahora bien, sarcasmos aparte y en aras de los que, cada vez más, creemos que este próximo proceso electoral es una verdadera faramalla gubernamental, quiero hacer algunas consideraciones. Comienzo por citar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, de 1948, cuando estableció en su artículo 21: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se  expresará mediante  elecciones  auténticas que habrán de  celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”. ¿Este será un proceso auténticamente universal en el que podrán participar todos los ciudadanos? ¿Estas son elecciones auténticas? ¿Realmente es una votación secreta? ¿Se puede garantizar que no se podrá determinar por quién votó un ciudadano en particular? ¿Está plenamente garantizada la libertad de voto en Venezuela?

            También quiero traer a colación la Carta Democrática Interamericana, aprobada el 11 de septiembre de 2001, en sesión especial de la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos en Lima, Perú, en su artículo 3, estableció: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.  Aquí las preguntas crecen exponencialmente. Pero solo hago las siguientes: ¿Hay separación de poderes públicos en Venezuela? ¿Son periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto las elecciones venezolanas?

            Como tercer punto en esta ocasión quiero recordar algunos números del bendito Registro Electoral Permanente –REP– que para el año 2011 tenía 18.406.244 inscritos, cuando la proyección histórica era de 16.847.203. Al año siguiente las cifras del mencionado registro superó los 18.900.000 electores inscritos.  Y cito estas cifras porque en el año 2005 el Consejo Nacional Electoral –CNE– permitió ser auditado por el Centro de Asesoría y Promoción Electoral –CAPEL­–, un programa especializado del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, creado en 1983 y  con sede en Costa Rica.  En dicho proceso se incluyó un módulo de COTEJO DE ACTAS DE NACIMIENTO, les transcribo lo descrito por CAPEL: “Cuando se obtuvo el nuevo listado en forma individualizada por cada caso, con los datos provenientes de ONIDEX, se constató que del total de la muestra, 5.571 casos contaban con la información solicitada completa; 6.696 no la tenían o no era claro el lugar de inscripción del nacimiento y quedaban pendientes de entrega por parte del CNE 533 casos rezagados por el proceso de búsqueda de la información”. En otras palabras, el combo CNE-ONIDEX no encontró manera de justificar 56,48 % de los casos de la muestra solicitada. Si eso fue dieciséis años atrás, ¿cómo será el desastre en estos días que estos jenízaros han hecho y deshecho el escenario electoral como les ha dado la real gana? ¿De verdad hay alguien que crea que se puede, y debe, participar en semejante fraude?

            Está bien que algunos personajes, de vergonzoso porte, crean que se debe participar, pero tratar de imponernos  la participación para apuntalar sus miopes pasos hacia el barranco electoral es el colmo. Está bien, repito, que sean pendejos, pero no pretendan que los demás también lo seamos.


© Alfredo Cedeño  

viernes, septiembre 17, 2021

ALBOS PÁJAROS


                A veces la gente es un agobio, sobre todo cuando se les oye entonando salmodias para celebrar a cuanto tunante uno pueda imaginar. Como ya es costumbre, a raíz de mi pasado artículo, recibí varias “quejas” por mi trato desconsiderado y descalificatorio hacia los “próceres” opositores. Algunas recriminaciones fueron al menos educadas, otras se realizaron en tono altisonante, con aires de jaculatoria, tampoco escasearon aquellas que en tono beligerante me ofrecieron hasta eso que llaman coñazos. De todo hubo.

                Lamentablemente somos hijos de una tradición en la que se ha elevado al bandido, de mucha o poca monta, o seres carentes de escrúpulos, al recinto de los dioses. Nuestra historia está ahíta de personajes de tal catadura. Cuando escribo esto, porque no es la primera vez, saltan los “puristas” de la patria a exigirme, voz en cuello, que me retracte de semejante afrenta moral a la honra nacional. ¡Sarta de imbéciles!, por no decir otra palabra que es la que realmente merecen y que en su momento consagrara en los medios Arturo Uslar Pietri.  Lo mismo ocurre con los próceres rojos de nuevo cuño, ahí tienen al comandante eterno y al negro Aristóbulo, por citar solo dos.

                Quiero citar brevemente algunos ejemplos de esa pestilencia fundacional que nos acompaña como sombra imperecedera. El padre de Bolívar, don Juan Vicente Bolívar, quien fuera Teniente Justicia Mayor en la zona de los Valles de Aragua, ejercía el derecho de pernada sobre cuanta mujer se le antojaba. Ese caso ha sido documentado por Elías Pino Iturrieta en su libro Contra lujuria, castidad; así como por el inolvidable e irremplazable cura Alejandro Moreno en su obra Pastor Celestial, Rebaño Terrenal, Lobo Infernal Expediente a don Juan Vicente De Bolívar. Estos autores dan a conocer como este mantuano de tomo y lomo abusó, hasta que se le dio su real gana, de toda aquella de la que su bragueta se antojara. Las edades no suponían límites para este egregio hombre… Fue solo el obispo Diego Antonio Díaz Madroñero quien se atrevió a plantarle cara a este señor, descrito por un sacerdote como: “mozo poderoso, voluntarioso y con valimiento”.

                Robert Ker Porter, un artista y diplomático inglés que por quince años fue cónsul de Gran Bretaña en Venezuela, y quien escribió Diario de un Diplomático Británico en Venezuela 1825-1842 fue otro cronista que desnudó nuestras miserias inaugurales. Él escribió al referirse  al honorable Santiago Mariño, el sábado 18 de diciembre de 1830: “Mariño, ministro de guerra, etc., que vive en una casa sucia, a cada momento firma documentos de Estado sobre la mesa de billar mientras juega”. Algo así como lo que hemos visto recientemente cuando Maduro sacó una empanada de una gaveta.

                En cuanto a los vuelos de una orilla a la otra, se me ocurre mentar el caso de Feliciano Ramón de la Merced Montenegro y Colón, un realista de capa y espada, que dedicó gran parte de su vida a luchar contra la independencia, al punto que era el jefe del Estado mayor del ejército realista en la batalla de Carabobo. Una década más tarde, don Feliciano, en 1831, quien se había largado del país, regresó a Caracas para fundar el colegio Independencia, que era algo así como el San Ignacio de aquel momento y se dedicó a educar a la descendencia de “Los Próceres”. Hoy en día sólo se habla de su aporte a la educación venezolana, poco cuentan las víctimas de sus soldados en los años de la guerra civil que nos asoló a comienzos del siglo XIX.  Y sobre ello abundaré en próximas notas.

Como bien se puede apreciar, los desmanes y componendas, siempre nos han acompañado. Lo peor es que nos aseguran que el Niño Jesús de Escuque es un fauno al lado de estos serafines que nos han dirigido, y los que ahora nos dirigen. Eso afirma, sin rubor alguno, los apologetas de la casta gobernante, sea cual sea su inclinación.

 

© Alfredo Cedeño 


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