Hasta sobre el hormigón los lápices dejan su huella
y por siglos han ridiculizado a los fusiles,
blanda madera y centelleante grafito
para reflejar las limpias almas de sus portantes...
El régimen implora ante los pies del imperio. El orgullo revolucionario reducido a la vergüenza de lloriquear a moco suelto, piden que la medida soberana de un presidente democrático, que en uso de sus facultades constitucionales ejerce, derogue un decreto que es la base de su estamento jurídico, que no es otro que el derecho que tiene una nación de tener control sobre las actividades de los extranjeros en su suelo. Eso se llama soberanía: expresión desconocida por el gobierno venezolano, ya que ellos son un apéndice de Cuba. Imagínense el exabrupto de estos sombríos personajes que nos gobiernan, le piden a Estados Unidos que retire el decreto que denuncia las actividades fraudulentas de siete funcionarios chavistas, es decir, siete delincuentes escudados en miles de firmas de disciplinados tontos útiles, que no leyeron lo que esgrime el decreto.
Asimismo, el decreto denuncia las aberraciones del régimen en contra de los sectores opositores. La persecución violenta de la disidencia democrática, sometida al peor de los escarnios; tenemos más de 57 presos políticos, jóvenes a los que les cambiaron sus cuadernos por un hueco inhiesto al que catalogan de tumba. Es decir, acciones producidas por una administración atascada en el primitivismo medieval. Atestada de un odio visceral, tan funesto como ladrón. Como vemos es una denuncia con una incuestionable base de sustentación programática.
Detrás de la recolección de firmas se esconde un profundo miedo, quieren impedir que los eficientes mecanismos federales norteamericanos lleguen hasta el meollo del asunto. ¿Cuál es el meollo del asunto? Que se descubran las actividades delictivas de los grandes líderes de este gobierno, que rueden las supuestas honorabilidades de tanto pillo enfundado en el ropaje de la incorruptibilidad. Dirigentes falsarios que hablan pestes del imperio, pero guardaban e invertían dinero sucio allá. Esos que dictan normas de moral en los medios secuestrados o cómplices del horror policiaco que padecemos, por eso toda la maquinaria del régimen se activa para tratar de confundir a la opinión pública. Nos venden la manida conseja del portentoso enemigo que desea acabar con la casta e inocente revolución bolivariana, el gran imperio con sus garras afiladas que busca el cuello manso de los redentores del pueblo. Esa treta es el espíritu que emplean para salvarse de la cárcel, que espera pacientemente por los huesos de los traidores a la patria.
Así que, quien firma o condena la actitud soberana de Estados Unidos, está de acuerdo con aquellos que nos han saqueado durante dieciséis años. Una rúbrica que niega la feroz persecución en contra de la libertad y la democracia. Es darle la mano al delito, pasándole otro cerrojo a la puerta que niega la libertad a nuestros presos políticos. El show en Panamá no bailará la música tradicional del istmo. Nicolás Maduro tratará de convertir la Cumbre de las Américas en la oportunidad de evitar que Estados Unidos prosiga la investigación a delincuentes de su gobierno, que olvide la denuncia internacional a la dictadura que tenemos. Quedará con los crespos hechos, la institución del delito federal es tan poderosa como autónoma, ni siquiera Barack Obama podría devolver lo que inició, ni tampoco lo desea. Washington busca desenmascarar al gobierno venezolano, presentándolo como lo que es: un régimen corrupto, enemigo de la libertad. Esas firmas terminarán en cualquier basurero, son las inútiles muestras del desespero de un gobierno que es nuestra vergüenza ante el mundo libre…
2 comentarios:
Alfredo, excelente!!! Vivan nuestros estudiantes
El régimen de rodillas en Panamá
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11 de abril 2015 - 12:01 am
El régimen implora ante los pies del imperio. El orgullo revolucionario reducido a la vergüenza de lloriquear a moco suelto, piden que la medida soberana de un presidente democrático, que en uso de sus facultades constitucionales ejerce, derogue un decreto que es la base de su estamento jurídico, que no es otro que el derecho que tiene una nación de tener control sobre las actividades de los extranjeros en su suelo. Eso se llama soberanía: expresión desconocida por el gobierno venezolano, ya que ellos son un apéndice de Cuba. Imagínense el exabrupto de estos sombríos personajes que nos gobiernan, le piden a Estados Unidos que retire el decreto que denuncia las actividades fraudulentas de siete funcionarios chavistas, es decir, siete delincuentes escudados en miles de firmas de disciplinados tontos útiles, que no leyeron lo que esgrime el decreto.
Asimismo, el decreto denuncia las aberraciones del régimen en contra de los sectores opositores. La persecución violenta de la disidencia democrática, sometida al peor de los escarnios; tenemos más de 57 presos políticos, jóvenes a los que les cambiaron sus cuadernos por un hueco inhiesto al que catalogan de tumba. Es decir, acciones producidas por una administración atascada en el primitivismo medieval. Atestada de un odio visceral, tan funesto como ladrón. Como vemos es una denuncia con una incuestionable base de sustentación programática.
Detrás de la recolección de firmas se esconde un profundo miedo, quieren impedir que los eficientes mecanismos federales norteamericanos lleguen hasta el meollo del asunto. ¿Cuál es el meollo del asunto? Que se descubran las actividades delictivas de los grandes líderes de este gobierno, que rueden las supuestas honorabilidades de tanto pillo enfundado en el ropaje de la incorruptibilidad. Dirigentes falsarios que hablan pestes del imperio, pero guardaban e invertían dinero sucio allá. Esos que dictan normas de moral en los medios secuestrados o cómplices del horror policiaco que padecemos, por eso toda la maquinaria del régimen se activa para tratar de confundir a la opinión pública. Nos venden la manida conseja del portentoso enemigo que desea acabar con la casta e inocente revolución bolivariana, el gran imperio con sus garras afiladas que busca el cuello manso de los redentores del pueblo. Esa treta es el espíritu que emplean para salvarse de la cárcel, que espera pacientemente por los huesos de los traidores a la patria.
Así que, quien firma o condena la actitud soberana de Estados Unidos, está de acuerdo con aquellos que nos han saqueado durante dieciséis años. Una rúbrica que niega la feroz persecución en contra de la libertad y la democracia. Es darle la mano al delito, pasándole otro cerrojo a la puerta que niega la libertad a nuestros presos políticos. El show en Panamá no bailará la música tradicional del istmo. Nicolás Maduro tratará de convertir la Cumbre de las Américas en la oportunidad de evitar que Estados Unidos prosiga la investigación a delincuentes de su gobierno, que olvide la denuncia internacional a la dictadura que tenemos. Quedará con los crespos hechos, la institución del delito federal es tan poderosa como autónoma, ni siquiera Barack Obama podría devolver lo que inició, ni tampoco lo desea. Washington busca desenmascarar al gobierno venezolano, presentándolo como lo que es: un régimen corrupto, enemigo de la libertad. Esas firmas terminarán en cualquier basurero, son las inútiles muestras del desespero de un gobierno que es nuestra vergüenza ante el mundo libre…
alexandercambero@hotmail.com
@alecambero
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