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viernes, julio 15, 2022

MIEDO E INTERESES


Usted y yo, ciudadanos de a pie e hijos de una tierra ahora, y siempre, canibalizada por las castas dirigentes, se pretende ahora que sigamos como los célebres monitos: uno no ve, el otro no oye y el último no habla. Es al papel que, esas cofradías del poder nos quisieran ver reducidos.  En la epopeya enfermiza que se han labrado en sus cabezas, yermas de saber y copiosas en idioteces, sectarismo y oportunismos, nos ven como meras fichas para mover a su conveniencia en el momento y lugar que a sus intereses más convenga.

En esa Babia particular que se han fabricado no terminan de entender que los tres simios son una ilustración y que, a diferencia de ellos, estamos vivos. Pretenden unos que no se hable desde las tribunas que la sociedad desarrolló como mecanismos de control; por eso cierran el Congreso, crean un adefesio llamado Asamblea Nacional, el que cuando no pueden mangonear a su antojo se sacan de la manga una Asamblea Constituyente, con una facilidad que ni para cambiarse la ropa interior; también compran, o cierran o se roban los periódicos, emisoras y televisoras que no le hacen las venias que ellos imponen.

Los otros son peores, porque al ser supuestos adversarios de aquellos debieran asumir otra posición, pero estos quieren que no veamos, ni oigamos, ni hablemos. Si a usted se le ocurre, por ejemplo, mencionar Monómeros, ponen cara de congoja, casi como si estuvieran pujando, y sacan una Biblia en edición del año 1500, una reliquia de la cruz donde murió nuestro Señor, unas pantaletas de Santa Tecla La Callosa y un rosario que era de San Agustín, mientras gritan a todo pulmón: ¡Calumnia, calumnia! Todo esto en medio de una algarabía de corifeos y plañideras que le acusan de colaborador del régimen, como menudo.

Al final del día, como gustan de decir los estadounidenses, lo que nos queda son juegos fatuos de luces artificiales. Ellos, mientras tanto, y así como quien no quiere, juegan a mantener, como sea, los feudos que siempre han tenido desde el mismísimo siglo XVI, cuando la corona española otorgó cédulas reales, leyes y ordenanzas con las que otorgaba derechos y privilegios a los descendientes de los primeros conquistadores y pobladores. Esas élites fueron dueños de grandes haciendas de cacao, tabaco y de hatos de ganado; también de esclavos, amén de presumir de bancos exclusivos en las iglesias, donde eran llevados en sillas a lomo de sirvientes, ser llamados Don o Doña, escudo de armas en el frente de sus casas, así como usar bastones, sombrillas, sombrero y cadenas.

Tales castas se han acoplado a cada jefe todopoderoso, llámese rey, caudillo, dictador o presidente, acoplándose, otras mutando en medio de los disturbios ocasionales para apropiarse de la respectiva tajada a la que suponen tener derecho divino.  Las ideas poco valen, la llamada derecha ha sido uno de los mayores fraudes históricos, se han limitado a dejarse amedrentar sin capacidad de confrontar la inmensa ristra de retruécanos con la que nos imponen su visión “progresista”. Mientras tanto esa izquierda casposa y exquisita, que si sabe dónde va, se ha adueñado de todo, hasta de nuestras vidas. Ellos saben cómo tener a buen resguardo sus intereses, los otros solo pelean por quitárselos.

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, junio 17, 2022

PAÍS EN CADENAS

Hay frases que pueden tener un tinte de lamento vacuo, pero no por ello dejan de ser veraces. En esta ocasión me pasa al releer a Federico García Lorca. No puedo dejar de preguntarme: ¿Qué hubiera pasado si al bardo andaluz no lo matan, a los 38 años recién cumplidos, en tierras de Granada? Hoy ––tiempos de máquinas veloces, comunicación pasmosa y badulaques empoderados––, su obra se conserva limpia y digna, deslumbrante en su precisión, preciosa en esencia. Prosa y poesía son un laberinto del que cuesta salir. Se empieza a leer cualquiera de sus obras y la necesidad de seguirlo leyendo se hace vital.

Me viene a la memoria de su Nocturnos de la ventana:

El estanque tiene suelta
su cabellera de algas
y al aire sus grises tetas
estremecidas de ranas.

¡Carajo! 

Otra que siempre me ha conmovido es Caracola:

Me han traído una caracola
Dentro le canta
un mar de mapa.
Mi corazón
se llena de agua
con pececillos
de sombra y plata.
Me han traído una caracola.

Imposible armar tanta belleza en tanta sencillez, solo su genialidad pudo.

Pocos han logrado el equilibrio perfecto de belleza y tragedia de sus obras teatrales y versos, no me atrevo a decir si fue un poeta dramaturgo o un dramaturgo poeta, su empleo de las palabras fue de precisión arrobadora. Por ejemplo, apenas empieza La zapatera prodigiosa y nos suelta este parlamento: “por ser el teatro en muchas ocasiones una finanza, la poesía se retira de la escena en busca de otros ambientes donde la gente no se asuste de que un árbol, por ejemplo, se convierta en una bola de humo o de que tres peces, por amor de una mano y una palabra, se conviertan en tres millones de peces para calmar el hambre de una multitud.”

Cómo olvidar de Bodas de Sangre a la madre decir: “Cien años que yo viviera, no hablaría de otra cosa. Primero tu padre, que me olía a clavel y lo disfruté tres años escasos. Luego, tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro?”

En cada uno de sus libros hay un rosario de gemas.  Mariana Pineda me ha sido siempre particular, tal vez por la ocasión en que la vi por primera vez en la sala de la vieja sede del Ateneo de Caracas. La voz de Pedro diciéndole a ella: “Mariana, ¿qué es el hombre sin libertad? ¿Sin esa luz armoniosa y fija que se siente por dentro?”

Al amparo de estos recuerdos agarro mi ejemplar de esa pieza y al releer encuentro este parlamento en boca de Fernando:

Ahora los ríos sobre España,
en vez de ser ríos son
largas cadenas de agua.

 No puedo evitar parafrasearlo y escribir: Ahora los ríos de Venezuela, en vez de ser ríos, son largas cadenas de llanto.

 

© Alfredo Cedeño 


viernes, octubre 22, 2021

¿VOTAR? NO…




            Hay por ahí todo un corro de comadres fervorosas esgrimiendo cualquier cantidad de excusas para acompañar al régimen, y a sus comparsas “opositores”, en su sainete electoral del próximo mes. Se golpean el pecho vociferantes, ofrecen ir en peregrinación de rodillas hasta el altar de Nuestra Señora de la Sumisión, porque La Patria así lo exige. Lo dicen con los ojos extraviados y virados hacia arriba, cual si estuvieran en medio de un orgasmo, o quizás poseídos por uno de los arrebatos místicos de Santa Teresa en éxtasis.

            Hay un cuerpo de requisitos que se podrían poner en práctica, pero nones. Por ejemplo, cuando se plantea el retorno al voto manual, las comadres y los “expertos” nos ven por encima del hombro y nos tildan de cavernícolas. Suelen decir algo así como: “No saben de lo que hablan,  pretenden regresar a la prehistoria del voto”. Muy bien, aceptemos que somos unos sucesores de Trucutú y que somos los trogloditas que aseguran somos. ¿Acaso no ha regresado el país a la prehistoria, bajo la égida de estos asnos que nos gobiernan y sus cómplices que se erigen como los próceres de la oposición?

            Ahora bien, sarcasmos aparte y en aras de los que, cada vez más, creemos que este próximo proceso electoral es una verdadera faramalla gubernamental, quiero hacer algunas consideraciones. Comienzo por citar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, de 1948, cuando estableció en su artículo 21: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se  expresará mediante  elecciones  auténticas que habrán de  celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”. ¿Este será un proceso auténticamente universal en el que podrán participar todos los ciudadanos? ¿Estas son elecciones auténticas? ¿Realmente es una votación secreta? ¿Se puede garantizar que no se podrá determinar por quién votó un ciudadano en particular? ¿Está plenamente garantizada la libertad de voto en Venezuela?

            También quiero traer a colación la Carta Democrática Interamericana, aprobada el 11 de septiembre de 2001, en sesión especial de la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos en Lima, Perú, en su artículo 3, estableció: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.  Aquí las preguntas crecen exponencialmente. Pero solo hago las siguientes: ¿Hay separación de poderes públicos en Venezuela? ¿Son periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto las elecciones venezolanas?

            Como tercer punto en esta ocasión quiero recordar algunos números del bendito Registro Electoral Permanente –REP– que para el año 2011 tenía 18.406.244 inscritos, cuando la proyección histórica era de 16.847.203. Al año siguiente las cifras del mencionado registro superó los 18.900.000 electores inscritos.  Y cito estas cifras porque en el año 2005 el Consejo Nacional Electoral –CNE– permitió ser auditado por el Centro de Asesoría y Promoción Electoral –CAPEL­–, un programa especializado del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, creado en 1983 y  con sede en Costa Rica.  En dicho proceso se incluyó un módulo de COTEJO DE ACTAS DE NACIMIENTO, les transcribo lo descrito por CAPEL: “Cuando se obtuvo el nuevo listado en forma individualizada por cada caso, con los datos provenientes de ONIDEX, se constató que del total de la muestra, 5.571 casos contaban con la información solicitada completa; 6.696 no la tenían o no era claro el lugar de inscripción del nacimiento y quedaban pendientes de entrega por parte del CNE 533 casos rezagados por el proceso de búsqueda de la información”. En otras palabras, el combo CNE-ONIDEX no encontró manera de justificar 56,48 % de los casos de la muestra solicitada. Si eso fue dieciséis años atrás, ¿cómo será el desastre en estos días que estos jenízaros han hecho y deshecho el escenario electoral como les ha dado la real gana? ¿De verdad hay alguien que crea que se puede, y debe, participar en semejante fraude?

            Está bien que algunos personajes, de vergonzoso porte, crean que se debe participar, pero tratar de imponernos  la participación para apuntalar sus miopes pasos hacia el barranco electoral es el colmo. Está bien, repito, que sean pendejos, pero no pretendan que los demás también lo seamos.


© Alfredo Cedeño  

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