viernes, febrero 04, 2022

SOBRE LO IMPOSIBLE

No logró recordar con precisión donde, o a quien, escuché alguna vez algo así como: Venezuela, territorio de lo imposible. La frase venía a cuento de que en nuestro país todo podía pasar; aunque el énfasis se hacía en lograr lo bueno, y todo gracias a las maravillosas cualidades del lar nativo. El tiempo me ha permitido entender que es cierta dicha frase, más agregaría que más que de lo imposible es de lo increíble. Somos hijos de una tierra donde las contradicciones y vueltas retóricas que se le ha dado, y dan, y seguramente darán, son pasmosas, por decir lo menos. Tomaré algunos ejemplos que resumiré al máximo.



Comenzamos nuestro proceso de independencia del reino de España al calor de una protesta de fidelidad al rey, puesto que el 19 de abril de 1810, la revuelta de los mantuanos caraqueños se amparó a la sombra de la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Insisto, solo doy breves pinceladas de los hechos, antes de que salte más de un viudo a exigir respeto, o cualquier otra monserga de similar tenor, para la memoria de los padres de la patria. Y, para no soltar el tema independentista, ha de decirse que la llamada guerra libertadora, no fue más que una guerra civil en la que nos despescuezamos unos a otros en nombre de la emancipación. Fue una guerra de caudillos en los que los ibéricos eran unos cuantos figurones. ¿Acaso las tropas de Boves estaban formadas por guerreros asturianos, o no eran llaneros desarrapados, zambos desposeídos e indígenas despojados, los integrantes de sus fuerzas?

La realidad es que, según las cifras manejadas por el catedrático español Julio Albi de la Cuesta, en el año 1820 había en todo el continente americano 9.954 españoles peninsulares en labores de combate. La merma de las fuerzas realistas en el continente fueron de tal magnitud que cuando el 9 de diciembre de 1824 tuvo lugar la Batalla de Ayacucho, en dicho combate se contabilizaron 5.780 independentistas y 6.906 realistas, de los cuales 5.876 eran infantes y 1.030 de caballería; y de todos ellos apenas 500 eran españoles peninsulares… Para ir abreviando, quiero insistir que estuvimos sumidos en una cruenta guerra civil en las que nos matamos entre nosotros mismos.

Las contradicciones, o eventos paradójicos, han sido de presencia permanente en nuestro quehacer nacional. Otro ejemplo que me viene a la memoria ahora mismo es el caso de la muy icónica FEDECÁMARAS, principal organización empresarial nacional, a la que los vociferantes miembros de la “izquierda” siempre han achacado todos los males que aquejan al “proletariado” venezolano. Poco dicen los zurdos representantes que el inspirador de dicha organización fue Carlos Fleury Coello, quien había sido militante del partido comunista en Estados Unidos, y que luego de regresar a Venezuela, y dedicarse a la construcción de edificios, comenzó a pensar en que así como el mundo obrero buscaba organizarse lo mismo debía plantearse la burguesía. Y así fue.

Si regresamos a nuestro siglo bien podemos comprobar cómo el país con unas de las reservas petroleras más grandes del mundo, que parecía enrumbado a un desarrollo y fortaleza envidiable ha terminado convertido en una ruina. Un grupo inescrupuloso, en nombre de la justicia y la igualdad, se dedicó a exacerbar en los más necesitados, así como en las vastas huestes de malvivientes de toda laya que siempre existieron en nuestro país, el resentimiento y la rabia. Resultado: veintidós años de desangre humano, político y económico que parece nunca se acabará. Han hecho lo que nadie consideraba posible.

© Alfredo Cedeño


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