El olor mañanero del pan es como el tuyo:
se riega por mis ganas con sutileza
para llenarme de hambre sin control,
se hace perfume de legumbre marina
donde se pierde goloso el equilibrio
con tajos de vientre descontrolado,
es un zarpazo de aroma terso pero denso
que me alebresta la boca con la textura
de la hogaza que crece al compás del calor.
© Alfredo Cedeño