“¡Putearon la
Fuerza Armada! Antes de Chávez ya lo habían hecho, entonces ¿qué van a pedir
ahora? ¿Van a pedir próceres ahí? Si los putearon desde hace tiempo…” Famoso
por su intemperancia y manera de decir las cosas, este vicealmirante retirado,
ha estado de una u otra manera en la manida palestra pública desde el 4 de febrero
de 1992, cuando siendo jefe de la Casa Militar del entonces presidente Carlos
Andrés Pérez lo sacó del palacio de Miraflores en la cara de unos golpistas
desordenados y poco coordinados, para llevarlo a los estudios de Venevisión para que le hablara a Venezuela.
Mario Iván Carratú
Molina nació en Caracas en 1945, en la misma esquina donde naciera ocho años antes
José Ignacio Cabrujas, de Poleo a Santa Bárbara, en su caso, “eso era parte de
la parroquia La Pastora, una calle que ya desapareció, en una casita colonial,
heredada por mi madre de mi abuelo, escasamente a 50 metros de la entrada
principal del palacio de Miraflores. Un buen día el gobierno de Pérez Jiménez compró
todas las casas de ese sector para tumbarlas y construir lo que después sería
el palacio Blanco y el Regimiento de la Guardia de Honor. Nos mudamos de ahí
cuando yo tenía 8 años.”
Desde finales
del año pasado ha estado convocando junto a Alberto Franceschi a la conformación de UNO (Un Nuevo Orden)
movimiento que ellos aseguran “nació para reconstruir la República y la
Democracia de la mano de los ciudadanos.” Como dije en el primer párrafo estuvo
al frente de la seguridad del presidente venezolano cuando el entonces teniente
coronel Hugo Chávez intentó dar un golpe de estado que fracasó. En ese momento
Carratú ya tenía casi dos años ejerciendo ese cargo y había sido testigo de
excepción de innumerables situaciones poco edificantes, había aprendido en
carne propia lo que es el poder. “Cuando
yo veía todo aquello, me daba asco, tanta miseria junta no podía dejar de dar
grima.”
En la pastoreña calle natal vivió y jugó junto a los hijos del general Araque, quien fue
una alto funcionario del gobierno de Pérez Jiménez, también recuerda a la
familia de Ramos Allup, la de los Jattar Doti, y muchos otros de origen libanés
o sirio. Luego de la compra y demolición
de la casa natal su familia se muda a Los Rosales. Su mamá era un ama de casa y
su padre un exitoso zapatero, propietario de la zapatería Carratú, con la cual
mantenía de manera holgada a sus seis hijos. Eran tiempos en los que un par de zapatos en
la Rex costaba 5 bolívares y los que hacía su papá 60… “La zapatería quedaba de
Piñango a Llaguno, lo que ahora es la Baralt, al lado del edificio Kolster, uno
de los mejores de entonces, de los más modernos, ahí la tenía mi papá. Le iba
muy bien, era un buen comerciante, le vendía a diputados, miembros del
gobierno, generales, estaba muy bien ubicado en el comercio de los zapatos, que
eran de muy buena calidad. Él tenía su taller de corte, los montadores de
zapatos, las hormas, él dirigía todo el proceso. Yo iba mucho allá, porque era
muy pegado a él, muy consentido de mi papá, lo acompañaba para todas partes. Ya
nos mudamos a Los Rosales, avenida El Paseo, cerca de la clínica Atias.”
Cuando tenía 8
años pierde a su padre de manera trágica y su mamá tiene que hacerle frente a
terminar de criar a los hijos. La zapatería debió ser vendida y al poco tiempo
Mario Iván decide irse interno a un
local educativo. “Me fui al liceo militar Mariscal de Ayacucho porque la
situación en mi casa era un poco precaria, teníamos una buena calidad de vida
porque mi mamá se preocupaba de todo lo que era la formación nuestra, de todo
lo que era la parte del hogar pero yo veía que mis hermanos mayores estaban
pidiendo otros gastos con los cuales mi mamá no podía cumplir. El Mariscal de
Ayacucho quedaba en Catia, donde luego estuvo la Miguel Antonio Caro. Yo
ingresé ahí a los 11 años de edad por voluntad propia, me fui interno. En aquel
tiempo si a uno le decían te voy a internar eso era disuasivo para uno portarse
distinto, pero yo me fui voluntario. Fue duro al principio, desprenderme de la
familia, primero perder mi padre, después desprenderme de mi mamá fue duro. Pero son las circunstancias de la vida; cada
persona tiene que arrastrar, arrancar y construir sobre lo que tiene, no sobre sueños ni sobre dadivas
de otras personas, sino que uno tiene que hacerse su ruta, su rumbo.”
De su paso por
el liceo militar le quedó el gusto por la Armada. “Me gustaban los barcos, el
mar, y me fui a la Escuela Naval de Venezuela. Me gustaba la amplitud, me
gustaba viajar, me gustaban los barcos, no solo el combate, era la curiosidad
de cómo se manejaban, cómo se movían, cómo flotaban, se impulsaban, los
comandantes en los puentes, los marineros en la borda, todo eso. Entré en la
vieja Escuela Naval que quedaba la calle Los Baños, de Maiquetía, que
funcionaba ahí desde 1938. Entramos 250 aspirantes en mi año, 1961, comenzaba
la democracia. De esos 250 nos graduamos
30, se quedaron 220 en el camino, para que se hagan una idea del nivel de
selectividad, selección y exigencia que
había en la Escuela Naval para ese tiempo. Para ingresar necesité la firma de
tres personas que me conocieran, no me pidieron carta por politicismo, en
absoluto. Fueron 4 años de carrera, salí en el 65 como oficial de Alférez de
Navío, y de esos 30, a almirantes
llegamos 5 los almirantes Molleja Rodríguez, Martínez Medina, Ender Zambrano
Morales, Sosa Larrazábal, sobrino de Wolfgang, y yo. De esos contraalmirantes
solo yo asciendo a vicealmirante en julio del 92.” Pasó a retiro en 1995 con 30
años de servicios, de los cuales “estuve 18 años embarcado”.
Hizo
innumerables cursos de especialización en el área naval, amén de una maestría en
la Universidad de Monterrey, California, donde asistió becado por el plan de
becas Mariscal de Ayacucho, para estudiar Análisis de sistemas y optimización;
también cursó Estado Mayor en Italia, durante 18 meses, “y un periodo de 7
meses embarcado en las unidades navales italianas en el Mediterráneo, yo
navegué por el Mediterráneo con la Sexta Flota, como fase práctica del curso de
Estado Mayor. Siempre estuve vinculado a comunicaciones durante 18 años en los
barcos, hasta que llegué al grado de Director de Comunicaciones Naval por 2
años.” También fue Director de Operaciones del Estado Mayor Naval, Director de
la Escuela Naval de Venezuela, Jefe de la Casa Militar y Director del Instituto
de Defensa Nacional, durante 3 años, “pero después el presidente Caldera me
destituye y me saca del país. A mí me sorprendió muchísimo esa actitud de
Caldera, fui a hablar con él en su despacho, no me explicaba por qué me
destituía como Director del Instituto de Defensa, ese no era un puesto de
comando militar, era importante pero no un puesto político, y llegó un punto donde
le solté en su cara que era una factura porque él era un conspirador. Me sacó
del país y me mandó para Washington 18 meses como agregado de Defensa. Al
principio no me quería ir, menos mal que me fui porque me equilibré
emocionalmente. Mi periodo en Miraflores y los meses siguientes fueron
tremendamente terribles, estuve preso 8 meses, me acusaron de corrupción, me
metió preso Caldera, por una trampa que me armaron José Vicente Rangel y el
almirante Daniels y el general Ochoa Antich que era el ministro de la Defensa de
Pérez, pero me tuvieron que soltar, y es cuando me destituyen para sacarme.”
Afirma que la inquina
de Ochoa comenzó cuando delante de Carlos Andrés Pérez lo tildó de traidor. “Se
lo dije: usted es un traidor ministro, usted es partícipe de este golpe. Eso me
trajo esa factura pesada, y ese intento
de señalarme como corrupto. Me defendí solo, no tenía abogado designado, los
abogados militares nunca me apoyaron, ni el ministerio de la Defensa, ni el
comando de la Armada nunca me apoyaron; una fiscal supo que me estaba
perjudicando y me dijo: yo lo voy a ayudar a usted pero mi nombre que no aparezca. Ahora si puedo decir su nombre: la
doctora Oporto. Esa señora sin yo conocerla me ubicó y me llamó: yo a usted lo
voy a ayudar en toda la parte legal pero yo no aparezco, porque a usted lo
están perjudicando y es un proceso político. Mis escritos y todas mis
cuestiones las hacía con esa abogada. A mí me tenían preso en Fuerte Tiuna, y me
escapaba de allá y me iba a hablar con ella
y regresaba, yo agarraba mi carro y me iba. El ministro de la Defensa, me decía: ¿Tú te vas? SI, yo me voy, porque soy
inocente, esta es una factura que me están pasando porque contribuí a salvar la
democracia en el 92. No le decía para qué salía, pero lo hacía porque tenía que
defenderme. Y nadie me tendia una mano
porque la verdad es que el 4 de febrero de 1992, todo el mundo, todo el
estamento militar, salvo contados casos, estaban en la conspiración, entonces
yo era un enemigo. Luego Caldera me saca del país en mayo del 94 y un mes antes
había puesto libre a Chávez y lo había perdonado. Le dije: ¿cómo es posible que
usted me saque a mí que defendía la democracia y usted esté perdonando al golpista, al rebelde militar, al que viola la Constitución? Yo no lo entiendo presidente, usted es un
conspirador. Me respondió que me iba a sacar del país. Yo salí del despacho y a
los 50 metros me llamó el ministro: Te vas mañana del país. No me voy, me quedo.
Pero mi familia me convenció que me fuera porque estaba retando al poder
político del presidente Caldera. Y no puedo dejar de decir que en realidad yo
me había enfrentado a una conspiración brutal de las Fuerzas Armadas, donde
estaban los agentes de izquierda metidos, los medios de comunicación y grandes
grupos económicos.”
Haciendo gala de su
bien ganada fama de hombre frontal y de pocos pelos en la lengua no duda en
confesar que cuando llega a Miraflores al cargo de Casa Militar “yo no quería
trabajar con el presidente Pérez, estamos hablando de 1990, yo era Director de
la Escuela Naval, un cargo importantísimo en la Marina, porque le da a uno el
vuelo para los grados superiores, y le da a uno el conocimiento y la potestad
de introducir los cambios en la formación de los nuevos oficiales, yo venía de
18 años embarcado, tenía una gran experiencia en el campo naval, porque no
todos los que se visten de blanco son marinos. Sólo el 20% de esos que tú ves
de blanco son marinos, gente que navega, no burócratas; habían sido 18 años
montado en un barco, 18 años lejos de tu casa, comiendo mal, durmiendo mal, un
barco de guerra no tiene las comodidades de un trasatlántico, sin embargo me
gustaba. A mí mi profesión siempre me gustó y no me arrepiento; y si vuelvo a
nacer volvería a ser marino. Es cuando me designa el ministro de la Defensa y le
digo: yo no quiero trabajar con el presidente Pérez, era ministro el general
Filmo López Uzcategui, y Héctor Jurado Toro, que era Comandante de la Armada, me
dicen: Carratú, vas a trabajar con el presidente Pérez. Les digo: no quiero
trabajar con él. Bueno, díselo a él. Y el presidente Pérez me llama a su
despacho, era el propio Pérez quien me había pedido para la Casa Militar. Yo no lo conocía, ni nunca había hablado con él,
lo conocía como presidente, y ya. Voy a
hablar con él y me recibe: “Caramba almirante, yo lo mando a llamar porque he
visto su expediente, viene de la Flota, usted es formado en Estados Unidos y
una carrera profesional con una trayectoria excelente como oficial, no tiene
ninguna mancha en su expediente y quiero que usted me acompañe hasta que
termine mi periodo.” Yo iba con la
intención de decirle que no, y no quería porque estaba montado en la comidilla
publica que hablaba mal del presidente, yo no lo conocía, solo me estaba
guiando por los comentarios esos que había, estaba prejuiciado con esa basura
que circula en la sociedad venezolana, en el boca a boca, chismografía, esa
cantidad de cosas que nada tiene de cierto, con partículas de algunas cosas que
ocurren, pero la certeza con que la gente habla, enfoca y califica no es. Aparte
que su manera de ser, su actitud en el primer gobierno, siendo yo militar, no
me caía, me caía más Caldera, lo veía mejor formado, mas académico, mas
reposado, y me equivoqué. Me equivoqué con los dos: Caldera es un hombre que
engañó y utilizó el poder para su beneficio, y Pérez con todos sus defectos
utilizó el poder para ayudar, para construir otro país, y lo intentó en el
segundo gobierno y no lo dejaron.”
Sigue
sosteniendo 25 años más tarde que su intención siempre fue la de negarse a
aceptar el cargo, pero una larga conversación con Pérez comenzó a hacerlo ver
de otra manera. “Ya casi finalizando, él me dice: “le voy a pedir a usted antes de que usted decida que
le pregunte a su esposa si ella acepta o no que usted venga para acá." Le digo:
no presidente, en mi carrera mi esposa nunca ha influido, han sido mis
decisiones y la profesión es mía, yo no tengo nada que consultar con ella, yo
le diré a ella después, y mire presidente acepto el cargo. “Muy bien, mañana
recibe.” Me fui, le avisé a mi mamá y a mi señora. Al día siguiente ellas van
cada una por su lado y cuando llega el momento de mi juramentación, que entramos al
salón Pantano de Vargas, donde juramentan a los ministros y a las altas
autoridades nacionales, un salón histórico destruido por los rebeldes el 4 de
febrero, me llamó la atención que en la ceremonia, que era con el presidente,
el secretario del consejo de ministros el jefe de la casa militar que me
entregaba, el general González Beltrán, y mi persona, acompañado con mis dos
invitados, había más de 200 personas en la ceremonia. Yo me dije: Coño, ¿y esta
gente quién la invitó? Ahí supe lo que eran
los clásicos oportunistas que llegaban al palacio de Miraflores a conocer los
movimientos de allá, a ver cómo se meten, a
ver cómo manipulan para mantenerse en el lobby político del Palacio, del
poder. Pero más sorpresa tuve cuando
llego a mi oficina por primera vez y la encuentro llena de regalos, pero ¡llena!
no se podía caminar: cajas de champaña, cajas de vino, cajas de whisky,
timones, flores, globos, pistolas, un sable español de esos de la época de la
conquista, libros, frutas, ramos de rosas.
Todos me sorprendieron porque a ninguno lo conocía, a ninguno, a ninguno;
y al poco se me fueron presentando, me fueron llegando: ¿qué te pareció la
pistola que te regalé? Yo no me quedé con ninguna de esas vainas, todo eso lo
regalé, el whisky, estamos hablando de empresarios, políticos, periodistas
importantes del país, como Omar Lares para decirte alguno, lo que te quiero
significar es que el poder en Venezuela es ambicionado desde el chofer de una
autoridad importante del Estado, su secretaria, un policía, un oficial, un
general hasta los empresarios más importantes y los empresarios más millonarios
que puede haber, todos quieren estar en el poder. Lo que digo lo hago con
conocimiento de causas, yo era el encargado de la seguridad presidencial y la
planificación interna y poco a poco logré ir ocupando espacios, espacios que no
eran de la Casa Militar pero que el Presidente me los asignaba porque él sabía
que se cumplía y se hacía como él quería. Yo coordinaba todo lo que eran las
giras presidenciales, las visitas de los presidentes extranjeros, la
cancillería iba a mi oficina, yo dirigía todo y todo salía perfecto porque el
presidente Pérez no aceptaba errores. Además de eso era excesivamente puntual y
no le gustaba la gente que yo llamaba la revoloteadora, que estaba girando,
volando alrededor para que lo vieran o para aparecer en la foto. En las fotos importantes yo veía como Marcel
Granier, Eladio Lares, Cisneros, se mataban por una foto al lado del
presidente, ¡pero es que se mataban! Yo le cerré las puerta a Cisneros en una
reunión con el Rey de España, privada, que se quería colear y le tuve que
cerrar la puerta: Saque la pierna, no puede entrar. ¡A Cisneros! Al ministro de
la defensa lo bajé del avión presidencial
porque se coleó, ministros que se querían meter en el avión
presidencial, esposas de ministros, esposas de gente importante. Me di cuenta en Miraflores que no hay ética
ni hay solidez en las personas, todos son acomodaticios a las vueltas y
triquiñuelas del poder por estar ahí, no porque se lo ganan o se lo merecen o
tienen capacidad técnica, empresarial, política, militar, no. Es una suerte de
gatear, brincar, pisotear a quien esté en el medio por llegar a la primera
fila. Te pisotean a gente buena, a gente que vale, desplazan a los que son
calificados. Ahí uno dice: coño si este es el poder ¿qué queda para el resto de
los venezolanos? Y por eso estamos en esto.”
© Alfredo Cedeño
19 comentarios:
Negro: están buenas estas entrevistas.
Abrazo
Hm
Simplemente excelente. Gracias
Raquel C.
Muy bueno el reportaje pero el Carratú me suena a despechado y bastante chismoso. Un abrazo.
Alejandro Moreno
Excelente reportaje y valiosa información. Gracias, Alfredo!!!
Esperando la segunda parte...
Nunca ha hablado de su hermano, que fue oficial naval odiado en la fuerza por malo con los marineros, tampoco de la cercanía de su familia a AD.
Comenzando a conocer cosa de Carratu, todos tenemos nuestras luces y sombras y tiene mucha razón al decir que aqui te pisan y empujan para ponerse en tu lugar, Muy bueno el reportaje Alfredo, como siempre , Felicitaciones estaré pendiente de la segunda parte
Excelente. Me permitió aprender un poco más de nuestra historia contemporánea. @ElbaRomeroLopez
Queria matizar un poco, pero es imposible, es demasiado cierto que la IV Republica se perdio por el odio ambicioso de Rafael Caldera, yo asi lo presencie y asi se lo contare a mis hijos y nietos, cuando los tenga. Esta historia de Venezuela no empieza en 1992 con el pseudo golpe de Chavez, empieza mucho antes con la ambicion de Caldera y su grupo de notables; solo cuando el venezolano entienda su historia, podra plantearse el cambio...!!!
Estimado Camarada . He leido tus comentarios por haberlos encontrado buscando a mi querido amigo de Lackland AFB del año 1970 , Ender Zambrano , con quien hicimos una linda amistad que nunca pudimos continuar por falta de comunicación. Si pudieras darme datos sobre el te agradecería. Tu entrevista es la única referencia que tengo de el . Por favor responder a mi direccion electronica Desde ya muy agradecido
C/F Carlos Calace
Yo recuerdo asqueada, cómo Caldera permitió que sus hijos robaran como locos y avisarán del poder, su doble moral para llegar a la segunda presidencia. Qué bueno que vivió bastante para ver el desastre que hizo Chávez, gracias a él.
Interesante, comparto plenamente la idea principal del último párrafo, en Venezuela, desgraciadamente reina la mediocridad, y no es en la contemporaneidad sino desde el inicio de la República, raras veces la gente calificada y proba a estado en altos cargos y si lo han ocupado es por poco tiempo. Esa es gran parte de nuestra tragedia. Bolívar, Gallegos, entre otros así lo manifestaron en su debido momento.
Mi estimado Ivan Catarru
Excelente enttevista mi almirante,soy egresado de la Escuela de Tropas Profesionales del Ejército en julio del año 1988 y estuve entre las tropas del Batallon Bolivar que reconquistaron el aeropuerto de La Carlota del control de las unidades de Paracaidistas, donde murieron soldados y un oficial de esa unidad (Batallon Bolivar); el Capitan Santiago. Lo felicito por decir las cosas que pasaban en el ambito politico desde antes del golpe. Ahora entiendo muchas cosas raras que pasaron en su momento y que hasta el sol de hoy no habia podido enterder. Los rumores de golpes en lis pasillos militares, movilizacion de tanquetas a la vineta, inculcacion de problematica social de nuestro pais en el curso de formacion como sargento, flexibilacion de horario militar para llegar y salir de las instalaciones, visitas en horas noctunas de oficiales y civiles a los cuarteles, perdida de armamento sin sentido logico y sin ninguna investigación posterior, jalabolismo de oficiales superiores a politicos y barraganas de estos, desfalcos en contratos militares (caso Van dam) entre muchos otros que no me da la memoria ahora.
Buenas noches a todos es señor Mario ivan Carratú Molina siempre fue un Militar apegado a la constitucuión del 61 yo tuve la oportunidad de conocerlo porque vivi en carne propia los acontecimientos del 4 de Febrero de 1992 el dia sangriento en donde criminales Golpistas querian asumir el poder acosta de todo Ahora en sus relato todo es una realidad porque los poderes económicos y factores de izquierdas le convenian la caida de Pérez
Exelente entrevista, ojalá podamos mejorar nuestra forma de hacer política en Venezuela
Entre tantos comentarios sobre al Almirante, atendiendo a la vinculación
por haber trabajado con él en la Armada y Casa Militar, me permito que su relato no está apartado de la realidad.
Que Dios lo bendiga y lo proteja, siga adelante que usted tiene mucho que darle a nuestro país, sus conocimientos y valentía lo hacen un fuerte bastión para la reingeniería que vamos a necesitar de nuestras FAN. "Dios y Patria".
Personas como Mario Carratu las necesitamos y queremos al frente para dirigir el timón a un mejor rumbo. Dios lo bendiga y cuide, y podamos ver este cambio hecho realidad.
Desde niño he admirado a este señor, es un hombre q va de frente x la calle del medio
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