sábado, noviembre 26, 2016

VENEZUELA PADRE Y MADRE




                Para mí Venezuela no es la patria, ni es un accidente natal, menos una maroma de la suerte que me convirtió en un hombre de saneadas finanzas. Para mí Venezuela es el padre y la madre que me criaron y me llevaron a ser lo que soy, de allí mi adoración obsesiva por ella y el profundo respeto con que la trato, de ahí nace cual río fuera de cauce mi profunda ira cuando he visto y veo cómo la han maltratado y maltratan, esa es la fuente de un apego por ella al que nada me hace renunciar y en nombre del cual me mantengo exigiendo se le dé el trato que ella merece.
                Cuando digo Venezuela hablo de su gente propia y de aquellos que se autoadoptaron deslumbrados por esa sucursal del Edén en la tierra. Gente de risa a flor de boca y ojos en todo momento, de verbo ágil como estiletes y de ternura infinita como el que usan los curtidos pescadores de la isla de Margarita para llamar papaíto a su padre con un destello de luciérnagas en sus ojos cuajados de salitre.
                Hablo de Venezuela y estoy refiriéndome a la caravana de coronas de espumas que te reciben al llegar a Margarita. Estoy hablando del horizonte quebrado en cientos de agudos picos en la cordillera andina y el cielo arrochelándose con el suelo en los llanos inacabables. Escribo de pueblos pudorosos como San Pedro del Río o Seboruco, de lugares alebrestados como Carúpano o El Callao, de sitios plácidos como Paraguachí o Santa Ana de Paraguaná, de ciudades escandalosas como Caracas o Maracaibo y urbes señoriales como Valencia o Barquisimeto.
                Explico a mi país y los afectos se me enredan en los dedos, el orgullo por sus talentos de todo tenor me arropan con sana altanería. Isabel Córdoba, Antonio Estévez, Marin Chami, José Ignacio y Marta Cabrujas, Rodolfo Izaguirre, Melania de Azócar, Humberto Márquez, Lucy Gómez, Jesús Rosas Marcano, Monchita Martínez, Daniel de Barandiarán y Raquel Cohén, Esteban Emilio Mosonyi, Henry Pasos, Macky Arenas, Mikel de Viana, Pedro Duno, Maribel Espinoza, Jorge Chirinos, Jaime Ballestas, son algunos de los centenares de nombres que me llueven en la memoria como ejemplo de quienes me aportaron con generoso desprendimiento afecto y conocimiento.  Algunos ya no están, otros permanecen y son especies de ángeles tutelares que la tecnología acerca en el momento que más falta hacen.
                Venezuela ha sido un crisol inagotable de gestas donde los asombros palidecen ante su generosidad ilimitada. No pocos países resurgieron política y económicamente gracias al trabajo de sus hijos reinsertados en mi país; Portugal, España e Italia bien lo pueden testimoniar. Venezuela fue posta para abrigar y reagrupar a los perseguidos del ahora ensalzado Fidel, así como de Pinochet, y los milicos uruguayos y argentinos; Caracas, Maracaibo, Valencia, Juan Griego, Mérida, Valera, se abrieron para recibirlos sin condiciones ni reservas.
                En un momento como el que se vive en nuestro país muchos voltean la mirada o la esquivan, presumimos algo de vergüenza ante su silencio que les hace cómplices de esa desgracia llamada chavismo-madurismo, no faltan algunos celestinos de interesadas y raquíticas carteras que necesitan ser rellenadas que alaban incansables a Gofiote Maduro y su combo.  Bien pueden dar fe de ello seres como el alcahuete ilustrado de Ramonet, o los talibanes peninsulares de Pablo Iglesias, Monedero, Errejón  y demás grupo de lenguaraces maldicientes que ahora planean sobre el futuro político español. Y a ellos uno los llega a comprender, a fin de cuentas son unas meretrices de poca monta que abren sus piernas ante la chequera de turno.
                A esa cohorte de lambucios empingorotados no se les justifica, ni tolera, pero se les entiende. Uno comprende que juegan  a la supervivencia y que encontraron una manada de asnos con las alforjas llenas de buen dinero, el cual pudieron cambiarle por algunos espejitos altisonantes y vocingleros. Pero, ¿cómo entender a quienes se suponen adversarios criollos de la dictadura venezolana  que anden de risas y confites con quienes han sido nuestros verdugos? En buen criollo y para que no haya malos entendidos: ¿Qué vaina es esta?  
Ahora la muerte del gran charlatán cubano copa todo el escenario y se cae en el juego de ver hacia allá y se aparta con presteza, y quién sabe si con intereses bastardos, la mirada de la escasez de medicinas y alimentos, de la prisión de Leopoldo, Braulio Jatar y todos los otros presos políticos, a los que el delicado y dialogante alcalde de Petare rebautizó como detenidos. Por supuesto que el Revocatorio es una herejía de la que no se puede hacer mención so pena de ser lanzado a la jauría de plañideras que defienden cual hienas rabiosas a esa entelequia que llaman MUD. De las elecciones regionales menos aún.
¡Ay Venezuela! ¿Qué pecado oculto cometiste para que con tantas creces debas pagar semejante penitencia?
               
© Alfredo Cedeño

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días Alfredo. Comparto tu emocionado y realista a la vez elogio de Venezuela. Venezuela, su gente como dices, no ha cometido ningún pecado, el pecado lo cometen y lo han cometido sus élites históricas y actuales. A los demás nos compete sacarlas del juego y espero que lo haremos. Un fuerte abrazo.

Alejandro Moreno

Anónimo dijo...

Extraordinario artículo, querido. Eso y así somos.

Ylleny Rodriguez

Anónimo dijo...

Gracias por la inclusión, pero faltaste tú mismo. El artículo como los otros. Excelente, y para mí uno más de los que muestran tu alto nivel como escritor.
Un saludo.

Jaime Ballestas

Anónimo dijo...

Que vaina tan buena Alfredo, claro como el agua...

Roberto Arocha ·

Anónimo dijo...

Opositor que se aparte de ese camino establecido en el "Manual del prefecto idiota opositor", elaborado por el regimen , sera llamado radical, pitiyanqui, apatrida y no merece ser de las filas de la mud.

Etanislao Vergara

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